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La epistemología y sus consecuencias filosófico-políticas
Enviado por el día 25 de Marzo de 2004 a las 23:07
LA EPISTEMOLOGIA Y SUS CONSECUENCIAS FILOSOFICO-POLITICAS.

Por Gabriel J. Zanotti *

Para “Libertas”.



1. Introducción.

“...Por ello, el problema de la demarcación entre ciencia y pseudociencia no es un pseudoproblema para filósofos de salón, sino que tiene serias implicaciones éticas y políticas”. Así dice Lákatos en su pequeno pero importantísimo artículo “Ciencia y pseudociencia”, que fue incluido como introducción en su famoso y clásico ensayo sobre los SRP[1].

Opino que Lakatos está absolutamente acertado sobre las graves implicaciones ético-políticas de los problemas epistemológicos, a tal punto que trataré de desarrollar el tema en este ensayo.

Uno puede, efectivamente, filosofar ad eternum sobre el problema de la ciencia y la pseudociencia; citar con erudición a todos los autores que han opinado al respecto, desde Mill a McCloskey, hacer como si el mundo externo no existiera, y quedar muy bien.

Pero no. Afuera de las bibliotecas existe un mundo que no ha leído jamás una línea de epistemología, pero que no puede acceder legalmente a un tratamiento “no-científico” contra el cáncer. Afuera de las bibliotecas existe un mundo donde funcionarios estatales imponen coactivamente un determinado criterio de demarcación, dando por supuesto que ese criterio está clara y distintamente determinado y que, aunque fuera así, existe un supuesto derecho de imponerlo por la fuerza. Y eso es grave, si es que se tiene alguna noción de la importancia de los derechos personales y la consiguiente libertad individual.

Uno puede correr el riesgo de desautorizarse tocando estos temas. Qué tiene que ver la más alta epistemología con un mero discurso político? No, no se trata de un “mero” discurso político. Se trata de las preocupaciones morales que alimentan a nuestra actividad intelectual. Si hay algo que ha quedado claro en el debate epistemológico contemporáneo, es que toda teoría -y las teorías epistemológicas, también- son theory-laden [2] (cargado de teoría) y por ende value-laden2a (cargado de juicios de valor). Esto es (y sin por ello aceptar todos los criterios filosóficos de Habermas), toda teoría tiene un sano ideal emancipatorio, lo cual no niega -sino al contrario- su indispensable carácter teorético[3]. Esto es, las teorías no tienen sólo el valor de la búsqueda de la verdad en sí, sino también el valor de la búsqueda de un mundo “más humano”[4], un mundo con menos violencia, con menos pobreza y miseria, un mundo con más libertad, más acorde con la dignidad humana.[5] La búsqueda de la verdad y la búsqueda del bien del prójimo no son, por otra parte, algo muy distinto, pues, desde un punto intersubjetivo, la verdad es el encuentro con el otro.

Siendo esto así, veamos de qué modo el debate epistemológico actual puede ayudar al logro de un mundo más justo.

2. Popper y el “episodio de 1919”.
Las implicaciones políticas del famoso autor austríaco han sido comentadas, a favor y en contra, hasta el cansancio. Es más, a veces se lo conoce sólo como el autor de La Sociedad abierta y sus enemigos[6] y luego el lector se va enterando de que “además” es autor de importantes libros sobre filosofía de la ciencia. Por lo tanto, estamos en un caso de resonancias políticas conocidas.

Vamos a dividir nuestro análisis en dos aspectos. El primero, un análisis de esas “resonancias”, suponiendo lo habitual en la “comunidad epistemológica”: que Popper es ante todo un epistemólogo con implicaciones ético-políticas. El segundo aspecto será analizar una interpretación que ha surgido últimamente: que es al revés. Esto es, que Popper es ante todo un autor que parte de una premisa moral y toda su epistemología no es más que una lógica consecuencia de esa premisa.

La interpretación habitual del Popper de La Sociedad abierta es que su método de conjeturas y refutaciones “sedimenta” naturalmente en una sociedad que es un libre intercambio de conjeturas, y que por ende es “abierta”, contrariamente a aquellas sociedades “cerradas” que no permiten la mutua crítica. Una sociedad libre, con libertad de expresión y un marco institucional adecuado -que Popper identifica con the rule of law[7]- sería el resultado político de un pensamiento fundamentalmente epistemológico.

Dejando de lado las interminables discusiones sobre si son correctas las interpretaciones popperianas sobre el pensamiento de Platón, Hegel y Marx, y dejando de lado, también, la importancia -en mi opinión desmesurada- que se le ha dado a este libro[8], tengamos en cuenta que este “resultado político” tiene sus detractores y sus defensores.

Sobre sus defensores, no hay mucho que comentar. Ellos ven en la actitud gnoseológica básica de Popper el mejor fundamento para una sociedad abierta a la mutua crítica y a la libertad individual que de ello resulta. Esa actitud es la conciencia de la provisionalidad del propio pensamiento, su “conjeturalidad” y su consiguiente testeo mediante la crítica. Sobre esto no tengo más que comentar lo que ya opiné en otra oportunidad8a : hay posiciones metafísicas que también deben estar abiertas a la crítica -esto lo dice explícitamente Popper-[9] y sobre las cuales se puede tener certeza. Aún así deben ser expuestas a la mutua crítica. Esto es, la apertura a la crítica no es un resultado privativo de la falta de certeza. Es un resultado de que, cualquiera que fuere la posición sostenida, ella no puede ser impuesta por la fuerza a la inteligencia del otro. Esto es una premisa anterior a que el contenido del pensamiento sea científico-positivo (testeable) o religioso. En ambos casos, el deber de no imponer las propias ideas por la fuerza es el mismo. Esto es a veces olvidado por algunos entusiastas popperianos.

Con respecto a los detractores de Popper, su análisis es más interesante porque nos lleva al segundo aspecto, sin salir aún del primero.

En ambientes tomistas, que conozco bien, es común colocar a Popper como un relativista con respecto a la verdad que funda a la tolerancia mutua en ese relativismo. Aunque esta interpretación fuera verdadera, ella no sería una objeción al pensamiento propiamente epistemológico de Popper. Sin embargo, esa intepretación es falsa, debido en parte al relativo desconocimiento que a veces se tiene del liberalismo tradicionalista británico de Popper[10], de la apertura siempre in crescendo de Popper al pensamiento metafísico (donde se incluye su defensa de la noción de verdad en sí)[11], de la férrea oposición de Popper al neopositivismo[12] y de su ensayo Tolerancia y responsabilidad intelectual[13], donde Popper enfatiza explícitamente su “norma moral” fundamental: “no matarás nunca en nombre de un idea”. Es un noble llamado de atención a los intelectuales: que nunca sus ideas y escritos sean causa de guerras y matanzas.

Pero, por qué la insistencia popperiana en esta cuestión?

Esto nos lleva al segundo aspecto.

Ultimamente se ha distinguido entre el Popper “metodólogo” y el “Socratic Popper”[14]. Esto es, que más allá del Popper de la falsabilidad, el contenido empírico, el grado de corroboración, el antiinductivismo, los debates sobre la probabilidad, los falsadores potenciales y otros tecnicismos, todos ellos más o menos discutibles, hay un Popper “Socrático” con el cual es más fácil estar de acuerdo: es el Popper defensor del diálogo, la tolerancia, la posibilidad de error en la propia posición y verdad en la posición ajena, y la mutua crítica no ya como un solo instrumento de las ciencias, sino como una norma más general, un postulado moral que implica el propio progreso y el de la humanidad misma. Este Popper sería mucho más importante que el “metodólogo”.

El ano pasado, en Julio de 1997[15], el epistemólogo espanol Mariano Artigas dio un paso más en este sentido. En una ponencia en la Notre Dame University[16], Artigas propuso una reinterpretación del pensamiento popperiano. La epistemología de Popper es una consecuencia -no la causa- de su posición ética fundamental. El cuasi-imperativo categórico “no matarás en nombre de una idea” surge en la mente del joven Popper en un importante episodio de 1919, episodio tiene para él explícitamente una importancia fundamental y es relatado no sólo en su autobiografía, sino en sus últimos escritos[17]. Artigas sostiene que estos escritos son claves para la interpretación del pensamiento popperiano y que no se les ha prestado la atención que merecen.

El “episodio de 1919” sucede cuando el joven Popper (17 anos) formaba parte del partido comunista vienés. La esencia de la cuestión es que el partido ordena una revuelta callejera con plena conciencia de su peligrosidad. Y, efectivamente, algunos jóvenes activistas mueren en el episodio. Popper se siente partícipe de la decisión y ve allí algo clave: que determinadas ideas, dictadas desde Moscú y obedecidas en Viena, sin posibilidad alguna de crítica[18], producen violencia y muerte. El alejamiento teórico y práctico de Popper respecto del marxismo y de toda teoría que no admitiera la crítica es allí definitivo. Los críticos del “relativista” Popper, que lo hacen quedar prácticamente como un inmoral libertino, deberían advertir la profunda intuición moral de alguien que frente a un episodio de violencia reacciona de este modo. Creo que no muchos hicieron lo mismo.

La tesis de Artigas -muy bien documentada- es que a partir de allí es que debe entenderse todo el pensamiento popperiano, como una actitud ética fundamental, a partir de la cual su epistemología es un sistema emergente.

Aunque la hermenéutica de Artigas no fuera correcta -cuestión sobre la cual todavía no abrimos juicio-, todo esto muestra aún más la íntima relación entre la epistemología, la más alta filosofía política y las cuestiones más profundas de la propia existencia. La noción de crítica en Popper no es una aséptica herramienta del método científico. En mi opinión, es una actitud vital: es reconocer en el otro su derecho a la interpelación, dado que toda persona tiene el deber de no imponer sus ideas por la fuerza. Ello es así independientemente del grado de certeza que yo pueda tener sobre mis ideas. El diálogo emerge consiguientemente como un corolario moral de ese deber fundamental. Un deber que no surge de ninguna duda sobre la verdad, sino de la certeza de que el diálogo no es el origen, pero sí el camino humano para llegar a la verdad[19].

3. Kuhn, los paradigmas y el estado.
El pensamiento del más prestigioso historiador de las ciencias norteamericano parece el más alejado de toda connotación política. Sin embargo, ello no es así. Una sociedad libre implica instituciones políticas que hagan posible la mutua crítica. Y la discusión en torno a los famosos paradigmas juega un factor clave en todo ello.

