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19 de Junio de 2006

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Orden Natural
Bitácora de Juan Fernando Carpio

"Crítica del neoliberalismo"



Como no puedo dejarle toda la diversión a Rallo, me entrego a la grata tarea de hacerle un fisking a este texto. Ya que el autor parece ser de los que etiqueta con "neoliberal" o "neoliberalismo" a todo lo que huela a sociedad abierta o libre, y que su texto encabeza el Google, se hace acreedor a nuestros dardos. Sin más, aquí va con asteriscos.
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CRITICA DEL NEOLIBERALISMO
JOSE M. ROCA

Iniciativa Socialista, nº42, diciembre 1996. José M. Roca es profesor en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.

Viejas ideas
Una de las manifestaciones del liberalismo moderno es su pretensión de alzarse como la única interpretación que permite entender el mundo en su estadio actual y, por ende, la única que puede aspirar a dirigir políticamente su destino. Cualquier otra percepción que se aparte de ese vaticinado triunfo mundial del liberalismo en donde tiene su final la historia humana (Fukuyama) es tachada de utópica, de anacrónica o incluso -ipásmense!- de conservadora.

*Pretendemos tener la intepretación más ajustada a la realidad, a la naturaleza humana y por ende que sí es compatible con una sociedad justa y progresivamente mejor. Fukuyama es un neoconservador, con lo cual poco puede representar al liberalismo (fijense, ya dijo liberalismo, y no "neo", para abandonar la palabreja inventada o indiferenciable). Evidentemente existen propuestas utópicas que se anteponen al liberalismo: en Utopía la gente actuaba a conformidad de un modelo vertical, y el liberalismo representa lo contrario. Lo del anacronismo me tiene sin cuidado, pues hay socialismos y liberalismos a lo largo de toda la historia humana, y no es la antigüedad lo que le da validez a un sistema social, si no su apego a la justicia y su grado de humanidad (de respeto a la naturaleza humana y de resultados benévolos para ésta, eso es). Lo de conservadora les cabe perfecto a las ideas socialistas, pues aunque no se lo propongan (eso requiere de niveles de sinceridad que generalmente no alcanzan a tener sus exponentes) generan el anquilosamiento y parálisis cultural y económica de las sociedades que se acercan a su aplicación.

De ahí que sea muy acertada la definición que propone Ignacio Ramonet del líberalismo moderno, al que llama pensamiento único(1), pues su arrogante legitimidad descansa en buena parte en que no reconoce oponentes.

*Les reconoce, créame. Les reconoce como torpes, deshumanizantes, prepotentes y mal concebidas, pero les reconoce. El pensamiento único es el de izquierda, pues quiere imponerse mediante la fuerza, única forma de devenir pensamiento único realmente. Y si no, los libros de texto oficiales para los estudiantes ¿qué son?

El neoliberalismo, como el primer liberalismo, apela al orden inmutable de la naturaleza (volvemos a un paradigma del siglo XVIII) para defender su orden político y económico.

*Ahora resulta que son dos concepciones nuevamente. Y no, no apelamos al orden inmutable de la naturaleza según un paradigma del XVIII, si no a una naturaleza humana observada durante toda la historia humana como la misma en sus características elementales, de lo cual puede desprenderse una serie de conocimientos que impidan el error y la arrogancia características de lo antiliberal, o de lo coercitivo, para irnos entendiendo mejor.

Así, pues, lo natural es el individuo, no la sociedad; lo natural es la voluntad de cada individuo, no la voluntad general; lo natural es la libertad de cada individuo, no la libertad de los demás; lo natural es el egoísmo de cada individuo, no la solidaridad; lo natural es el cambio interesado, no el espíritu desprendido; lo natural es lo económico, no lo político.

