Hispanoamérica

Siempre he sostenido la convicción de que en la historia de la humanidad hay que aceptar que la lucha por el dominio de sus pares nunca ha sido entre ricos contra pobres, no, la lucha ha sido entre los “vivos” y los “pendejos”. En efecto, considerar que existe una lucha de clases donde los ricos explotan a los pobres, es una miopía monumental. Ha sido sí, una lucha entre seres humanos inescrupulosos que engañan y someten a los que para ese momento no cuentan con la posibilidad cierta de abrazar la explotación del hombre como una forma de hacer política. Esta división del hombre en este tipo de clases nos pondrá de frente con la innegable existencia de “ricos pendejos” y con “pobres vivos”. Y entonces los vemos actuando en nuestro rededor: los ricos que han forjado su patrimonio con trabajo pero que son incapaces de robar y a pobres que cuando los ponen a administrar recursos públicos, se dan el banquete sin ningún tipo de rubor. Vean entonces la convivencia entre los Rojos y los rojitos. Los primeros son los que abordaron el poder con todo tipo de argucias y engaños acudiendo a cualquier expediente con tal de seducir y entusiasmar a los que los mantienen en el poder pero que no permiten que participen con ellos en la rapiña; la quimera ilusionista es el arma para su dominación. Y los pendejos rojitos gritan, lloran y les creen una especie de salvadores que les sacarán de su martirio; pero allí se quedarán habida cuenta de que el Rojo sólo los quiere para que le sirvan de trampolín y poder dominar. Ejemplos hay muchos: Hitler, Musolini, Castro, Ménem, CAP, y un largo etcétera.