Ante todo, una aclaración: el pensamiento de Kuhn es más defícil de interpretar que el de Popper. Dado que en 1962 Kuhn parece decir claramente que los paradigmas son totalmente relativos al contexto cultural y que no hay ningún criterio racional en sí que esté por encima de los paradigmas[20], la versión de “Kuhn el irracionalista” está muy extendida y yo mismo la subscribí en determinado momento21a . Empero, cabe advertir que el Kuhn de “La tensión esencial”[21] representa un giro o tal vez su pensamiento más originario: la racionalidad por él descartada no era la racionalidad en sí sino una racionalidad “algorítmica”[22] proveniente del corazón del iluminismo racionalista. Si esto es así, parece más sencillo de resolver el famoso problema hermenéutico sobre si Kuhn describe los cambios “no racionales” de paradigma con agrado, casi como si los estuviera “prescribiendo”, o, en cambio, lo hace sin decir que ello sea deseable. Pero no es ese el objetivo en este momento.

Y no lo es porque estamos apuntando a otra cosa: independientemente de los quizás interminables debates sobre qué quiso decir Kuhn, es claro que muchos de sus análisis de sociología de la ciencia han causado un fuerte impacto porque, nos guste o no, muchas de las cuestiones por él analizadas “pasan”. Esto es, nos guste o no, la ciencia no es totalmente racional. Puede ser que, por motivos no racionales[23], haya un cambio de paradigma que incluya método, contenido y lenguaje (produciéndose con ello el problema de la inconmensurabilidad[24]) sin que ello implique que la ciencia sea necesariamente y siempre no racional. Pero, cuando es así, hay un factor que influye fuertemente en los cambios de paradigma, y que está relacionado directamente con el objetivo de este ensayo. Ese factor es el poder político.

Haciendo honor al ejemplo favorito de Kuhn, comentaré por un momento algo que nos explica F. Dessauer cuando analiza el caso Galileo[25] (el lenguaje utilizado será, no obstante, el de Kuhn). Quienes sostenían el paradigma dominante (a saber, el sistema tolemaico), al verse amenazados por el prestigio creciente del paradigma alternativo (el paradigma copernicano, presentado por Galileo como una certeza físico-astronómica) no recurrieron a la argumentación racional, sino al factor que decidía si el responsable del otro paradigma seguía diseminando sus peligrosas, no científicas y ponzonozas doctrinas. Ese factor era el poder político. Ahora bien, el poder político de ese tiempo no estaba muy preocupado por las discusiones astronómicas. Pero había otro poder que sí lo estaba (y, como dice Feyerabend, por razones altruístas, no por “prestigio profesional”[26]) y ese poder era la jerarquía de la Iglesia, cuyas decisiones al respecto, como se sabe, estaban por encima del “príncipe” temporal.

Quienes recurrieron al poder, a la fuerza, y no a la crítica, para frenar la hipótesis copernicana (que Galileo no consideraba como hipótesis) no lograron que la nueva hipótesis no se abriera paso, pero lograron, a corto plazo, mantener sus puestos. Ahora bien: han cambiado mucho las cosas? Antes fue un problema eclesial con derivaciones políticas; ahora son cuestiones directamente políticas, llámese Naciones Unidas, Washington D.C., Conicet o ejercicio “ilegal” de la medicina.

No estoy sosteniendo la naif suposición de que estas cuestiones no suceden en ámbitos privados. Claro que suceden. Simplemente, estoy marcando una tendencia, creo que sencilla. Cuanto más reducidas sean las diversas ofertas del sector privado, y más monopólica sea la oferta educativa del sector estatal -esto es: cuanto más estén unidos estado y ciencia- las posibilidades de que las disputas de poder -y no la crítica- decidan la suerte de hipótesis alternativas son mayores. Eso es todo. Nada más ni nada menos; nada nuevo; nada que no sepamos y/o no hayamos vivido. No implica decir, reitero, que las disputas de poder no existan en el sector privado. Ser echado de una universidad privada -por mi color de pelo- y tener que buscar trabajo en otra es un problema, y grave. Ser declarado traidor, encarcelado y enviado a un campo de concentración es otro (y no estamos hablando de la ex-URSS).

4. Lakatos: sus implicaciones éticas y políticas.
Habitualmente corresponde presentar a un autor haciendo una breve referencia a su pensamiento. Pero en este ensayo no será inapropiado aclarar que el gran filósofo de las matemáticas y epistemólogo, el consagrado autor de los ya clásicos SRP, era un exiliado de su Hungría natal, “refugiado” en Inglaterra, discípulo de Popper y, junto con éste, uno de los pocos pensadores que, en la década del 60, no dudaba un segundo en criticar agudamente al marxismo -cosa que no quedaba por entonces “muy bien” en la comunidad científica-.

Sin embargo, no dudo en decir que, independientemente de esto, había en la epistemología de Lakatos una “lógica interna” muy interesante para los fines de este ensayo.

No es ninguna novedad decir que los SRP de Lakatos intentan superar la dialéctica entre los sistemas de Popper y Kuhn. El falsacionismo del primero se mantiene en la distinción entre programa empíricamente progresivo o regresivo, y la sensibilidad histórica del segundo en la noción de núcleo central no falsable por convención. Hay un aspecto, sin embargo, menos destacado por el mismo Lakatos, que para mí[27] es fundamental.

No hay norma alguna -y menos aún, algorítmica- que permita decir cuándo un programa se convierte en empíricamente progresivo o regresivo. La objeción de Feyerabend emana naturalmente: mi amigo Lakatos, no has hecho más que poner lindas palabras a un anarquismo disfrazado. Si no se puede saber cuándo se pasa de un programa progresivo a uno regresivo, y viceversa, cuál es el criterio de demarcación? La respuesta de Lakatos, como quien no da importancia al problema, casi como una nota al pie, es básica: es la noción de riesgo lo que permite distinguir lo racional de lo no racional. Por supuesto que un científico sabe que corre el riesgo de estar trabajando muchos anos en un programa progresivo que repentinamente se vuelva regresivo, dada una molesta e importante anomalía, pero es esa conciencia de riesgo -esencial, en mi opinión, a la falsabilidad- lo que lo mantiene dentro de lo racional.

Pero lo que Kuhn y Feyerabend también enfatizaron siempre -más allá de esta respuesta lakatosiana, plenamente satisfactoria, a mi juicio, desde un punto de vista normativo- es que los científicos, en general, no saben eso. Ello, en mi opinión, no obsta al progreso de la ciencia, pues yo creo que ésta es un orden espontáneo que funciona con independencia del conocimiento disperso de los científicos, bajo ciertas condiciones. No es el momento de desarrollar esa tesis. Lo importante ahora es que ninguna conciencia de riesgo caracteriza a los científicos aferrados no sólo a un determinado paradigma, sino también -sin saberlo- a un paradigma inductivista, fuertemente extendido, que les dice que el método científico consiste en observar datos, plantear la hipótesis, someterla a “prueba” empírica y de ese modo establecer una “ley”. Todo ello es una falsedad absoluta, una ilusión óptico-metodológica total y completa, como Popper demostró desde el principio de sus escritos[28] hasta el final[29], pero ello no afecta a lo que un científico “cree” que está haciendo, quiere hacer o le conviene hacer creer que hace.

Sinteticemos. Desde Mill hasta Lakatos, mucha agua ha corrido bajo el río epistemológico. La noción de “ciencia” -y el consiguiente criterio de demarcación- se ha ido ampliando. Hoy se sabe que las hipótesis no se “prueban” de ningún modo, pero no sólo eso. Quien ha comprendido el debate Popper-Kuhn-Lakatos, sabe que la ciencia trabaja en criterios muy amplios, muy elásticos, en programas de investigación donde lo que en un momento gozó de un reinado de corroboración, lo puede perder, y otro programa que fue enviado al ostracismo de lo antiguo, puede emerger de su mar de anomalías y recuperar -sin saber hasta cuándo- otro período de corroboración. Parece anárquico, pero no es más que el lógico resultado de las básicas nociones popperianas: se trabaja con conjeturas que se intuyen, que no son nunca absolutamente corroboradas, ni absolutamente falsadas.

Ahora bien, algunos epistemólogos conocen este debate, están concientes del problema, aunque opinen distinto sobre su solución. Pero, como ya dije, no pocos científicos -el número exacto es irrelevante-, sin ninguna mala voluntad, no son siquiera concientes del problema[30]. No lo sabe el médico aferrado a su diagnóstico y tratamiento cual nueva tabla de Moisés revelada a la humanidad. No lo sabe el físico aferrado a sus constantes matemáticamente expresadas como si fueran necesidades metafísicas en todos los mundos posibles. No lo sabe el sociólogo aferrado a sus estadísticas cual nuevo oráculo todopoderoso...

Y estoy llegando al punto central. Ellos no lo saben. Y menos aún lo sabe el político que puede acceder a un puesto de poder -y ese político, ese “tipo ideal” que estoy utilizando, puede ser el mismo científico en cuanto funcionario-. Y entonces, dado que piensa que se puede saber perfectamente qué es lo científico y lo que no, con toda buena voluntad prohibirá o quitará el famoso subsidio a lo que no es científico. Lo cual es lo menos que puede pasar: si estamos en algún sistema totalitario, las consecuencias serán vitalmente más graves.

Por supuesto que ello atenta gravemente contra el progreso de la ciencia, pues atenta contra las condiciones institucionales de crítica. Pero lo que me preocupa no es tanto, de manera abstracta, el progreso de la ciencia. Me preocupa la libertad individual de cada persona para ensenar y/o aprender de acuerdo con su conciencia; para actuar, sin coacciones, de acuerdo con su conciencia . Y me preocupa, por parte de quien ejerce el poder, no tanto que no sepa epistemología, sino que con toda buena voluntad -cuando no es un tirano- se ponga en el lugar de Dios y, sin pedir permiso a la conciencia de su igual -otro ser humano, igual que él en dignidad- irrumpa en ella en nombre de la ciencia. Y esta preocupación no surge de una noción indiferente de la autonomía de la conciencia. El derecho a la ausencia de coacción sobre la propia conciencia30a no surge de decir “haz lo que quieras mientras no me molestes”. Eso es una indiferencia hacia el prójimo, que roza el desprecio. No. Surge de ver a la conciencia del otro como el sagrario sólo humano más profundo, donde se dialoga a solas con Dios[31]. Se puede intentar colaborar en ese diálogo según nuestra buena voluntad y según nos hayan dado permiso. Pero no se lo puede interrumpir. No se puede tomar el lugar de Dios y sustituirlo por la ciencia.