*Lo más fascinante de los socialistas es su altísima capacidad para poner palabras en boca o teclado ajeno. Nadie dijo que la sociedad no es natural. Pensamos que es resultado de la naturaleza humana el cooperar y formar comunidades y sociedades. Pero no debe entenderse a la sociedad si no como la suma de esos individuos que le componen. ¿Ya entendió? ¿Necesita que se lo dibuje? De ese modo no existe la voluntad general, porque las voluntades no son unánimes, hay sectores, grupos, comprensiones y voluntades por ende, distintos. La solidaridad al igual que el egoismo son aspectos posibles de hallarse en distintos momentos en cada individuo. Y lo político, entendido como mania de imponer a otros las cosas, personalmente me parece una neurosis. Si se habla de la dimensión ética y de lo público en tanto implique unos derechos y una interacción social más allá de lo íntimo y familiar, entonces lo político cabe. Lo económico, que no es lo monetario como quisieran -así sería fácil obviarnos y además su crítica tendría sentido- es connatural al ser humano. Siempre evaluamos medios, fines, tiempo, acierto, error, etc, en nuestro accionar. Eso es "lo económico". ¿Qué le parece?

Y así, el mercado es el ámbito social que mejor se corresponde con estos criterios; el reino de la transacción continua; el imperio del toma y daca (ganando con el cambio -¿qué es la inflación, sino un resultado de múltiples cambios en donde una de las partes aspira a obtener más que la otra?-).

*Bueno bueno, una cosa es repetir lugares comunes o atacar una filosofía política atribuyendole lo que no tiene, y otra es lucir la ignorancia como si de una medalla se tratase. ¿Es el mercado el reino de la transacción continua? ¿Y los que ahorran? ¿Y qué es eso del imperio del toma y daca? ¿Acaso sólo hay que hacer toma o sólo hay que hacer daca? ¿Ganando con el cambio de qué? ¿El cambio de qué cosa genera inflación? Es impresionante pensar que alguien, sobre todo un académico, piense que la inflación se genera en los intercambios comerciales. Y que el mercado se reduce a éstos.

Hace ya tiempo, el economista liberal L. Mises (1881-1973) indicaba que un nuevo tipo de superstición -la adoración del Estado- se había adueñado de las mentes(2). Hoy ocurre algo parecido pero al revés: la superstición de nuestra época consiste en adorar al mercado.

*Con la suprema diferencia de que el mercado existe, y el Estado es una entelequia en su esencia. El mercado aparece en la historia siempre que la gente colabora contractualmente y el Estado aparece donde uno o algunos imponen su voluntad a otros mediante la fuerza. Prefiero adorar la paz y los tratos libres, que adorar al ogro filantrópico, como lo llamaba Octavio Paz. Un saqueador que nos roba (y más) en nombre de hacernos el bien, vs. un sistema altamente coordinado y no centralmente planificado de cooperación basado en el autointerés. (Sí, a la Madre Teresa le interesaba lo que hacia, el desinterés es para las piedras)

El mercado se erige en modelo social -lo natural es el mercado, no la sociedad, que se concibe sólo como una suma de individuos que intercambian objetos o servicios- y en modelo político: en los países opulentos y democráticos se gobierna con criterios económicos, pues lo natural no es la democracia, sino el mercado, como señala Alain Minc.

*La capacidad de votar o de ser consultado periodicamente sobre la proporción del saqueo al que someteremos a los demás, es decir, la democracia participativa, es una aberración. La representativa, que se planteaban los liberales del XIX, o república de gobierno limitado, presenta otro problema fundamental. Vaya, investigue qué existe adicional a ellas.

Hemos regresado a Adam Smith, a la idea de que la armonía general brotará del libre encuentro de individuos buscando su particular satisfacción -No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento escribe Smith(3), sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas-. La persecución de los intereses de cada individuo en libre intercambio con otros traerá no sólo la prosperidad general sino la felicidad general y el mundo parecerá gobernado por una mano invisible.

*La capacidad de desarticular situaciones humanas que están ligadas por correlación o causa y efecto incluso, me asombra en usted, señor Roca. Los sentimientos humanitarios y el egoismo bien pueden ser antitéticos, pero las necesidades de un hombre, en tanto existan los medios (tecnología y ahorro, a saber) en esa época humana, son precisamente las ventajas de otro. Yo quiero hablar con mi familia en otra ciudad, el empresario de telefonía móvil me atiende en eso. ¿Algo de malo? Si no le gusta, no participe ud. pero no me venga a decir si debo hacerlo o no, pues no le estoy afectando a usted en sus derechos. Sobre la felicidad general, le puedo decir que el liberalismo no es el socialismo, donde el gozo, la alegria y hasta las proezas sexuales, estaban garantizadas supuestamente por el sistema social. En el liberalismo simplemente se sabe que hay una reducción de tareas y actividades que la gente no quiere hacer, gracias al desarrollo de la división del trabajo y el conocimiento. Es decir, menos fuentes de hastio y tristeza (la penicilina y la vacuna contra la polio, masificadas, son un ejemplo). El mundo no parecerá gobernado por una mano invisible, señor Roca, parecerá -pues así será si se deja de usar la fuerza ofensiva en las relaciones humanas- que nadie lo gobierna, al igual que al 99% de actividades en sociedad que usted y yo realizamos. Disminuir aún más la demagogia, la guerra y el saqueo no puede ser malo, ¿o sí?

