19 de Marzo de 2006
« La sociedad que podemos esperar | Principal | La Bicha administrativa »
Bitácora de Alberto Illán Oviedo
IV Foro Mundial del Agua
En estos días, y sin demasiado revuelo informativo en España, se está celebrando en Méjico el IV Foro Mundial del Agua que pretende de un tirón resolver los muchos problemas que se plantean en el acceso de una buena parte de la población mundial al agua potable. El caso es que los allí reunidos tratan sobre "asuntos financieros, éticos, ecológicos y políticos relacionados con el agua". Leída la noticia me temo que una vez más los ponentes marean la perdiz pública y abordan este problema desde la óptica de derecho irrenunciable por toda la humanidad sin abordar las causas sino los efectos. Ahora parece que la estrategia es descomponer el problema en partes y resolverlas por separado. La idea no tiene porque estar mal pero tampoco bien. En tanto los que los resuelvan sean las autoridades públicas el mal de base seguirá siendo el mismo y la resolución será una cuestión de azar más que de capacidad.
Por poner unos ejemplos, pasemos a la solución planteada por Pedro Arrojo, Doctor en Ciencias Físicas y profesor de Análisis Económico en la Universidad de Zaragoza y presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, que lamenta que hasta ahora el negocio del agua se haya antepuesto a la consideración del acceso a este recurso escaso como un derecho humano.
El bueno de Don Pedro olvida más que ignora que la posesión del agua, su gestión y su precio está en la mayoría de los casos en manos de las Administraciones Públicas, (que sí no es por ejemplo el Canal de Isabel II en Madrid) y que siendo gestionada en algunos casos por empresas privadas, estas acuden a concursos públicos planteados por corporaciones locales que no son precisamente un ejemplo de transparencia. Su planteamiento de derecho humano es en todo caso una simpleza muy solidaria y dentro de la corrección política imperante pero poco cercano a la realidad. Poco se puede hacer para que en países africanos, donde no es un problema la falta de agua, donde hay guerras permanentes, donde la corrupción gubernamental impera, donde las guerras tribales no han desaparecido en pleno siglo XXI, se pueda construir y mantener una red de distribución. En estos países, con diferentes grados de intervencionismo o de caos o de ambos, es materialmente imposible que la gente pueda tener agua tal como pretende el presidente de la FNCA. Que algo sea deseable o incluso necesario no lo convierte en derecho pero lo que además no pude ser, no puede ser que diría el filósofo. ¿O mandamos a los marines?
Por otra parte, Eduardo Sojo, coordinador de Políticas Públicas del Gobierno de Vicente Fox, llama a buscar un "nuevo contrato social para el agua", en su país con objetivos comunes en los niveles federal, estatal y municipal, así como en el Legislativo.
Muy bonito la fábula pero no recuerdo yo a nadie que haya definido eso de "contrato social" con un mínimo de coherencia en ningún momento. Me temo que disfrazar algo que no existe con un bonito traje en forma de retórica no es la solución de nada.
Si las autoridades no lo impiden, la única manera de llevar agua a aquellos sitios donde la gente la demanda, además del autoabastecimiento, es crear empresas que construyan las infraestructuras necesarias, que los clientes paguen un precio por ella, el que se acuerde considerando las posibilidades de unos y los costes y beneficios de los otros. El resto es volver a la clásica ineficiencia estatal, el transformar el agua en un arma arrojadiza en oscuros intereses políticos (véase el Plan Hidrológico Nacional que desarrolló el PP y que se cargó el PSOE cuando llegó al poder), sin olvidad que el agua ha sido causa de no pocas guerras y conflictos internacionales.
Por poner unos ejemplos, pasemos a la solución planteada por Pedro Arrojo, Doctor en Ciencias Físicas y profesor de Análisis Económico en la Universidad de Zaragoza y presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, que lamenta que hasta ahora el negocio del agua se haya antepuesto a la consideración del acceso a este recurso escaso como un derecho humano.