Tal vez ahora se entienda más a Lakatos cuando concluye diciendo: “...el problema de la demarcación entre ciencia y pseudociencia no es un pseudoproblema para filósofos de salón, sino que tiene serias implicaciones éticas y políticas”[32].

El tema, empero, está lejos de haber concluido. Sólo he preparado el terreno.

5. Feyerabend: de escéptico a liberal.
A pesar de algunos indicios que indican lo contrario, parecería que estoy argumentando de este modo: dado que el criterio de demarcación entre ciencia y pseudociencia es muy elástico, “entonces” no debe ser impuesto coactivamente. Pero no es ese el eje central de la cuestión. Aunque dicho criterio fuera claro y distinto, no debe ser impuesto por la fuerza, dado que ninguna idea debe ser impuesta por la fuerza. Y, por ende, resulta peor aún que ideas provisorias y conjeturales sean impuestas por la fuerza32a .

Vamos a detenernos in extenso en este punto.

Feyerabend podría ser considerado como el post-moderno de los epistemólogos. Y, efectivamente, su iconoclasta Tratado contra el método[33] da motivos de sobra como para que se lo interprete como un irracionalista, un escéptico y un relativista total. Yo pensaba así anos atrás[34]. Y no es para menos: su argumentación sobre las consecuencias últimas del problema de la theory-ladenness son muy claras. Si los datos necesarios para el testeo empírico son totalmente interpretados a partir de hipótesis previas, y el testeo empírico es lo que divide a la ciencia de la metafísica, entonces no hay posibilidad de hacer testeo empírico; luego todo es metafísica (conclusión de ningún modo lamentable para Feyerabend).

Pero, como siempre, los últimos escritos de Feyerabend dan tal vez la clave para entender el “núcleo central” del pensamiento de este singular e importante autor. Su Adiós a la razón[35] no es en realidad una despedida a la razón como tal, sino a una razón impuesta por la fuerza.

Este libro es tan rico que por sí mismo daría lugar a un ensayo sobre él. Lamentablemente no podemos detenernos ahora en eso. Empero, hay un punto que considero clave. En determinado momento nos encontramos con este punto: “Ciencia: una tradición entre muchas”. No se dice allí que la ciencia sea una tradición de pensamiento en sí despreciable o irracional, sino que no tiene por qué tener, como tradición de pensamiento, una superioridad legal frente a otras. La pregunta es, pues, por qué colocarla como un nuevo tribunal inquisitorio (y hubo muchos) cuando se supone -se supone- que suponemos -la reitaración es adrede- que ya no los hay.

Aceptaría alguien en el Occidente del siglo XX que un funcionario estatal venga a imponerle coactivamente la religión que le conviene? No, por supuesto. Qué escándalo! Pero por qué el escándalo? Por conciencia del respeto a la conciencia o porque la religión no interesa o “ninguna hace dano”?

“Los más recientes intentos de revitalizar viejas tradiciones -dice Feyerabend-, o de separar la ciencia y las instituciones del Estado, no son por esta razón simples síntomas de irracionalidad; son los primeros pasos de tanteo hacia una nueva ilustración: los ciudadanos no aceptan por más tiempo los juicios de los expertos; no siguen dando por seguro que los problemas difíciles son gestionados por los especialistas; hacen lo que se supone que hace la gente madura [aquí Feyerabend hace una importante cita al pie]: configuran sus propias mentes y actúan según las conclusiones que han logrado ellos mismos”[36]. Y cuál es esa importante nota al pie? La siguiente: “Según Kant , la ilustración se realiza cuando la gente supera una inmadurez que ellos mismos se censuran. La ilustración del siglo XVIII hizo a la gente más madura ante las iglesias. Un instrumento esencial para conseguir esta madurez fue un mayor conocimiento del hombre y del mundo. Pero las instituciones que crearon y expandieron los conocimientos necesarios muy pronto condujeron a otra especie de inmadurez. Hoy se acepta el veredicto de los científicos o de otros expertos con la misma reverencia propia de débiles mentales que se reservaba antes a obispos y cardenales, y los filósofos, en lugar de criticar este proceso, intentan demostrar su ‘racionalidad’ interna”[37].

Hay aquí tres hermenéuticas qu no deben confundirse. Primero, lo que piensa Feyerabend. Segundo, lo que piensa Kant. Tercero, lo que pienso yo (y esto, no porque me considere a la altura de ellos, sino para no hacerles decir lo que no dijeron).

En cuanto a lo primero, es evidente que la calificación de “post-moderno” y/o irracionalista a alguien que habla de una nueva ilustración y cita a Kant -y considerando, además, el contexto de su obra- es, al menos, dudosa.

Sobre lo que piensa Kant, no es el momento de analizarlo.

Lo importante aquí es: qué es esa “madurez” de la que habla Feyerabend? Qué es esa madurez frente a las iglesias, obispos y/o cardenales? Qué es, en última instancia, la madurez frente a cualquier idea, pensamiento, tradición o doctrina -religión, ciencia y filosofía incluídas- que se nos proponga?

Feyerabend ensaya una definición: la configuración de la propia mente y actuar según las propias conclusiones.

Y qué es ello, a su vez?

Ello es, nada más ni nada menos, que proceder según nuestra conciencia. Y proceder según nuestra conciencia no es hacer lo que se nos antoje siempre que no molestemos al vecino. Es -aunque no sólo eso37a - ejercer el derecho que todo ser humano tiene a la ausencia de coacción sobre su conciencia, dado el deber que todo ser humano tiene de no imponer sus ideas por la fuerza. La definición de libertad religiosa del Concilio Vaticano II dice así: “...Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana; y esto de manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”.[38] Esta definición no se basa en un indiferentismo en torno a la verdad y/o el bien. No considera a la religión como algo poco importante y que todas sean lo mismo, inofensivas y/o irrelevantes, y por ende, con un derecho a la libertad frente a ellas. Al contrario, esta definición está dada por quienes consideran -y me adhiero- que la religión es la esfera más importante de lo humano, que no todas las religiones son igualmente buenas y/o verdaderas y que la Católica es la que tiene la plenitud de los medios de salvación. Si, pensando eso, se reconoce -no se otorga- el derecho a la inmunidad de coacción[39], entonces se tiene una verdadera conciencia de la libertad. Si se adquiere la conciencia de que los demás hombres no pueden ejercer coacción allí donde se juega lo más importante de mi existencia -la Fe- entonces el paso hacia la libertad está dado. Porque, en ese caso, cómo puede justificarse la coacción en otros ámbitos menos importantes?

Se comprende mejor ahora el espanto de Feyerabend frente a criterios científicos impuestos desde el estado? El ya había observado, muy agudamente, que Occidente habla mucho de separación entre Iglesia y estado, pero no de la separación entre estado y ciencia. Más allá del sentido más bien negativo que para mí tiene la palabra “separación”, por lo cual prefiero la palabra “distinción”[40], estoy convencido de que la observación de Feyerabend da en un punto clave. Es muy fácil separar iglesias y estado, y eliminar todo tipo de dependencia económica entre ambos, cuando, en última instancia, (como motivo último y tácito) la religión no importa. Pero la ciencia... Ah!, eso es otra cosa! Ella es la nueva revelación de los dioses del iluminismo racionalista. Entonces, nada de “derecho a la ausencia de coacción”. No quiere educarse Ud. ni a sus hijos en letras, matemáticas y geografía? Pues a la cárcel! Quiere Ud. aplicar a su paciente un tratamiento “no científico”? Pues a la cárcel! Quiere Ud. negarse a recibir un tratamiento “no científico”, “no probado”? Idem! Quiere Ud. negarse a tener un documento, a firmar mil papeles y exigencias para entrar y salir de lo que una conjetural noción de estado-nación llama territorio nacional? Ni se le ocurra! Pero, si quiere Ud. escupir el rostro de Dios, adelante! Total, qué importa eso? Y, para que se nos entienda bien, no apuntamos a que una cosa espantosa como la anterior sea legalmente prohibida. Apuntamos a que, si no imponemos una religión por la fuerza -que es lo más importante de la vida humana- menos aún una ciencia por la fuerza. Pero, volvemos a decir, ello está implicado en algo anterior: ninguna idea puede ser impuesta por la fuerza. Como ya dije en otra oportunidad[41], ello es contradictorio con la naturaleza de la inteligencia y la naturaleza de la verdad. Y ello funda el deber de no imponer las ideas por la fuerza, el derecho consiguinte a la ausencia de coacción sobre la conciencia y una serie de consecuencias político-sociales que Occidente aún no ha asumido. Es más: creo que seguimos igual que antes. Se comete el mismo error: coacción en lo considerado importante. Antes, lo importante era la religión: palos para el disidente. Ahora, lo importante es lo científicamente “probado”: palos para el disidente. El paso adelante se dará el día que le digamos al prójimo: esto es sumamente importante para tí; luego menos aún se te puede imponer por la fuerza, luego eres libre, por derecho propio, y no porque yo te lo conceda.

Calma. Busquemos lo que refutaría nuestra posición. Seamos popperianos. Cuál es el análogo falsador potencial de lo anterior?

Una objeción muy conocida. Se me puede decir que lo religioso importa, pero no al bien común temporal, en el cual están varias de las cuestiones antes citadas y que, por ende, el estado debe “ocuparse”. Y otra cosa: parece que mi enfático recuerdo en los derechos de la conciencia olvida el deber de protejer a gente ignorante de los enganos de charlatanes y chapuceros que pueden ocasionar un grave dano a su vida.

Respuesta: ojalá llegue el momento en el que se comprenda que lo esencial del bien común es el respeto a los derechos personales. Y que, por lo tanto, lo que delimita el campo de acción de una eventual autoridad no es que algo sea sobrenatural o temporal, sino que sea conforme o no con los derechos personales. Hay derecho a la libertad religiosa porque hay derecho a la ausencia de coacción en materia religiosa. Hay derecho a la libertad de ensenanza porque hay derecho a la ausencia de coacción en materia de ensenar y aprender. Hay derecho de libre asociación porque hay derecho a la ausencia de coacción sobre las asociaciones a las que... Y así.

