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Retal número 1: El Erial Ideológico
Enviado por el día 8 de Abril de 2004 a las 21:55
La tan traída y llevada muerte de las ideologías esconde una falacia escasamente advertida. Realmente las ideologías están criando malvas??? Es cierto que los idealistas han dejado paso a profesionales del pragmatismo en la administración de los asuntos públicos?? Es verdad que a la hora de elegir sus papeletas de voto, los ciudadanos se adhieren mayormente al que suponen buen regente, por encima de sus propias ideas políticas??? En mi opinión, esto es una verdad a medias, realmente un formulismo que sólo pretende ocultar el vacío ideológico, tendente a abismo, que se encuentra a un lado del espectro político. Más concretamente, y por precisar, en el costado izquierdo.

Una vez abandonado por la izquierda el dogma marxista, la ecuación más o menos válida para delimitar los ámbitos ideológicos se resumía en la primacía del Estado que defendía la izquierda, y su contraposición de la confianza en la Sociedad que propugnaba la derecha. Es decir, más Estado, o más Sociedad Civil, esos han sido los referentes en los que se ha apoyado el esquema de pensamiento político en la sociedad occidental. Más aún desde que una de las facciones se amarró a un tiesto en el que ya no cabía el árbol de su identidad, pero sí un bonsái: la socialdemocracia. La reducción del tamaño no buscaba más que la adaptación que procuraba la propia supervivencia, en entredicho por el estrepitoso fracaso de sus tesis una vez puestas en práctica.

Desde la parte derecha, el viaje al centro y la reducción de la planta han ocurrido bajo otro punto de vista: el desarrollo. Se abandonan principios maximalistas que hablan del Estado mínimo, para añadirle funciones de providencia que corrigen un modelo demasiado ideal y teórico, pero se mantienen los principios básicos: la primacía de la Sociedad Civil, la confianza en ella para cubrir las necesidades nacionales, la limitación del Poder Político mediante mecanismos de control y la desvinculación del Estado respecto a la vida económica.

Pero qué ocurre cuando políticos de izquierda como Blair ponen sin pudor alguno su retrato en el marco liberal??? Qué pasa cuando socialistas españoles dicen que bajar impuestos es de izquierdas y lo proponen en su mismísimo programa electoral???? Muy sencillo, ocurre que la falta de éxito empieza a ahogar al bonsái; ocurre que el bonsái no tiene otra forma de vida que enredar sus ramas en el árbol de al lado, hasta casi confundirse con él.

El problema de identidad que plantea la constante reducción del tiesto de la izquierda, se resuelve haciendo hincapié en lo originales y propias que son las flores que lo adornan. Los políticos izquierdistas se aferran hoy día a causas superficiales y de limitadísimo efecto en la calidad de vida de los ciudadanos, causas que para mayor inri, están absolutamente vacías de ideología, porque la ideología son ellas, y las visten con un ropaje falseador y carente de la mínima sustancia: “el progresismo”. Así, en un patético pero inadvertido intento de fabricar una identidad, se agitan de forma ostentosa y grosera la defensa de los derechos de los homosexuales, el aborto libre, el anticlericalismo, el odio primario a los Estados Unidos y en general, la sistemática exaltación de lo que se oponga a lo vigente. No contentos con ello, se extrema la instrumentalización de conceptos que quedan vacíos sin su concreción, y que pierden su significado por la ignorancia de sus contrapartidas: se pide Paz cuando el de enfrente ya ha empezado la guerra, se conceptúan como tales guerras sólo a algunos conflictos; se llena la boca de tolerancia mientras se niega el mínimo crédito a lo opuesto, se tacha de radical a quien defiende sus ideas con claridad, se propone al diálogo como arma contra el que no está dispuesto a transigir o se habla de prepotencia cuando el de enfrente decide aplicar la legislación vigente. Esta broma alcanza su máximo exponente cuando llega afectar no sólo a los conceptos, sino a las palabras mismas; de esta forma se presume la ideología de quien se niega a decir “Catalunya” mientras habla en castellano, se tacha de machista al que dice “hola a todos”, en vez del políticamente correcto “hola a todos y todas”, y se arroja el consabido “racista” a quien nombra a algunas personas o grupos de personas por su gentilicio o el designador de su raza.

Qué sustrato ideológico hay detrás de esto???? Ninguno. Absolutamente ninguno. Esta huída hacia la nada puede otorgar réditos electorales, pero no es más que la puerta que cierra la entrada a una desierta era, en la que nada crece, porque murió hace tiempo.

Los movimientos izquierdistas defendieron en sus orígenes la metamorfosis social como medio para la implantación de un nuevo modelo. Este modelo era mucho más amplio, porque abarcaba lo económico, lo social y lo político, y tenía en el derribo de todo lo que oliera a sociedad burguesa una palanca para el establecimiento de sus tesis a todos los niveles. Posteriormente, con la caída, con la muerte ideológica por fracaso práctico de sus propuestas, se encuentran únicamente con el tablón del cambio social para salvarse del naufragio, y actualmente de él no queda ni siquiera lo principal, tan sólo lo accesorio. Es decir, que el primigenio medio de la izquierda para alcanzar el fin pretendido ha pasado a ser fin en sí mismo, ha quedado como única oferta pretendidamente ideológica, pero realmente vacua. No sólo por el cambio social en sí, sino fundamentalmente por la carencia de un objetivo como producto de ese cambio. Porque, qué modelo de sociedad pretende la izquierda???? A esta pregunta se suceden respuestas que no hacen más que dar vueltas sobre el mismo conjunto de lugares comunes que no significan realmente nada: una sociedad más tolerante, más plural, más justa…

Ante esto, qué hace la derecha???? Esconderse. Sí, taparse, y aceptar por la callada que las ideologías han muerto cuando realmente sólo agoniza una, cuando lo cierto es que la aplicación práctica de la suya sí funciona. Dimitir de un hecho irrefutable: la consecución de una sociedad más abierta, más rica, más justa, con mayores oportunidades, no se debe a una extraña casualidad que hace coincidir a los buenos gestores en un solo lado; se debe a que la ideología en que se apoya esa gestión no ha muerto, se mantiene, vive, se adapta, evoluciona, mejora y crece regada por el éxito. Aceptar el aforismo de que la derecha crea riqueza, pero sólo la izquierda la distribuye adecuadamente, sin proclamar con orgullo la realidad: que la crea y la reparte, mientras que la izquierda la destruye y no puede repartir los despojos. Ceder culpablemente a la izquierda el monopolio de conceptos que no sólo no le pertenecen históricamente, sino que son suyos de pleno derecho. Adaptarse al discurso vacío y los modismos gramaticales absurdos por no parecer carca. Tener un extraño sentimiento de culpa por pensar de una determinada manera. Qué extraña cortesía es esa de no proclamar las bondades de la propia casa por no herir a quien ha hecho de la suya un derribo????? Digámoslo claramente: las ideologías no han muerto, una de ellas agoniza, y no podemos renunciar al orgullo de proclamar que la forma que creemos más idónea para la organización de la vida en comunidad, se basa en conceptos ideológicos plenamente vigentes, y que han demostrado su validez.

No toleremos sin debate que el mayor fracasado que ha dirigido el Gobierno de España pueda presumir sin ponerse colorado de “morir de éxito”.