El bueno de Don Pedro olvida más que ignora que la posesión del agua, su gestión y su precio está en la mayoría de los casos en manos de las Administraciones Públicas, (que sí no es por ejemplo el Canal de Isabel II en Madrid) y que siendo gestionada en algunos casos por empresas privadas, estas acuden a concursos públicos planteados por corporaciones locales que no son precisamente un ejemplo de transparencia. Su planteamiento de derecho humano es en todo caso una simpleza muy solidaria y dentro de la corrección política imperante pero poco cercano a la realidad. Poco se puede hacer para que en países africanos, donde no es un problema la falta de agua, donde hay guerras permanentes, donde la corrupción gubernamental impera, donde las guerras tribales no han desaparecido en pleno siglo XXI, se pueda construir y mantener una red de distribución. En estos países, con diferentes grados de intervencionismo o de caos o de ambos, es materialmente imposible que la gente pueda tener agua tal como pretende el presidente de la FNCA. Que algo sea deseable o incluso necesario no lo convierte en derecho pero lo que además no pude ser, no puede ser que diría el filósofo. ¿O mandamos a los marines?
Por otra parte, Eduardo Sojo, coordinador de Políticas Públicas del Gobierno de Vicente Fox, llama a buscar un "nuevo contrato social para el agua", en su país con objetivos comunes en los niveles federal, estatal y municipal, así como en el Legislativo.
Muy bonito la fábula pero no recuerdo yo a nadie que haya definido eso de "contrato social" con un mínimo de coherencia en ningún momento. Me temo que disfrazar algo que no existe con un bonito traje en forma de retórica no es la solución de nada.
Si las autoridades no lo impiden, la única manera de llevar agua a aquellos sitios donde la gente la demanda, además del autoabastecimiento, es crear empresas que construyan las infraestructuras necesarias, que los clientes paguen un precio por ella, el que se acuerde considerando las posibilidades de unos y los costes y beneficios de los otros. El resto es volver a la clásica ineficiencia estatal, el transformar el agua en un arma arrojadiza en oscuros intereses políticos (véase el Plan Hidrológico Nacional que desarrolló el PP y que se cargó el PSOE cuando llegó al poder), sin olvidad que el agua ha sido causa de no pocas guerras y conflictos internacionales.
Comentarios
La verdad Alberto es que siempre resulta difícil apostillarte algo a lo que dices, sobre todo si lo haces desde tus mismas posiciones.
Sólo por tratar de sacar jugo a una idea más que nada por profundizar en conceptos.
Hablas y hablas bien del caso del PHN promovido por el PP, basándose en lo inicialmente hecho por el PSOE en tiempos de Borrell y apoyado por gente tan del partido de los de toda la vida, bueno no tanto, como Pepe, Bono. Pues bien, ahora resulta que los del PP de C-LM no defienden el trasvase sino que critican que se haga política con el agua, precisamente cuando Barreda defiende que las comunidades autónomas por las que pasan los riós gestionen ellas el agua de éstos.
La pregunta es ¿de quién es el agua que discurre por los ríos?
Podría uno pensar que agua que no has de beber déjala correr, pero si la bebes otro no la disfruta, el que la disfruta priva a otro de hacerlo...
Sólo por tratar de sacar jugo a una idea más que nada por profundizar en conceptos.
Hablas y hablas bien del caso del PHN promovido por el PP, basándose en lo inicialmente hecho por el PSOE en tiempos de Borrell y apoyado por gente tan del partido de los de toda la vida, bueno no tanto, como Pepe, Bono. Pues bien, ahora resulta que los del PP de C-LM no defienden el trasvase sino que critican que se haga política con el agua, precisamente cuando Barreda defiende que las comunidades autónomas por las que pasan los riós gestionen ellas el agua de éstos.
La pregunta es ¿de quién es el agua que discurre por los ríos?
Podría uno pensar que agua que no has de beber déjala correr, pero si la bebes otro no la disfruta, el que la disfruta priva a otro de hacerlo...
El agua es del que la coge o la posee pero supongo que esto debería matizarlo. Primero debo decir que yo no busco el sistema perfecto sino el más eficiente de forma que un mayor número de personas tengan agua a un precio adecuado a sus posibilidades, en cantidad suficiente y con la mayor calidad posible. Creo que es un tanto irreal pensar que este problema, tan viejo como la Humanidad, va a tener una solución única y global. En tanto una comunidad decida ir a vivir a un paraje sin los recursos hídricos adecuados o las conducciones necesarias, se volverá a las andadas, además de que en muchos casos la falta de agua sólo responde a razones ajenas al problema.
