Hispanoamérica

Abandonado a su suerte y desesperado un reservista del ejército peruano se suicido en su celda. Se hallaba preso mientras era juzgado por participar junto con otros camaradas en una rebelión organizada por los hermanos Humala en la ciudad andina de Andahuaylas. Ollanta utilizo los reservistas no solo para esta rebelión sino también para vender su diario o pasquín “Ollanta” y hacer proselitismo político de manera fiel y barata.
En el Perú ser reservista del ejercito es encarnar una de las castas mas pobres. Tradicionalmente eran tomados de las comunidades campesinas de raíz indígena o de las zonas pobres de las ciudades. La “leva” o “batida” era un sistema bastante común, donde la policía o el ejército daban caza literalmente a estos jóvenes.
El servicio militar se hacia con un criterio de “civilizar” al campesino o de “blanquear” culturalmente al indio. Este servicio pues con un criterio clasista y de supuesta “inclusión” de otras clases en el sistema solo sirvió para formar un ejército de una sola clase y color.
Recién en el año de 1999 Fujimori anula este servicio, con un criterio muy rescatable. Pero quedan los miles de reservistas que algunas fueron “levados” o arrancados de sus comunidades. Marcados por ser de una misma clase y origen etnico casi siempre acceden a trabajos relacionados con servicios de seguridad mal pagados o al desempleo.
Estos jóvenes fueron fácilmente captados por Ollanta y su hermano Antauro ex oficiales del ejército, quienes con el cuento de rescatarlos de la exclusión o crearle empleos públicos tuvieron un ejército de hormigas para la campaña política e incluso hubo intentos de tener una fuerza armada particular como lo demuestra la toma de la comisaría de Andahuaylas.
Una vez terminada la campaña y casi desenmascarado el proyecto político de tinte nacional socialista que se disfrazo de oveja, estos hombres, en prisiones por el levantamiento. En las calles luego de meses de extenuantes marchas quedaron en el desamparo. Mientras su líder posiblemente este desestresandose en Varadero. Ollanta se convierte así en un explotador de los humildes. “El suicidio es la expresión máxima del desencanto” decía Freud.