29 de Agosto de 2005

Ya están aquí, se les acabó las vacaciones y vienen con fuerzas renovadas. Los intelectuales, de izquierdas se entiende, han hecho su primera reivindicación, económica se entiende, de la temporada. Pilar Bardem, todo un símbolo del pacifismo de 'depende qué guerra' y del compromiso social 'con el dinero que ella te diga', nos ha vuelto a recordar que la copia privada "no es un derecho del consumidor" y que se le debe poner un canon porque este se "reinvierte en los artistas", que por lo visto sí es un derecho. Conmovedor.

"Sólo un tercio de los actores puede vivir de su trabajo".

Esto sólo puede responder a dos situaciones, que todavía no se ha cubierto el cupo de bienes que el Estado arrebata al ciudadano medio para pagar las cada vez mayores necesidades monetarias del lobby o que a lo mejor, sólo a lo mejor, hay más trabajadores en este mercado que los que el público reclama. Para mí que Doña Pilar, que es muy Doña, está por lo primero pero me da que el verdadero problema es lo segundo. El cine español no pasa un buen momento, les guste o no a los actorcillos, a los actorcetes y a los pedazo de actores, entre los que seguramente se encuentra Doña Pilar, que es muy Doña. El resucitarlo con subvenciones y cánones no le ha salvado ni antes, ni ahora, ni lo hará en el futuro. Sólo a lo mejor, sería necesario hacer ese tipo de películas que engancha al público para empezar a cambiar.

El teatro va algo mejor, el musical encandila, al menos en Madrid pero todavía falta mucho trecho que recorrer para llegar al nivel de Londres o Nueva York, la ayuda pública sigue vigente. Lo que sí vende es la televisión, pero en este medio ya están cuatro productoras que producen todo lo que se ve y claro con los mismos cuatro actores de siempre, que son los que atrapan al televidente, acostumbrado a ver series de guión pésimo y actuaciones lamentables en muchos casos, (los personajes no los levanta ni Cary Grant en su mejor época). Poco sitio para los nuevos que ven como hasta los famosos de Gran Hermano les quitan el puesto. Son las cosas del querer, que dice la canción.

Pues va ser que hay mucho aspirante a la fama y no hay fama suficiente para todos. Como no hay mercado para tanto abogado ni tanto ingeniero ni tanto licenciado que tenemos. Pero éstos no piden subvención, los artistas sí que para eso tiene asociaciones relevantes. Así que cuando Doña Pilar, que es muy Doña, dice que el canon para los artistas resulta "beneficioso" para los ciudadanos, yo le voy a dar la razón por que hoy me apetece y estoy generoso. Y otro para los toreros, sin olvidar a los abogados, los fontaneros, los empleados de banca, los autónomos, los bitacoreros, los periodistas, los ingenieros, los albañiles, los caldereros, los agricultores, los... al fin y al cabo, todos somos iguales ¿no? Y como un canon se anula con los otros, todo seguiría igual.

¿O es que los artistas quieren ser diferentes de los demás?. Esto no es ser de izquierdas, Doña Pilar, por muy Doña que sea usted.