Esta formulación pudo legitimar al primer liberalismo que, en su lucha contra el jerarquizado orden social del Antiguo Régimen, defendía ardorosamente la libertad y la voluntad del individuo, pero las consecuencias de esa manera de pensar, aun mediatizadas por otras influencias, hoy distan de ser las previstas; son más bien las contrarias: más que a la felicidad general, el egoísmo particular parece haber conducido al mundo descrito por Hobbes en su Leviatán, en donde los humanos, comportándose como lobos, luchan continuamente, bien sea por la fuerza del dinero o de las armas, bien a causa de la ambición o de la escasez.

*Fijémonos en "la fuerza del dinero o las armas". Cuando el señor Roca entrega algo de dinero a cambio de una botella de vino, seguramente se siente violento, un agresor o agredido de la situación. El dinero es un medio de intercambio -entre otras cosas- no algo ajeno a la voluntad de dos partes de intercambiar. Además, dichos intercambios son de naturaleza ganar-ganar, al menos en su valoración ex ante, pues si no de otro modo y al ser voluntarios, no ocurrirían.

Si, en el siglo XVIII, el liberalismo pretendía allanar ideológicamente el camino para extender la producción mercantil a las fronteras del territorio nacional borrando las trabas (legales y morales) interiores, ahora se trata de crear un mundo en donde la producción y la circulación de mercancías no hallen fronteras políticas ni límites humanos.

*Esto puede ser correcto, con la diferencia de que el liberalismo es mucho más un descubrimiento de lo que es y lo que funciona, que las ideologias colectivistas y verticalistas. Entonces hay que tener cuidado sobre qué límites humanos o trabas morales son las que se mencionan. Si se refiere a que las personas dejan de elegir entre el bien y el mal porque existen empresas compitiendo en vez de monopolios estatalmente otorgados, creo que tiene una visión muy pobre de la naturaleza humana, señor Roca. Tal vez por eso le aterra la idea de la libertad. Yo al menos, no soy ganado si usted cree ser el pastor.

Las profundas transformaciones sociales que sufrieron en su día los países de Europa para que el capitalismo pudíera implantarse a nivel nacional(4), se producen en este siglo a escala mundial. Los desgarros sociales sufridos a nivel local en los siglos XVIII y XIX son hoy tragedias de nivel continental.

*O mejor digamos la verdad: las transformaciones, pequeños traumas incluidos, que permiten crecer y abandonar la pobreza y el feudalismo generalmente persistentes en la historia humana, tienen resultados aún parciales a nivel continental.

En nuestros días, la descarnada mano invisible, desprovista de los criterios morales de su creador, es demasiado larga y visible y los efectos de sus evoluciones sobre el globo están muy lejos de ser los predichos por el piadoso Adam Smith, hombre preocupado por la suerte de los pobres, que entonces no podía imaginar los derroteros que podía seguir el mundo.
Hoy vemos que del insaciado apetito de unos pocos -unas 400 familias dirigen el mundo- se deriva. a través de complejas mediaciones políticas y económicas. el empobrecimiento de continentes enteros.

*Tal vez no lo dije de forma tan clara: no existe tal mano invisible. Existen millones, millardos, de manos visibles colaborando en una meritocracia -lamentablemente parcial, pues el mundo no vive ninguna globalización neo ni liberal, si no una socialdemocracia asfixiante- del esfuerzo, la visión y la innovación. En esta socialdemocracia mundial, fundamentada en un sistema monetario anticapitalista, sistemas tributarios progresivos, organismos multilaterales dañinos (FMI, BM pero sobre todo la ONU, la peor forma de imperialismo pues no se mete con el dinero solamente, señores materialistas de la izquierda, si no con la cultura y la educación, que es más indigno y más imperial) 400 familias pueden dirigir algo, cuando en ausencia del aparataje de economía mixta, no dudo de que incluso menos de 400, serían las más ricas y visionarias, pero no tendrían poder, solamente una muy justa influencia.

