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3 de Mayo de 2005

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Seny
Bitácora de Antonio Mascaró Rotger

La teoría del caos: dos ensayos sobre la anarquía de mercado

Acabo de leer el panfleto ancap de Robert P. Murphy, Chaos Theory: Two Essays On Market Anarchy. Ofrece ideas interesantes pero no me ha convencido del todo.

El librito, de escasas sesenta páginas, se divide en dos escritos: uno sobre la ley privada y el otro sobre la defensa privada. En ambos casos, la propuesta de Murphy consiste en una sociedad sin Estado en la que las personas se relacionan mediante contratos. El título, precisamente, se refiere al caos resultante que uno esperaría de tal anarquía contractual. Obviamente, el autor sostiene que no emergería el caos destructor sino el orden creativo. ¿Cómo? Asegurándose cada cual de que las relaciones de todo tipo que mantiene con otros estén sujetas a contratos que le resulten satisfactorios.

Esto lleva a Murphy a suponer que los propietarios de terrenos obligarían a los visitantes a llevar una especie de seguro que cubriese los daños que podrían ocasionarles.

Tras una breve descripción de su idea, Murphy se defiende de las objeciones más previsibles o comunes: ¿acaso no se convertirían las agencias privadas en Estados? ¿acaso no se haría con el poder la Mafia? ¿y qué pasaría con los niños?

Pero la cuestión es que Murphy pretende basar este sistema no sobre la ley natural sino sobre contratos de seguro à la Hoppe. Buena parte de las críticas que Murphy ha recibido se refieren a los defectos de este sistema de seguros: la imposibilidad de asegurarse cuando el asegurado controla la situación, la falta de interés del asegurado potencial en contratar el seguro o la situación de desamparo cuando la víctima sea la propia agencia de seguros.

En parte, por tanto, cabe hacerle a Murphy las mismas críticas que Gabriel Calzada ya hizo a Hans H. Hoppe sobre su propuesta de proveer una defensa privada vía agencias de seguros. Argumentos que creo que ya son bastante conocidos por los lectores de liberalismo.org.

¿De hecho, porque obligar al visitante a firmar un contrato o llevar un seguro cuando puede, simplemente, avisársele de las normas de la casa? Como sucede tan a menudo, la crítica de Murphy al Estado es demoledora pero la alternativa concreta sugerida no parece la más plausible. Y es que, como comenta su amigo Gene Callahan, si supiésemos cómo será el mundo perfecto no nos haría falta la empresarialidad, el proceso de mercado, ese constante sistema de prueba y error basado en la libertad. Bastaría con llamar al planificador social.

Por otra parte, Murphy, que no suele destacarse por su moderación, se refrena mucho en la defensa de la libertad de portar armas. No es que defienda el control pero asume que no habrá muchas. Por ejemplo, se despacha el temor a las armas nucleares privadas diciendo que seguramente no las habrá porque la prima del seguro sería demasiado elevada. En parte, tiene sentido pero no creo que sirva para dejar el tema zanjado. Sobre este tema, es mucho más ilustrativa y estimulante la historia de la auténtica bomba de neutrones privada cubierta de chocolate, una historia totalmente real sobre la construcción de una bomba nuclear privada en los EE.UU. hace unas décadas (que merece un post aparte).


Comentarios

 
A mí el planfleto me ha parecido también muy interesante. Pese a lo disputable de algunas de sus propuestas, Murphy aporta sólidos y originales argumentos en favor del anarquismo de mercado. Por ejemplo estos en relación a la defensa privada y al problema del “free-riding”:

”If necessary he (el ejecutivo de la empresa de defensa) would write only long-term contracts, and would make them conditional on the acceptance of a minimum threshold of clients.

(...)But make no mistake, military defense would be adequately funded, for the simple reason that shareholers of rich companies are anything but reckless when it comes to money. Because of their size, the biggest companies couldn’t ignore the effect of their own behavior on military preparedness.

Furthermore, certain types of property – airports, bridges, higways, power plants, and of course, military equipment – would be far likelier targets of foreign attack, and their owners would thus constitut an even smaller group to benefit disproportionately from defense expenditures. This heterogeneity would weaken further the “spillover” character of defense services, making an efficient arrangement all the easier to achieve. Those companies that ended up paying the most might perceive the arrangement as unfair, but there would nevertheless always be an arrangement. The highest contributors might even advertise this fact, much as large corporations make ostentatious donations to carity in order to curry goodwill.”


Lo dicho, muy interesante.
Un saludo
Enviado por el día 3 de Mayo de 2005 a las 01:09 (1)
Magnífico artículo, Antonio Mascaró; pero sin embargo no ha quedado claro el asunto de las críticas de Gabriel Calzada a Hoppe. Hoppe siempre reclama la lucha permanente frente a la formación de monopolios. Esa contestación de Hoppe ¿ cómo es solucionada por Gabriel Calzada?
Enviado por el día 3 de Mayo de 2005 a las 16:56 (2)
Ciertamente no me suenan estas citas de Murphy, tomando en cuenta la descripción de Tony, como las que caracterizarían a un planificador central, pero sí me resultan altamente especulativas (aparte de que parece que le faltó claridad de exposición). Es probable, incluso deseable, para mí lo que dice, solo eso.

Enviado por el día 4 de Mayo de 2005 a las 04:08 (3)

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