Portada » Foros » Teoría política » Guerra y terrorismo : licencia para matar. Dos caras de la misma moneda.
Teoría política
Estos foros están cerrados. Podéis debatir en Red Liberal.
Guerra y terrorismo : licencia para matar. Dos caras de la misma moneda.
Enviado por el día 16 de Abril de 2004 a las 15:18
GUERRA Y TERRORISMO: LICENCIA PARA MATAR.
DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.
CARTA A GEORGE W. BUSH
Vuelvo a escribirte, después de un año, ya que en pocos meses tendrás que dejar el cargo que tan indignamente ocupaste y que te ha servido para dañar gravemente la paz y la seguridad del planeta. Era evidente que tu capricho “inmoral e ilegal”, como lo calificó el Papa, perjudicaría a la humanidad. Y era evidente que te disponías, contra el clamor mundial, fría y sanguinariamente, a realizar tu trueque de “sangre por petróleo”. Y fracasaste. Te lo había anticipado en mi primera carta cuando te dije: “Un soldado americano es aquel que da su vida por tus caprichos. Los iraquíes, en cambio, la dan para defender su patria mancillada por los ‘discípulos del diablo’, el dios del dinero; y eso tiene más poder que tus bombas inteligentes”.
Y así mataste a miles de civiles indefensos, empinándote como asesino de mujeres, niños y ancianos, y de trabajadores y estudiantes, como los de Atocha. “Eso fue terrorismo”, me dirás. ¿Y lo tuyo, qué es? Si por terrorismo se entiende matar a civiles indefensos, definitivamente tú eres tan terrorista como cualquier otro. Persiguiendo a Sadam o a Bin Laden, no haces otra cosa que destruir vidas inocentes sin conseguir tu objetivo. Tú eres tan criminal e inmoral como los terroristas que persigues, con una diferencia, ellos consiguen más que tú (derrocando, por ejemplo, a Aznar) en menos tiempo y matando poca gente. Tú estás en Irak hace ya más de un año (aunque Rumfeld había proclamado que “esta guerra podrá durar 6 horas, 6 días, o 6 semanas, pero no 6 meses”, riéndose irónicamente). Pero en sólo un día mataste más civiles que los terroristas en 10 años. Decenas de tus soldados se suicidaron ante tanta masacre; y otras decenas fueron repatriados por tu gobierno por haber cometido atropellos sexuales y sangrientos vejámenes espantosos. Matar es un crimen, sea Bin Laden, Sadam o Bush quien lo ejecute. “¡Pero yo mato en la guerra!”, me dirás. Yo te respondo ¿cuál es la diferencia, más aún cuando tu guerra no es de las así llamadas “guerras justas”, sino tu demencial “guerra preventiva”? ¿De dónde sacaste ese término? Tal vez Michael Moore la atribuya al alcohol, tu vieja adicción, en la cual, según él, puedes recaer cuando te pones nervioso. Entonces pegas, delirante en inmisericorde, al que temes que te ataque; previniendo. Eso es locura. Eso es paranoia. Esa no es una guerra: es puro terrorismo enmascarado. En las guerras, según algunos, los muertos son legítimos, limpios, bien muertos, muertos en ley; no son muertos despanzurrados por terroristas, no, sino seres humanos (civiles o militares), logísticamente, bélicamente (¿bellamente?), militarmente eliminados. Como si matar en guerra fuera limpio, y hacer eso a través del terrorismo, sucio.
