Hispanoamérica
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Para seguir con el Ché Güevada
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2004 a las 13:48
El carnicerito de La Cabaña
Víctor Llano
Ernesto Guevara de la Serna –icono de varias generaciones de jóvenes burgueses, ociosos y desinformados– no fue más que un mentiroso compulsivo, capaz de vender a su madre con tal de que nadie se interpusiera en su deriva comunista y asesina Este miércoles 17 de noviembre, a las siete de la tarde, Pío Moa presenta en la Fundación Hispano Cubana una biografía de Ernesto Che Guevara escrita por Fernando Díaz Villanueva. No tiene desperdicio el trabajo del joven historiador, compañero de Libertad Digital. Desde aquí se lo agradecemos. A los que un día conseguimos escapar de la tiranía castrista nos resulta muy difícil entender cómo miles de jóvenes europeos admiran a un asesino en serie que de lo único que puede presumir es de ser el extranjero que más cubanos ha fusilado.
Fíjense en la cita que pueden leer en la página 133 del magnífico libro escrito por Fernando. Así entendía el héroe de Santa Clara la justicia robolucionaria: "No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es si es necesario fusilarlo. Nada más. Debe dársele al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndeme bien, que siempre debe fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías procesales mismas".
No otra cosa podía esperarse de un verdugo que dedicó estos "versos" al Monstruo de Birán. (Pág. 84) "Vámonos, ardiente profeta de la aurora, por recónditos senderos inalámbricos a liberar el verde caimán que tanto amas". Tanto amó "el ardiente profeta de la aurora" al verde caimán que terminó por engullirlo. Difícilmente se puede ser más cursi, más hortera y más guataca. Así llaman los cubanos a los "pelotas" aduladores que, como Guevara, cantan La Traviata en cuanto son detenidos y se arrastran ante cualquier poderoso que pueda ofrecerles presidir un banco nacional sin tener ni puñetera idea de economía.
Ernesto Guevara de la Serna –icono de varias generaciones de jóvenes burgueses, ociosos y desinformados– no fue más que un mentiroso compulsivo, capaz de vender a su madre con tal de que nadie se interpusiera en su deriva comunista y asesina. Sólo así puede entenderse esta frase. (Pág. 131) "No tengo casa, ni mujer, ni hijos, ni padres, ni hermanos; mis amigos son amigos mientras piensen políticamente como yo". Por una vez no mentía. Únicamente confió en "el ardiente profeta de la aurora" que aún se sirve de su locura para ofrecer un retrato romántico de sí mismo y de su tiranía.
Víctor Llano
Ernesto Guevara de la Serna –icono de varias generaciones de jóvenes burgueses, ociosos y desinformados– no fue más que un mentiroso compulsivo, capaz de vender a su madre con tal de que nadie se interpusiera en su deriva comunista y asesina Este miércoles 17 de noviembre, a las siete de la tarde, Pío Moa presenta en la Fundación Hispano Cubana una biografía de Ernesto Che Guevara escrita por Fernando Díaz Villanueva. No tiene desperdicio el trabajo del joven historiador, compañero de Libertad Digital. Desde aquí se lo agradecemos. A los que un día conseguimos escapar de la tiranía castrista nos resulta muy difícil entender cómo miles de jóvenes europeos admiran a un asesino en serie que de lo único que puede presumir es de ser el extranjero que más cubanos ha fusilado.
Fíjense en la cita que pueden leer en la página 133 del magnífico libro escrito por Fernando. Así entendía el héroe de Santa Clara la justicia robolucionaria: "No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es si es necesario fusilarlo. Nada más. Debe dársele al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndeme bien, que siempre debe fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías procesales mismas".
No otra cosa podía esperarse de un verdugo que dedicó estos "versos" al Monstruo de Birán. (Pág. 84) "Vámonos, ardiente profeta de la aurora, por recónditos senderos inalámbricos a liberar el verde caimán que tanto amas". Tanto amó "el ardiente profeta de la aurora" al verde caimán que terminó por engullirlo. Difícilmente se puede ser más cursi, más hortera y más guataca. Así llaman los cubanos a los "pelotas" aduladores que, como Guevara, cantan La Traviata en cuanto son detenidos y se arrastran ante cualquier poderoso que pueda ofrecerles presidir un banco nacional sin tener ni puñetera idea de economía.
