Hispanoamérica

Hoy es el estreno mundial de la película El Código Da Vinci...¿Les parece casual el estreno de esta película, justo en el momento en que nuestro Jefe de Estado llega de una entrevista a SS. Benedicto XVI con escala en Libia y visita privada al Reino Unido, donde está la capilla de Rosslyn y donde estuvo nuestro iluminado repartiendo el “santo rial” ? ¿Qué tiene que ver el Priorato de Sión con el CNE? ¿Es la data un criptex que oculta misterios, como el hecho de que un país de 25 millones de habitantes tenga como 20 millones de electores?

¿Es cierto que una rama de los descendientes de María Magdalena vino a Venezuela y se instaló en un estado llanero? ¿Por qué justamente el día del estreno de esta película el distinguido Embajador de los Estados Unidos visita el estado Barinas? ¿Casualidad? No cabe duda de que la CIA está detrás de todo esto.

¿Serán tan descarados como para negar la evidente vinculación que hay entre Cines Unidos y los Estados Unidos? Nadie sabe (pero todos intuyen) cuál es el oscuro propósito de esta conspiración en contra de nuestro país, que comenzó con el plagio de Dan Brown, un escritor nativo (¿A que no adivinan de dónde?): ¡Sí! ¡De los Estados Unidos! Según sus biógrafos, se desempeñó como profesor de inglés. ¿No les parece sospechoso un profesor de inglés justamente en los Estados Unidos, donde todos hablan el idioma? En fin, hay muchos cabos sueltos y no sólo cabos, sino hasta coroneles y generales, exponentes venezolanos del arrianismo, una suerte de desviación teológico-política que comanda Diego Arria desde Nueva York.

Súmele a esto las maniobras en el Caribe con el portaviones George Washington (¿Acaso un caballero del Temple? ¿O quizá un caballero con temple?). Para un analista agudo, todo está demasiado claro. Detrás del estreno de El Código Da Vinci no se oculta otra cosa que un intento de invasión fílmica que lleve a las masas al cine y de allí a una protesta pública en contra del gobierno, gracias a los mensajes subliminales que la película oculta, mientras los marines, en una operación quirúrgica, secuestran al Presidente de Venezuela y lo llevan a la cárcel en la misma celda que Noriega está a punto de desocupar. Verdaderamente, el retorcimiento gringo es patológico. Lo que resulta inconcebible es que un hombre serio, como Tom Hanks, se haya prestado a toda esta maniobra.