14 de Julio de 2005
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Bitácora de Alberto Illán Oviedo
Una Caja Vasca única.
Si de algo carece el nacionalismo vasco es de una entidad financiera de peso. Esa labor la debería haber ejercido alguno de los bancos que ahora forman parte del BBVA y que dejaron de ser 'vascos' cuando el Banco Bilbao Vizcaya se fusionó con Argentaria para formar la actual entidad. La lucha por el poder entre Emilio Ybarra, presidente de BBV y Francisco González, de Argentaria, terminó hace ya cierto tiempo con el fin de la presidencia compartida, el triunfo de FG y el calvario de Ybarra, inmerso en el caso BBV, con cuentas opacas en paraísos fiscales y todavía en pleno juicio. Esta carencia ha sido paliada por las cajas de ahorro.
Estas entidades de crédito de carácter semipúblico y con una razón social, en principio, más intensa que la de los bancos, son perfectas para las aspiraciones nacionalistas. Sus órganos de gobierno integrados en gran medida por miembros nombrados por diferentes organismos públicos, desde las propias Comunidades hasta diputaciones y ayuntamientos, son a todas luces muy influenciables. El problema de las tres cajas vascas es que están muy lejos del tamaño que tienen los dos principales organismos de este tipo, La Caixa y Caja Madrid. En estas circunstancias el recién formado Gobierno vasco parece que ve con buenos ojos que las tres cajas vascas, la alavesa Vital, la vizcaína BBK y la guipuzcoana Kutxa se fusionen para dar lugar a una mucho mayor, aunque creo que todavía alejada de los puestos de cabeza, y conseguir así una entidad con más peso y con control directo del gobierno.
Esta medida puede aportar al PNV, dominados los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, la cuarta pata, la financiera, que completaría el banco donde asentar su proyecto independentista. Precisamente el carácter social de las cajas haría mucho más fácil la financiación de determinadas organizaciones que con el disfraz de piel de oveja, esconderían al lobo terrorista e independentista. Lo que está claro es que un nuevo frente político se abre en el panorama vasco. Aunque sólo es un proyecto ya ha generado polémica. El alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso, dice que la Caja alavesa es "esencial para el desarrollo social y económico de nuestra provincia y de nuestra ciudad" por lo que no pueden "respaldar un proyecto que implique la desaparición de Caja Vital". Por su parte, la Diputación alavesa dice que es temerario.
Por su parte, Mikel Arana de IU del País Vasco asegura que la fusión potenciaría la labor social a la vez que fomentaría y mejoraría la atención ciudadana. Por supuesto, no ha dudado en decir que el proceso "no puede responder a intereses ni financieros, ni partidistas, ni a pugnas de poder" y que "la sociedad vasca sólo vería con buenos ojos esta operación de BBK, Kutxa y Caja Vital si sus respectivas direcciones abordan la fusión con el ánimo de desarrollar una labor social en el ámbito de la atención a obras sociales y a las personas más necesitadas".
Por otra parte, el sindicato LAB dice que si la fusión llegara buen fin, "en ningún caso debe primarse la mera gestión para la obtención de los mayores beneficios" siendo su objetivo "la revitalización económica y social de este país".
Lo que sí parece clarísimo es detrás de todas estas bonitas palabras de bien social, atención al ciudadano y demás lindezas, los que realmente disfrutarán serán los turistas accidentales de Perpiñán.
Estas entidades de crédito de carácter semipúblico y con una razón social, en principio, más intensa que la de los bancos, son perfectas para las aspiraciones nacionalistas. Sus órganos de gobierno integrados en gran medida por miembros nombrados por diferentes organismos públicos, desde las propias Comunidades hasta diputaciones y ayuntamientos, son a todas luces muy influenciables. El problema de las tres cajas vascas es que están muy lejos del tamaño que tienen los dos principales organismos de este tipo, La Caixa y Caja Madrid. En estas circunstancias el recién formado Gobierno vasco parece que ve con buenos ojos que las tres cajas vascas, la alavesa Vital, la vizcaína BBK y la guipuzcoana Kutxa se fusionen para dar lugar a una mucho mayor, aunque creo que todavía alejada de los puestos de cabeza, y conseguir así una entidad con más peso y con control directo del gobierno.
Esta medida puede aportar al PNV, dominados los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, la cuarta pata, la financiera, que completaría el banco donde asentar su proyecto independentista. Precisamente el carácter social de las cajas haría mucho más fácil la financiación de determinadas organizaciones que con el disfraz de piel de oveja, esconderían al lobo terrorista e independentista. Lo que está claro es que un nuevo frente político se abre en el panorama vasco. Aunque sólo es un proyecto ya ha generado polémica. El alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso, dice que la Caja alavesa es "esencial para el desarrollo social y económico de nuestra provincia y de nuestra ciudad" por lo que no pueden "respaldar un proyecto que implique la desaparición de Caja Vital". Por su parte, la Diputación alavesa dice que es temerario.
Por su parte, Mikel Arana de IU del País Vasco asegura que la fusión potenciaría la labor social a la vez que fomentaría y mejoraría la atención ciudadana. Por supuesto, no ha dudado en decir que el proceso "no puede responder a intereses ni financieros, ni partidistas, ni a pugnas de poder" y que "la sociedad vasca sólo vería con buenos ojos esta operación de BBK, Kutxa y Caja Vital si sus respectivas direcciones abordan la fusión con el ánimo de desarrollar una labor social en el ámbito de la atención a obras sociales y a las personas más necesitadas".
Por otra parte, el sindicato LAB dice que si la fusión llegara buen fin, "en ningún caso debe primarse la mera gestión para la obtención de los mayores beneficios" siendo su objetivo "la revitalización económica y social de este país".
Lo que sí parece clarísimo es detrás de todas estas bonitas palabras de bien social, atención al ciudadano y demás lindezas, los que realmente disfrutarán serán los turistas accidentales de Perpiñán.
Comentarios
Tendríamos que iniciar una campaña contra las Cajas de Ahorro. Instituciones pseudo-financieras, de marcado carácter político. El intervencionismo en grado superlativo. Aparte de la irregularidad -e incoherencia- que pueden comprar todo lo comprable, mientras nadie puede comprarlas a ellas. Desconozco en cuantos países existe un fenómeno similar al de España, pero es indudable que los liberales debemos manifestar nuestro rechazo. Ni una sola cuenta corriente en una Caja de Ahorros. Ni vasca, ni madrileña, ni valenciana, ni catalana.
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