17 de Diciembre de 2004

El próximo martes 21 de diciembre emiten en el programa de José Luis Garci "El día de los tramposos" cuyo título en inglés (There was a crooked man) responde mejor al espíritu de este post. Joseph L. Mankiewicz, su director, es uno de los grandes monstruos del cine de todos los tiempos. Más centrado en la producción o en el guión ha dirigido sin ninguna duda algunas de las obras maestras del cine. Desde la grandiosa y terriblemente cara "Cleopatra", donde la tormentosa relación de Elizabeth Taylor y Richard Burton casi acaba con el director y los gastos del director casi acaban con la productora, pasando por esa obra maestra que es "Eva al desnudo" (All about Eve), una de las pocas películas que me apasionan de esa maravillosa actriz que es Bette Davis, a mi favorita "La Huella" (Sleuth) donde se da uno de los duelos interpretativos más impresionantes de todos las épocas del cine. Sir Laurence Olivier contra un inspiradísimo Michael Caine, en 130 minutos de maravillosos diálogos y un guión que guarda más de una sorpresa.

Sin embargo, "El día de los tramposos" aún siendo una obra menor, rezuma una mala leche, destila un vitriolo tan venenoso como apetecible que hacen de su visionado una obligación más que un posibilidad. Trata la película de una cárcel en pleno oeste americano donde por circunstancias que no desvelaré llegan sus dos protagonistas, Kirk Douglas, ladrón que tiene escondido en algún lugar del desierto un botín de medio millón de dólares y un nuevo alcaide, Henry Fonda, antiguo sheriff y con cierta tendencia a hacer las cosas con talante y diálogo, una figura a todas luces anacrónica más propia de los hippiosos años sesenta (fue estrenada el año 1970) o de la España del diálogo y el talante de ZP donde vivimos. Todo ello aderezado con unos estupendos secundarios a cada cual con mayor calidad que el anterior donde destaco a Warren Oates y Burgess Meredith.

Tras la llegada de ambos a la prisión, Kirk Douglas no tiene otro idea en la cabeza que escapar y para ello no duda en manipular a los presos, aprovecharse de sus cualidades y sus defectos, aliarse con el alcaide o traicionarlo según lo que hiciera favoreciera sus intereses. Por su parte, Henry Fonda alcaide capaz de dejar de empuñar un arma ante un ladrón con rehén para demostrar que tiene sensibilidad ante los problemas del delincuente, no deja de dar muestras de su interés por el bienestar de los presos, de dotarles de baños, de organizar comedores y programarle actividades para que su estancia en la cárcel sea lo más agradable posible. Los presos con Douglas a la cabeza no dejan de agradecérselo con un espectacular intento de fuga colectivo.

Los que ya hayan visto la película me entenderán cuando digo que este gobierno 'zetapense' que tenemos me recuerda mucho al alcaide, con sus acuerdos, con sus reuniones, con sus diálogos con personajes que a todas luces no quieren ni pueden aceptar ninguno de sus acercamientos y que solo los usan con fines cercanos a sus retorcidos intereses. Sólo un pero, el final, que no desvelaré, invita a pensar quién es el personaje más retorcido, ese 'crooked man'. ¿Quién es más retorcido en este país los nacionalistas, los independentistas, que todo el mundo sabe de qué pie cojean, o el Gobierno actual con su presidente a la cabeza, del que pocos sabemos decir cuál es su política y qué objetivo tienen más allá del beneficio a corto plazo de su partido?

Sea este apunte un homenaje a la bitácora "Cine y Política" de la que disfruto cada vez que Fernando nos ilustra con uno de sus interesantísimos artículos peliculeros.