Hispanoamérica
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Cuba: anatomía de la represión
Enviado por el día 16 de Septiembre de 2004 a las 16:17
Cuba: anatomía de la represión¨
Carlos Alberto Montaner
Acerquémonos con toda objetividad al deprimente espectáculo cubano. Hace 45 años gobierna un dictador decidido a no abandonar ni compartir el poder, convencido de las virtudes de cierto modo autoritario de organizar y administrar la sociedad y el Estado, aprendido de los soviéticos, que ha fracasado en todas partes del mundo, y muy especialmente en la isla sobre la que ejerce su férreo control.
¿Cómo sabemos que el comunismo ha fracasado en Cuba, como fracasó en Rumania, en Albania o en media Europa? Basta asomarse al balance de este casi medio siglo de tiranía comunista y anotar los síntomas más evidentes, aunque no los únicos: dos millones de desterrados y emigrantes, decenas de miles de presos políticos, varios millares de fusilados, quince años de guerras africanas, un infinito ejército de jineteras, unas ciudades devastadas por la incuria gubernamental, y una inacabable libreta de racionamiento, ese diablo de la guardia que ha acompañado a los cubanos noche y día, desde cuando existía el cuantioso subsidio soviético hasta cuando desapareció, en un país que ha perdido cualquier referencia a tiempos mejores, porque el desabastecimiento y la miseria han sido el telón de fondo frente al que tres generaciones de cubanos han desarrollado el drama de sus vidas sin un minuto de tregua.
Carlos Alberto Montaner
Acerquémonos con toda objetividad al deprimente espectáculo cubano. Hace 45 años gobierna un dictador decidido a no abandonar ni compartir el poder, convencido de las virtudes de cierto modo autoritario de organizar y administrar la sociedad y el Estado, aprendido de los soviéticos, que ha fracasado en todas partes del mundo, y muy especialmente en la isla sobre la que ejerce su férreo control.
¿Cómo sabemos que el comunismo ha fracasado en Cuba, como fracasó en Rumania, en Albania o en media Europa? Basta asomarse al balance de este casi medio siglo de tiranía comunista y anotar los síntomas más evidentes, aunque no los únicos: dos millones de desterrados y emigrantes, decenas de miles de presos políticos, varios millares de fusilados, quince años de guerras africanas, un infinito ejército de jineteras, unas ciudades devastadas por la incuria gubernamental, y una inacabable libreta de racionamiento, ese diablo de la guardia que ha acompañado a los cubanos noche y día, desde cuando existía el cuantioso subsidio soviético hasta cuando desapareció, en un país que ha perdido cualquier referencia a tiempos mejores, porque el desabastecimiento y la miseria han sido el telón de fondo frente al que tres generaciones de cubanos han desarrollado el drama de sus vidas sin un minuto de tregua.
