Teoría política
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Los derechos del caballo y los derechos del hombre
Enviado por el día 31 de Mayo de 2004 a las 16:06
Los derechos del caballo y los derechos del hombre
Paul Lafargue
La Civilización Capitalista ha gratificado a los trabajadores a sueldo con
los metafísicos Derechos del Hombre, pero esto es tan sólo para sujetarlos
más cerca y más firmemente a sus tareas económicas. "Libre te hago" dicen
los Derechos del Hombre al trabajador, "libre de ganarte miserablemente la
vida y transformar a tu empleador en millonario; libre de venderle tu
libertad por una puñado de pan. Él te encarcelará diez o doce horas en sus
talleres; no te dejará ir hasta que extenuado hasta médula de tus huesos,
tan sólo te quede fuerza para engullir un poco de sopa y hundirte en un
pesado sueño. Tienes tan sólo un derecho que no has de poder vender, y ese
es el derecho a pagar impuestos".
El Progreso y la Civilización puede que sean duros para la humanidad que
trabaja a sueldo pero tienen toda la ternura de una madre para los animales
a quienes los estúpidos bípedos denominan "inferiores". La Civilización ha
favorecido especialmente a la raza equina: sería una descomunal tarea
recorrer la larga lista de beneficios; nombraré tan sólo algunos, de
notoriedad general, que pueden despertar e inflamar los deseos pasionales de
los trabajadores, ahora aletargados en su miseria.
Los caballos están divididos en distintas clases. La aristocracia equina
disfruta de tantos y tan opresivos privilegios, que si las bestias de
facciones humanas que les sirven de jockeys, entrenadores, criados y mozos
de establos no estuvieran degradados moralmente hasta el punto de no sentir
vergüenza propia, se hubiesen rebelado contra sus amos y señores, a quienes
almohazan, acicalan, cepillan y peinan, también hacen sus camas, limpian sus
excrementos y reciben sus mordidas y patadas a modo de agradecimiento.
Los caballos aristocráticos, al igual que los capitalistas, no trabajan; y
cuando se ejercitan en los campos miran con desdeño, con desprecio, a los
animales humanos que aran y siembran los campos, siegan y rastrillan las
praderas, para proveerles de avena, tréboles, forrajes y otras suculentas
plantas. Estos cuadrúpedos favoritos de la Civilización ejercen tal
influencia social que imponen su voluntad a los capitalistas, sus hermanos
en privilegio; obligan a los más excelsos de ellos a venir con sus hermosas
damas a tomar el té en los establos, inhalando los ácidos perfumes de sus
sólidas y líquidas evacuaciones. Y cuando estos lores acceden a desfilar en
público, exigen que de diez a veinte mil hombres y mujeres se apilen en
incómodos asientos, bajo el sol ardiente, para admirar sus exquisitas formas
cinceladas y sus proezas en salto y corrida. No respetan ninguna de las
dignidades sociales frente a las cuales los devotos de los Derechos del
Hombre se reverencian. En Chantilly hace no mucho tiempo uno de los
favoritos para el primer premio le lanzó una patada al rey de Bélgica,
porque no le gustó como lucía su cabeza. Su real majestad, que adora a los
caballos, murmuró una disculpa y se retiró.
Es una fortuna que estos caballos, que pueden contar más auténticos
antecesores que las casas de Orleans y Hohenzollenrn, no hayan sido
corrompidos por su alto rango social; de haberse empecinado en competir con
los capitalistas en pretensiones estéticas, lujo libertino y gustos
perversos, tales como vestir de encaje y diamantes, y beber champaña y
Chateau-Margaux, una desgracia más negra y faenas aún más abrumadoras,
habrían caído sobre la clase de trabajadores a sueldo. Tanto mejor para
humanidad proletaria es que esos aristócratas equinos no hayan tomado el
fastuoso gusto de alimentarse de carne humana, como los viejos tigres de
Bengala que merodeaban alrededor de las aldeas de la India para hacerse de
mujeres y niños; si desgraciadamente los caballos hubieran sido comedores de
hombres, los capitalistas, que no pueden negarles nada, hubieran construido
mataderos para trabajadores a sueldo, donde hubieran trinchado y preparado
solomillos de niños, brazos de mujeres y asados de niñas para satisfacer sus
gustos antropófagos.
