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29 de Julio de 2005

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Orden Natural
Bitácora de Juan Fernando Carpio

Por qué el Estado destruye riqueza, parte II



Aunque el alimento de un hombre sea veneno de otro, como dice el mismo refrán en muchas culturas; aunque la comida que a uno satisface al otro le asquearía; aunque cada uno valore si es rico o pobre según su circunstancia, escala de valores y comparación con los demás, la riqueza también puede ser evaluada en conexión a la producción material.

El Estado es un aparato gigantesco de consumo (gasto de consumo). Por otro lado, el sector privado (Mercado) divide su gasto entre gasto productivo y gasto de consumo. Esta distinción, que ya la hicieran los clásicos en su momento, es clave para entender el asunto. La mayoría del gasto (uso del dinero y otros recursos para hacer compras) en una economía es productivo. La contabilidad del PIB es un producto de la necedad keynesiana (de ahí el término 'keynecios') en que se sostiene que un producto es a la vez el producto y las partes que lo componen. Pero no es así. En la realidad, lejos de la pizarra keynesiana, un producto es un producto y nada más. La demanda de un producto no es demanda de sus factores de producción ("demand for commodities is not demand for labour" - J.S.Mill). Por ende, cada subproducto de la economía debe ser contabilizado aparte. Y si así se hace, se comprenderá que el grueso del gasto en una economía ocurre en todas esas partes del proceso (para visualizar su complejidad se recomienda "Yo, el lápiz", un clásico de Leonard Read) y no en el producto final. Pensar que sólo cuenta el producto final, y que su demanda "arrastra" el resto de la economía, lleva al pensamiendo Consuncionista a diferencia del adecuado para entender el mundo real, el Produccionista. Entonces, si sabemos que el Estado está divorciado -por definición- de las pérdidas y ganancias de operar o no atendiendo con precisión al público, si sabemos que no economiza -pues externaliza sus costos- en sus procesos, si sabemos que atiende lo inmediato en detrimento del ahorro y la inversión, podemos categorizarle con gran precisión como una gran maquinaria de consumo. En otras palabras, es productivo todo aquello que el Estado no llegue a acaparar o reemplazar. Por eso se sabe empíricamente que el despegue pleno de una economía se da históricamente con menos de un 15% del PIB en forma de gasto estatal. Mientras menos, mejor. Y más allá de esa cifra, simplemente la porción de riqueza necesaria para reponer y crear nueva riqueza (eso es el capital) se ve en peligro, se sostiene gracias a avances en otras regiones o simplemente se genera un paulatino pero decisivo declive. Para muestra, baste comparar los equipos médicos que usa un dentista (odontólogo) en EEUU vs. los que usa en Alemania. La reposición de bienes de capital se vuelve prohibitiva.

Gracias Consuncionismo, por no dejarnos ver la importancia del ahorro, la inversión, el capital y otros procesos que le son exclusivamente inímicos al sector privado (Mercado) y no al aparato de cortoplacismo conocido como Estado.

Comentarios

 
Excelente artículo. No estoy seguro acerca de lo siguiente: «...y que su demanda [la del producto final] "arrastra" el resto de la economía». Creo que, en términos generales, eso es más bien verdad, hay tal arrastre. Como alguna vez te decía aquí, el que vende el tornillo seguramente ve a su propio producto como el final de su actividad pero está conciente de que su negocio depende mucho de la demanda industrial, por ejemplo, de la demanda que exista por ciertos productos finales. Sabe que la demanda de otros productos determina su progreso. El sector de la construcción es considerado, con justicia supongo, como un importante motor de muchos sectores de la economía. Puede que, en ciertas coyunturas, haya sectores que mueven la economía más que otros. En los años 70 y 80, por ejemplo, la droga en Bolivia movía o arrastraba a todos los sectores (incluyendo al de la construcción). "Había mucho circulante", recuerda la gente.

No estoy claro donde pecan los keynesianos en este sentido estricto (asumes un entendimiento que por ahí nos está faltando a algunos), pero de acuerdo en general.

"demand for commodities is not demand for labour" - J.S.Mill

No, pero puede influenciar la demanda de trabajadores.

«La contabilidad del PIB es un producto de la necedad keynesiana (de ahí el término 'keynecios') en que se sostiene que un producto es a la vez el producto y las partes que lo componen.»

De esto hablabamos aquella vez. Tú y yo opinabamos en contra, que el tornillo es nomás un producto por si sólo. Ja, ja, sabemos atrincherarnos muy bien! Que hable el productor de tornillos.
Enviado por el día 31 de Julio de 2005 a las 03:32 (1)
La oferta crea económicamente la demanda. La demanda no es deseo, es deseo+poder de compra. La demanda esperada o proyección o expectativa de vender algo, no es demanda. La demanda es capacidad real+voluntad. En esa distinción los keynesianos ya se tendrían que retirar a ser carpinteros, si entienden su implicación en la Ley de Say y frente al dinero.
Enviado por el día 1 de Agosto de 2005 a las 06:35 (2)
Saludos.
Enviado por el día 3 de Agosto de 2005 a las 22:26 (3)

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