Personalmente creo que el agua es del que la posee, y si quiere hacer negocio por la prestación del servicio los clientes deberán pagar lo que se estime adecuado. En tanto nadie sea propietario del río, el lago o el pantano, (cosa un poco difícil en estos tiempos) el agua no tiene porque ser de nadie, como no lo es un pedazo de Luna. Tu preocupación supongo que vendrá del nada hipotético caso de que una organización (empresa, estado, etc.) represe un río o algo parecido dejando a los que viven cauce abajo sin suministro. Bueno, en principio no debería pasar nada pues se tendrían mecanismos adecuados para que eso se pudiera evitar y que el daño fuera el menor posible. En el mejor de los casos, los acuerdos contractuales (en el Universo AnCap) podrían haber previsto esta situación o la Ley (en un Universo más cercano al real) la prohibiría estableciendo un curso mínimo. Si la situación va a peor, entraríamos en los tribunales de arbitraje (de nuevo en el Universo AnCap, bueno no sólo en él) o los tribunales ordinarios (en el más real) o los acuerdos internacionales en el caso de varios países. Se supone que con los retrasos burocráticos habituales, estos deberían resolverlo en un tiempo prudencial quizá unos años :-). En todos los casos habrá dificultades pero yo no digo que los sistemas sean perfectos.
[sigue]
Personalmente creo que el agua es del que la posee, y si quiere hacer negocio por la prestación del servicio los clientes deberán pagar lo que se estime adecuado. En tanto nadie sea propietario del río, el lago o el pantano, (cosa un poco difícil en estos tiempos) el agua no tiene porque ser de nadie, como no lo es un pedazo de Luna. Tu preocupación supongo que vendrá del nada hipotético caso de que una organización (empresa, estado, etc.) represe un río o algo parecido dejando a los que viven cauce abajo sin suministro. Bueno, en principio no debería pasar nada pues se tendrían mecanismos adecuados para que eso se pudiera evitar y que el daño fuera el menor posible. En el mejor de los casos, los acuerdos contractuales (en el Universo AnCap) podrían haber previsto esta situación o la Ley (en un Universo más cercano al real) la prohibiría estableciendo un curso mínimo. Si la situación va a peor, entraríamos en los tribunales de arbitraje (de nuevo en el Universo AnCap, bueno no sólo en él) o los tribunales ordinarios (en el más real) o los acuerdos internacionales en el caso de varios países. Se supone que con los retrasos burocráticos habituales, estos deberían resolverlo en un tiempo prudencial quizá unos años :-). En todos los casos habrá dificultades pero yo no digo que los sistemas sean perfectos.
[sigue]
Por supuesto que existe una tercera posibilidad, que el conflicto vaya a más y se vuelva violento (por ejemplo, una de las razones de la presencia israelí en los Altos del Golán). Bueno, el conflicto y la guerra forman parte de la Humanidad por mucho que nos duela, esperemos que el sentido común llegue a las partes en conflicto. Creo que estos servicios básicos son usados en demasía por los gobernantes para hacer política, que por muy básicos que parezcan no son derechos, y que la gestión y posesión por parte de entidades privadas y no públicas posibilitaría una disminución de estas problemáticas. Y digo disminución no desaparición, no estoy tan loco como para pensar que vivimos en el mundo de la piruleta y del buenismo.
En un mundo anarco tienes varios problemas con el asunto del agua.
Lo primero es establecer el método según el cual se adquiere la propiedad primera, y segundo el saber cuanta propiedad se puede obtener por ese medio.
Si, ya sé que está el concepto de la primera ocupación, pero la primera ocupación no resuelve el tema del cómo. Veamos, yo planto una huerta en un terreno virgen (suponiendo que sepamos positivamente que ese terreno es virgen) ¿mis tierras sólo son aquellas que han sido roturadas en el proceso de plantación de una huerta? Entonces podríamos suponer que en vez de roturar dos fanegas roturo quince hectáreas, aunque luego positivamente sólo aproveche media fanega. ¿El método de la huerta es válido?
Podría ser que yo estableciera un terreno de caza, es decir, cazo ciervos, ¿es decir los terrenos que usan los ciervos son míos? Entonces entramos en un proceso de establecer el cómo y el cuánto. Al igual que en el caso anterior.