Los caballos proletarios, no tan bien dotados, han de trabajar por su
ración de avena, pero la clase capitalista, a pesar de su estima por los
aristócratas de la raza equina, concede a los caballos trabajadores derechos
que son mucho más sólidos y reales que aquellos inscriptos en los "Derechos
del Hombre". El primer derecho, el derecho a la existencia, que ninguna
sociedad civilizada reconocerá para los trabajadores, es poseído por los
caballos.
El potrillo, incluso antes de nacer, aún en el estadio de feto, comienza a
disfrutar del derecho a la existencia; su madre, cuando su embarazo apenas
ha comenzado, es relevada de todo trabajo y enviada al campo para formar
este nuevo ser en paz y tranquilidad; ella permanece cerca suyo para criarlo
y enseñarle a escoger deliciosos pastos en la pradera, donde juguetea hasta
que crece.
Los moralistas y políticos de los "Derechos del Hombre" piensan que sería
monstruoso conceder tales derechos a los trabajadores; levanté una tormenta
en la Cámara de Diputados cuando solicité que las mujeres, dos meses antes y
dos meses después del parto, debieran tener el derecho y los medios para
ausentarse de la fábrica. Mi propuesta trastocó la ética de la civilización
y sacudió el orden capitalista. Qué abominable abominación -demandar para
los bebés los derechos de los potrillos. En cuanto a los jóvenes
proletarios, apenas pueden caminar sobre sus pequeños piececitos son
condenados al trabajo duro en las prisiones del capitalismo, mientras los
potrillos se desarrollan libremente bajo la noble Naturaleza; se toman los
recaudos necesarios para que estén completamente formados antes de ser
puestos a trabajar y sus tareas son proporcionales a su fuerza con tierno
cuidado.
Este cuidado por parte de los capitalistas los acompaña a lo largo de toda
su vida. Podemos recordar aún la noble indignación de la prensa burguesa
cuando conoció que las compañías de ómnibus estaban utilizando restos de
estiércol y curtiduría en las casillas de establo en vez de paja: ¡Pensar a
los tristes caballos teniendo tan pobres literas! Las almas más delicadas de
la burguesía han organizado en cada país capitalista sociedades de
protección a los animales, para probar que no pueden ser agitados por el
devenir de las pequeñas víctimas de la industria. Schopenhauer, el filósofo
de la burguesía, en quien se encarnó tan perfectamente el grosso egoísmo de
los filisteos, no podía oír el crujir de un látigo sin que su corazón se
partiera con el mismo.
La misma compañía de ómnibus, que hace trabajar a sus obreros de catorce a
dieciséis horas al día, requiere de sus queridos caballos tan sólo de cinco
a siete horas. Les ha proporcionado verdes praderas en las que pueden
recuperarse de la fatiga o indisposición. Es política suya la de gastar más
en el entrenamiento de un cuadrúpedo que en pagar el salario de un bípedo.
Jamás se le ocurrió a ningún legislador ni a ningún abogado fanático de los
"Derechos del Hombre" el reducir las raciones diarias del caballo para así
asegurarle un retraimiento que le servirá tan sólo después de su muerte.
Los Derechos de los Caballos no fueron notificados; son "derechos no
escritos", del modo en que llamaba Sócrates a las leyes implantadas por la
Naturaleza en la conciencia de todos los hombres.
El caballo ha demostrado su sabiduría al contentarse a sí mismo con estos
derechos, sin pensar en demandar aquellos de los ciudadanos; ha juzgado que
sería tan estúpido como el hombre si hubiera sacrificado su plato de
lentejas por el metafísico banquete de Derechos a la Revuelta, a la
Igualdad, a la Libertad, y otras trivialidades que para el proletariado son
tan útiles como un cauterio en una pierna de madera.
La Civilización, aunque parcial respecto de la raza equina, no se ha
mostrado indiferente respecto del destino de otros animales. Las ovejas,
pasan sus días en una ociosidad placentera y abundante; son alimentados en
el establo con cebada, alfalfa, nabos y otras raíces, cultivadas por los
trabajadores a sueldo; los pastores las conducen para alimentarse en
copiosas pasturas, y cuando el sol abrasa la planicie, son llevadas a dónde
pueden pacer sobre los tiernos pastos de las montañas.
