Hispanoamérica
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Este es un bello testimonio
Enviado por el día 28 de Julio de 2004 a las 21:43
Este es un bello testimonio, que puede servirle a muchos jóvenes latinoamericanos, hartos del catolicismo traído a estas tierras por los absurdos españoles:
Testimonio de un musulmán español
Si quieres expresar tu opinión acerca del fenómeno de reconocerse musulmán (conversión), si quieres narrar tu experiencia de cómo te reconociste musulmán, manda tu texto o tu testimonio: abdeljabir@cie.es
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Una noche, estaba tomando varias copas de alcohol en una discoteca de Valencia y me encontraba completamente solo. Miraba a mi alrededor y observaba a la gente. Pensaba en mi vida, en lo vacía que estaban las personas que me rodeaban y en cuál era el objetivo de mi existencia.
Solía malgastar mi tiempo y mi dinero en las discotecas y los pubs, refugiándome en el alcohol para escapar de los golpes que me había dado la vida y de mis numerosos fracasos sentimentales.
En tanto que le existencia de la vida y la materia no puede explicarse por el simple hecho del azar, yo estaba seguro de que existe algo por encima de todos nosotros.
Me di cuenta de que tenía que ser guiado por otro camino por el responsable del orden cósmico, el Creador de todo cuanto existe y quien hizo posible que los seres humanos tengan consciencia e inteligencia.
La religión que me enseñaron mis padres no podía satisfacer mis inquietudes espirituales, porque no podía basarme en algo que estaba lleno de contradicciones debidas a la alteración que las Sagradas Escrituras habían sufrido a lo largo de la historia por la mano humana. No podía ser lógico que basara mi espiritualidad en un libro hecho por humanos, falibles e imperfectos. El hecho de rezar a otros que no fuera a Dios, dándoles en muchos casos una importancia equivalente a la del Creador y orar ante imágenes pintadas o talladas, me parecía algo de lo más grotesco y absurdo.
Mi vacío espiritual era tan grande que no me di cuenta hasta mucho tiempo después, de la tontería que era intentar llenarlo con otras cosas de la vida mundana que no tenían sentido y que lo que más que hacían era contribuir a hacerme sentir más vacío e insatisfecho y, como consecuencia, infeliz.
A lo largo de mi adolescencia conocí a muchos amigos árabes, de hecho, les recuerdo como mis mejores amigos y nunca se me ocurrió preguntarles sobre el Islam.
Busqué en el budismo, en el gnosticismo, el hinduismo, incluso en el esoterismo, pero nunca pensé en el Islam. Jamás se me ocurrió pensar en él. Tenía una serie de ideas preconcebidas que me hacían que no lo considerase ni lo más remotamente posible como una posibilidad para mí.
Pero un día conocí a un hermano marroquí y sentí curiosidad, ya que veía que su comportamiento y forma de resolver los problemas de la vida cotidiana eran muy peculiares. Empecé preguntando las cosas típicas que suele preguntar un ignorante "káfir".
Mi resistencia era muy grande y sus respuestas recibían un duro ataque por mi parte ya que no era fácil de convencer por ser muy obstinado e incrédulo.
Ante mi actitud él siempre mantuvo la calma y la serenidad. Es muy importante no darse por vencido. Yo siempre creía tener la razón y dejaba pasar un tiempo antes de volver a atacar. En realidad, mis ataques no eran más que formas de resistencia ante la Verdad, porque todos sabemos que reconocer la verdad cuesta mucho trabajo y hacer entender el Islam de modo correcto no es tarea fácil. Así que poco a poco iba interesándome más y más, pero siempre conservando mi rebeldía.
Después de algunos meses empecé a dejar de comer cerdo y beber alcohol porque algo dentro de mí había cambiado realmente y sentía animadversión hacia esas cosas.
Sin duda alguna porque todos nacemos musulmanes (aunque luego nuestros padres nos enseñen otro camino) y cuando sentí el Islam en mi corazón, lo único que sucedió es que volví a mi estado de pureza natural con el que nací, volví para recuperar mi Islam y por esto al ser consciente, mi cuerpo rechazaba de forma espontánea esas sustancias. Además muchas costumbres islámicas yo ya las poseía: aunque comía cerdo, siempre lo trataba de evitar, no me gustaba; pensaba en Dios como un ser único y no en una trinidad; creía que Dios no tiene género ni número, que no se le podía designar con una palabra masculina ni femenina ni se le podía representar como un señor mayor de raza caucásica y con una gran barba blanca.