Tu guerra contra el terrorismo no es otra cosa que terrorismo “blanqueado”. Más aún si tenemos en cuenta que mentiste para llevar a cabo tu famosa guerra “preventiva”. La mentira agrava el crimen, porque para justificarlo se mintió. ¿Dónde están las armas de cuya existencia, mintiendo, no dudabas? Prometiste también “desarmar a Sadam”. Lanzaste, para ello, miles de toneladas de bombas, cegando vidas indiscriminadamente. Después de un año totalmente infructuoso, lo encontraste, supuestamente, al temible Sadam. Pero de lo único que le despojaste, al parecer, fue de unos cuantos piojos. ¿Y sus tremendas armas químicas? ¡Mentiste! Mintió también tu socio británico Tony, al exhibir supuestas pruebas escritas que documentaban la existencia de tales armas, y que no eran otra cosa sino hojas de un viejo trabajo práctico de un anónimo alumno universitario de por ahí, con datos obsoletos y ¡hasta con sus errores de ortografía!. ¿Se puede concebir un terrorismo más feroz? ¿En qué te diferencias de Bin Laden? En que él no tiene portaviones, tanques, bombas inteligentes, tropas, y toda la refinada parafernalia, casi infinita, que tú, implacablemente, utilizas para realizar tu matanza en Irak, y las diarias y terroríficas matanzas que generas en distintos puntos del globo como consecuencia de tu criminal proyecto. ¿O morir en Irak no es tan importante ni trágico, como morir en Atocha, Londres o TWC?
No hay, entonces, matanzas legales, y matanzas ilegales: buenas, lícitas, y plausibles las primeras; pero malas, ilícitas, y condenables las segundas, porque son ejecutadas por simples terroristas.
Todo el que mata (salvo el caso de legítima defensa) es un perfecto terrorista. Tú te rasgas las vestiduras ante lo de las Torres Gemelas y lo de Atocha, consecuencia de las guerras de la familia Bush, pero no te impresionas de las miles de bombas y espantosas explosiones que hiciste sonar en Irak al comenzar tu inhumana agresión sin éxito alguno, inventando una guerra que, pese a tu anuncio, aún no terminó, y se vuelve más letal para tus tropas, dejándote sin saber cómo escaparte de la trampa en la que te metiste. Tus expertos, como Clarke, te acaban de decir que “atacar Irak fue un error”; y según Kennedy, esa guerra es “tu Vietnam”.
Ciertos pseudoperiodistas, aparentemente pagados por tu “departamento de marketing bélico”, pretenden aleccionarnos con “sesudas reflexiones”, tendientes a darte una mano en este atolladero, pero caen en el ridículo, por lo evidente de su rol.
Dice uno de ellos “Los occidentales estamos a merced del fervor religioso de los seguidores del Islam”. ¡Qué ingenuo! Estamos a merced del rencor y el odio que tú has generado, por tu codicia de petróleo y de poder, destruyendo, con tu guerra expoliadora, miles de vidas, edificios y obras de arte en Irak. Acuñaste tu fanatismo en la frase “Los que no están con los Estados Unidos, están con el terrorismo”. Y en esta otra: “En esta guerra, Dios no es imparcial”. Incluso hablaste de emprender una Cruzada para llevar a Irak la Libertad y la Democracia, de la mano de tu “Justicia infinita”. ¿Será que te crees un iluminado de Dios? ¿Y no es eso, acaso, un verdadero fanatismo? Dios te pedirá cuentas de lo que has hecho. Y se cumplirá la advertencia del Papa Juan Pablo II (que nunca estuvo contigo en lo de la guerra, pero tampoco con los terroristas) cuando te dijo: “Esa guerra es inmoral e ilegal. Y los que la hacen tendrán que dar cuenta ante su conciencia, ante la Humanidad y ante la Historia”. Lo de tu conciencia, no sé, porque sigues sonriendo pese a tu demencial masacre. Pero la historia ya te pidió cuentas porque tus aliados ahora te están dejando solo, y las manifestaciones y burlas de la humanidad contra ti son cada vez más crudas y elocuentes. Y nadie quiere ayudarte. Porque saben lo que les espera como precio de ese acto. Paraguay, por ejemplo, se resistió a enviar tropas a morir por ti, “porque estamos para resguardar la paz, no para imponerla” como te lo dijo nuestro Presidente.
De paso, te comento: ¡cómo se resisten tus “amados” irakíes, a ser liberados y a aceptar el regalo de tu democracia llena de bombas y misiles! ¡Cómo matan y mueren antes que aceptar ser “liberados” por ti. Te maldicen y descuartizan a tus soldados mientras tú sigues soportando todo este dolor por amor a ellos…¿No te parece ridículo el papel que estás haciendo, puesto que ya nadie cree en ti?