Ernesto Guevara de la Serna –icono de varias generaciones de jóvenes burgueses, ociosos y desinformados– no fue más que un mentiroso compulsivo, capaz de vender a su madre con tal de que nadie se interpusiera en su deriva comunista y asesina. Sólo así puede entenderse esta frase. (Pág. 131) "No tengo casa, ni mujer, ni hijos, ni padres, ni hermanos; mis amigos son amigos mientras piensen políticamente como yo". Por una vez no mentía. Únicamente confió en "el ardiente profeta de la aurora" que aún se sirve de su locura para ofrecer un retrato romántico de sí mismo y de su tiranía.
Re: Para seguir con el Ché Güevada
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2004 a las 13:51
Tendrían que leer la biografía que ha escrito Fernando Díaz Villanueva, los miles de adolescentes que hoy visten una camiseta con la efigie de Guevara creyendo que fue un valiente guerrillero inconformista. Su admirado comandante no pasó de vulgar aventurero de gatillo fácil. Su única intención fue la de escapar de su propio fracaso. No lo logró. Su legado no pudo ser más espantoso. Los cubanos lo saben. Llevan 45 años disfrutando de su sueño; para ellos, pesadilla interminable.
Si quieren saber más sobre el carnicerito de La Cabaña, no duden en acudir este miércoles –17 de noviembre– a la Fundación Hispano Cubana. Calle Orfila nº 8. Madrid. La entrada es libre. La cita es a las siete de la tarde. Podrán preguntar a Fernando Díaz Villanueva y a Pío Moa cómo es posible que un psicópata asesino sea el icono preferido por millones de europeos incapaces de sobrevivir un solo día en las más de doscientas cárceles que Guevara ayudó a construir en Cuba. Y es que lucir una camiseta con su imagen no es sólo una majadería, es también una ofensa para los cien mil presos que son torturados en las prisiones que permiten al "ardiente profeta de la aurora" someter a 11.000.000 de cubanos.
Si quieren saber más sobre el carnicerito de La Cabaña, no duden en acudir este miércoles –17 de noviembre– a la Fundación Hispano Cubana. Calle Orfila nº 8. Madrid. La entrada es libre. La cita es a las siete de la tarde. Podrán preguntar a Fernando Díaz Villanueva y a Pío Moa cómo es posible que un psicópata asesino sea el icono preferido por millones de europeos incapaces de sobrevivir un solo día en las más de doscientas cárceles que Guevara ayudó a construir en Cuba. Y es que lucir una camiseta con su imagen no es sólo una majadería, es también una ofensa para los cien mil presos que son torturados en las prisiones que permiten al "ardiente profeta de la aurora" someter a 11.000.000 de cubanos.
Re: Para seguir con el Ché Güevada
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2004 a las 13:57
Pio Moa
Libertad Digital
Han salido recientemente dos libros, uno sobre la Pasionaria, por Ýngel Maestro, y otro sobre Che Guevara, por Fernando Díaz Villanueva, colaborador de Libertad Digital, ambos bien reveladores de hasta qué punto ha calado la mitología comunista y hasta qué punto es ella una fabricación ideológica trivial y perversa.
La efigie del Che Guevara, tras dos o tres décadas de semiolvido, ha reaparecido en los últimos años en camisetas, carteles y pancartas. No con la fuerza ni la relativa inocencia de antaño, sino con un regusto nostálgico y abiertamente gulagiano, pues hoy nadie puede llamarse a engaño sobre lo que significó el personaje. Pese a lo cual la manipulación continúa.