Para llegar a descubrir el verdadero y único Islam tuve que rechazar todas esas enormes falsedades y estúpidos tópicos que se le asocian y que desde mi más tierna infancia me habían hecho creer falsamente. Cuando me di cuenta de esto, sentí una gran tristeza dentro de mí y una gran decepción, porque la sociedad me había manipulado para no dejarme ver la realidad.
Descubrí que el Islam no es sólo una religión, sino que es una filosofía de vida, un sistema completo para realizar al ser humano en todas sus potencialidades y hacerlo feliz. En definitiva: el Islam es una civilización. Así que llegados a este punto y después de largas conversaciones con el hermano marroquí, empecé a ceder ante la evidencia y a reconocer que yo estaba equivocado, como también lo estaban los míos.
Para terminar de convencerme, el día 1 de agosto de 1997 decidí entrar en una mezquita por primera vez en mi vida. Le pedí al hermano que me había guiado que me llevase para averiguar como iba a sentirme allí dentro. Ese día lo recordaré con todos los detalles hasta que muera. No puedo explicar con palabras lo que sentí sólo por el hecho de entrar.
Me enseñó la sala de oraciones, escuché "al-Addán" (llamada a la oración) y después entramos en el despacho para presentarme al Imam. Como en aquel momento era la hora del "salat al Dohr" y era viernes, el Imam me dijo que podía sentarme en el despacho para hablar con él después. De modo que me senté y desde allí podía verles a todos a través de la puerta que estaba abierta: estaban rezando.
Observar la oración sin duda fue lo que terminó de consolidar mi fe.
No es posible plasmar sobre el papel lo que sucedió dentro de mí. Mi piel y mis cabellos se erizaron de profunda emoción en dos situaciones especialmente: en la llamada a la oración ("al-Addán") y en el momento en que todos los orantes dicen "Amin". En esos momentos yo ya sabía que era musulmán.
Después pude conversar con el Imam. A mi lado estaba Begoña, una española que quería entrar en el Islam y dos hermanos más. El Imam nos estaba hablando sobre el Islam y después preguntó a Begoña si quería entrar en el Islam. Ella, con los ojos a punto de brotar lágrimas entró en el Islam delante de mí.
Ella lloraba de emoción, pero, la verdad, es que a mí me faltó muy poco para llorar también. Su cara estaba llena de luz. Me pareció un acto precioso, sencillo, lleno de humildad y muy emocionante. Presenciar esto alimentó todavía más mi fe.
Descubrí que el Islam da respuesta a todos los interrogantes que hay en la vida. Expondré tan sólo algunos ejemplos: da respuesta a todos los misterios del Más Allá, es respetuoso con todos los seres vivos (plantas y animales); está ligado a la ciencia y no está en desacuerdo como la doctrina cristiana. Me sorprendió mucho descubrir como en los versículos del Corán se describía la evolución biológica de las especies a partir del agua. Por no hablar del origen del cosmos y su evolución descritos en él, siendo este hecho descubierto muy recientemente y que ha sido llamado la teoría del Big-Bang o de expansión del Universo. Otra de las cosas que me llamó la atención es la descripción que se hace en el Corán del desarrollo embrionario del ser humano, con todos los detalles e incluso se menciona el número de días de cada etapa del mismo. Esto está también testado por la ciencia actual. Yo soy un hombre de ciencia, soy biólogo y cada vez que leo estos versículos, me impresiono.
Los siguientes dos días estuve yendo a la mezquita para aprender del Imam, hasta que finalmente el día 4 de agosto de 1997 a las 17:50 h me declaré musulmán.
Después vienen muchos problemas a los que los nuevos musulmanes tenemos que enfrentarnos. Los más dolorosos suelen ser, a menudo, la familia y las amistades, pero si tenemos nuestra fe viva, esto no nos va a importar porque sabemos que estamos en las manos de Allah ("subhana ua ta'ala"). Estos problemas suelen resolverse con el tiempo y con el ejemplo que ven en nosotros.