¡Qué “fanáticos” son los del Islam, que prefieren la muerte antes que “tu libertad”!. ¿Y tú llamas a eso fanatismo, terrorismo, y no heroísmo? Muchas veces los que ayer fueron considerados terroristas y subversivos, hoy son honrados como héroes. El juicio implacable de la Historia lo dirá y tú saldrás perdiendo. Pero no te equivoques. Ellos aman la libertad, como todos nosotros. Pero no aceptan la que tú quieres darles, a tu conveniencia, rehaciendo su mapa y su gobierno, para llevarte su petróleo. No son fanáticos. Pero tampoco tontos.
Y me pregunto también: ¿Qué democracia es la que quieres imponer en Irak? ¿La tuya, en virtud de la cual, según tu documentadísimo crítico Michael Moore, le robaste más de medio millón de votos a tu contendor Al Gore, para empinarte como el indigno presidente ilegítimo de los Estados Unidos, y hacer una guerra ilegítima que ya estaba, mucho antes del 11 de setiembre, en la agenda de la familia Bush? ¿Y seguirás tan campante? ¿Tu crimen no será juzgado y castigado?
Tu democracia, por lo visto, permite que ex alcohólicos, académicamente mediocres, pero “hijos de papá”, accedan al gatillo atómico. Con tu ejemplo de “democracia americana” (no “francesa” como calificas a la de tu contendor John Kerry) he llegado a entender que tu democracia no es el gobierno del pueblo, sino la Dictadura del voto conseguido como sea: comprando, escamoteando, dando favores sexuales, prometiendo, amenazando… ¡Qué asco! ¿Para qué querrían “esa” democracia los iraquíes? Por eso se llenaron de espanto cuando dijiste que ibas a “derramar democracia por todo Irak”. Lo vivieron tal como lo hubiera vivido tu Pueblo ante una amenaza de armas químicas (por lo de “derramar”). Por eso matan a tus soldados y se vengan en los civiles de tus aliados: acuérdate que la venganza no es racional, como tampoco lo es la guerra. Y por eso te advirtieron en ese comunicado apocalíptico dado con motivo del M-11: “Sáquennos las manos de encima y tendrán paz”. ¿Dónde está, en todo esto, el fanatismo islámico o el terrorismo? ¿No es, más bien, una actitud de repudio hacia tu repugnante proyecto? En este sí se ve tu fervor apasionado por tu misión de llevar a cabo el ofrecimiento generoso de “libertad para Irak”. Y tu fanatismo terrorista hace que sigas tercamente en Irak, ya sin esperanzas, en medio de un creciente río de sangre y terror que genera, a su vez, una creciente oleada de suicidios entre tus soldados.
Y no es tu terrorismo “más bueno” que el de los que te repelen. No son los cadáveres de tu guerra más legales y justificados que los de los terroristas. Es necesario que dejes de ver el mundo en blanco y negro; es necesario que dejes de pagar a periodistas para unirlos a tu ridículo canto. “Como canta el abad, responde el sacristán”, dice un refrán español. Y varios periodistas, incluyendo paraguayos, llámense Cristaldo o Ruiz, son tus sacristanes. Así lo demuestran sus estereotipadas frases cursis, tan “lights”, que hasta los niños de sexto grado advierten el cinismo de esta ralea de periodistas mercenarios.
Los iraquíes, o terroristas (como los llamas), son mucho más inteligentes y valientes que tú. Sin porta aviones, ni ejércitos gloriosos bien equipados, ni fuerzas de coalición, ni bombas inteligentes, te están dejando en jaque mate. Ellos no pueden ser considerados torpes como lo hizo uno de esos periodistas al decir que: “no distinguen entre soldados que caen en guerra y asesinato de civiles”. Como si en la guerra no se cometieran, además de los asesinatos de soldados en batallas, asesinatos de civiles y violaciones sexuales a mansalva, a domicilio, en las calles, mercados y plazas. ¡Vamos, periodistas compatriotas!