La Iglesia, que ha quemado a sus herejes, y lamenta no poder educar
nuevamente a sus fieles hijos en el amor al "cordero", representa a Jesús,
bajo la forma de un buen pastor, cargando sobre sus hombros a un fatigado
cordero. Cierto, el amor por el cordero padre y la oveja es en última
instancia sólo el amor por la pierna de cordero y el costillar, tal como la
Libertad de los Derechos del Hombre no es más que la esclavitud del
trabajador a sueldo, en tanto nuestra jesuítica Civilización siempre
disfraza la explotación capitalista con principios eternos y al egoísmo
burgués con nobles sentimientos; aunque al menos la burguesía guarda y ceba
la oveja hasta el día del sacrificio, mientras que apresa al trabajador
todavía tibio de los talleres y agotado por la labor para enviarlo a los
mataderos de Tonquin o Madagascar.
Trabajadores de todos los oficios, ustedes que se afanan tanto para crear
su pobreza al producir la riqueza de los capitalistas, ¡levántense,
levántense! En tanto los bufones del parlamento despliegan los Derechos del
Hombre, demanden en conjunto por ustedes, sus esposas y sus hijos, los
Derechos del Caballo.
Paul Lafargue
La Civilización Capitalista ha gratificado a los trabajadores a sueldo con
los metafísicos Derechos del Hombre, pero esto es tan sólo para sujetarlos
más cerca y más firmemente a sus tareas económicas. "Libre te hago" dicen
los Derechos del Hombre al trabajador, "libre de ganarte miserablemente la
vida y transformar a tu empleador en millonario; libre de venderle tu
libertad por una puñado de pan. Él te encarcelará diez o doce horas en sus
talleres; no te dejará ir hasta que extenuado hasta médula de tus huesos,
tan sólo te quede fuerza para engullir un poco de sopa y hundirte en un
pesado sueño. Tienes tan sólo un derecho que no has de poder vender, y ese
es el derecho a pagar impuestos".
El Progreso y la Civilización puede que sean duros para la humanidad que
trabaja a sueldo pero tienen toda la ternura de una madre para los animales
a quienes los estúpidos bípedos denominan "inferiores". La Civilización ha
favorecido especialmente a la raza equina: sería una descomunal tarea
recorrer la larga lista de beneficios; nombraré tan sólo algunos, de
notoriedad general, que pueden despertar e inflamar los deseos pasionales de
los trabajadores, ahora aletargados en su miseria.
Los caballos están divididos en distintas clases. La aristocracia equina
disfruta de tantos y tan opresivos privilegios, que si las bestias de
facciones humanas que les sirven de jockeys, entrenadores, criados y mozos
de establos no estuvieran degradados moralmente hasta el punto de no sentir
vergüenza propia, se hubiesen rebelado contra sus amos y señores, a quienes
almohazan, acicalan, cepillan y peinan, también hacen sus camas, limpian sus
excrementos y reciben sus mordidas y patadas a modo de agradecimiento.
Los caballos aristocráticos, al igual que los capitalistas, no trabajan; y
cuando se ejercitan en los campos miran con desdeño, con desprecio, a los
animales humanos que aran y siembran los campos, siegan y rastrillan las
praderas, para proveerles de avena, tréboles, forrajes y otras suculentas
plantas. Estos cuadrúpedos favoritos de la Civilización ejercen tal
influencia social que imponen su voluntad a los capitalistas, sus hermanos
en privilegio; obligan a los más excelsos de ellos a venir con sus hermosas
damas a tomar el té en los establos, inhalando los ácidos perfumes de sus
sólidas y líquidas evacuaciones. Y cuando estos lores acceden a desfilar en
público, exigen que de diez a veinte mil hombres y mujeres se apilen en
incómodos asientos, bajo el sol ardiente, para admirar sus exquisitas formas
cinceladas y sus proezas en salto y corrida. No respetan ninguna de las
dignidades sociales frente a las cuales los devotos de los Derechos del
Hombre se reverencian. En Chantilly hace no mucho tiempo uno de los
favoritos para el primer premio le lanzó una patada al rey de Bélgica,
porque no le gustó como lucía su cabeza. Su real majestad, que adora a los
caballos, murmuró una disculpa y se retiró.