El Islam no ha venido para separar a las personas, sino más bien para unirlas, siendo una de las religiones más tolerantes con todos los habitantes de nuestro planeta.
Un día me di cuenta de la importancia tan grande de lo que me ha pasado. A todos nosotros, los nuevos en el Islam, nos ha escogido Allah ("subhana ua ta'ala") de entre los "kafirun" para que encontrásemos el camino de la salvación. Hemos surgido de entre los perdidos y debemos ser muy conscientes de esto. Esto debe traducirse en un sentimiento de responsabilidad por lo que se nos ha dado, así como en un gran agradecimiento para Allah ("subhana ua ta'ala").
Hay que ser conscientes de que vivimos momentos muy difíciles para el Islam. No tenemos que caer en la desesperación cuando veamos las cosas que están sucediendo en los países musulmanes. Ni perder nuestra fe cuando descubramos que hay muchos hermanos que se comportan muy mal y nos enseñan cosas que no son Islam. Muchas veces nos podemos sentir angustiados por la presión de otros que nos dicen lo que debemos hacer, lo que, según ellos, es Islam. Primero tenemos que formarnos bien, dirigiéndonos a personas que estamos seguros que saben, como por ejemplo un imam y no creer lo que nos cuenta cualquiera, adoptando esto a nuestro sistema de creencia. Se puede escuchar a alguien, pero siempre hay que comprobar que lo que nos está diciendo es correcto, ya que por desgracia muchos musulmanes hacen alarde de que saben mucho sobre el Islam y mi experiencia personal me ha demostrado que lo que hay es mucha ignorancia y que esta ignorancia puede perjudicarnos mucho si la dejamos que nos afecte. En mi opinión, este perjuicio puede afectarnos de dos formas, puede hacer que nuestra fe disminuya o incluso se pierda o puede que nosotros mismos nos convirtamos en ignorantes y aconsejemos a otros del mismo modo para aumentar así, todavía más, el número de ellos.
Mi vida ha cambiado totalmente. Me siento lleno y se puede decir que he nacido de nuevo. Mi nombre ahora es Khalid y creo que tenemos que luchar por dar a conocer la auténtica cara del Islam y no permitir que se siga haciendo injusticia en nombre suyo.
Testimonio de un musulmán español
Si quieres expresar tu opinión acerca del fenómeno de reconocerse musulmán (conversión), si quieres narrar tu experiencia de cómo te reconociste musulmán, manda tu texto o tu testimonio: abdeljabir@cie.es
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Una noche, estaba tomando varias copas de alcohol en una discoteca de Valencia y me encontraba completamente solo. Miraba a mi alrededor y observaba a la gente. Pensaba en mi vida, en lo vacía que estaban las personas que me rodeaban y en cuál era el objetivo de mi existencia.
Solía malgastar mi tiempo y mi dinero en las discotecas y los pubs, refugiándome en el alcohol para escapar de los golpes que me había dado la vida y de mis numerosos fracasos sentimentales.
En tanto que le existencia de la vida y la materia no puede explicarse por el simple hecho del azar, yo estaba seguro de que existe algo por encima de todos nosotros.
Me di cuenta de que tenía que ser guiado por otro camino por el responsable del orden cósmico, el Creador de todo cuanto existe y quien hizo posible que los seres humanos tengan consciencia e inteligencia.
La religión que me enseñaron mis padres no podía satisfacer mis inquietudes espirituales, porque no podía basarme en algo que estaba lleno de contradicciones debidas a la alteración que las Sagradas Escrituras habían sufrido a lo largo de la historia por la mano humana. No podía ser lógico que basara mi espiritualidad en un libro hecho por humanos, falibles e imperfectos. El hecho de rezar a otros que no fuera a Dios, dándoles en muchos casos una importancia equivalente a la del Creador y orar ante imágenes pintadas o talladas, me parecía algo de lo más grotesco y absurdo.
Mi vacío espiritual era tan grande que no me di cuenta hasta mucho tiempo después, de la tontería que era intentar llenarlo con otras cosas de la vida mundana que no tenían sentido y que lo que más que hacían era contribuir a hacerme sentir más vacío e insatisfecho y, como consecuencia, infeliz.