¡Qué ingenuidad! Matar en guerra, según ustedes, es igual a asesinos buenos, cadáveres legalizados. Pero matar en atentados es igual a asesinos malos, cadáveres ilegítimos. Malos buenos, y malos malos. Los primeros son tus soldados; los otros, los terroristas. Pregunto: ¿cuántos civiles matasteis tú y tus antecesores en vuestras famosas guerras, aunque otro periodista paraguayo diga que “nadie fue a Irak a matar mujeres…” ¡Qué candor! La diferencia entre civiles muertos en guerra y muertos por el terrorismo, por obvia, sería de 1000 a 1. Parece, más bien que quienes no distinguen esta diferencia son Bush, sus aliados (socios comerciales) y sus periodistas mercenarios. ¿No sabías, acaso, antes de empezar tu criminal juego, los riesgos que corrían tus socios en su población civil? ¿O había un “reglamento” en este asunto? ¿Por qué, entonces, extrañarte de lo que hicieron y seguirán haciendo, condenándoles indignado?
Tú has hecho cosas peores que colgar cadáveres americanos bajo el puente del río Éufrates. Y tus soldados se suicidan en alarmante cantidad, porque prefieren eso, antes que enfrentar una muerte brutal por tus ideas y por todo el amor (verdaderamente sospechoso) que tienes por la democracia para tu “adorada Irak”. Tú no amas un comino a Irak. Ni menos aún su libertad. Lo que adoras es apoderarte de su petróleo y dominar el Medio Oriente. Por eso lo tuyo es inmoral, terrorista…
La violencia jamás se justifica. Y, pese a que proclamaste que, “en Irak no aceptarás otro resultado que no sea la victoria”, como te lo recordé en mi carta anterior (29-3-03), en la misma te anuncié: “pero tú ya has perdido, porque todo el que emplea la violencia ya es un derrotado”. Y se ha cumplido. Se ha cumplido con tu pequeño socio violento, Aznar, que ya fue derrotado por el PSOE de Rodríguez Zapatero, el cual anunció que su gobierno retirará las tropas españolas de Irak: basta ya de morir por ti. Y se cumplirá también contigo, porque John Kerry te está superando, y te ganará si no vuelves a hacer trampa.
Recuerdo que Rodríguez Zapatero dijo, al proclamarse vencedor sobre el PP de Aznar: “La paz se consigue, no por la violencia, sino por la cooperación”. Allí habló un ser humano. No la bestia que lleváis dentro, tanto tú como los terroristas, ebrios ambos de sangre y de poder.
Entre paréntesis: ¿Cuál es tu definición de “terroristas”?. Te lo pregunto porque, tal vez, como es tu costumbre, estés confundido, como aquella vez que respondiste a la prensa que los Talibanes era una banda de rock. Aguardo tu respuesta.
Pero, por las dudas, te aclaro: los iraquíes que tú matas no son terroristas. Uno de ellos dijo: “nosotros no somos terroristas; terroristas son los que invaden nuestra tierra y nos atacan”. Y mientras matas a mansalva, el terrorismo sigue creciendo y gran parte del planeta está en peligro: miles de millones de personas, por tu culpa, convivimos con el peligro. ¿Es esa la paz que prometiste? ¿Es así como crees que se cumple lo que, irreverente, le dijiste al Cardenal enviado por el Papa, cuando te pidió que no hicieras esa guerra, y tú le respondiste: “dígale al Papa que en el mundo habrá más paz sin Sadam”?
Ya no está Sadam. Tampoco aparecieron sus famosas armas. Pero nosotros nos encontramos diez veces peor que antes de tu cruzada contra el terrorismo. Y siguen muriendo a miles, personas inocentes, porque sigues empeñado en tu fanatismo paranoico.
Cómo lamento que estemos en tus manos, y cómo lamento que te sirvas de la democracia para tus propios fines.
La democracia -¡qué ironía!-, hizo posible que todo el planeta esté en manos de un solo ciudadano mediocre, sin creatividad, incompetente e inmoral… ¡Y que nadie pueda detenerlo!