La mayoría de los revolucionarios de izquierda tiene una fuerte vocación de burócrata y chequista, a veces algo escondida (nunca mucho) para ellos mismos. Es decir, de burócrata capaz de decidir con poder absoluto sobre la vida de la gente, y de represor despiadado de cualquier disidencia. El Che tuvo mucho de carnicero chequista, fue un asesino en serie cuando tuvo la oportunidad, pero lo que ha hecho simpática su figura ha sido que escapa a la imagen de burócrata frío y brutal típica de los regímenes comunistas, y entra más bien en la del aventurero, del hombre de acción que intenta realizar sus utopías hasta morir en el empeño. Se ha hablado de él como un Don Quijote de la revolución.
Sin embargo, demuestra Díaz Villanueva, la imagen no puede ser más falsa. Aventurero, desde luego, lo era, y pocas cosas más criticadas que el "aventurerismo" en los grises medios leninistas. De ahí las sospechas siempre existentes de que el aparato castrista procuró librarse de él para explotar póstumamente su muerte "heroica". Pero aunque aventurero, el personaje no tenía nada de Don Quijote, con quien a veces él mismo se comparó. Su ideal práctico lo resumen sus propias palabras: "El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar". Nada menos caballeresco o quijotesco que esta prédica del odio hasta convertir a los hombres en máquinas criminales. La muerte de un sujeto semejante en ningún caso puede llamarse heroica.
Libertad Digital
Han salido recientemente dos libros, uno sobre la Pasionaria, por Ýngel Maestro, y otro sobre Che Guevara, por Fernando Díaz Villanueva, colaborador de Libertad Digital, ambos bien reveladores de hasta qué punto ha calado la mitología comunista y hasta qué punto es ella una fabricación ideológica trivial y perversa.
La efigie del Che Guevara, tras dos o tres décadas de semiolvido, ha reaparecido en los últimos años en camisetas, carteles y pancartas. No con la fuerza ni la relativa inocencia de antaño, sino con un regusto nostálgico y abiertamente gulagiano, pues hoy nadie puede llamarse a engaño sobre lo que significó el personaje. Pese a lo cual la manipulación continúa.
La mayoría de los revolucionarios de izquierda tiene una fuerte vocación de burócrata y chequista, a veces algo escondida (nunca mucho) para ellos mismos. Es decir, de burócrata capaz de decidir con poder absoluto sobre la vida de la gente, y de represor despiadado de cualquier disidencia. El Che tuvo mucho de carnicero chequista, fue un asesino en serie cuando tuvo la oportunidad, pero lo que ha hecho simpática su figura ha sido que escapa a la imagen de burócrata frío y brutal típica de los regímenes comunistas, y entra más bien en la del aventurero, del hombre de acción que intenta realizar sus utopías hasta morir en el empeño. Se ha hablado de él como un Don Quijote de la revolución.
Sin embargo, demuestra Díaz Villanueva, la imagen no puede ser más falsa. Aventurero, desde luego, lo era, y pocas cosas más criticadas que el "aventurerismo" en los grises medios leninistas. De ahí las sospechas siempre existentes de que el aparato castrista procuró librarse de él para explotar póstumamente su muerte "heroica". Pero aunque aventurero, el personaje no tenía nada de Don Quijote, con quien a veces él mismo se comparó. Su ideal práctico lo resumen sus propias palabras: "El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar". Nada menos caballeresco o quijotesco que esta prédica del odio hasta convertir a los hombres en máquinas criminales. La muerte de un sujeto semejante en ningún caso puede llamarse heroica.
Re: Re: Para seguir con el Ché Güevada
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2004 a las 13:58
Esta prédica del odio como una virtud es vieja conocida nuestra. La hemos visto en la propaganda socialista de la segunda etapa de la república, con los trágicos resultados conocidos, y la vemos ahora reverdecer con pretextos como las fosas de los fusilados o la represión franquista. Pero, ¿a qué viene tanto odio? Podría uno explicárselo si naciera de experiencias personales nefastas, de individuos explotados salvajemente, por ejemplo, o con su juventud destruida por injusticias. Pero no hay nada de eso. Los sembradores del rencor nunca o casi nunca pasaron penurias o fueron explotados o, simplemente, trabajaron manualmente. Por lo común llevaron siempre vidas bastante acomodadas, y más bien les corresponde la calificación de señoritos. Guevara, desde luego, no es una excepción, aunque como ministro comunista le gustara pasar alguna que otra jornada de "trabajo voluntario" mientras arruinaba a Cuba con sus pueriles medidas económicas.