A lo largo de mi adolescencia conocí a muchos amigos árabes, de hecho, les recuerdo como mis mejores amigos y nunca se me ocurrió preguntarles sobre el Islam.
Busqué en el budismo, en el gnosticismo, el hinduismo, incluso en el esoterismo, pero nunca pensé en el Islam. Jamás se me ocurrió pensar en él. Tenía una serie de ideas preconcebidas que me hacían que no lo considerase ni lo más remotamente posible como una posibilidad para mí.
Pero un día conocí a un hermano marroquí y sentí curiosidad, ya que veía que su comportamiento y forma de resolver los problemas de la vida cotidiana eran muy peculiares. Empecé preguntando las cosas típicas que suele preguntar un ignorante "káfir".
Mi resistencia era muy grande y sus respuestas recibían un duro ataque por mi parte ya que no era fácil de convencer por ser muy obstinado e incrédulo.
Ante mi actitud él siempre mantuvo la calma y la serenidad. Es muy importante no darse por vencido. Yo siempre creía tener la razón y dejaba pasar un tiempo antes de volver a atacar. En realidad, mis ataques no eran más que formas de resistencia ante la Verdad, porque todos sabemos que reconocer la verdad cuesta mucho trabajo y hacer entender el Islam de modo correcto no es tarea fácil. Así que poco a poco iba interesándome más y más, pero siempre conservando mi rebeldía.
Después de algunos meses empecé a dejar de comer cerdo y beber alcohol porque algo dentro de mí había cambiado realmente y sentía animadversión hacia esas cosas.
Sin duda alguna porque todos nacemos musulmanes (aunque luego nuestros padres nos enseñen otro camino) y cuando sentí el Islam en mi corazón, lo único que sucedió es que volví a mi estado de pureza natural con el que nací, volví para recuperar mi Islam y por esto al ser consciente, mi cuerpo rechazaba de forma espontánea esas sustancias. Además muchas costumbres islámicas yo ya las poseía: aunque comía cerdo, siempre lo trataba de evitar, no me gustaba; pensaba en Dios como un ser único y no en una trinidad; creía que Dios no tiene género ni número, que no se le podía designar con una palabra masculina ni femenina ni se le podía representar como un señor mayor de raza caucásica y con una gran barba blanca.
Para llegar a descubrir el verdadero y único Islam tuve que rechazar todas esas enormes falsedades y estúpidos tópicos que se le asocian y que desde mi más tierna infancia me habían hecho creer falsamente. Cuando me di cuenta de esto, sentí una gran tristeza dentro de mí y una gran decepción, porque la sociedad me había manipulado para no dejarme ver la realidad.
Descubrí que el Islam no es sólo una religión, sino que es una filosofía de vida, un sistema completo para realizar al ser humano en todas sus potencialidades y hacerlo feliz. En definitiva: el Islam es una civilización. Así que llegados a este punto y después de largas conversaciones con el hermano marroquí, empecé a ceder ante la evidencia y a reconocer que yo estaba equivocado, como también lo estaban los míos.
Para terminar de convencerme, el día 1 de agosto de 1997 decidí entrar en una mezquita por primera vez en mi vida. Le pedí al hermano que me había guiado que me llevase para averiguar como iba a sentirme allí dentro. Ese día lo recordaré con todos los detalles hasta que muera. No puedo explicar con palabras lo que sentí sólo por el hecho de entrar.
Me enseñó la sala de oraciones, escuché "al-Addán" (llamada a la oración) y después entramos en el despacho para presentarme al Imam. Como en aquel momento era la hora del "salat al Dohr" y era viernes, el Imam me dijo que podía sentarme en el despacho para hablar con él después. De modo que me senté y desde allí podía verles a todos a través de la puerta que estaba abierta: estaban rezando.
Observar la oración sin duda fue lo que terminó de consolidar mi fe.
No es posible plasmar sobre el papel lo que sucedió dentro de mí. Mi piel y mis cabellos se erizaron de profunda emoción en dos situaciones especialmente: en la llamada a la oración ("al-Addán") y en el momento en que todos los orantes dicen "Amin". En esos momentos yo ya sabía que era musulmán.