Francisco Oliveira y Silva
Psicólogo y poeta paraguayo.
e-mail: mali_oliveiraysilva@yahoo.com
DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.
CARTA A GEORGE W. BUSH
Vuelvo a escribirte, después de un año, ya que en pocos meses tendrás que dejar el cargo que tan indignamente ocupaste y que te ha servido para dañar gravemente la paz y la seguridad del planeta. Era evidente que tu capricho “inmoral e ilegal”, como lo calificó el Papa, perjudicaría a la humanidad. Y era evidente que te disponías, contra el clamor mundial, fría y sanguinariamente, a realizar tu trueque de “sangre por petróleo”. Y fracasaste. Te lo había anticipado en mi primera carta cuando te dije: “Un soldado americano es aquel que da su vida por tus caprichos. Los iraquíes, en cambio, la dan para defender su patria mancillada por los ‘discípulos del diablo’, el dios del dinero; y eso tiene más poder que tus bombas inteligentes”.
Y así mataste a miles de civiles indefensos, empinándote como asesino de mujeres, niños y ancianos, y de trabajadores y estudiantes, como los de Atocha. “Eso fue terrorismo”, me dirás. ¿Y lo tuyo, qué es? Si por terrorismo se entiende matar a civiles indefensos, definitivamente tú eres tan terrorista como cualquier otro. Persiguiendo a Sadam o a Bin Laden, no haces otra cosa que destruir vidas inocentes sin conseguir tu objetivo. Tú eres tan criminal e inmoral como los terroristas que persigues, con una diferencia, ellos consiguen más que tú (derrocando, por ejemplo, a Aznar) en menos tiempo y matando poca gente. Tú estás en Irak hace ya más de un año (aunque Rumfeld había proclamado que “esta guerra podrá durar 6 horas, 6 días, o 6 semanas, pero no 6 meses”, riéndose irónicamente). Pero en sólo un día mataste más civiles que los terroristas en 10 años. Decenas de tus soldados se suicidaron ante tanta masacre; y otras decenas fueron repatriados por tu gobierno por haber cometido atropellos sexuales y sangrientos vejámenes espantosos. Matar es un crimen, sea Bin Laden, Sadam o Bush quien lo ejecute. “¡Pero yo mato en la guerra!”, me dirás. Yo te respondo ¿cuál es la diferencia, más aún cuando tu guerra no es de las así llamadas “guerras justas”, sino tu demencial “guerra preventiva”? ¿De dónde sacaste ese término? Tal vez Michael Moore la atribuya al alcohol, tu vieja adicción, en la cual, según él, puedes recaer cuando te pones nervioso. Entonces pegas, delirante en inmisericorde, al que temes que te ataque; previniendo. Eso es locura. Eso es paranoia. Esa no es una guerra: es puro terrorismo enmascarado. En las guerras, según algunos, los muertos son legítimos, limpios, bien muertos, muertos en ley; no son muertos despanzurrados por terroristas, no, sino seres humanos (civiles o militares), logísticamente, bélicamente (¿bellamente?), militarmente eliminados. Como si matar en guerra fuera limpio, y hacer eso a través del terrorismo, sucio.
Tu guerra contra el terrorismo no es otra cosa que terrorismo “blanqueado”. Más aún si tenemos en cuenta que mentiste para llevar a cabo tu famosa guerra “preventiva”. La mentira agrava el crimen, porque para justificarlo se mintió. ¿Dónde están las armas de cuya existencia, mintiendo, no dudabas? Prometiste también “desarmar a Sadam”. Lanzaste, para ello, miles de toneladas de bombas, cegando vidas indiscriminadamente. Después de un año totalmente infructuoso, lo encontraste, supuestamente, al temible Sadam. Pero de lo único que le despojaste, al parecer, fue de unos cuantos piojos. ¿Y sus tremendas armas químicas? ¡Mentiste! Mintió también tu socio británico Tony, al exhibir supuestas pruebas escritas que documentaban la existencia de tales armas, y que no eran otra cosa sino hojas de un viejo trabajo práctico de un anónimo alumno universitario de por ahí, con datos obsoletos y ¡hasta con sus errores de ortografía!. ¿Se puede concebir un terrorismo más feroz? ¿En qué te diferencias de Bin Laden? En que él no tiene portaviones, tanques, bombas inteligentes, tropas, y toda la refinada parafernalia, casi infinita, que tú, implacablemente, utilizas para realizar tu matanza en Irak, y las diarias y terroríficas matanzas que generas en distintos puntos del globo como consecuencia de tu criminal proyecto. ¿O morir en Irak no es tan importante ni trágico, como morir en Atocha, Londres o TWC?
