Hispanoamérica
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Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 19:00
Febrero se orilla a los puertos del Caribe con familiares solazos y ventiscas. Pero el segundo mes de 1939 fue, como pocos, de fogajes venidos del otro lado del mundo. Dos barcos de bandera alemana emergieron del horizonte con una inesperada carga de condenados a muerte. Venían de una desesperada ronda, sin que ningún gobierno aceptara otorgarles refugio y con ello la única oportunidad de salvarse de las garras del nazismo.
Los barcos Caribia y Koenigstein habían salido del puerto de Hamburgo con intensiones de atracar en Trinidad y Barbados, sin imaginar que el destino los llevaría a dejar su molesto fardaje en orillas venezolanas. La primera embarcación consiguió fondear en Puerto Cabello el 3 de febrero de 1939, deshaciéndose de 86 judíos en su mayoría alemanes y austríacos, mientras la segunda, con 165 pasajeros de semejante linaje pero tras un peregrinaje mucho más desconsolador, lo hizo en La Guaira el 8 de marzo.
El General Eleazar López Contreras, entonces presidente del país, debió imponerse ante un camaleónico gabinete y leyes que de manera expresa prohibían la entrada de personas de raza no aria. Los judíos habían ido a parar a la lista de inmigrantes «no deseables» —junto a los negros y asiáticos— por ser considerados posibles monopolizadores del comercio y sospechosos de espionaje nazi. Sin embargo, el que estos parias fueran legalmente ciudadanos de paises con los que Venezuela mantenía relaciones diplomáticas, domeñaba cualquier asomo de racismo o antisemitismo y ponía en jaque la negativa de otorgar visas. Gracias al sobresalto de la política inmigratoria criolla, unos 7500 judíos entraron a Venezuela entre 1935 y 1950.
Los barcos Caribia y Koenigstein habían salido del puerto de Hamburgo con intensiones de atracar en Trinidad y Barbados, sin imaginar que el destino los llevaría a dejar su molesto fardaje en orillas venezolanas. La primera embarcación consiguió fondear en Puerto Cabello el 3 de febrero de 1939, deshaciéndose de 86 judíos en su mayoría alemanes y austríacos, mientras la segunda, con 165 pasajeros de semejante linaje pero tras un peregrinaje mucho más desconsolador, lo hizo en La Guaira el 8 de marzo.
El General Eleazar López Contreras, entonces presidente del país, debió imponerse ante un camaleónico gabinete y leyes que de manera expresa prohibían la entrada de personas de raza no aria. Los judíos habían ido a parar a la lista de inmigrantes «no deseables» —junto a los negros y asiáticos— por ser considerados posibles monopolizadores del comercio y sospechosos de espionaje nazi. Sin embargo, el que estos parias fueran legalmente ciudadanos de paises con los que Venezuela mantenía relaciones diplomáticas, domeñaba cualquier asomo de racismo o antisemitismo y ponía en jaque la negativa de otorgar visas. Gracias al sobresalto de la política inmigratoria criolla, unos 7500 judíos entraron a Venezuela entre 1935 y 1950.
Re: Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 19:03
En su primera travesía del año 1939, el Caribia zarpó con una encomienda precisa: dejar en cualquier puerto a los 86 judíos que, tal como los 350 alemanes no semitas que hospedaba el barco, habían adquirido pasajes a un precio aproximado de 250 dólares. Se presume que el gobierno alemán pretendía echar a las aguas sin rumbo fijo al contingente de judíos para demostrar al mundo que no sólo ellos los rechazaban.
Así, el 14 de enero el Caribia arrancó —con todos los alardes gastronómicos y festivos de un crucero turístico— hacia Trinidad, su primer destino tropical, haciendo antes escala en Amberes. En la isla los judíos no consiguieron la salvadora visa, debiendo continuar viaje hacia La Guaira. Allí cuatro días más de ardua faena burocrática fueron inútiles, por lo que el barco elevó anclas dirigiéndose hacia Puerto Cabello en su habitual ruta, que incluía Panamá, San Limón y Belice. En ese puerto, las noticias no fueron mejores. El Mar Caribe era entonces una inmensidad indescifrable que surcaban a la buena de Dios, teniéndo como única certeza las fauces de los campos de concentración.
La comunidad judía apostada en la ciudad de Valencia intentó movilizar sus influencias pero el buque tenía autorización de permanecer en puerto sólo hasta las ocho de la noche, hora que el reloj marcó tajante sin que el permiso del presidente López Contreras hubiera sido recibido. El Caribia partió entonces hacía Curazao, bajo la mirada atónita de los carabobeños y sosteniendo la desesperanza de quienes se sabían echados al vacío. Sin embargo, dos horas después de surcar alta mar, la autorización presidencial llegó a Puerto Cabello y una señal de radio comunicó las buenas nuevas. Los pasajeros debieron suplicar al capitán, quien a regañadientes giró el timón.
