Hispanoamérica

He observado en estos foros que la gran diferencia entre uná sociedad civilizada y otra tercermundista es la manera de ver a tipos pintorescos y extravagantes como el tal Humala este.

En las sociedades occidentales desarrolladas, donde todo funciona razonablemente bien, los políticos se mueven dentro de unos cauces bastante estrechos, exceptuando los intereses partidistas en los que el reparto del poder está en juego, y algunas medidas más simbólicas que otra cosa, sus políticas aceptan y comparten como buenos una serie de valores que son los que han demostrado ser válidos a la hora de crear paz, prosperidad, libertad y estabilidad.

Sin embargo en los empobrecidos y erráticos países tercermundistas, se justifica y hasta se admira a personajes inquietantes, que en las democracias occidentales desarrolladas quedarían completamente marginados y fuera del juego político.

Tipos como Humala, exgolpistas, militaristas, racistas, imperialistas, histriónicos y mesiánicos (sí, exacto, como Hitler)encuentran eco no sólo en las masas analfabetas de desheredados sin ningún tipo de formación más que los golpes contínuos de una vida miserable, sino también entre universitarios acomodados y cultos, que los justifican en base a unas teorías dogmáticas indigenistas, vagamente izquierdistas y profundamente antimodernas y antiliberales.

¿Apoyar a esta gentuza para qué?¿Para combatir el capital y el Imperio? El capital se juega en otros mercados, se juega en Asia, en China, en EEUU y en Europa.

Lo que se juega el capital en AL es marginal y anecdótico, en la misma medidad que el peso económico de esa parte del mundo es cada día menos importante.
Sólo algunas desgraciadas empresas españolas que hace 15 años que se lanzaron a un mercado abandonado por los anglosajones y que ahora se dan cuenta de por qué hace tiempo que los líderes económicos se olvidaron de esos países asilvestrados e inoperantes.

La victoria de semejante fascista en Perú no será un golpe ni a Occidente, ni al capital, ni a EEUU. Será un golpe de muerte a un país que lleva 30 años agonizando, y quizá salpique algo, en forma de guerra bananera, a sus vecinos más cercanos, que sin duda, podrán fácilmente acabar, apoyados por toda la comunidad internacional, con los delirios imperialistas de un iluminado que se cree descendiente de esos gloriosos Incas, que fueron derrotados por Pizarro y sus 500 aventureros sin más trámite, antes de tener que librar una guerra de verdad contra Almagro y sus hombres.