Bueno, supongamos que hemos alcanzado un consenso en cuanto a la obtención de tierras, no me atrevo a especificarlo, pero ocurre que las tierras son una cosa y el agua de los ríos es otra. Es decir, salvo que asumamos que mediante el consenso que los ríos fueran una propiedad que se adquiere de determinada forma, y habría mucho problema en ello, si hay varias propiedades que cruza ese río el hecho de que alguien lo represe llevaría aparejado un perjuicio a las propiedades río abajo, al igual que el hecho de que un dueño río arriba vierta contaminantes perjudicaría a los demás..
Ocurre además que si se acordara que no se pueden represar los ríos, si yo extraigo una cantidad mayor o menor del río mediante bombas o norias o desvíos más o menos profundos, es decir, me cargo el cauce normal para mi provecho estaríamos en la mismas situación. Tendríamos que llegar a un nuevo acuerdo sobre la cantidad. Todo sería acuerdo continuo o todo debería ser especificado mediante el acuerdo.
Lo primero es establecer el método según el cual se adquiere la propiedad primera, y segundo el saber cuanta propiedad se puede obtener por ese medio.
Si, ya sé que está el concepto de la primera ocupación, pero la primera ocupación no resuelve el tema del cómo. Veamos, yo planto una huerta en un terreno virgen (suponiendo que sepamos positivamente que ese terreno es virgen) ¿mis tierras sólo son aquellas que han sido roturadas en el proceso de plantación de una huerta? Entonces podríamos suponer que en vez de roturar dos fanegas roturo quince hectáreas, aunque luego positivamente sólo aproveche media fanega. ¿El método de la huerta es válido?
Podría ser que yo estableciera un terreno de caza, es decir, cazo ciervos, ¿es decir los terrenos que usan los ciervos son míos? Entonces entramos en un proceso de establecer el cómo y el cuánto. Al igual que en el caso anterior.
Bueno, supongamos que hemos alcanzado un consenso en cuanto a la obtención de tierras, no me atrevo a especificarlo, pero ocurre que las tierras son una cosa y el agua de los ríos es otra. Es decir, salvo que asumamos que mediante el consenso que los ríos fueran una propiedad que se adquiere de determinada forma, y habría mucho problema en ello, si hay varias propiedades que cruza ese río el hecho de que alguien lo represe llevaría aparejado un perjuicio a las propiedades río abajo, al igual que el hecho de que un dueño río arriba vierta contaminantes perjudicaría a los demás..
Ocurre además que si se acordara que no se pueden represar los ríos, si yo extraigo una cantidad mayor o menor del río mediante bombas o norias o desvíos más o menos profundos, es decir, me cargo el cauce normal para mi provecho estaríamos en la mismas situación. Tendríamos que llegar a un nuevo acuerdo sobre la cantidad. Todo sería acuerdo continuo o todo debería ser especificado mediante el acuerdo.
Bueno, eso sería en un mundo anarco.
Pero no estamos en un mundo anarco, estamos en un mundo dónde el Estado dictamina que los ríos son “de todos” con lo cual no son de nadie por lo que unos pocos pueden dictaminar mediante la coacción política usos distintos a los que cualquiera pudiera decidir sobre lo que fuera suyo. Se podría represar, se podría desviar, se podría desecar o se podría prohibir cualquier extracción de agua por mínima que fuese.
La situación, por tanto no es asimilable a leyes del mercado porque el bien en cuestión es un bien declarado público.
Si partimos de ahí nos encontramos que la solución difícilmente puede ser privada porque todo lo que a partir de lo público pase a ser privado acabará estando corrompido puesto que quienes administran ese bien no lo hacen en virtud de detentar sus derechos de propiedad.
Por tanto, los problemas del agua potable residen en: títulos claros de propiedad o gestión privada de un bien público. O, como actualmente vemos, gestión pública, corrupta, de un bien publico a cargo de empresas semipúblicas o concesionarias en beneficio de aquellos que tienen el poder político.
Particularmente para el caso del agua no veo más solución que la investigación y la innovación en búsqueda de un mejor aprovechamiento del recurso, recurso que no es escaso, pero que es muy mal administrado.
Pero no estamos en un mundo anarco, estamos en un mundo dónde el Estado dictamina que los ríos son “de todos” con lo cual no son de nadie por lo que unos pocos pueden dictaminar mediante la coacción política usos distintos a los que cualquiera pudiera decidir sobre lo que fuera suyo. Se podría represar, se podría desviar, se podría desecar o se podría prohibir cualquier extracción de agua por mínima que fuese.