No hay, entonces, matanzas legales, y matanzas ilegales: buenas, lícitas, y plausibles las primeras; pero malas, ilícitas, y condenables las segundas, porque son ejecutadas por simples terroristas.
Todo el que mata (salvo el caso de legítima defensa) es un perfecto terrorista. Tú te rasgas las vestiduras ante lo de las Torres Gemelas y lo de Atocha, consecuencia de las guerras de la familia Bush, pero no te impresionas de las miles de bombas y espantosas explosiones que hiciste sonar en Irak al comenzar tu inhumana agresión sin éxito alguno, inventando una guerra que, pese a tu anuncio, aún no terminó, y se vuelve más letal para tus tropas, dejándote sin saber cómo escaparte de la trampa en la que te metiste. Tus expertos, como Clarke, te acaban de decir que “atacar Irak fue un error”; y según Kennedy, esa guerra es “tu Vietnam”.
Ciertos pseudoperiodistas, aparentemente pagados por tu “departamento de marketing bélico”, pretenden aleccionarnos con “sesudas reflexiones”, tendientes a darte una mano en este atolladero, pero caen en el ridículo, por lo evidente de su rol.
Dice uno de ellos “Los occidentales estamos a merced del fervor religioso de los seguidores del Islam”. ¡Qué ingenuo! Estamos a merced del rencor y el odio que tú has generado, por tu codicia de petróleo y de poder, destruyendo, con tu guerra expoliadora, miles de vidas, edificios y obras de arte en Irak. Acuñaste tu fanatismo en la frase “Los que no están con los Estados Unidos, están con el terrorismo”. Y en esta otra: “En esta guerra, Dios no es imparcial”. Incluso hablaste de emprender una Cruzada para llevar a Irak la Libertad y la Democracia, de la mano de tu “Justicia infinita”. ¿Será que te crees un iluminado de Dios? ¿Y no es eso, acaso, un verdadero fanatismo? Dios te pedirá cuentas de lo que has hecho. Y se cumplirá la advertencia del Papa Juan Pablo II (que nunca estuvo contigo en lo de la guerra, pero tampoco con los terroristas) cuando te dijo: “Esa guerra es inmoral e ilegal. Y los que la hacen tendrán que dar cuenta ante su conciencia, ante la Humanidad y ante la Historia”. Lo de tu conciencia, no sé, porque sigues sonriendo pese a tu demencial masacre. Pero la historia ya te pidió cuentas porque tus aliados ahora te están dejando solo, y las manifestaciones y burlas de la humanidad contra ti son cada vez más crudas y elocuentes. Y nadie quiere ayudarte. Porque saben lo que les espera como precio de ese acto. Paraguay, por ejemplo, se resistió a enviar tropas a morir por ti, “porque estamos para resguardar la paz, no para imponerla” como te lo dijo nuestro Presidente.
De paso, te comento: ¡cómo se resisten tus “amados” irakíes, a ser liberados y a aceptar el regalo de tu democracia llena de bombas y misiles! ¡Cómo matan y mueren antes que aceptar ser “liberados” por ti. Te maldicen y descuartizan a tus soldados mientras tú sigues soportando todo este dolor por amor a ellos…¿No te parece ridículo el papel que estás haciendo, puesto que ya nadie cree en ti?