Es una fortuna que estos caballos, que pueden contar más auténticos
antecesores que las casas de Orleans y Hohenzollenrn, no hayan sido
corrompidos por su alto rango social; de haberse empecinado en competir con
los capitalistas en pretensiones estéticas, lujo libertino y gustos
perversos, tales como vestir de encaje y diamantes, y beber champaña y
Chateau-Margaux, una desgracia más negra y faenas aún más abrumadoras,
habrían caído sobre la clase de trabajadores a sueldo. Tanto mejor para
humanidad proletaria es que esos aristócratas equinos no hayan tomado el
fastuoso gusto de alimentarse de carne humana, como los viejos tigres de
Bengala que merodeaban alrededor de las aldeas de la India para hacerse de
mujeres y niños; si desgraciadamente los caballos hubieran sido comedores de
hombres, los capitalistas, que no pueden negarles nada, hubieran construido
mataderos para trabajadores a sueldo, donde hubieran trinchado y preparado
solomillos de niños, brazos de mujeres y asados de niñas para satisfacer sus
gustos antropófagos.
Los caballos proletarios, no tan bien dotados, han de trabajar por su
ración de avena, pero la clase capitalista, a pesar de su estima por los
aristócratas de la raza equina, concede a los caballos trabajadores derechos
que son mucho más sólidos y reales que aquellos inscriptos en los "Derechos
del Hombre". El primer derecho, el derecho a la existencia, que ninguna
sociedad civilizada reconocerá para los trabajadores, es poseído por los
caballos.
El potrillo, incluso antes de nacer, aún en el estadio de feto, comienza a
disfrutar del derecho a la existencia; su madre, cuando su embarazo apenas
ha comenzado, es relevada de todo trabajo y enviada al campo para formar
este nuevo ser en paz y tranquilidad; ella permanece cerca suyo para criarlo
y enseñarle a escoger deliciosos pastos en la pradera, donde juguetea hasta
que crece.
Los moralistas y políticos de los "Derechos del Hombre" piensan que sería
monstruoso conceder tales derechos a los trabajadores; levanté una tormenta
en la Cámara de Diputados cuando solicité que las mujeres, dos meses antes y
dos meses después del parto, debieran tener el derecho y los medios para
ausentarse de la fábrica. Mi propuesta trastocó la ética de la civilización
y sacudió el orden capitalista. Qué abominable abominación -demandar para
los bebés los derechos de los potrillos. En cuanto a los jóvenes
proletarios, apenas pueden caminar sobre sus pequeños piececitos son
condenados al trabajo duro en las prisiones del capitalismo, mientras los
potrillos se desarrollan libremente bajo la noble Naturaleza; se toman los
recaudos necesarios para que estén completamente formados antes de ser
puestos a trabajar y sus tareas son proporcionales a su fuerza con tierno
cuidado.
Este cuidado por parte de los capitalistas los acompaña a lo largo de toda
su vida. Podemos recordar aún la noble indignación de la prensa burguesa
cuando conoció que las compañías de ómnibus estaban utilizando restos de
estiércol y curtiduría en las casillas de establo en vez de paja: ¡Pensar a
los tristes caballos teniendo tan pobres literas! Las almas más delicadas de
la burguesía han organizado en cada país capitalista sociedades de
protección a los animales, para probar que no pueden ser agitados por el
devenir de las pequeñas víctimas de la industria. Schopenhauer, el filósofo
de la burguesía, en quien se encarnó tan perfectamente el grosso egoísmo de
los filisteos, no podía oír el crujir de un látigo sin que su corazón se
partiera con el mismo.
La misma compañía de ómnibus, que hace trabajar a sus obreros de catorce a
dieciséis horas al día, requiere de sus queridos caballos tan sólo de cinco
a siete horas. Les ha proporcionado verdes praderas en las que pueden
recuperarse de la fatiga o indisposición. Es política suya la de gastar más
en el entrenamiento de un cuadrúpedo que en pagar el salario de un bípedo.
Jamás se le ocurrió a ningún legislador ni a ningún abogado fanático de los
"Derechos del Hombre" el reducir las raciones diarias del caballo para así
asegurarle un retraimiento que le servirá tan sólo después de su muerte.
Los Derechos de los Caballos no fueron notificados; son "derechos no
escritos", del modo en que llamaba Sócrates a las leyes implantadas por la
Naturaleza en la conciencia de todos los hombres.