Después pude conversar con el Imam. A mi lado estaba Begoña, una española que quería entrar en el Islam y dos hermanos más. El Imam nos estaba hablando sobre el Islam y después preguntó a Begoña si quería entrar en el Islam. Ella, con los ojos a punto de brotar lágrimas entró en el Islam delante de mí.
Ella lloraba de emoción, pero, la verdad, es que a mí me faltó muy poco para llorar también. Su cara estaba llena de luz. Me pareció un acto precioso, sencillo, lleno de humildad y muy emocionante. Presenciar esto alimentó todavía más mi fe.
Descubrí que el Islam da respuesta a todos los interrogantes que hay en la vida. Expondré tan sólo algunos ejemplos: da respuesta a todos los misterios del Más Allá, es respetuoso con todos los seres vivos (plantas y animales); está ligado a la ciencia y no está en desacuerdo como la doctrina cristiana. Me sorprendió mucho descubrir como en los versículos del Corán se describía la evolución biológica de las especies a partir del agua. Por no hablar del origen del cosmos y su evolución descritos en él, siendo este hecho descubierto muy recientemente y que ha sido llamado la teoría del Big-Bang o de expansión del Universo. Otra de las cosas que me llamó la atención es la descripción que se hace en el Corán del desarrollo embrionario del ser humano, con todos los detalles e incluso se menciona el número de días de cada etapa del mismo. Esto está también testado por la ciencia actual. Yo soy un hombre de ciencia, soy biólogo y cada vez que leo estos versículos, me impresiono.
Los siguientes dos días estuve yendo a la mezquita para aprender del Imam, hasta que finalmente el día 4 de agosto de 1997 a las 17:50 h me declaré musulmán.
Después vienen muchos problemas a los que los nuevos musulmanes tenemos que enfrentarnos. Los más dolorosos suelen ser, a menudo, la familia y las amistades, pero si tenemos nuestra fe viva, esto no nos va a importar porque sabemos que estamos en las manos de Allah ("subhana ua ta'ala"). Estos problemas suelen resolverse con el tiempo y con el ejemplo que ven en nosotros.
El Islam no ha venido para separar a las personas, sino más bien para unirlas, siendo una de las religiones más tolerantes con todos los habitantes de nuestro planeta.
Un día me di cuenta de la importancia tan grande de lo que me ha pasado. A todos nosotros, los nuevos en el Islam, nos ha escogido Allah ("subhana ua ta'ala") de entre los "kafirun" para que encontrásemos el camino de la salvación. Hemos surgido de entre los perdidos y debemos ser muy conscientes de esto. Esto debe traducirse en un sentimiento de responsabilidad por lo que se nos ha dado, así como en un gran agradecimiento para Allah ("subhana ua ta'ala").
Hay que ser conscientes de que vivimos momentos muy difíciles para el Islam. No tenemos que caer en la desesperación cuando veamos las cosas que están sucediendo en los países musulmanes. Ni perder nuestra fe cuando descubramos que hay muchos hermanos que se comportan muy mal y nos enseñan cosas que no son Islam. Muchas veces nos podemos sentir angustiados por la presión de otros que nos dicen lo que debemos hacer, lo que, según ellos, es Islam. Primero tenemos que formarnos bien, dirigiéndonos a personas que estamos seguros que saben, como por ejemplo un imam y no creer lo que nos cuenta cualquiera, adoptando esto a nuestro sistema de creencia. Se puede escuchar a alguien, pero siempre hay que comprobar que lo que nos está diciendo es correcto, ya que por desgracia muchos musulmanes hacen alarde de que saben mucho sobre el Islam y mi experiencia personal me ha demostrado que lo que hay es mucha ignorancia y que esta ignorancia puede perjudicarnos mucho si la dejamos que nos afecte. En mi opinión, este perjuicio puede afectarnos de dos formas, puede hacer que nuestra fe disminuya o incluso se pierda o puede que nosotros mismos nos convirtamos en ignorantes y aconsejemos a otros del mismo modo para aumentar así, todavía más, el número de ellos.
Mi vida ha cambiado totalmente. Me siento lleno y se puede decir que he nacido de nuevo. Mi nombre ahora es Khalid y creo que tenemos que luchar por dar a conocer la auténtica cara del Islam y no permitir que se siga haciendo injusticia en nombre suyo.