¡Qué “fanáticos” son los del Islam, que prefieren la muerte antes que “tu libertad”!. ¿Y tú llamas a eso fanatismo, terrorismo, y no heroísmo? Muchas veces los que ayer fueron considerados terroristas y subversivos, hoy son honrados como héroes. El juicio implacable de la Historia lo dirá y tú saldrás perdiendo. Pero no te equivoques. Ellos aman la libertad, como todos nosotros. Pero no aceptan la que tú quieres darles, a tu conveniencia, rehaciendo su mapa y su gobierno, para llevarte su petróleo. No son fanáticos. Pero tampoco tontos.
Y me pregunto también: ¿Qué democracia es la que quieres imponer en Irak? ¿La tuya, en virtud de la cual, según tu documentadísimo crítico Michael Moore, le robaste más de medio millón de votos a tu contendor Al Gore, para empinarte como el indigno presidente ilegítimo de los Estados Unidos, y hacer una guerra ilegítima que ya estaba, mucho antes del 11 de setiembre, en la agenda de la familia Bush? ¿Y seguirás tan campante? ¿Tu crimen no será juzgado y castigado?
Tu democracia, por lo visto, permite que ex alcohólicos, académicamente mediocres, pero “hijos de papá”, accedan al gatillo atómico. Con tu ejemplo de “democracia americana” (no “francesa” como calificas a la de tu contendor John Kerry) he llegado a entender que tu democracia no es el gobierno del pueblo, sino la Dictadura del voto conseguido como sea: comprando, escamoteando, dando favores sexuales, prometiendo, amenazando… ¡Qué asco! ¿Para qué querrían “esa” democracia los iraquíes? Por eso se llenaron de espanto cuando dijiste que ibas a “derramar democracia por todo Irak”. Lo vivieron tal como lo hubiera vivido tu Pueblo ante una amenaza de armas químicas (por lo de “derramar”). Por eso matan a tus soldados y se vengan en los civiles de tus aliados: acuérdate que la venganza no es racional, como tampoco lo es la guerra. Y por eso te advirtieron en ese comunicado apocalíptico dado con motivo del M-11: “Sáquennos las manos de encima y tendrán paz”. ¿Dónde está, en todo esto, el fanatismo islámico o el terrorismo? ¿No es, más bien, una actitud de repudio hacia tu repugnante proyecto? En este sí se ve tu fervor apasionado por tu misión de llevar a cabo el ofrecimiento generoso de “libertad para Irak”. Y tu fanatismo terrorista hace que sigas tercamente en Irak, ya sin esperanzas, en medio de un creciente río de sangre y terror que genera, a su vez, una creciente oleada de suicidios entre tus soldados.
Y no es tu terrorismo “más bueno” que el de los que te repelen. No son los cadáveres de tu guerra más legales y justificados que los de los terroristas. Es necesario que dejes de ver el mundo en blanco y negro; es necesario que dejes de pagar a periodistas para unirlos a tu ridículo canto. “Como canta el abad, responde el sacristán”, dice un refrán español. Y varios periodistas, incluyendo paraguayos, llámense Cristaldo o Ruiz, son tus sacristanes. Así lo demuestran sus estereotipadas frases cursis, tan “lights”, que hasta los niños de sexto grado advierten el cinismo de esta ralea de periodistas mercenarios.
Los iraquíes, o terroristas (como los llamas), son mucho más inteligentes y valientes que tú. Sin porta aviones, ni ejércitos gloriosos bien equipados, ni fuerzas de coalición, ni bombas inteligentes, te están dejando en jaque mate. Ellos no pueden ser considerados torpes como lo hizo uno de esos periodistas al decir que: “no distinguen entre soldados que caen en guerra y asesinato de civiles”. Como si en la guerra no se cometieran, además de los asesinatos de soldados en batallas, asesinatos de civiles y violaciones sexuales a mansalva, a domicilio, en las calles, mercados y plazas. ¡Vamos, periodistas compatriotas!