Había una madrugada profunda cuando el Caribia se acercó de nuevo a las costas venezolanas. Cuentan que en Puerto Cabello no había luz suficiente para que un barco de esa magnitud atracara, por lo que fueron encendidas las bombillas de cada una de las casas del pueblo y de cuanto camión y automóvil fue posible. Esa noche los agotados y resurrectos viajeros fueron recibidos por la banda de la policía y cobijados en pensiones del pueblo
La prensa de la época reseñó ampliamente la llegada de estos judíos —enarbolando la idea de justicia y conveniencia para Venezuela— y describiéndolos como «gente de trabajo y en posesión de utilísimos conocimientos científicos e industriales»
Así, el 14 de enero el Caribia arrancó —con todos los alardes gastronómicos y festivos de un crucero turístico— hacia Trinidad, su primer destino tropical, haciendo antes escala en Amberes. En la isla los judíos no consiguieron la salvadora visa, debiendo continuar viaje hacia La Guaira. Allí cuatro días más de ardua faena burocrática fueron inútiles, por lo que el barco elevó anclas dirigiéndose hacia Puerto Cabello en su habitual ruta, que incluía Panamá, San Limón y Belice. En ese puerto, las noticias no fueron mejores. El Mar Caribe era entonces una inmensidad indescifrable que surcaban a la buena de Dios, teniéndo como única certeza las fauces de los campos de concentración.
La comunidad judía apostada en la ciudad de Valencia intentó movilizar sus influencias pero el buque tenía autorización de permanecer en puerto sólo hasta las ocho de la noche, hora que el reloj marcó tajante sin que el permiso del presidente López Contreras hubiera sido recibido. El Caribia partió entonces hacía Curazao, bajo la mirada atónita de los carabobeños y sosteniendo la desesperanza de quienes se sabían echados al vacío. Sin embargo, dos horas después de surcar alta mar, la autorización presidencial llegó a Puerto Cabello y una señal de radio comunicó las buenas nuevas. Los pasajeros debieron suplicar al capitán, quien a regañadientes giró el timón.
Había una madrugada profunda cuando el Caribia se acercó de nuevo a las costas venezolanas. Cuentan que en Puerto Cabello no había luz suficiente para que un barco de esa magnitud atracara, por lo que fueron encendidas las bombillas de cada una de las casas del pueblo y de cuanto camión y automóvil fue posible. Esa noche los agotados y resurrectos viajeros fueron recibidos por la banda de la policía y cobijados en pensiones del pueblo
La prensa de la época reseñó ampliamente la llegada de estos judíos —enarbolando la idea de justicia y conveniencia para Venezuela— y describiéndolos como «gente de trabajo y en posesión de utilísimos conocimientos científicos e industriales»
Re: Re: Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 19:07
Plasmada una acuarela de inocencia antropologizante, el 12 de febrero el diario La Esfera señaló: «La impresión que dan, al verlos por primera vez, es sumamente agradable. Lejos de justificar la especie que atribuye a los judíos un continente torvo y una naturaleza mezquina, los que tenemos enfrente señalan por su jovialidad, sus modales francos y sus conceptos de generosidad. Al hablar no se les nota afectados por el miedo de ser mal recibidos, sino exhiben una actitud serena, índice indudable de sinceridad, de que no tratan de engañar con falsa simpatía hacia nosotros. Asimismo, no se muestran envenenados por los dolores que se les han infligido en sus respectivas patrias. En suma, nos parecen hombres de espíritu valiente de un entusiasmo intrínseco que no decae en la desgracia ni se exalta en el umbral de la fortuna».
«Desde el lunes 27 de febrero a las 6 p.m. se encuentra fondeado en el puerto de La Guaira, el vapor Koenigstein, con un contingente a bordo de 165 refugiados austríacos. Este vapor tocó dicho puerto como primer refugio a su alcance del mar Caribe. Las colectividades hebreas de aquí se han abstenido hasta ahora de molestar a su Gobierno, en la esperanza que cualquiera de las demás organizaciones hebreas de otros países de Centroamérica, impuestos del caso, obtendrían de los respectivos Gobiernos de sus países de residencia, la admisión de estos 165 refugiados [...]Estos 165 refugiados se ofrecen para formar una colonia agrícola para lo cual ya cuentan con la suma de veinte mil dólares en su posesión [...] Consideramos como un último recurso para estos refugiados la presente petición, y su rechazo acarrearía el regreso a los campos de concentración de Alemania con sus consiguientes penalidades», rezaba un telegrama dirigido al General Eleazar López Contreras, firmado en nombre de la Sociedad Israelita por su presidente, Manuel Holder, con fecha 3 de marzo de 1939.