Y la “auctoritas” no es igual a la noción moderna de estado-nación. De dónde sale que “debe” haber naciones, territorios nacionales, banderas e himnos? Por qué los seres humanos están ahora obligados a pertenecer a alguna de esas cosas, y rendir un analógico culto a sus liturgias? Qué coherencia tienen estos nuevos imperios romanos que han surgido por doquier, cuando al mismo tiempo sus integrantes no están obligados a pertenecer a ninguna religión? O tal vez tiene esto la misma coherencia que, precisamente, el Imperio Romano? Pagen los impuestos, rindan culto al emperador (de pie al cantar el himno, juramento a la bandera...); ni se les ocurra, bajo pena de civil excomunión, negarse a la protección del estado de bienestar (seguro social obligatorio, etc) y, en todo lo demás, que no tiene ninguna importancia, hagan lo que quieran41a .

Y sobre los “expertos” que custodian a la pobre gente... No nos estamos refiriendo a la sana preocupación por el prójimo. No nos estamos refiriendo al buen samaritano que tal vez hasta tenga que gritarnos un poco para que aceptemos su curación. Nos estamos refiriendo al estado, a las cárceles, a la policía, ejercida contra quien finalmente diga “no” a las más convincentes argumentaciones del buen samaritano. Esto es, a la noción de “fuerza” aclarada en la nota 32a. Es contra esa prepotencia de los “expertos” que Feyerabend ha escrito páginas maravillosas. Quién decide coactivamente quién es el sabio y quién el ignorante? Quién tiene el derecho de imponer legalmente a un médico occidental sobre el brujo de una tribu, cuando la obligación de rendir culto a Dios no puede ser impuesta legalmente? Quién impone las cosas esenciales para la vida? Yo, por ejemplo, afirmo, y plenamente convencido, que lo esencial de la vida humana es amar a Dios y al prójimo (en ese orden), y que la única religión verdadera y esencial para la salvación es la Católica, Apostólica y Romana. Afirmo plenamente convencido que la existencia de Dios es una certeza mil veces más firme que las absolutas conjeturas de la física contemporánea. Afirmo que una oración a Fray Martín de Porres, hecha con Fe auténtica, puede ser más efectiva que terribles sesiones de quimioterapia, que espero que dentro de 500 anos queden igual que lo que ahora son las cauterizaciones a hierro hirviente de no hace mucho tiempo. Sé que muchos lectores deben estar espantados por estas firmes convicciones (cuyo fundamento qusiera ensenar pacíficamente a todo el mundo, porque el respeto no es indiferencia). Pero al menos pueden quedarse tranquilos: no me voy a autotitular experto ni tampoco voy a imponer mis ideas por la fuerza desde una secretaría de salud pública[42].

Y otra tranquilidad: estoy abierto a la crítica. Debe ser porque soy un popperiano relativista...

6. Conclusión.
No muchos anos después de su paradigmático ensayo Tolerancia y responsabilidad intelectual[43], Popper dio una conferencia, en 1989 -providencial ano- en la cual reiteraba los mismos conceptos[44]. Volvió a recordar la importante misión de los intelectuales para un mundo mejor, y preguntó: “...I would now like to return to my point of detarture. The future is quite open; we can influence it. We are thus saddled with a heavy responsability, and we know next to nothing. What can we do that is positive? Can we do anything to prevent terrible events like those in the Far East? I am referring to the nationalism and racism and the victims of Pol Pot in Cambodia, to the victims of the Ayatollah in Iran, to the victims of the Russians in Afghanistan, and to the recent victims in China. What can we do to prevent such unspeakable events? Can we do anything? Prevent anything?”[45].

Su respuesta constituye nuestra única humana esperanza:

“My answer to this question is: yes”[46].





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* Este ensayo fue escrito en enero de 1998. El autor agradece los comentarios de Marcela Albanese, Carlos Alvarez, Luciano Elizalde, Marcela Farre, Juan Luis Iramain, Alejandro Gómez y Alejandro Tagliavini, si bien, como es habitual subrayar, la reponsabilidad por todo lo aquí afirmado es absolutamente mía.

[1] Ver Lakatos, I.: La metodología de los programas de investigación científica; Alianza, Madrid, 1989.

[2] He analizado este tema en mi art. “El problema de la ‘Theory Ladenness’ de los juicios singulares en la epistemología contemporánea”, en Acta Philosophica, vol. 5 (1996), fasc. 2, pp. 339-352.

2a Ver Crespo, Ricardo: La economía como ciencia moral; Educa, Buenos Aires, 1997.

[3] Ver Habermas, J.: “Conocimiento e interés” [1965], en el libro Ciencia y técnica como ‘ideología’; Tecnos, Madrid, 1989; Husserl, E.: The Crisis of European Sciences; Northwestern University Press, 1970; he desarrollado este tema en mi art. “Hacia una fenomenología de las ciencias sociales”, inédito, enero de 1997.

[4] Ver Populorum Progressio, de Pablo VI.

[5] Ver Popper, K.: “Tolerancia y responsabilidad intelectual” [1981], en Popper, K.: Sociedad abierta, universo abierto (conversación con Franz Kreuzer); Tecnos, Madrid, 1984.

[6] Paidós, Barcelona,

[7] Ver Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1983, cap. 17; y The Lesson of this Century; Routhledge, 1997.

[8] En mi opinión, otros textos son más importantes para el pensamiento político de Popper, pero no es el momento de tocar el tema. Al respecto, ver mi Popper, búsqueda con esperanza, Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1993, parte II, cap. 7.

8a Ver art. citado en nota 2, pág. 352, nota 32.

[9] Ver Conocimiento objetivo, Tecnos, Madrid, 1988, cap. 2.

[10] Ver Conjeturas y refutaciones, op. cit., caps. 16 a 18.

[11] Ver, especialmente, Conocimiento objetivo, op. cit., El universo abierto, Tecnos, Madrid, 1986, y K. Popper y K. Lorenz: O futuro esta aberto; Fragmentos, Lisboa, 1990.

[12] La oposición de Popper al neopositivismo, definido éste como una ideologización del inductivismo y la afirmación de falta de sentido de la metafísica, está en mi opinión fuera de toda duda. Si quedan dudas, ello se debe a una definición más amplia de neopositivismo.

[13] Op. cit.

[14] Ver L.A.Boland, “Scientific Thinking Without Scientific Method: Two Views of Popper”, en Roger E. Backhouse (editor): New Directions in Economic Methodology; Routhledge, 1994.

[15] Este ensayo fue escrito en enero de 1998.

[16] Texto aún inédito.

[17] En The Lesson..., op. cit.

[18] La violencia está paradójicamente presente en grupos “violentamente antitotalitarios”, como algunos anarco-capitalistas, que también conozco bien. A pesar de que el contenido de lo que afirman parece estar excluído de toda violencia, por el principio de no agresión y cosas por el estilo, la actitud con la que predican sus ideas, su cerrazón completa a la crítica -aunque sea metódica- y la creencia de que han encontrado el sistema social perfecto los coloca muy cerca de una posición potencialmente revolucionaria violenta.

[19] En este sentido, la conexión entre el pensamiento de Popper y Habermas parece más que evidente -especialmente por la noción habermasiana de “aceptación racionalmente motivada”- pero este tema no se ha trabajado mucho debido, paradójicamente, a la falta de diálogo entre le escuela de Frankfurt y los popperianos, cuando en ambas escuelas el diálogo tiene una importancia capital...

[20] Ver su clásico La estructura de las revoluciones científicas, FCE, 1971.

21a En “Epistemología contemporánea y filosofía cristiana”, Sapientia, Nro. 180, 1991.

[21] Ver Kuhn, T.: La tensión esencial, FCE, 1996.

[22] Op. cit., caps. XII y XIII.

[23] Sobre el criterio de “racionalidad” ver mi art. “La investigación científica y pensamiento prudencial”, en Acta Philosophica, vol. 6 (1997), fasc. 2, pp. 311-126.

[24] Ver Kuhn, T.: Qué son las revoluciones científicas y otros ensayos; Paidós, 1989.

[25] Dessauer, F.: El caso Galileo y nosotros; Carlos Lohlé ed., Buenos Aires, 1965.

[26] Ver Feyerabend, P.: Adiós a la razón; Tecnos, Madrid, 1996; parte I, punto 7.

[27] Hemos explicado este punto detenidamente en nuestro art. “Investigación científica y...”, op. cit.

[28] Ver La lógica de la investigación científica [1934]; Tecnos, Madrid, 1985.

[29] Ver The Myth of the Framework; Routhledge, 1994.

[30] Este desfasaje entre la práctica habitual de los científicos y las discusiones epistemológicas es estudiado por la misma epistemología.

30a Ver declaración Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, del Concilio Vaticano II.

[31] Ver Constitución pastoral Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II, cap. I, punto 16.

[32] Op. cit.

32a Una aclaración explícita de lo que está implícito en el contexto y en citas posteriores: “fuerza”, “coacción” están utilizadas en el sentido de fuerza física, jurídicamente ejecutable. Esto es, imponer algo por la fuerza es imponerlo de modo tal que quede tipificado un delito, un acto ilícito seguido de una sanción (esto incluye todo tipo de disposiciones estatales no directamente pertenecientes al derecho penal pero cuya “resistencia” por parte de una objeción de conciencia conduciría finalmente a ser encarcelado). No nos estamos refiriendo a otro tipo de coacciones y/o presiones, psicológicas, sociológicas y/o linguísticas (actos perlocucionarios ocultos), muy relevantes y, a veces, posibles de ser moralmente admisibles, pero que no constituyen el objetivo de este ensayo. La libertad política aquí propugnada no es la de un mundo perfecto; es, al menos, la de un mundo donde no pensar y/o no actuar como el otro no constituya delito.

[33] Tecnos, Madrid, 1981.

[34] En “Epistemología contemporánea y...”, op. cit.

[35] Op. cit.

[36] Op. cit., p. 60.

[37] Idem.

37a Una conciencia “madura” es una conciencia que ha crecido moralmnte. Es, ante todo, una conciencia recta, esto es, verdadera y cualificada por la prudencia, mediante la cual una persona juzga con verdad y certeza sobre una cuestión particular y se decide por sí misma, sin ningún tipo de temor servil, por al amor a Dios y el prójimo. La persona vive así en lo verdaderamnte bueno y verdadero sin temores de por medio -excepto el santo temor de Dios- con plena y gozosa libertad.

[38] Op. cit.