El caballo ha demostrado su sabiduría al contentarse a sí mismo con estos
derechos, sin pensar en demandar aquellos de los ciudadanos; ha juzgado que
sería tan estúpido como el hombre si hubiera sacrificado su plato de
lentejas por el metafísico banquete de Derechos a la Revuelta, a la
Igualdad, a la Libertad, y otras trivialidades que para el proletariado son
tan útiles como un cauterio en una pierna de madera.
La Civilización, aunque parcial respecto de la raza equina, no se ha
mostrado indiferente respecto del destino de otros animales. Las ovejas,
pasan sus días en una ociosidad placentera y abundante; son alimentados en
el establo con cebada, alfalfa, nabos y otras raíces, cultivadas por los
trabajadores a sueldo; los pastores las conducen para alimentarse en
copiosas pasturas, y cuando el sol abrasa la planicie, son llevadas a dónde
pueden pacer sobre los tiernos pastos de las montañas.
La Iglesia, que ha quemado a sus herejes, y lamenta no poder educar
nuevamente a sus fieles hijos en el amor al "cordero", representa a Jesús,
bajo la forma de un buen pastor, cargando sobre sus hombros a un fatigado
cordero. Cierto, el amor por el cordero padre y la oveja es en última
instancia sólo el amor por la pierna de cordero y el costillar, tal como la
Libertad de los Derechos del Hombre no es más que la esclavitud del
trabajador a sueldo, en tanto nuestra jesuítica Civilización siempre
disfraza la explotación capitalista con principios eternos y al egoísmo
burgués con nobles sentimientos; aunque al menos la burguesía guarda y ceba
la oveja hasta el día del sacrificio, mientras que apresa al trabajador
todavía tibio de los talleres y agotado por la labor para enviarlo a los
mataderos de Tonquin o Madagascar.
Trabajadores de todos los oficios, ustedes que se afanan tanto para crear
su pobreza al producir la riqueza de los capitalistas, ¡levántense,
levántense! En tanto los bufones del parlamento despliegan los Derechos del
Hombre, demanden en conjunto por ustedes, sus esposas y sus hijos, los
Derechos del Caballo.
Re: caballos, elefantes y los derechos del hombre
Enviado por el día 31 de Mayo de 2004 a las 17:21
Los caballos aristocráticos, al igual que los capitalistas, no trabajan"
Claro Bill Gates como Henry Ford duerme todo el día....yo agregaria "los caballos políticos" en su lugar.
"levanté una tormenta
en la Cámara de Diputados cuando solicité que las mujeres, dos meses antes y
dos meses después del parto, debieran tener el derecho y los medios para
ausentarse de la fábrica. Mi propuesta trastocó la ética de la civilización
y sacudió el orden capitalista". Eso sigue vigente hoy? al menos en mi modesto pais y en Europa hay pre y post natal
Juan Salvo se quedo pegado en e siglo XIX.
te falto un pedazo del post
"Ud. debe comprarme esta botella de repelente de elefantes. De lo contrario, el barrio se llenará de elefantes y alguno destruirá su casa. Si se pregunta por qué debe creerme, mire a su alrededor. Todos sus vecinos usan repelente de elefantes. ¿Ve algún elefante destruyendo sus casas?".
Claro Bill Gates como Henry Ford duerme todo el día....yo agregaria "los caballos políticos" en su lugar.
"levanté una tormenta
en la Cámara de Diputados cuando solicité que las mujeres, dos meses antes y
dos meses después del parto, debieran tener el derecho y los medios para
ausentarse de la fábrica. Mi propuesta trastocó la ética de la civilización
y sacudió el orden capitalista". Eso sigue vigente hoy? al menos en mi modesto pais y en Europa hay pre y post natal
Juan Salvo se quedo pegado en e siglo XIX.
te falto un pedazo del post
"Ud. debe comprarme esta botella de repelente de elefantes. De lo contrario, el barrio se llenará de elefantes y alguno destruirá su casa. Si se pregunta por qué debe creerme, mire a su alrededor. Todos sus vecinos usan repelente de elefantes. ¿Ve algún elefante destruyendo sus casas?".
Re: Re: caballos, elefantes y los derechos del hombre
Enviado por el día 1 de Junio de 2004 a las 06:47
Lo que muestra el texto es la hipocresia que reina en la sociedad burguesa cuando se habla de los derechos de los animales (aquellos animales simpaticos, se entiende) mientras los derechos de las personas se vulneran todos los dias.