«Desde el lunes 27 de febrero a las 6 p.m. se encuentra fondeado en el puerto de La Guaira, el vapor Koenigstein, con un contingente a bordo de 165 refugiados austríacos. Este vapor tocó dicho puerto como primer refugio a su alcance del mar Caribe. Las colectividades hebreas de aquí se han abstenido hasta ahora de molestar a su Gobierno, en la esperanza que cualquiera de las demás organizaciones hebreas de otros países de Centroamérica, impuestos del caso, obtendrían de los respectivos Gobiernos de sus países de residencia, la admisión de estos 165 refugiados [...]Estos 165 refugiados se ofrecen para formar una colonia agrícola para lo cual ya cuentan con la suma de veinte mil dólares en su posesión [...] Consideramos como un último recurso para estos refugiados la presente petición, y su rechazo acarrearía el regreso a los campos de concentración de Alemania con sus consiguientes penalidades», rezaba un telegrama dirigido al General Eleazar López Contreras, firmado en nombre de la Sociedad Israelita por su presidente, Manuel Holder, con fecha 3 de marzo de 1939.
Re: Re: Re: Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 19:08
Quizás a la misma hora en que el General desdoblaba con curiosidad el telegrama, en su despacho se encontraba un grupo de representantes de la comunidad judía caraqueña, encabezado por Natalio Glijansky, para quien la gesta solidaria adquiría los matices de un empeño personal. Ya días antes el capitán del barco se había acercado a la óptica de los hermanos Khon, para dar cuenta del molesto paquete humano que le había sido encomendado. «Isaac Kohn conocía al ministro de Relaciones Interiores y fuimos donde él para que nos hiciera el contacto con el Presidente de la República. En Miraflores nos recibió el secretario del presidente. El entró a hablar con López Contreras y a los pocos minutos nos informó que darían la orden para el desembarco».
El 4 de marzo la Sociedad Israelita acusó recibo de un telegrama firmado por el propio López Contreras en el que informaba haber pasado el asunto a consideración del Ministro de Relaciones Interiores. Sin embargo, debieron pasar 4 días más antes de que los náufragos pudieran pisar suelo libertador. «Nos preocupaba qué hacer con los 165 judíos, dónde llevarlos. Sabíamos que el doctor Celestino Aza Sánchez, un abogado penalista a quien yo conocía por asuntos sindicalistas y casado con una dama hebrea, tenía una hacienda en Mampote y fuimos a solicitar su ayuda. Él nos permitió amablemente llevar a la gente para allá», comenta Glijansky, de 94 años de edad.
El 8 de marzo todo estaba preparado en la hacieda cafetalera, ubicada en el kilómetro 32 de la carretera Petare-Guarenas: «Hoy van para Mampote unos 150 alemanes, a quienes voy a colocar, para dormir, en el caney donde tenías el café en baba, y en el cuarto al lado del tuyo, y en el corredor donde comimos el domingo. Limpia y desocupa todo el caney, el cuarto dicho, y el comedorcito de la casa. Los camiones que llevan alimentos y corotos, recíbelos y deposita todo en el caney, para luego repartirlos, poniéndolos en sus puestos.
El 4 de marzo la Sociedad Israelita acusó recibo de un telegrama firmado por el propio López Contreras en el que informaba haber pasado el asunto a consideración del Ministro de Relaciones Interiores. Sin embargo, debieron pasar 4 días más antes de que los náufragos pudieran pisar suelo libertador. «Nos preocupaba qué hacer con los 165 judíos, dónde llevarlos. Sabíamos que el doctor Celestino Aza Sánchez, un abogado penalista a quien yo conocía por asuntos sindicalistas y casado con una dama hebrea, tenía una hacienda en Mampote y fuimos a solicitar su ayuda. Él nos permitió amablemente llevar a la gente para allá», comenta Glijansky, de 94 años de edad.
El 8 de marzo todo estaba preparado en la hacieda cafetalera, ubicada en el kilómetro 32 de la carretera Petare-Guarenas: «Hoy van para Mampote unos 150 alemanes, a quienes voy a colocar, para dormir, en el caney donde tenías el café en baba, y en el cuarto al lado del tuyo, y en el corredor donde comimos el domingo. Limpia y desocupa todo el caney, el cuarto dicho, y el comedorcito de la casa. Los camiones que llevan alimentos y corotos, recíbelos y deposita todo en el caney, para luego repartirlos, poniéndolos en sus puestos.