[39] Sobre el tema clave de la libertad religiosa, ver Amadeo de Fuenmayor, La libertad religiosa, Eunsa, Pamplona, 1979. Sobre este tema he opinado con detalle en mi art. “Reflexiones sobre la encíclica ‘Libertas’ de León XIII”, en El Derecho, Nro. 7090, del 11/11/1988; en “En defensa de la dignidad humana y el Concilio Vaticano II”, en El Derecho, Nro. 5913, 27/1/1984; en mi libro El humanismo del futuro, Edit. de Belgrano, Buenos Aires, 1989, cap. 1, punto 3, cap. 4, punto 8. Sobre temas centrales en este caso como la obligación per accidens de la conciencia errónea y otros temas, ver García López, Jesús: Los derechos humanos en Sto. Tomás de Aquino, Eunsa, Pamplona, 1979.

[40] Ver “Reflexiones sobre la encíclica ‘Libertas’...”, op. cit.

[41] En mi art. “Verdad y sociedad abierta”, en Sociedad Libre, Nro. 2, 1991.

41a Si alguien objetara, inteligentemente, que hay cuestiones menos importantes, incluso triviales -como detenerse frente a un semáforo (y ello, admitiendo que las calles sean bienes públicos)- donde la coacción es admisible, volvemos a reiterar que lo que delimita el campo de una legítima coacción por parte de una autoridad es que sea atentatorio contra los derechos individuales.

[42] Casualmente, “salud” y “salvación” tienen el mismo origen etimológico: salus, salutis. Antes la coacción se ejercía sobre la salud espiritual; hoy, sobre la salud física. Pero la persona humana es una. Y es esa persona humana, con unidad sustancial cuerpo-alma, la que tiene derecho a la ausencia de coacción sobre su conciencia.

Por otra parte, ojalá todos tuvieran la misma convicción, a saber, de no imponer sus ideas por medio de organismos burocráticos del estado moderno. Pero, claro, el problema es que el contenido doctrinal de determinadas convicciones lleva a ello con toda coherencia. Si alguien está convencido de que es legítimo coaccionar al prójimo para defenderlo contra sus debilidades e ignorancias, entonces será coherentemente parte de aquello que conduce al estado tutelar anunciado por Toqueville. Un totalitarismo latente, un “mundo feliz” a los palos, es lo que late en las más nobles intenciones de las personas más altruístas. No es sólo Stalin el problema, sino la creencia de que la burocracia moderna es lo mismo que Jesús en la Bodas de Caná. No es sólo Hitler el problema, sino la creencia de que ser “Ministro de Bienestar Social” es lo mismo que ser la Madre Teresa.

[43] Op. cit.

[44] “Freedom and Intellectual Responsability”, en The Lesson..., op. cit.

[45] Op. Cit., pag. 86.

[46] Ibidem. El subrayado es mío.
Re: La epistemología y sus consecuencias filosófico-políticas
Enviado por el día 26 de Marzo de 2004 a las 17:30
"Si alguien está convencido de que es legítimo coaccionar al prójimo para defenderlo contra sus debilidades e ignorancias, entonces será coherentemente parte de aquello que conduce al estado tutelar anunciado por Toqueville. Un totalitarismo latente, un “mundo feliz” a los palos, es lo que late en las más nobles intenciones de las personas más altruístas. No es sólo Stalin el problema, sino la creencia de que la burocracia moderna es lo mismo que Jesús en la Bodas de Caná. No es sólo Hitler el problema, sino la creencia de que ser “Ministro de Bienestar Social” es lo mismo que ser la Madre Teresa"
Espectacular, muy buena tu intervención.Ahora dime, que hacemos cuando hay muchas personas intolerantes, cuando la mayoría sigue a Marx o Hitler,e incluso lo eligen democraticamente?
De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 26 de Marzo de 2004 a las 19:36
Tal vez este artículo lo conteste:

Democracia ilimitada y derechos humanos

Acerca de las discusiones teóricas y la necesidad de cambios prácticos

F. Nevistić



"Todas las cosas tienen su precio,
pero sólo el hombre tiene la dignidad".
E. Kant

Se ha dicho, hace bastante tiempo, por parte de algunos renombrados teóricos, que la democracia no es otra cosa que un período histórico, una época, una forma y estilo de la vida política circunstanciales. En la opinión de otros, sin embargo, se trataría de un plan, de un proyecto político permanente como consecuencia directa de una concepción del mundo, de una cosmovisión integral.

Los que sostenían o siguen sosteniendo la primera posición, seguidos por las masas indoctrinadas en el espíritu antidemocrático, creían que la problemática de la democracia ha sido superada, especialmente de la democracia liberal y parlamentaria, digna de olvido, ser tirada al trasto de la historia. Sin embargo, el reciente desarrollo de la política tanto internacional como de la de muchos países tomados individualmente, otorga crédito a la opinión contraria. En efecto, los problemas de la democracia vuelven a ocupar intensamente el interés de todos. El de los teóricos igual que el de los hombres políticos.


¿De qué democracia hablamos?

¿A qué democracia nos referimos aquí? Hay tantas, que uno queda perplejo al sólo pronunciar el nombre de la misma. La democracia liberal, parlamentaria, capitalista, socialista, popular, comunista, ilimitada etc. Incluso, los periódicos del régimen de Tito (Yugoslavia) comienzan a hablar de una democracia de computadoras. Habrá que suministrar datos necesarias a una máquina electrónica y ella nos resolvería cuestiones de la más variada índole.

En el presente artículo el término democracia lo tomamos en su sentido más puro, originario como lo conocen la teoría y la práctica del mundo occidental. En nuestro ambiente argentino, el académico Manuel Tagle, dijo recientemente con cabal acierto qué es la democracia occidental. Sin mencionar a nadie ratificó la opinión, por ejemplo, de Gabriel Marcel, filósofo católico, quien había reconocido grandes méritos al liberalismo por su efectividad práctica, dando formas legales -constitucionales y políticas- a la democracia, sin tomar en consideración, incluso, prescindiendo de su posición frente a los problemas metafísicos. "No fueron liberales los griegos ni los romanos... no admitieron la igualdad natural de los hombres ni repararon en que inherente a la noción de la persona es la dignidad ética, incompatible con su sometimiento a cualquier clase de servidumbre. El cristianismo fundó estos conceptos sin exceder el plano abstracto de los valores que no se realizan. El liberalismo afloró.. . estimulado por la viva conciencia de "politizar" esas verdades religiosas, fijándolas en las instituciones" ("La Prensa", Buenos Aires, 10 de agosto de 1977). Nos referimos, pues, aquí a la democracia parlamentaria, pluralista, polipartidaria. No sin un real fundamento decía H. Bergson, que la democracia es por su inspiración del origen evangélico. W. Churchill, a su vez, la "definió" lúcidamente como la mejor entre las malas formas de gobierno.

Después de una amplia y casi exhaustiva crítica, de la democracia parlamentaria -por ejemplo la del académico británico, James Bryce enfocada en sus múltiples aspectos, desde la formación de la opinión pública, hasta la terminación de las discusiones en la actividad legislativa y la política, de gobiernos, y después de la práctica soviética, que tomaba al pie de la letra esa crítica y, más tarde, del nacional-socialismo y el fascismo -menos durable- se la consideraba por muchos como caduca y definitivamente superada por igual como cualquier otra época histórica, superada por el tiempo y la vida.

No obstante, el momento actual ofrece pruebas que desmienten tanto las teorías como las prácticas antidemocráticas en el escenario internacional. Así, por ejemplo, Fridrich August von Hayek, premio Nobel para las ciencias económicas (1974), de orientación liberal, retoma el problema y reexamina su significado y su alcance, proponiendo reformas que considera indispensables para la defensa de la democracia contra totalitarismos. Además, la revisión (?) de la posición comunista frente al problema en su versión del "eurocomunismo", nos autoriza pensar con suficiente razón, que 1_a democracia, en su sentido más genuino y originario, ha recobrado la actualidad acorde con su importancia en la vida del hombre contemporáneo.


La posición de Hayek

Como para sorprender a muchos, el sabio alemán señala la raíz histórica de la crisis de la democracia justamente en el sistema democrático parlamentario de Inglaterra. "La soberbia pretensión del parlamento inglés de ser soberano y no estar subordinado a ninguna ley en las medidas legales de su gobierno, se puede considerar como golpe mortal tanto para la libertad individual, como también para la democracia", escribió el mencionado sabio en "Frankfurter Allgemeine Zeitung" del 8 de enero de 1977.

Esta "soberbia pretensión" estriba en la errónea concepción de Francis Bacon, Thomas Hobbes o del racionalismo de Descartes. Según su opinión común, no hay ningún poder superior del poder de Estado. Esta concepción, por suerte, venía mitigada por la tradición anglosajona que siempre evidenciaba una mayor "comprensión por Common Law de un Edward Coke, Mathew Hale y de viejos Whigs..."

Para fundamentar su audaz y sorprendente afirmación -pues la democracia británica es considerada como paradigma de la democracia en general- Hayek explica: "Si bien existen suficientes razones para preferir un gobierno de carácter democrático limitado a un gobierno no democrático, yo, no obstante, debo confesar que doy la preferencia a un gobierno limitado no democrático que a un gobierno democrático ilimitado que es, en realidad, un gobierno sin Ley. Un gobierno, que se somete a la Ley, según mi parecer, tiene un valor mayor que los elegidos representantes de pueblo." ( ... ) "En mi opinión toda forma de gobierno es reprochable en que cualquier mayoría puede hacer objeto de cualquier cuestión que le guste como objeto de las medidas de gobierno, si bien las decisiones de la mayoría acerca de todos los problemas ... son... de la responsabilidad de sus gobiernos..." "El antiguo ideal del Estado de derecho, de "rule of law" y del gobierno bajo la ley -"Regierung unter dem Gesetz"- así fue destruido. "Durante siglos, todos los esfuerzos se dirigían a restringir, limitar el poder de gobiernos. Pero, de repente, se creyó que el control de los gobiernos por parte de los elegidos representantes de la mayoría hacía innecesarias todas las restricciones del poder de gobiernos y que todas aquellas barreras constitucionales contra el abuso del poder, levantadas poco a poco, no eran más necesarias. De esta manera tuvo su origen la democracia ilimitada, y es ella que plantea nuestro problema actual y no precisamente la democracia en su verdadero sentido. Todas las democracias actualmente existentes son, más o menos, democracias ilimitadas". Siendo el objetivo de las leyes la protección de la libertad personal, permitiendo la coerción sólo para asegurar el uso correcto de las reglas generales, Hayek acota: "Una opresión arbitraria en forma de coerción discriminatoria, ejercida por la mayoría, en nada es mejor que la opresión arbitraria por parte de cualquier otro".