El hecho mismo de que para lograr el pre y el post natal haya tenido que librarse una lucha es prueba de ello. Si hoy existe ese derecho es porque hubo lucha, lo mismo pasa con la jornada de 8 horas, las vacaciones y otras reivindicaciones que hoy gente como tu que habla muy livianamente de las cosas da por sentado.
En este sistema de mierda, un ser humano tiene que luchar para obtener derechos que los animales obtienen sin luchar. Eso era verdad en el siglo XIX, lo fue en el XX y lo es en el XXI.
Ahorrate la vergüenza y no respondas.
El hecho mismo de que para lograr el pre y el post natal haya tenido que librarse una lucha es prueba de ello. Si hoy existe ese derecho es porque hubo lucha, lo mismo pasa con la jornada de 8 horas, las vacaciones y otras reivindicaciones que hoy gente como tu que habla muy livianamente de las cosas da por sentado.
En este sistema de mierda, un ser humano tiene que luchar para obtener derechos que los animales obtienen sin luchar. Eso era verdad en el siglo XIX, lo fue en el XX y lo es en el XXI.
Ahorrate la vergüenza y no respondas.
Re: Re: Re: caballos, elefantes y los derechos del hombre
Enviado por el día 1 de Junio de 2004 a las 19:17
"En este sistema de mierda, un ser humano tiene que luchar para obtener derechos que los animales obtienen sin luchar" lo que pasa es que ahora en una democracia no hay que matar a nadie para tener derechos laborales.Hoy con la lucha no se asegura nada, respecto de la "justicia", salvo que los mas fuertes triunfen. Además, si las convulsiones sociales y lucha armada sacaran de la pobreza, nuestro continente seria rico. Por último, los animales no tienen "derechos".
Re: Re: Re: Re: caballos, elefantes y los derechos del hombre
Enviado por el día 2 de Junio de 2004 a las 06:36
Quizas en Chile la palabra luchar signifique agarrar un fusil e ir a la guerra, pero haz de cuenta que cuando yo digo luchar me refiero a algo mas amplio que incluye protestar, ir a la huelga, reclamar, hacer campañas, etc.
Y, en este sentido, hoy un ser humano debe luchar para obtener los mismos derechos que el de un animal.
Y, en este sentido, hoy un ser humano debe luchar para obtener los mismos derechos que el de un animal.
Re: Re: Re: Re: Re: caballos, elefantes y los derechos del hombre
Enviado por el día 3 de Junio de 2004 a las 06:29
Hombre, luchar significa lidiar, generar o participar en una contienda.
No culpes a los demas de tu imprecision.
Mira que con la lucha de los rojos ya tuvimos bastante.
No culpes a los demas de tu imprecision.
Mira que con la lucha de los rojos ya tuvimos bastante.
Re: Re: Re: Re: Re: Re: caballos, elefantes y los derechos del hombre
Enviado por el día 3 de Junio de 2004 a las 17:28
"la lucha de los rojos"? que alienacion!
Re: Re: Re: Re: Re: Re: Re: caballos, elefantes y los derechos del hombre
Enviado por el día 3 de Junio de 2004 a las 19:10
el gasto que se hace protestando vale la pena si el tema tiene solución por esa via por ej.los empleados en huelga saben que es posible "doblarle a mano" al empleador(particularmente si es el estado)pero protestar, tirar piedras y cortar carreteras para obtener trabajo, no sirve mucho.
Juan, creo que soy unos de los pocos liberales que no te ha insultado,me caes bien, pibe.
Juan, creo que soy unos de los pocos liberales que no te ha insultado,me caes bien, pibe.
Re: Los derechos del caballo y los derechos del hombre
Enviado por el día 31 de Mayo de 2004 a las 21:09
Interesante textucho de cuarta.
La denuncia Progre mas imbecil se da en el primer "parrafo" (entre comillas porque parece poesía): "Libre te hago" dicen
los Derechos del Hombre al trabajador, "libre de ganarte miserablemente la
vida y transformar a tu empleador en millonario; libre de venderle tu
libertad por una puñado de pan. Él te encarcelará diez o doce horas en sus
talleres; no te dejará ir hasta que extenuado hasta médula de tus huesos,
tan sólo te quede fuerza para engullir un poco de sopa y hundirte en un
pesado sueño."