Re: Re: Re: Re: Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 19:12
Las 46 familias, 18 niños y 46 solteros fueron recibidos por un grupo de correligionarios y de inmediato transportados en autobuses hasta Mampote: «Cuando pasamos por la vieja carretera de La Guaira la gente nos aplaudió. Era el mejor pueblo imaginable», comenta el señor Sensel.
Una vez en Mampote el proceso de acomodación fue rápido. La primera noche durmieron en el suelo en una suerte de galpón abierto. Pero al día siguiente la comundiad judía había hecho llegar colchones y camas de madera que colocaron en doble hilera a lo largo del caney. La esposa del presidente, doña María Teresa Núñez Tovar de López Contreras, apareció en el escarpado terreno con un camión lleno de víveres, gesto que le valió años después una condecoración de la Unión Israelita de Caracas.
Un extenso reportaje publicado en el diario La Esfera el 14 de marzo daba cuenta de inteligentes mañas de aquellos judíos expertos en el viejo arte de la sobrevivencia. Uno de los refugiados explicaba: «Puedo decir sin temor a pecar de vanidoso que la vida social aquí es perfecta. Hemos elegido una junta de dirección, compuesta de hombres y mujeres; y hemos hecho varias divisiones de trabajo, cada una con su personal técnico y obrero. Así, contamos con servicios agrícolas, médicos, farmacéuticos, escolares (incluida la enseñanza del español a la que damos epecial importancia), de cocina, de almacén, de diversiones, de transportes, etc».
El 28 de marzo la prensa publicaba un listado con los nombres, edades, estado civil, ocupación y lenguas de todos los refugiados en Mampote, a fin de que la obra humanitaria verificada por la nación días antes se completara mediante la contratación de esa gente, entre quienes había abogados, agricultores, médicos, peleteros, sastres, institutrices, tenedores de libros, fabricantes de ropas, industriales, relojeros, jardineros, peluqueros, electricistas, reposteros, cocineros, panaderos, mecánicos y domésticas, rubro éste muy requerido en la sociedad venezolana de entonces. «A Mampote fueron las gentes para vernos. Caracas tenía 350 mil habitantes y no había mucho que hacer, nosotros éramos una atracción turística. También se acercaba gente que necesitaba empleados. Muchos matrimonios fueron contratados: la señora para cocinar y el hombre para jardinero, aunque jamás en su vida hubiera cortado una rosa», cuenta entre risas Sensel.
El clamor popular —expresado por la prensa— aludía a que los judíos se quedaran en el país: «Es la voluntad de la Nación, es el sentir del pueblo, de ese pueblo que los recibió entusiastamente en La Guaira y que los visita continuamente en su refugio de Mampote. Venezuela necesita gente laboriosa y honrada y los judíos lo son. Pues que se queden, en buena hora, compartiendo nuestra tierra y nuestro cielo, comiendo nuestro pan y disfrutando del afecto nacional. Ellos devolverán todo eso con creces en el producto de su trabajo y en sus hijos, futuros defensores de la nacionalidad», escribía un reportero de La Esfera.
Una vez en Mampote el proceso de acomodación fue rápido. La primera noche durmieron en el suelo en una suerte de galpón abierto. Pero al día siguiente la comundiad judía había hecho llegar colchones y camas de madera que colocaron en doble hilera a lo largo del caney. La esposa del presidente, doña María Teresa Núñez Tovar de López Contreras, apareció en el escarpado terreno con un camión lleno de víveres, gesto que le valió años después una condecoración de la Unión Israelita de Caracas.
Un extenso reportaje publicado en el diario La Esfera el 14 de marzo daba cuenta de inteligentes mañas de aquellos judíos expertos en el viejo arte de la sobrevivencia. Uno de los refugiados explicaba: «Puedo decir sin temor a pecar de vanidoso que la vida social aquí es perfecta. Hemos elegido una junta de dirección, compuesta de hombres y mujeres; y hemos hecho varias divisiones de trabajo, cada una con su personal técnico y obrero. Así, contamos con servicios agrícolas, médicos, farmacéuticos, escolares (incluida la enseñanza del español a la que damos epecial importancia), de cocina, de almacén, de diversiones, de transportes, etc».