Porque, nos explica convincentemente Díaz Villanueva, la propia experiencia del fabricante de máquinas humanas de matar debía de haberle mostrado la falsedad de sus ideas. Su ignorancia, por no decir chifladura, le llevó a jactarse: "La tasa de crecimiento que se da como una cosa bellísima para toda América es 2,5 por 100 de crecimiento neto (…) Nosotros hablamos de 10 por 100 de desarrollo sin miedo ninguno (…) Es la tasa que prevé Cuba para los años venideros". Y a esa tasa se acercó España en los años 60-75, pero no la Cuba de Castro, dirigida por semiorates como Guevara, que expandieron prodigiosamente la pobreza, perpetuaron un racionamiento miserable e impulsaron a exiliarse a un quinto de la población, verdadero record en cualquier dictadura.
Ante un fracaso tal, cualquier persona con dos dedos de frente y una elemental honradez se habría replanteado sus odios y sus filias, pero el replanteamiento castrista consistió en reforzar su poder mediante un sistema policiaco que convierte a la gente en denunciadora de sus vecinos. Guevara, a su vez, reaccionó huyendo hacia delante, tratando de hacer a otros pueblos víctimas de su fanática ignorancia. Esa reacción alucinada es la que le ha valido la admiración de una multitud de idiotas o indocumentados manipulados por los burócratas-chequistas de La Habana y similares. Díaz Villanueva deja todo ello bien en claro en este libro, que debieran leer los admiradores del Che para clarificar sus ideas sobre un mito fangoso, como tantos otros.
Porque, nos explica convincentemente Díaz Villanueva, la propia experiencia del fabricante de máquinas humanas de matar debía de haberle mostrado la falsedad de sus ideas. Su ignorancia, por no decir chifladura, le llevó a jactarse: "La tasa de crecimiento que se da como una cosa bellísima para toda América es 2,5 por 100 de crecimiento neto (…) Nosotros hablamos de 10 por 100 de desarrollo sin miedo ninguno (…) Es la tasa que prevé Cuba para los años venideros". Y a esa tasa se acercó España en los años 60-75, pero no la Cuba de Castro, dirigida por semiorates como Guevara, que expandieron prodigiosamente la pobreza, perpetuaron un racionamiento miserable e impulsaron a exiliarse a un quinto de la población, verdadero record en cualquier dictadura.
Ante un fracaso tal, cualquier persona con dos dedos de frente y una elemental honradez se habría replanteado sus odios y sus filias, pero el replanteamiento castrista consistió en reforzar su poder mediante un sistema policiaco que convierte a la gente en denunciadora de sus vecinos. Guevara, a su vez, reaccionó huyendo hacia delante, tratando de hacer a otros pueblos víctimas de su fanática ignorancia. Esa reacción alucinada es la que le ha valido la admiración de una multitud de idiotas o indocumentados manipulados por los burócratas-chequistas de La Habana y similares. Díaz Villanueva deja todo ello bien en claro en este libro, que debieran leer los admiradores del Che para clarificar sus ideas sobre un mito fangoso, como tantos otros.
Re: Para seguir con el Ché Güevada
Enviado por el día 17 de Noviembre de 2004 a las 13:42
Aquí está el libro de Díaz Villanueva:
http://www.amazon.com/exec/obidos/tg/detail/-/8496249662/qid=1100271524/sr=8-1/ref=sr_8_xs_ap_i1_xgl14/002-7834011-9660025?v=glance&s=books&n=507846
http://www.amazon.com/exec/obidos/tg/detail/-/8496249662/qid=1100271524/sr=8-1/ref=sr_8_xs_ap_i1_xgl14/002-7834011-9660025?v=glance&s=books&n=507846
