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9 de Diciembre de 2007

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

El discurso progre de Doris Lessing

Tengo por costumbre no intentar mezclar mi impresión sobre la calidad artística de la obra de ciertos personajes que pueblan el mundo de la cultura con su visón política, salvo que se empeñen en combinarlo todo de tal manera que no se distinga donde empieza la farsa y donde termina la política. Es una cuestión de lógica, no tiene sentido que porque no comparta su ideología, deje de disfrutar de sus capacidades. En este sentido, con Doris Lessing no tengo ningún problema porque nada he leído de su obra. Desconozco si el premio Nobel que le han otorgado es por la calidad o porque milita en la izquierda, característica que últimamente es imprescindible para recibir este premio en su categoría literaria. Sé que esto supone para alguno relegarme a los infiernos de la incultura, pero que le vamos a hacer, uno tiene sus limitaciones y no vive ni de la subvención, ni es funcionario, ni fue adoctrinado en el marxismo militante y no tiene tiempo para todos.

Lo que sí que puedo juzgar es el mensaje del discurso que se leerá en la entrega de los premios Nobel en Estocolmo este lunes ya que, con a sus 88 años, la salud de Doris Lessing no está para realizar viajes ni para poder leerlo. Doris Lessing, que vivió y creció en Rhodesia, la actual Zimbabwe, nos regala un disertación que podría haber firmado cualquier intelectual de los años sesenta:

Vivimos en una cultura fragmentada, donde las certidumbres de hace tan solo unas décadas son cuestionadas y donde es común que los jóvenes, que han tenido años de educación, no sepan nada del mundo, no hayan leído nada y solo sepan de una u otra especialidad, como, por ejemplo, de ordenadores”. Tampoco duda en denunciar la superficialidad de la sociedad actual que cuando surge una nueva escritora se pregunta si es guapa o en el caso masculino, si es carismático o atractivo.

Este es otro cansino ejemplo de que todo tiempo pasado fue mejor. Lo de la cultura fragmentada tiene cierto aire de reivindicación de la uniformidad marxista, lo de las certidumbres otro tanto, ¿desde cuándo ha habido certidumbre de nada?, ¿acaso no es este el mismo mensaje de la pérdida de los valores que año tras año denuncian los conservadores de la izquierda y la derecha?, ¿o se lamenta que las certidumbres marxistas se hayan desvanecido tras la caída del muro de Berlín?. Es cierto que el nivel de cultura de los individuos es más que discutible, pero ¿acaso la cultura entendida como la acumulación de conocimientos es una garantía de que todo va a ir bien? ¿no era culta la Alemania que apoyó a Hitler, no era la escuela algo obligatorio en la Unión Soviética o lo es en China, al menos en ciertas zonas? ¿Por qué es por sistema mala la especialización de los conocimientos, en este caso informáticos? ¿Y qué época no ha sido siempre la más frívola, los locos años 20, la era victoriana que denunciaba Oscar Wilde, los sesenta, los setenta...?

Doris Lessing denuncia la atroz dictadura de Zimbabwe, pero como casi todos los socialistas se queda en la superficie,  a la quema de los bosques, el maltrato de la gente, la corrupción, la falta de servicios, no se une un ataque al sistema totalitario de Mugabe, sino una disertación sobre el hambre de cultura de los súbditos del dictador:

Se dice que un pueblo tiene el Gobierno que se merece, pero no creo que sea cierto en Zimbabwe”,  para continuar con que sus gentes tienen respeto y hambre de libros que se remonta “al tiempo de los blancos”. Lessing se lamenta que las posibilidades perdidas de la gente: “Aquí estoy hablando de libros nunca escritos, escritores que nunca lo serán porque los editores no están allí. Voces sin escuchar. No es posible evaluar este gran desperdicio de talentos, de potencial”.

Pero todo los lamentos de Doris Lessing se deben precisamente a la ausencia de libertad, a la existencia una violencia institucionalizada que el dictador socialista ha llevado al límite. Los habitantes de Zimbabwe no podrán escribir libros, ni montar empresas editoriales, ni recopilar bibliotecas, pero tampoco sembrar y cosechar, ni poseer bienes de ningún tipo con seguridad de que nadie los confiscará arbitrariamente, ni salir a la calle o al campo con la seguridad de que podrán volver, no tendrán hambre de libros porque primero deberán apagar el verdadero hambre. De todo esto poco dice Lessing y quizá sea por ello por lo que los diferentes medio de comunicación destaquen su compromiso social, su poner el dedo en la llaga, su profunda visión de la situación, es lo que tiene el ser de izquierda que un conjunto de prejuicios bien hilvanados es un gran discurso. Espero que la profundidad de su obra sea infinitamente mayor.


Comentarios

 
Tal vez cuando habla de certidumbres pasadas se refiera a las suyas propias cuando era medio estalinista. Después se moderó. Este estilo es típico de ella. El lector no sabe si habla de algo, de ella misma, y si lo hace a favor o en contra. Un rasgo por el que muchos la admiran y que a mí me confunde y me exaspera. Intenté leer un libro suyo tras el magnífico ensayo sobre ella en The Aspect of Eternity de Bruce Bawer y lo dejé a las pocas páginas. Pensé: o está totalmente majara ella, o lo estoy yo.
Enviado por el día 10 de Diciembre de 2007 a las 01:56 (1)

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