TAMBIEN ES LIBRE DE NO TRABAJAR. Los zurditos estaran felices cuando todos sean reemplazados por robots.
Tambien quisiera hacer incapie en una cosa se matan entre 20 000 y 30 000 caballos al año solo en EEUU ("sacrificados") haci que la proxima vez que usen poesia Progre eligan otro animal como dinosaurios o si quieren delirar mas fantasticamente usen temas como guerras intergalacticas entre pobres y ricos.
Saludos liberales
La denuncia Progre mas imbecil se da en el primer "parrafo" (entre comillas porque parece poesía): "Libre te hago" dicen
los Derechos del Hombre al trabajador, "libre de ganarte miserablemente la
vida y transformar a tu empleador en millonario; libre de venderle tu
libertad por una puñado de pan. Él te encarcelará diez o doce horas en sus
talleres; no te dejará ir hasta que extenuado hasta médula de tus huesos,
tan sólo te quede fuerza para engullir un poco de sopa y hundirte en un
pesado sueño."
TAMBIEN ES LIBRE DE NO TRABAJAR. Los zurditos estaran felices cuando todos sean reemplazados por robots.
Tambien quisiera hacer incapie en una cosa se matan entre 20 000 y 30 000 caballos al año solo en EEUU ("sacrificados") haci que la proxima vez que usen poesia Progre eligan otro animal como dinosaurios o si quieren delirar mas fantasticamente usen temas como guerras intergalacticas entre pobres y ricos.
Saludos liberales
Re: Re: Los derechos del caballo y los derechos del hombre
Enviado por el día 31 de Mayo de 2004 a las 21:41
Oh, hermanos socialistas, tened fé, creed, y algún día nuestro Gran Conductor y Educador KOBA STALIN resurgirá de sus cenizas para darnos la Libertad!!
Re: Re: Los derechos del caballo y los derechos del hombre
Enviado por el día 1 de Junio de 2004 a las 06:43
Todo lo que posteaste ha sido en mi favor. Primero que estas reconociendo que la libertad que da este sistema de mierda es a ser explotado o a morirte de hambre.
Segundo, dices que solo en EEUU se matan 20.000 a 30.000 caballos POR AÑO. Bueno, yo te digo en cambio que en todo el mundo mueren 25.000 a 30.000 PERSONAS de hambre POR DIA.
La proxima vez no postees y no quedaras en ridiculo.
Segundo, dices que solo en EEUU se matan 20.000 a 30.000 caballos POR AÑO. Bueno, yo te digo en cambio que en todo el mundo mueren 25.000 a 30.000 PERSONAS de hambre POR DIA.
La proxima vez no postees y no quedaras en ridiculo.
Re: Re: Re: Los derechos del caballo y los derechos del hombre
Enviado por el día 1 de Junio de 2004 a las 08:39
Jajajajajajaja mira juansalame ese sistema de mierda es el mejor, no funciona tu sistema de fantasia donde se destruye al exitoso y se redistribuye la miseria para que la gente coma una semana y luego viva condenada al socialismo (al atraso)
el capitalismo cree en la realidad, si no quieres formar parte de una cadena productiva para hacerle ganar dinero a una empresa cualquiera que si tiene exito te pagara mas estas en tu derecho, aqui no estas limitado a vivir en una granja de 1 hectarea sobreviviendo con raices, aqui no tienes que trabajar para tu papi el Barbon verducho y su proxeneta burocracia dorada que usa tu cuerpo todos los dias, abre los ojos perrucha cubana, aqui no tienes que llamarte juansalvo.
el capitalismo cree en la realidad, si no quieres formar parte de una cadena productiva para hacerle ganar dinero a una empresa cualquiera que si tiene exito te pagara mas estas en tu derecho, aqui no estas limitado a vivir en una granja de 1 hectarea sobreviviendo con raices, aqui no tienes que trabajar para tu papi el Barbon verducho y su proxeneta burocracia dorada que usa tu cuerpo todos los dias, abre los ojos perrucha cubana, aqui no tienes que llamarte juansalvo.
Re: Re: Re: Re: Los derechos del caballo y los derechos del hombre
Enviado por el día 1 de Junio de 2004 a las 17:59
"abre los ojos perrucha cubana"
Te dije que ibas a ponerte en ridiculo...
Te dije que ibas a ponerte en ridiculo...