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21 de Marzo de 2005

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

Algunos problemas de la política de cuotas

Una de las bases de la política agraria europea es que todos los países pueden cultivar o criar de todo independientemente de si el terreno y el clima es bueno para ello. Para permitir que un ganadero alemán tenga vacas de leche, lo mismo que uno andaluz, aunque el clima germano es infinitamente mejor que el andaluz, existe el sistema de cuotas. Se asigna a cada país una cuota de tal producto o cultivo. El gobierno adjudica a cada región, otra cantidad, todas ellas en función de las producciones pasadas, y así sucesivamente hasta que en teoría cada uno tiene previsto lo que puede producir. Esto en teoría, en la práctica existe una mafia de cuotas, de productos que rulan de una zona a otra, de corrupciones varias como la llamada leche negra.

Dicho sea de paso, esto puede servir de guía para que se pueda ver, con cierto grado de verosimilitud, lo que pasará con el mercado del CO2, que no deja de ser una cuota. Dichoso Kyoto.

Las políticas de cuota chocan frontalmente con la eficiencia. Si un terreno es favorable para el cultivo de, por ejemplo, el olivo o la vid, debería darse a ello, intentando colocar sus producciones y productos en los mercados mundiales y demostrando así el buen hacer empresarial. Pero la cuota impide que determinado terreno o clima de lo máximo de sí a costa de que otro lugar menos eficiente tenga su producción aunque podría dedicarse a otros menesteres más eficientes.

Una de las consecuencias de este sistema es que se generan unos excedentes enormes por mucho que nos empeñemos en multar a los infractores. Tal es el caso de lo ocurrido con nuestra industria vitivinícola. Denuncia ASAJA que el consumo de vino deja sin salida una producción en alza. El vino ha experimentado en España un importante impulso al eliminarse casi por completo el de mala calidad, creándose excelentes caldos por todo el territorio patrio. Sinceramente, es difícil encontrar una lugar en España donde no se puede tomar al menos un buen vino. Si los productores tuvieran abiertas las puertas del comercio, el excedente creado por la bajada en el consumo, hecho imposible de prever cuando se limitan las producciones o los cultivos, se podría colocar en otros mercados más necesitados. Pero claro, esto funciona en los dos sentidos, las vacas de leche en Andalucía serían un problema ante una leche muchísimo más barata y de calidad excelente que viene desde nuestras antípodas, Nueva Zelanda. Lo que no se puede ocurrir, al menos de momento, es que nos obliguen a beber vino ¿o sí?.

Comentarios

 
Todo el sistema se monta para hacer imprescindibles a los "cuoteros" o personajes encargados de velar por su actual cuota hasta que otro producto ofrezca un tanto por ciento más elevado de "color" añadido.
Enviado por el día 22 de Marzo de 2005 a las 18:29 (1)
La política de cuotas se cae por sí misma llevándola al extremo. Acabaríamos todos siendo "El horticultor autosuficiente" delicioso libro que me encantaba cuando niña, que hablaba de cómo vivir con una finca de dos hectáreas en la que tenías de todo: verduras, frutas, vacas, conejos, gallinas... y te enseñaba cómo esquilar ovejas, hacer jabón, encurtir col o compostar excrementos de cerdo. Dejó de gustarme cuando comprendí que si vivías así no tenías ni un minuto libre para nada que no fuera ocuparte de tu finca.
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 11:56 (2)

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