El mal consistiría, empíricamente, en la confusión del poder legislativo y el administrativo. Para mantener la mayoría y por su intermedio el carácter legal de sus actos, los gobiernos que protegen sólo los intereses sectoriales, obligan la mayoría, a votar por los mismos, mediante la presión y la corrupción permanentes. El cuerpo legislativo se convierte, via facti, en la legislación gobernante. "En toda la representación popular de carácter irrestringido (omnipotente), las decisiones estriban en el procedimiento legalizado de extorsiones y de corrupción, la que está ya desde mucho tiempo generalmente reconocido y del cual tampoco los mejores pueden liberarse". El "parlamento británico no tenía más ni el tiempo ni la comprensión para los verdaderos problemas del derecho", reproduce Hayek una autorizada opinión británica.


Por una nueva cámara legislativa

Para abandonar este camino equivocado que la originaria legislatura adoptó, cargando con las tareas administrativo-gubernamentales, Hayek propone crear una nueva cámara legislativa. "Se trata de crear una verdadera representación de la opinión dominante que estaría independiente de la presión de todos los intereses particulares. Estaría limitada a emitir leyes (en el sentido material de la palabra) de tal manera, que toda la disposición específica, o discriminatoria quedara sin efecto. Su autoridad descansaría en la autolimitación de fijar reglas generales. La Constitución debe proporcionar criterios al respecto, mientras las reglas deben darles cabida convirtiéndolos en leyes en vigencia,, aptas para aplicación a un sinnúmero de los casos en el futuro, etc".

Hayek prevé también cómo debería elegirse a los representantes de esta nueva cámara legislativa y qué requisitos y virtudes deberían tener en cuanto a su edad (45 años como mínimo), preparación intelectual, experiencia y el renombre que gozan por parte de la opinión pública etc. A pesar de todo esto, que reviste un carácter de gran importancia, ello no nos interesa aquí. Para nuestro propósito nos interesa la idea final de Hayek: "De esta manera podríamos salvar todavía la democracia y frenar la tendencia hacia un estado que se describe como la democracia totalitaria y que a muchos parece inevitable".

Democracia y derecho prepositivo

Hayek, evidentemente, considera que los criterios de Constituciones son normas supremas de conducta de las comunidades políticas, sin preguntar siquiera por el último fundamento y la fuente de dichos criterios, si bien dice que el objetivo principal de las Constituciones es la protección de la libertad personal. Las Constituciones y las asambleas constituyentes reaparecen de esta manera como supremos "productores", incluso creadores del derecho, de las leyes y la legalidad. ¿No significa todo esto dar vuelta nuevamente a aquel "golpe mortal", que señaló el mismo al referirse a la "soberbia" soberana del parlamento inglés, considerándola la causa principal de la crisis de democracia? Si estos organismos sociales son absolutamente soberanos ¿cómo proteger los valores personales? ¿Dónde buscar el asidero de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de una democracia limitada ante la supremacía absoluta de la democracia ilimitada y totalitaria y ante su poder irresistible? ¿En el teísmo postulatorio de Kant, que señala la peculiaridad específica de la dignidad humana, pero la deja sin una fundamentación adecuada?

La teoría de derecho europea y tradicional, según opiniones autorizadas, no reconoce una legislación humana absoluta. También el poder legislativo es, a su vez, un poder ejecutivo del derecho. No en el sentido degenerativo, como lo explica Hayek, degradándose la legislatura en un cuerpo cada vez más administrativo en el servicio de gobiernos, como lo confirma la democracia ilimitada, sino en un sentido bien diferente. "La ley no es ni único ni tampoco el más alto peldaño del orden jurídico, como lo enseñan Vedross, Kelsen y Merkle, repitiendo antiguas verdades. Como la sentencia judicial, colocada por la doctrina tradicional en una absoluta contraposición con la libre creación de derecho legislativa, es también productora del derecho, así la legislatura, a su turno, es también el poder "ejecutivo", de aplicación del derecho antes de crear un nuevo derecho". (R. Marčić, Rechts-philosophie, pp. 222, Freiburg, Verlag Rombach y Cía., 1969).

La legislatura sería, antes que nada, un poder que codifica, ejecuta un derecho preexistente a toda la codificación y la legislación organizada. Se trataría del derecho prepositivo, fundado en el orden de las cosas - ordo rerum, "Seinsrecht", como lo denomina la teoría jurídico-filosófica alemana. Incluso, aquel que legisla, primero ejecuta ciertos valores, principios y criterios jurídicos y recién entonces continúa con su actividad legislativa en el sentido común y rutinario. San Agustín había dicho:

"Noluit Deus hominem homini dominari", lo que, en síntesis, es aquella doctrina cristiana a que alude Tagle y que quedó dentro de los valores que no se realizaban hasta la práctica liberal. Los padres "del nuevo mundo", subraya Marčić, formularon con un sentido más práctico: "a government of laws and not of men". Aquí encontramos la coincidencia de la doctrina cristiana y la de los liberales que luego fueron fatalmente divorciadas.


Democracia y derechos humanos

La política de protección de los derechos humanos, inaugurada por el presidente Carter, la desaparición del régimen franquista en España y, con anterioridad, de aquel de Salazar en Portugal, el problema de la democracia vuelve a ser de una extraordinaria actualidad. En tal sentido es de sumo interés también la novísima posición al respecto de los comunistas españoles y catalanes. De sumo interés, si bien no nos atrevemos decir de interés decisivo también. Habrá que esperar el desarrollo futuro inmediato.

En efecto, en un comunicado del partido comunista español del año 1975 se dice entre otras cosas: "El encuentro entre las fuerzas que tienen su nacimiento en el primer movimiento de igualdad que conoce la historia -en el cristianismo- y las del socialismo científico moderno es un hecho de la importancia histórica... El partido comunista catalán, a su vez, en la Declaración de 1976 decía: "... no se puede reducir (el credo religioso Ob.n.) a un credo pueril o a una enfermedad infantil que terminará no más; es por eso que es necesario luchar no sólo por los intereses inmediatos de la clase obrera sino también por las libertades del pueblo y, entre ellas, por la libertad de la fe... En todo hombre comunista, como en cada hombre en general, existe una zona individual en la cual nadie tiene derecho a penetrar, incluso el mismo Partido como tal". (Le Monde Diplomatique, enero de 1977, p. 16).

Estas dos enunciaciones comunistas ¿pueden considerarse como una inesperada fuente del optimismo político? La tradición clásica, empezando, por ejemplo, desde Pericles, como relata Xenofonte, aconsejando a un joven interesado en saber qué es derecho: "Todo lo que uno obliga hacer a otro sin convencerlo, sea esto establecido por escrito o no, me parece más violencia que la ley", pasando por la doctrina cristiana hasta lo que el recién desaparecido filósofo de tendencia izquierdista, E. Bloch, explica en su tratado del derecho natural y la dignidad humana, ¿no se refleja, irreversiblemente en esta posición de los comunistas ibéricos? Es exacto lo que dice Tagle, que recién los cristianos y los liberales han dado la vida a la democracia, pero tampoco se puede pasar por alto lo que heredamos en este sentido de la filosofía y práctica, del mundo clásico griego-latino. Los cristianos han elevado tan sólo a un grado superior la dignidad humana e introducido una luz nueva.

¿Hay, pues, perspectivas para que la parte del mundo, subyugada por el "socialismo científico", recupere aquella zona intocable que existe en todos los hombres o, más bien, debemos de temer a una nueva y más astuta extensión de la "democracia totalitaria"?

El presidente Carter, al reivindicar la vigencia de los derechos humanos, no declara la guerra a dicha "democracia". Restablecidos éstos, piensa, se restablecería la democracia y reafirmaría la libertad, tanto individual, como también de los pueblos, evitando confrontaciones bélicas. Sin embargo, es nuestra inquietante impresión de que la política de Carter sufre de una contradicción insalvable. Mientras el régimen de Tito, por ejemplo, considera la democracia digna del trasto de la historia en que la tiró y sigue borrando todo el rebrote de aquella intocable zona en el hombre, Washington sigue proporcionándole ingentes sumas de dinero, armas, víveres y un apoyo moral y político casi incomprensibles.

Dentro de este cuadro contradictorio cae también la severísima sentencia, de la reciente fecha, de un tribunal norteamericano contra cinco jóvenes croatas que el año pasado habían secuestrado un avión de pasajeros de esa nacionalidad (Dos primeros condenados a cadena perpetua, mientras los tres restantes a 30 años). El juez norteamericano en este asunto expresó su admiración por esos jóvenes, por sus ideales de libertad y por el sacrificio maravilloso de sus connacionales en defenderlos, pero la pena al mismo tiempo la elevó casi al máximo previsto. Comparando esta actitud judicial con la política del gobierno de Norteamérica ¿no se impone inexorablemente la idea de Hayek de que la democracia norteamericana es también una democracia ilimitada? El juez Bartels, así se llama el juez que pronunció el mencionado fallo, tenía las manos atadas, reconociendo la primacía de la política de su país sobre el derecho y su propia convicción. Aquí debe haberse producido un divorcio total entre el derecho como base universal de toda la comunidad internacional y la política sectorial, mala ya por el hecho de la separación de su unidad ontológica que tiene en común con el derecho. ¿Y el poder direccional de juez?

Carter no se interesa por los derechos humanos, cuando está en el orden del día el régimen de Tito. Resultaría, pues, sumamente útil, si los comunistas españoles dirigieran una pregunta pública a Tito, a ver si está dispuesto reconocer un pluralismo político y garantizar aquella zona intocable en todos los hombres de su país, especialmente del hombre croata en su doble condición del hombre y del integrante de su pueblo. Si no por la devoción cristiana de los -derechos humanos, por lo menos por el sentido de la armonía y la proporción mediterránea de las cuales habla A. Camus. Sin esta actitud, todas las reformas propuestas por Hayek quedarán un tecnicismo sin alma. Una ulterior institucionalización de los valores ajenos, cuyo origen se está olvidando, llevándonos al imperio de la democracia ilimitada o a su parienta más próxima "la democracia totalitaria".

