19 de Noviembre de 2004

Nos estamos acostumbrando a ver violencia por televisión y a disculparla cuando el violento tiene una solidaria razón para ejercerla. Nos horripila que en Estados Unidos alguien tenga un arma pero mostramos indiferencia si un señor con mono de trabajo y un pañuelo en el rostro pide que se mantenga su puesto de trabajo y a continuación toma un tirachinas y lanza una bola de acero a los antidisturbios, o con unos compañeros quema un coche de un pobre hombre que cometió el error de dejarlo aparcado ahí, o tiran una farola que pagamos todos los españoles con el dinero de los impuestos. Si nos hacen llegar tarde a cualquier sitio, lo haremos por una causa solidaria, una causa noble y porque no nos queda más remedio que tragar la bilis que nos produce la situación.

Pero lo de Izar como lo de cualquier otra empresa pública no es nuevo y tarde o temprano se verá venir en todas ellas. Sin remontarme a los tiempos en que fue creada la empresa, si no me he informado mal cuando el Caudillo metía aún a los comunistas en la trena por pensar raro, la situación actual de Izar es la consecuencia de seis irresponsabilidades que juntas han desembocado en todo esto:

A) La primera cronológicamente hablando es del PP y en concreto del Gobierno Aznar que no supo, no quiso o no se atrevió a finiquitar o privatizar esta empresa pública. Es curioso lo que le cuesta a los gobiernos tomar decisiones cuando los masas sindicales y laborales se emplean de manera expeditiva, incluso virulenta. No es cobardía frente a la violencia, es cobardía hacia una situación que le puede restar votos, es la perpetuación en el poder frente a la política de estado. Y me molesta especialmente en los populares pues son ellos los más indicados cuando no los únicos en llevar a cabo estos procesos. No me imagino a Llamazares dando el plácet a ZP para cargarse Izar y mucho menos a González esculpiendo su lápida. No tiene ninguna fuerza de izquierdas ni la valentía ni la vergüenza necesarias.

B) La segunda y tercera se la adjudicamos al Gobierno de ZP. Una de ellas, la absurda política de enfrentamiento con los Estados Unidos ha supuesto que se perdieran contratos que podrían haber resucitado a Izar. Por poner un ejemplo, el contrato de mantenimiento de la VI Flota americana se ha repartido entre Italia y Portugal y España, la mejor colocada, ha visto como se le escapaba la oportunidad.

La otra irresponsabilidad radica en este afán de decir que sí a todo y que a Zapatero le ha supuesto que su Gobierno sea un títere del nacionalismo secesionista y de la izquierda más carca. No se puede prometer algo que se sabe que no puede cumplir. Ni trabajadores ni sindicatos deberían haber oído una palabra de ánimo o de esperanza si nada se podía hacer. La realidad, por dura que sea, sería lo moralmente aceptable.

C) La cuarta irresponsabilidad recae en Bruselas que no duda en tratar a los países según su poder fáctico. Francia y Alemania tienen el visto bueno para saltarse cualquier acuerdo que hayan firmado sin que Bruselas se plantee un castigo adecuado. Sin embargo, la situación de un país como España se ve de otra manera. Las empresas públicas francesas pueden recibir ayudas, las españolas no. De nada sirvió que ZP invitara a sus aliados. Estos no van a hacer nada por tan lamentable socio.

D) La quinta irresponsabilidad pertenece a los sindicatos que arengan a los trabajadores a actuar incluso cuando saben que no se puede dar marcha atrás, cuando saben que una vez que ha hablado Bruselas, los responsables políticos tienen las manos atadas. No pueden aceptar la realidad porque eso supondría perder poder. Quizá asistamos a una rocambolesca retirada en las sombras de los principales sindicatos para no verse inmersos en el inevitable crecimiento de la violencia.

E) La sexta y última irresponsabilidad se la adjudicaremos a los propios trabajadores que no dudan en pedir sus derechos y de paso quitarle el dinero, en forma de impuestos, a los ciudadanos que pagan sus sueldos y sus desmanes violentos; que niegan la realidad y se garran a un supuesto derecho que es un puesto de trabajo aunque si no hay clientes, las empresas quiebran e Izar no va a ser menos. Ellos quieren ser trabajadores de primera, cobrar sin trabajar. El uso de la violencia demuestra desprecio al ciudadano, desprecio a la propiedad ajena, a la ley y a las fuerzas de seguridad, a la vez que deja entrever una personalidad infantil y una ignorancia de cómo funcionan las cosas en este mundo.