El 28 de marzo la prensa publicaba un listado con los nombres, edades, estado civil, ocupación y lenguas de todos los refugiados en Mampote, a fin de que la obra humanitaria verificada por la nación días antes se completara mediante la contratación de esa gente, entre quienes había abogados, agricultores, médicos, peleteros, sastres, institutrices, tenedores de libros, fabricantes de ropas, industriales, relojeros, jardineros, peluqueros, electricistas, reposteros, cocineros, panaderos, mecánicos y domésticas, rubro éste muy requerido en la sociedad venezolana de entonces. «A Mampote fueron las gentes para vernos. Caracas tenía 350 mil habitantes y no había mucho que hacer, nosotros éramos una atracción turística. También se acercaba gente que necesitaba empleados. Muchos matrimonios fueron contratados: la señora para cocinar y el hombre para jardinero, aunque jamás en su vida hubiera cortado una rosa», cuenta entre risas Sensel.
El clamor popular —expresado por la prensa— aludía a que los judíos se quedaran en el país: «Es la voluntad de la Nación, es el sentir del pueblo, de ese pueblo que los recibió entusiastamente en La Guaira y que los visita continuamente en su refugio de Mampote. Venezuela necesita gente laboriosa y honrada y los judíos lo son. Pues que se queden, en buena hora, compartiendo nuestra tierra y nuestro cielo, comiendo nuestro pan y disfrutando del afecto nacional. Ellos devolverán todo eso con creces en el producto de su trabajo y en sus hijos, futuros defensores de la nacionalidad», escribía un reportero de La Esfera.
Re: Re: Re: Re: Re: Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 19:15
Hoy, cuando se cumple 60 años de la liberación de Auschwitz, una nota larga pero muy sentida, donde queda demostrada cómo, en una época en la que a muchos se les puso el corazón y la consciencia verdaderamente grises, el pueblo venezolano en su "ignorancia" (me entristece ver que tantos "compatriotas" tengan esa triste opiniòn) fue infinitamente sabio.
Dios te bendiga, mi pueblo.
Dios te bendiga, mi pueblo.
Re: Re: Re: Re: Re: Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 19:44
"Muchos años después, en 1997, el doctor Gonzalo Benaím Pinto hablaba con otros venezolanos de su país VENEZUELA y sentenció que esta le había ENSEÑADO que era más fácil AMAR que odiar. Creo que es difícil que alguien pueda decir más y obligado impedir que nada ni nadie lo convierta en menos".
TAL CUAL JUEVES 6 DE SEPTIEMBRE DE 2001
TAL CUAL JUEVES 6 DE SEPTIEMBRE DE 2001
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Los judios de Mampote (con moraleja pa` Vzlanos)
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 21:10
El artículo anterior dedicado a los opositores que consideran que este gran pueblo es "flojo, simio,bestia,hordas"...
Reflexionen, que así no van ni a la esquina.
Reflexionen, que así no van ni a la esquina.
100% Venezuela!
Enviado por el día 27 de Enero de 2005 a las 21:20
Gloria al bravo PUEBLO
que el YUGO LANZO,
la ley RESPETANDO
la virtud y honor.
I
¡Abajo Cadenas!
gritaba el señor;
y el POBRE en su choza
LIBERTAD pidió:
A este SANTO NOMBRE
tembló de PAVOR
el VIL EGOISMO (el de quien será, ah?)
que otra vez triunfó.
-II-
Gritemos con brío:
MUERA LA OPRESION
Compatriotas fieles,
LA FUERZA ES LA UNION
y desde el Empíreo
el supremo AUTOR,
un sublime aliento
al PUEBLO infundió.
-III-
UNIDA con lazos
que el cielo formó
la AMERICA toda
EXISTE en NACION;
y si el DESPOTISMO (el de quién, ah?)
levanta LA VOZ,
SEGUID el EJEMPLO
que CARACAS DIO.
Que taal???
que el YUGO LANZO,
la ley RESPETANDO
la virtud y honor.
I
¡Abajo Cadenas!
gritaba el señor;
y el POBRE en su choza
LIBERTAD pidió:
A este SANTO NOMBRE
tembló de PAVOR
el VIL EGOISMO (el de quien será, ah?)
que otra vez triunfó.
-II-
Gritemos con brío:
MUERA LA OPRESION
Compatriotas fieles,
LA FUERZA ES LA UNION
y desde el Empíreo
el supremo AUTOR,
un sublime aliento
al PUEBLO infundió.
-III-
UNIDA con lazos
que el cielo formó
la AMERICA toda
EXISTE en NACION;
y si el DESPOTISMO (el de quién, ah?)
levanta LA VOZ,
SEGUID el EJEMPLO
que CARACAS DIO.
Que taal???