Refiriéndose recientemente R. 0. Abdala en un inteligente comentario del apagón de Nueva York, quiso confrontar la concepción científico-técnica del mundo con aquella filosófico-religiosa y moral y dijo por cuenta de la primera, que bastó sólo un momento sin la luz para que "saliera a la superficie el salvaje en estado de pureza. Por tanto, debe quedar bien claro, que las cosas no emiten efluvios morales: la fábrica, el pavimento, la luz artificial, son nada más que eso: luz, pavimento, fábrica, todo en estado de absoluta inocencia. El moral, el inmoral, es el hombre, no las cosas". ("La Prensa" del 17-VIII-1977, Bs. Aires).

Que hubo y que hay "apagones" en la historia, no es cosa insólita. Pero si vienen de allí, de donde se espera la luz, y si tienden a una expansión general, entonces sí que quedan pocas esperanzas para la democracia, y para los derechos humanos.

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Finalmente muchos artículos en esta página tocan el tema, en defensa del contractualismo (sea republicano o constitucionalista):
http://www.poderlimitado.org/escritos.html

Hay en esencia dos soluciones al problema de la democracia totalitaria, cada una con carácter diferente:

1) pública (Tocqueville, Schumpeter, Hayek, etc.), que es asociar la democracia con el republicanismo, y que la aceptación de la voluntad colectiva-pública unificada (necesariamente de personas de un mismo partido electo, pero libre y multipartidaria) sea voluntaria para todos, o sea tal voluntad restringida por una constitución (o sea: democracia para una res-pública, una cosa pública bien delimitada, y que la legitimidad de la constitución resida en la voluntariedad de todos los individuos de poder aceptarla y por ende en el derecho a la secesión para todos.

2) privada (Stirner, Rothbard, Hoppe, etc.), que es acabar con todo poder público, acabar tanto con la democracia como con la dictadura como ideales supremos, o sea, que deje de ser posible una dictadura de la mayoría para evitar la tiranía de la minoría y lo mismo deje de ser posible una dictadura de la minoría para evitar la tiranía de la mayoría.
Para esto hay que considerar la innecesariedad de un poder centralizado que tome decisiones, ya que bastaría con la ley para que la sociedad civil se organice, o sea, dejar meramente ese contractualismo individual a una constitución que mencionaba antes, y que esa constitución establezca los principios legales para las relaciones sociales, pero al no haber poder alguno salvo el de la defensa sencillamente no es necesaria democracia porque no es necesario Estado. Abolir el poder público es la posición anarquista, que puede ser tanto comunista (Marx -hablamos del supuesto período final-), socialista (Chomsky) como privatista (Rothbard), sólo que la cuestión de la agresión y la defensa está totalmente confusa en los colectivismos comunista y socialista, donde el poder público para establecer la ley puede terminar siendo una democracia directa totalitaria que coaccione a sus propios participantes, en cambio la cuestión de la agresión y la defensa en las fórmulas individualistas tanto de Spencer como de Rothbard está mucho mejor aclarada. Ver "La ética de la libertad" de Rothbard.
En cambio existen quienes consideran la necesariedad de un poder centralizado, pero sin embargo no-público, sino privado e igualmente contractual y constitucional. Esta última es la idea monárquica de Hoppe, pero sin corporativismo económico (como sucede en las monarquías orgánicas medievales subordinadas a una entidad privada teológica limitante del poder como la Iglesia) ni mucho menos colectivismo económico (como sucede en las monarquías absolutas hobbesianas) sino individualismo económico: una fusión de la posición privatista de Rothbard con la tradicionalista de Burke.
Para una explicación detallada de esta opción te envío directamente a las fuentes:
http://www.hanshoppe.com

Aunque bastante resumido, esto sería todo creo.
Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 26 de Marzo de 2004 a las 20:19
Vamos a ver, conozco la solución hayekiana, y no es tal, si la designación de los integrantes de esa hipotética cámara legislativa que propone el austríaco se efectúa por los cauces democráticos, no hay modo alguno de preveer las sensibilidades políticas de los electos más allá de la orientación que puede proporcionar el grado de apoyo de que gocen las determinadas fuerzas preexistentes, con lo cual tal iniciativa sería una completa pérdida de tiempo.
¿Y que ocurriría, además, si en una coyuntura dada resultase elegida una mayoría de legisladores comunistas o fascistas, con un mandato, además, de 15 años de vigencia?.
¿Como se crea, por otra parte, "una verdadera representación de la opinión dominante que estaría independiente de la presión de todos los intereses particulares"?, ¿bajándo a ángeles del cielo y encomendándoles el gobierno?.

Por otra parte, si la legitimidad de un ordenamiento legislativo determinado, de una Constitución, va a residir "en la voluntariedad de todos los individuos de poder aceptarla y por ende en el derecho a la secesión para todos", ello equivaldría en la práctica a la inexistencia de ius puniendi alguno, ¿si un asesino declara su no adherencia a la misma, no se le aplica la ley?. No me parece realista.
Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 26 de Marzo de 2004 a las 21:22
¿Críticas destructivas para variar, Robbie?

El asesino estaría violando una ley que aceptó cuando se estableció la constitución y decidió vivir bajo su imperio. Todo el tiempo anterior al asesinato, viviendo sin secesionarse estuvo dando su aceptación a tal orden legal. A lo sumo, si le resulta muy complicado, se lo puede deportar. Si quiere una explicación sobre todas estas posibilidades y supuestos problemas, lea a los teóricos de dicha posición.
Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 26 de Marzo de 2004 a las 22:48
¿Y si no la acepta en el momento de su formulación?.
Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 26 de Marzo de 2004 a las 23:47
¿Que ocurre si no la acepta en el momento de su entrada en vigor?
Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 27 de Marzo de 2004 a las 02:01
Vamos!!!si un asesino no la acepta??y por eso vamos a dejar de respetar una Constitucion que defienda los derechos????
Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 27 de Marzo de 2004 a las 02:23
No Racing, eso es lo que ocurriría, a fuer de ser coherentes, si se adopta ese principio de legitimidad al que me he referido.
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualida
Enviado por el día 27 de Marzo de 2004 a las 02:37
NO puedes legislar por la excepcion.
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individua
Enviado por el día 31 de Marzo de 2004 a las 19:28
con el mismo criterio habria ke aprobar el aborto y el uso de drogas...
Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 27 de Marzo de 2004 a las 09:34
Creo que simplificando la respuesta sería: que se vaya del territorio en el cual impera tal constitución, si no está dispuesto a quedar preso en caso de asesinar a alguien. Tal persona quiere poder tener el futuro derecho a asesinar, no a secesionarse.
Luego, si el potencial criminal, una vez que impera la constitución la acepta, tiene derecho a secesionarse antes de cometer el delito, y puede, si lo desea, cometerlo fuera, donde la gente como él no esté protegida por la ley, pero si aceptándo viola luego los derechos no podrá irse sin terminar en la cárcel. O bien, lo que sería aún más sencillo, se lo deportaría hacia fuera del territorio y que nunca más pueda volver a entrar.
Parece complicado pero no creo que lo sea tanto. Ahora no recuerdo bien, pero todas estas interrogantes son tratadas y contestadas en "La ética de la libertad" de Murray N. Rothbard.
Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualidades
Enviado por el día 29 de Marzo de 2004 a las 13:23
¡Ah, mi querido anarquismo liberal! ¡Sería tan hermoso!
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individualida
Enviado por el día 29 de Marzo de 2004 a las 16:54
Bueno el tema no reduce tan sólo el Poder Legislativo y Ejecutivo, los que están librados al juego de las mayorías.
A raiz de dos fallos de la Corte Suprema chilena, uno sobre la prohibición de una pelicula por ofender a un grupo religioso y otro sobre la prohibición de la "pildora del dia después" aprobada por el Ministerio de Salud, y recordando los fallos de jueces que en EEUU legalizaron el aborto y permitieron transitoriamente el matrimonio homosexual,pese a existir una prohibición legal expresa, pues creo que en una sociedad pluralista y democratica hay que plantearse hasta que punto las convicciones privadas de una pequeña elite, ya sean liberales o conservadoras, pueden chocar con las decisiones de una gran parte de la sociedad, plasmadas en leyes.
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e individua
Enviado por el día 29 de Marzo de 2004 a las 20:44
Precisamente para que la sociedad sea verdaderamente pluralista debe aceptar decisiones privadas que entran en colisión con el criterio general. ¿Podías dar más detalles sobre esas sentencias?
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e indiv
Enviado por el día 29 de Marzo de 2004 a las 21:02
Dicho de otra forma: hay que plantearse hasta qué punto las decisiones de una gran parte de la sociedad, plasmadas en leyes, tienen que prevalecer sobre criterios morales de carácter privado o sobre decisiones personales que no afectan a terceros.

Si esas sentencias de la Corte Suprema de Chile enmendaron la voluntad del legislador, tengo que confesarte que mi admiración y mi respeto hacia las instituciones de tu país ha ganado mucho.
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e i
Enviado por el día 30 de Marzo de 2004 a las 02:26
Es que asi debe ser ,Siempre!!!
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: De minorías y mayorías eventuales, totalidades e i
Enviado por el día 30 de Marzo de 2004 a las 15:51
Bueno enmendaron la decision de organos adminstrativos que aplicaban leyes vigentes, en un caso se prohibió la exhibición de "La Ultima Tentación de Cristo" por ofender a un grupo de abogadsos católicos pero finalmente el caso se llevo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el gobierno decidió reformar la Constitución para evitar la censura previa.
En el caso de la pildora para el dia después, la Corte Suprema la consideró contraria al derecho a la vida (sin pronunciarse sobre si se cometia el delito de aborto o no)sin embargo posteriormente medianbte argucias administrativas igual ha podido ser comercializada, pero de manera muy restringida.
Capitalismo sin Estado, el caso de la Islandia medieval
Enviado por el día 31 de Marzo de 2004 a las 07:09
Medieval Iceland and the Absence of Government

by Thomas Whiston

[Posted December 25, 2002]

Those who claim that government is the source of social order say that in its absence there would be violence, chaos, and a low standard of living. They cite civil wars in Africa, drug wars in South America, or even Gengis Khan in Mongolia. They claim that these things, which are actually examples of competing governments, are what life without government will produce.

Another common objection to stateless legal enforcement systems is to ask for "just one example of where it has worked."