La situación, por tanto no es asimilable a leyes del mercado porque el bien en cuestión es un bien declarado público.
Si partimos de ahí nos encontramos que la solución difícilmente puede ser privada porque todo lo que a partir de lo público pase a ser privado acabará estando corrompido puesto que quienes administran ese bien no lo hacen en virtud de detentar sus derechos de propiedad.
Por tanto, los problemas del agua potable residen en: títulos claros de propiedad o gestión privada de un bien público. O, como actualmente vemos, gestión pública, corrupta, de un bien publico a cargo de empresas semipúblicas o concesionarias en beneficio de aquellos que tienen el poder político.
Particularmente para el caso del agua no veo más solución que la investigación y la innovación en búsqueda de un mejor aprovechamiento del recurso, recurso que no es escaso, pero que es muy mal administrado.
Veamos, yo lo del mundo AnCap tampoco lo veo demasiado viable, puede que en unos siglos... Lo cierto es que estamos intentando resumir en unos pocos párrafos lo que ha llevado siglos a la Humanidad en crear, sistemas más o menos eficientes para la gestión del agua que podrían ocupar tomos y tomos, incluyendo lo legal y lo técnico y que con todo no ha sabido resolver, si es que tiene solución.
Desde luego el cambio es difícil, como bien dices partimos de una situación de bien público y hoy por hoy, los bienes públicos son intocables por parte de ningún privado (por poner un ejemplo las dichosas Cañadas Reales, que ya no servían para casi nada y que ahora se han vuelto un problema para muchos propietarios). Lo público conlleva corrupción o conducta ilegal, que muchos hasta justifican, y no es extraño que con cierta frecuencia aparezcan casos de aprovechamiento ilegales como ciertos pozos, o casos de corrupción en las empresas gestoras, esas del amigo del concejal de no sé qué pueblo.
Es evidente que hoy por hoy la mayoría de la población no comparte ciertos principios liberales, quizá por desconocimiento, quizá por adoctrinamiento, quizá por rechazo y ve justo e inevitable que el agua sea un bien público. Pero que la mayoría lo crea no quiere decir que sea el mejor sistema sobre todo si hay otros sistemas aunque sean rarísimos por no decir inexistentes. Se pueden dar pequeños pasos hacia un sistema más liberal, desde luego yo no propongo cambiar todo de golpe, no creo que sea lo más adecuado pero tampoco me gustan las cosas como están. Si metemos algo de mercado y quitamos algo de Estado, lo que sea, se habrá avanzado algo.
Y por supuesto, innovación e investigación, pero esto es más viable en sistemas privados que en públicos.
Desde luego el cambio es difícil, como bien dices partimos de una situación de bien público y hoy por hoy, los bienes públicos son intocables por parte de ningún privado (por poner un ejemplo las dichosas Cañadas Reales, que ya no servían para casi nada y que ahora se han vuelto un problema para muchos propietarios). Lo público conlleva corrupción o conducta ilegal, que muchos hasta justifican, y no es extraño que con cierta frecuencia aparezcan casos de aprovechamiento ilegales como ciertos pozos, o casos de corrupción en las empresas gestoras, esas del amigo del concejal de no sé qué pueblo.
Es evidente que hoy por hoy la mayoría de la población no comparte ciertos principios liberales, quizá por desconocimiento, quizá por adoctrinamiento, quizá por rechazo y ve justo e inevitable que el agua sea un bien público. Pero que la mayoría lo crea no quiere decir que sea el mejor sistema sobre todo si hay otros sistemas aunque sean rarísimos por no decir inexistentes. Se pueden dar pequeños pasos hacia un sistema más liberal, desde luego yo no propongo cambiar todo de golpe, no creo que sea lo más adecuado pero tampoco me gustan las cosas como están. Si metemos algo de mercado y quitamos algo de Estado, lo que sea, se habrá avanzado algo.
Y por supuesto, innovación e investigación, pero esto es más viable en sistemas privados que en públicos.
En Murcia, España, ya se han comprado derechos de riego del Tajo en Toledo. Los derechos de riego equivalen en la práctica a considerar el agua del Tajo como si fuera privada de los regantes. El precio ha sido un poco más caro pero podrá servir para salvar cosechas. Era urgente. Y no ha pasado nada. Todo podría funcionar así.
No se admiten ya más comentarios.