¡Qué ingenuidad! Matar en guerra, según ustedes, es igual a asesinos buenos, cadáveres legalizados. Pero matar en atentados es igual a asesinos malos, cadáveres ilegítimos. Malos buenos, y malos malos. Los primeros son tus soldados; los otros, los terroristas. Pregunto: ¿cuántos civiles matasteis tú y tus antecesores en vuestras famosas guerras, aunque otro periodista paraguayo diga que “nadie fue a Irak a matar mujeres…” ¡Qué candor! La diferencia entre civiles muertos en guerra y muertos por el terrorismo, por obvia, sería de 1000 a 1. Parece, más bien que quienes no distinguen esta diferencia son Bush, sus aliados (socios comerciales) y sus periodistas mercenarios. ¿No sabías, acaso, antes de empezar tu criminal juego, los riesgos que corrían tus socios en su población civil? ¿O había un “reglamento” en este asunto? ¿Por qué, entonces, extrañarte de lo que hicieron y seguirán haciendo, condenándoles indignado?
Tú has hecho cosas peores que colgar cadáveres americanos bajo el puente del río Éufrates. Y tus soldados se suicidan en alarmante cantidad, porque prefieren eso, antes que enfrentar una muerte brutal por tus ideas y por todo el amor (verdaderamente sospechoso) que tienes por la democracia para tu “adorada Irak”. Tú no amas un comino a Irak. Ni menos aún su libertad. Lo que adoras es apoderarte de su petróleo y dominar el Medio Oriente. Por eso lo tuyo es inmoral, terrorista…
La violencia jamás se justifica. Y, pese a que proclamaste que, “en Irak no aceptarás otro resultado que no sea la victoria”, como te lo recordé en mi carta anterior (29-3-03), en la misma te anuncié: “pero tú ya has perdido, porque todo el que emplea la violencia ya es un derrotado”. Y se ha cumplido. Se ha cumplido con tu pequeño socio violento, Aznar, que ya fue derrotado por el PSOE de Rodríguez Zapatero, el cual anunció que su gobierno retirará las tropas españolas de Irak: basta ya de morir por ti. Y se cumplirá también contigo, porque John Kerry te está superando, y te ganará si no vuelves a hacer trampa.
Recuerdo que Rodríguez Zapatero dijo, al proclamarse vencedor sobre el PP de Aznar: “La paz se consigue, no por la violencia, sino por la cooperación”. Allí habló un ser humano. No la bestia que lleváis dentro, tanto tú como los terroristas, ebrios ambos de sangre y de poder.
Entre paréntesis: ¿Cuál es tu definición de “terroristas”?. Te lo pregunto porque, tal vez, como es tu costumbre, estés confundido, como aquella vez que respondiste a la prensa que los Talibanes era una banda de rock. Aguardo tu respuesta.
Pero, por las dudas, te aclaro: los iraquíes que tú matas no son terroristas. Uno de ellos dijo: “nosotros no somos terroristas; terroristas son los que invaden nuestra tierra y nos atacan”. Y mientras matas a mansalva, el terrorismo sigue creciendo y gran parte del planeta está en peligro: miles de millones de personas, por tu culpa, convivimos con el peligro. ¿Es esa la paz que prometiste? ¿Es así como crees que se cumple lo que, irreverente, le dijiste al Cardenal enviado por el Papa, cuando te pidió que no hicieras esa guerra, y tú le respondiste: “dígale al Papa que en el mundo habrá más paz sin Sadam”?
Ya no está Sadam. Tampoco aparecieron sus famosas armas. Pero nosotros nos encontramos diez veces peor que antes de tu cruzada contra el terrorismo. Y siguen muriendo a miles, personas inocentes, porque sigues empeñado en tu fanatismo paranoico.
Cómo lamento que estemos en tus manos, y cómo lamento que te sirvas de la democracia para tus propios fines.
La democracia -¡qué ironía!-, hizo posible que todo el planeta esté en manos de un solo ciudadano mediocre, sin creatividad, incompetente e inmoral… ¡Y que nadie pueda detenerlo!
Francisco Oliveira y Silva
Psicólogo y poeta paraguayo.
e-mail: mali_oliveiraysilva@yahoo.com