6 de Noviembre de 2006

Original publicado el 24 de septiembre de 2006

El New York Times ha informado de que el Fiscal General de California, Bill Lockyer, va a demandar a los seis principales fabricantes de automóviles por su supuesta contribución al "calentamiento global" y el daño resultante al Estado de California.

"El calentamiento global", informa que dijo el fiscal general, "está causando un daño significativo al medio ambiente, la economía, la agricultura y la salud pública de California (...) Las emisiones de los vehículos son la fuente más rápidamente creciente de emisiones de carbono que contribuyen al calentamiento global (...)".

La demanda acusa a las compañías automovilísticas, en palabras del Times, "de crear molestias públicas al fabricar millones de vehículos que descargan anualmente en conjunto 289 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera".

El Sr. Lockyer y sus partidarios aparentemente no piensan en términos de principios. Si lo hicieran, se darían cuenta de que la lógica de lo que demandan a las compañías automovilísticas podría igualmente permitirles demandar a Caltrans, la agencia estatal responsable de la planificación, construcción y mantenimiento de las carreteras. Podría demandar a Caltrans por su papel en hacer posible la presencia de millones de automóviles en el estado emitiendo dióxido de carbono. Después de todo, si Caltrans no hubiera construido sus carreteras, el número de automóviles que se habrían vendido en California hubiera sido muy inferior y por tanto los problemas de los que se queja el Sr. Lockyer también hubieran sido mucho menores. Por extensión, también podríamos extender la lista de acusados a los legisladores estatales que votaron los presupuestos anuales de Caltrans.

Y por la misma lógica, aplicada a un nivel más básico, podría demandar a los millones de residentes individuales de California cuyas compras de automóviles a lo largo de los años dieron a los fabricantes de automóviles el incentivo y los medios económicos para continuar con su supuesta actividad destructiva al ofrecer a la gente medios de transporte cómodos y de bajo coste. Pocas cosas son más ciertas que el que pocos automóviles habría habido en California en ausencia de sus compras.

Como funcionario del Estado responsable de hacer cumplir la ley, el Sr. Lockyer está armado. Su demanda completamente grotesca demuestra asimismo que es peligroso.

En un tiempo anterior, cuando existía la posibilidad de encontrarse con un hombre armado y peligroso, se avisaba a los ciudadanos de que no intentaran acercársele, sino acudir a las fuerzas de orden público. La tragedia (la broma) es que hoy día el Sr. Lockyer y otros de su calaña son a menudo las fuerzas de orden público.

Traducido por Mariano Bas Uribe.

© 2006, de George Reisman para este artículo. Se autoriza la reproducción y distribución electrónica e impresa, salvo como parte de un libro, y con la obligación de mencionar la web del autor, www.capitalism.net. (Se requiere notificación por correo electrónico al autor). Todos los demás derechos reservados.

Publicaré de tanto en tanto artículos de Reisman en el blog que no vea adecuados para la página, sea por extensión o por temática. Pero ya que Mariano nos los traduce, no es cuestión dejarlos que se echen a perder...