Medieval Iceland illustrates an actual and well-documented historical example of how a stateless legal order can work and it provides insights as to how we might create a more just and efficient society today.

Because of Iceland's geographical location there was no threat of foreign invasion, so the demand for a national military force was absent. Icelandic settlers held similar ideological and philosophical ideas toward the state and the law as where held by the founding fathers of the United States, including distrust of a strong central government.

The main reason the Vikings moved from Norway to Iceland in the first place was to avoid the feudal relationship between the king and his lords and serfs and thus the Icelandic settlers developed a decentralized system of governance.

Iceland did not have an executive branch of government. Instead of a king they had local chieftains. One permanent official in their system was the "logsogumadr" or law-speaker. His duties included the memorization of laws, the provision of advice on legislative issues, and the recitation of all legislative acts one time while in office.

Instead of a judicial branch of government there were private courts that were the responsibility of the godar. To solve disputes, members of this court system were chosen after the crime happened. The defendant and plaintiff each had the right to pick half the arbitrators. There was another level of courts called the Varthing. This was a Thing court in which the judges were chosen by the godar of the Thing. David Friedman has found that these courts were rarely used and not much is known about them. [1] Then there was the National Assembly or the Althing. Each quarter was represented by their own Althing. If a dispute was not settled by the private courts, the dispute would go up the ladder to the next highest court until the dispute was resolved.

There was no public property during the era of the Vikings in Iceland, all property was privately owned.

The settlers of Iceland divided the country into 4 regions. Each region had 9 godord and the godord were divided into three things. The godord were divided into groups of three and each thing had three godord.

The word 'godord' has two definitions. Godord represented a group of men. These men gave allegiance or alliance to a specific godi. A godi is the leader or chief who constructed a place of worship for his pagan followers. The godord was also a collection of rights, the right to represent the law making body of Iceland.

David Friedman states, "…seats in the law-making body were quite literally for sale." These men who were law-makers did not have power just because they held the title godord. They were powerless "unless he could convince some free-farmers to follow him." [2] This kept tyranny and injustice in check.

Jesse Byock states in his book that, "leadership evolved in such a way that a chieftain's power and the resources available to him were not derived from an exploitable realm." This was because free farmers could change allegiance between godi without moving to a new geographical location. "The legal godi-thingman bond was created by a voluntary public contract." [3] The ability to switch legal systems with out moving, is key to a decentralized system. It creates secession down the level of the individual, making all governance structures formed truly voluntary.

This unstable relationship between the godi and the thingmen in Iceland helped to keep government out of the lives of its citizens fairly effectively; law and arbitration were done justly.

How were people held accountable if they did commit a crime? In much the same way as the current United States civil court system works today. Criminals were forced to pay fines. These fines did not go to the state, but were restitution. If the criminal could not pay the fine imposed on him, then he could go to his godord or a group of family and friends, or some other alliance, and have them pay the fine for him, or if no one would represent him, he could work the fine off via slavery. The poor were at no disadvantage. The poor could sell their right to justice to someone, such as a chieftain or another respected peer, who could collect or make right upon the victim. In this respect, the right to transfer restitution acted as an equalizer for the poor. In cases where the victim did not want restitution, the guilty parties had no obligations imposed on them.

If a criminal would not pay his fine or submit to slavery, he was either outlawed or would possibly lose the support of his peers, depending on the severity of the crime, eventually discrediting himself. [4]

Even in times of war, it was understood that every man that was killed had to be paid for. [5] This kept feuds short, there were never any real wars, and the violence could be classified as either a family feud or a battle. Battles were short and lasted a couple of days at most. [6] Both parties always had the incentive to compromise and make amends because sustained violence is costly in this type of institutional framework.

Iceland collapsed in the year 1262, 290 years after it was founded. Roderick Long points out that it only took 85 years for the United States to have its first civil war. That Iceland lasted so long is impressive.

The collapse did not occur until after almost three centuries of relatively peaceful living had gone by. Roderick T. Long states, "We should be cautious in labeling as a failure a political experiment that flourished longer than the United States has even existed."

When one truly looks at Iceland's history objectively, one can see what the real causes of Iceland's collapse was. The lack of competition and the monopolistic qualities that eventually came about when five families cornered the chieftaincy market was one reason. These five families bought the majority of chieftaincies. They controlled the court and legal system to a significant extent. This meant that there were not as many chieftains to choose from. This led to less competition, creating opportunities for increased exploitation over the free farmers, eventually leading to a revolt against the 5 families.

Roderick Long also addresses the fact that the introduction of the tithe in 1096 may have aided in the collapse of Iceland. The tithe was a tax paid for the upkeep of the Catholic Church and to pay church officials. The only stipulation was that the money appropriated to the upkeep of the church went to the private landowner (usually a chieftain). It is also no surprise that the chieftains were exempt from paying this property tax. Chieftains had expropriated earnings from free farmers and the free farmers had no way to keep the chieftains in check.

What are the implications of the policies in Viking Age Iceland and how do we apply them to the modern world? Sure, after so much development in the last 700 years there could be difficulties in the simplicity of Iceland's political system, but with great advances in technology there is also a greater potential for coordination in a more decentralized market system.

The history of Viking Age Iceland has lessons to teach. One is the importance of a decentralized enforcement power. Iceland's decentralized legal system managed to keep its leaders on a short leash for much of its history. Chieftains only had power if they could convince people to follow them, without the use of coercion. This minimized the principal-agent problem. Who wants to voluntarily follow an incompetent or evil leader? And even if an evil leader did sucker a few free farmers into following him, in the long run he would lose credibility.

Another important lesson is to turn criminal into offenses civil offenses and make the victim's claim transferable. The victim should have a transferable property right in restitution. This helps the poor protect their natural rights. It also helps to defeat the public good aspect of criminal enforcement, by giving the victim more of an incentive to bring the criminal to justice.

Another important lesson is that private law enforcement agencies can protect people in a free market. This will enable them to use economic calculation. Public police forces do not have this guide. Rothbard states, "Its allocations of funds are then subject to the full play of politics, boondoggling, and bureaucratic inefficiency, with no indication at all as to whether the police department is serving the consumers in a way responsive to their desires or whether it is doing so efficiently." [7]

In the public sector there is no economic indicator for success, but in the private sector firms have profit and loss accounting.

Public law enforcement, assumes absolute protection [8]. Police protection is not an infinite good that can be consumed to no upper limit. The government police system has a limited budget derived from limited taxpayer resources. Another reason private police agencies would be more effective is the fact that private firms want to maximize profit. How can a firm maximize profit without fulfilling the consumers' demands? A government police agency gets its money coercively, so it does not have to satisfy citizen desires the same way. Any private firm that does not put profit as a top priority will be driven out of the market in the long run.

Viking Age Iceland has much knowledge to offer on the privatization of law, courts, and enforcement agencies. The Icelandic Free State lasted longer than the United States has been in existence by 106 years. Iceland did not have a civil war in the first 300 years of its existence. It took only about 80 years for the United States to have its first civil war, and after the war, arguably was no longer the same system of government as it was before.

The public provision of law, courts, and police protection, encounter all the same incentive and calculation problems that any socialized industry does. If these services can be provided in a market setting they will be able to be more efficiently provided.

Medieval Iceland provides evidence that they can be privately provided, without violating anybody's rights, and the results were not chaos. There was not continuous fighting. The "Hobbesian Jungle" didn't create a state of nature that was a war of all against all, where life was nasty, brutish and short. In comparison to many governments in the 20th century, medieval Iceland could be a much safer place to live.

In a stateless society, men are selected according to their ability. Status, money, power, and greed, everything that the advocates for a strong central government stand for are not prerequisites for leaders. The worst are not selected to get on top. The men chosen in a stateless society are chosen because they are entrepreneurs, and those entrepreneurs who best satisfy consumer demands will be the ones whose agencies grow. In a stateless society, the only person who is "King" is the consumer.


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Thomas Whiston is an economics major at George Mason University. He thanks his professor, Benjamin Powell, for guidance while researching this paper.twhiston@gmu.edu


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[1] David Friedman: Private Creation and Enforcement of Law: A Historical Case.

[2] Long, Roderick: Privatization, Viking Style: Model or Misfortune?.

[3] Byock, Jesse: Viking Age Iceland p. 119.

[4] Friedman, David: Private Creation and Enforcement of Law: A Historical Case.

[5] Friedman, David: Private Creation and Enforcement of Law: A Historical Case.

[6] Byock, Jesse: Viking Age Iceland.

[7] Murray N. Rothbard: For a New Liberty p. 220.

[8] Murray N. Rothbard: For a New Liberty p. 220.


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Más artículos sobre Islandia:

http://www.anti-state.com/article.php?article_id=3...
http://www.libertadperu.org/goblimitado_avargasllo...
http://www.daviddfriedman.com/Academic/Iceland/Ice...


Más artículos sobre el anarquismo de mercado:

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http://www.anti-state.com/article.php?article_id=4...
http://www.daviddfriedman.com/Libertarian/Machiner...


Yo creo que no sea tan imposible :) De hecho, no creo que haya que forzar mucho, al contrario, tal vez vayamos a eso inevitablemente: Privatismo absoluto y mercado en todas las esferas
La Islandia actual
Enviado por el día 31 de Marzo de 2004 a las 21:22
http://www.nationmaster.com/country/ic/Economy
Iceland's Scandinavian-type economy is basically capitalistic, yet with an extensive welfare system (including generous housing subsidies), low unemployment, and remarkably even distribution of income. In the absence of other natural resources (except for abundant hydrothermal and geothermal power), the economy depends heavily on the fishing industry, which provides 70% of export earnings and employs 12% of the work force. The economy remains sensitive to declining fish stocks as well as to fluctuations in world prices for its main exports: fish and fish products, aluminum, and ferrosilicon. Government policies include reducing the budget and current account deficits, limiting foreign borrowing, containing inflation, revising agricultural and fishing policies, diversifying the economy, and privatizing state-owned industries. The government remains opposed to EU membership, primarily because of Icelanders' concern about losing control over their fishing resources. Iceland's economy has been diversifying into manufacturing and service industries in the last decade, and new developments in software production, biotechnology, and financial services are taking place. The tourism sector is also expanding, with the recent trends in ecotourism and whale watching. Growth had been remarkably steady in 1996-2001 at 3%-5%, but could not be sustained in 2002 in an environment of global recession. Growth resumed in 2003, and inflation dropped back from 5% to 2%.