2 de Agosto de 2007

Hay que reconocer que este año nuestro presidente de Gobierno ha estado rápido y ágil ante la desgracia. Lo estoy comparando, por supuesto, con el tiempo de respuesta en otros casos de adversidad estival que en los últimos años de gobierno socialista, es un clásico del verano junto al Tour de Francia, las noticias del calor en Sevilla y el top less de las famosillas.

Zapatero, el veloz, se presentó a los cinco días de empezar los incendios que han afectado (aún afectan) a una burrada de hectáreas de las Islas Canarias en lo que algunos consideran la mayor catástrofe ecológica de la Isla*. No creo que su presencia sea especialmente necesaria, de hecho, yo creo que en estas circunstancias la presencia de gerifaltes y funcionarios políticos sólo es una molestia que absorbe recursos que se deberían dedicar a acabar con las llamas. En un gesto que le define (algunos piensan que le honra, pero es que son muy buenas personas), se ha felicitado por lo bien que ha ido todo y lo rápido que se ha apagado el fuego. De la falta de recursos -porque el estado impide que los vecinos se alíen para luchar contra las llamas, que haya empresas privadas de bomberos forestales y otras medidas que no deben ni pueden depender del funcionariado- no se habla mucho, el hecho de que el avión antiincendios más cercano  estuviera en la Península se puede obviar.

Al llegar a las islas lo primero que ha hecho es prometer que:

“A las personas afectadas les digo que sin duda alguna van a tener la restitución de todos los daños que han tenido”.

Una vez más el presidente intenta sacar réditos electorales de la desgracia ajena al prometer paquetes de ayudas sin límites económicos. ¡Cómo se nota que el dinero que maneja no es suyo!, pero por si acaso ni se ha acercado a la zona siniestrada, no vaya a ser que un insulto o una palabra gruesa le ponga en evidencia.

Al día siguiente Zapatero, el veloz, dirigió sus pasos hacia Barcelona, diez días después del apagón que sumió en la oscuridad a media ciudad. De nuevo se ha evitado el contacto con la calle. De nuevo ha lanzado un discurso demagógico, de nuevo no ha asumido una culpa que tiene como principal mantenedor de un sector regulado y acogotado por el intervencionismo. Zapatero, como antes Aznar, González y demás mandamases, apuestan por la regulación y la ausencia de libre mercado y sólo consiguen que el sistema funcione cuando nada se sale de la normalidad. Ahora asistiremos a peleas políticas del tipo “la mía es más larga que la tuya”, a miserias en forma de ayudas ridículas y a compromisos que se olvidan en dos días.

Zapatero el veloz, se ha quitado dos malos tragos en dos días, breves discursos demagógicos, poco contacto con los afectados y a volver a sus alianzas de civilizaciones, sus utopías delirantes, su paz perpetua, su...

* Sin ánimo de quitar peso a esta desgracia y para los que ya se creen que todo está perdido desde una perspectiva exclusivamente medioambiental, recordaré que el pino canario es una de esas especies que se caracteriza por tener una resistencia especial al fuego de forma que este, aunque afecte al exterior de la planta, no lo hace con el interior. Así, en unos meses es posible que una parte importante de los pinos empiecen a rebrotar y puedan crecer libres de la competencia de otros. Evidentemente, el resto de la flora y de la fauna habrán sucumbido a la voracidad del fuego, alguna especie endémica de manera irreparable. Por otra parte, las casas y las pertenencias de los afectados desgraciadamente no rebrotan y bueno es tenerlas en cuenta porque los verdes obvian estas pérdidas de manera sistemática.