Nuevas falacias
Pero aún así, se nos insiste en la validez de este sistema económico, en la conveniencia de extenderlo y en la imperiosa necesidad (con plazos: Maastrich) de convertir sus principios en criterios motores de la vida política y social. La búsqueda del máximo beneficio, la obtención de la rentabilidad a corto plazo y la persecución de la máxima eficacia en la inversión se colocan como patrones de la conducta política, según un modelo social (o mejor asocial) en el que la sociedad desaparece y su lugar lo ocupa el mercado.

*Fascinante el párrafo, por su imprecisión. Sólo diré que el mercado ha emergido hasta en Cuba y la URSS, en forma de mercados negros, para complementar el patético sistema económico socialista, y proveerse de artículos de higiene personal y medicinas. El mercado no "ocupa el lugar" de la sociedad. La sociedad puede organizarse económicamente en torno al mercado (socialmente en torno a la familia y la comunidad, culturalmente en torno a institutos culturales, etc etc) o dejarse seudo-organizar por el Estado. Sociedad no es antítesis de mercado, es su entorno. Estado y mercado sí son antitéticos, pues donde está el uno no puede estar el otro.

El individuo, según una novísima formulacíón neoliberal, es la empresa más pequeña y según tal aserto todos estamos obligados a comportarnos como vendedores y compradores de mercancías o, peor aún, como simples mercancías. Hemos llegado, por el tortuoso camino de las buenas intenciones, al reino de la cosificación universal, lo cual debe de haber hecho exclamar a Marx en su tumba "¡idiotas, os lo advertí!"

*Nadie dijo eso, señor Roca, le desafio a citar algo en vez de acusar de manera sosa. Lo que se dice es que el individuo es un actor que emprende, es decir, que inicia acciones y actividades que usan medios, fines, tiempo, costos, etc como ya se mencionó, y como ya se dijo y espero que entienda (y sin dibujos) economizar no tiene que ver necesariamente con dinero. Significa ajustarse a lo posible, dado que tenemos que hacer uso de recursos escasos (el tiempo, para empezar). Espero que no le moleste eso. Aunque generalmente a la izquierda le estorba la realidad y por eso siempre quieren "hombre nuevo", "otro mundo", o "utopia".

La weberiana razón instrumental se pone al servicio de estos criterios y reaparece con fuerza el hombre unidimensional de Marcuse, medido sólo por el horizonte de lo cuantitativo.

La dimensión contable, numérica, matemática se impone sobre lo demás, olvidando que no todas las facetas del actuar humano pueden medirse en magnitudes económicas (¿se puede contabilizar en unidades el sufrimiento que causa la pobreza?, ¿se puede medir en unidades la desconfianza política? ¿cuánto cuesta -y para quién- la contaminación de tan río o la desaparición de una especie? ¿se puede contabilizar la destrucción forestal o el agujero de ozono? ¿en qué lado del libro mayor -en el Debe o en el Haber- se apunta la muerte por hambre o a tiros de una tribu del Amazonas? En la contabilidad de la compañía maderera el gasto de los pistoleros va en el Debe y la venta de los troncos en el Haber, pero en la contabilidad de la humanidad, ¿dónde van esas operaciones, esos costes?

*Falaz, tristemente falaz. ¿O vió numeros en mi exposición? Ah ya, es que la izquierda es profunda y analítica, y el resto somos robots que aún no abrimos los ojos. Lo siento, la economía no empieza ni termina en lo crematístico. Le tengo otra palabra de Aristóteles: catalaxia. Además, el que la gente cree empresas para abandonar el agro, y desarrolle actividades pasando del trueque al dinero, no tiene por qué volver números o montos lo humano. ¿Qué tal si revisa ud. una teoría de los derechos individuales, y así sabe qué decimos y no sobre la justicia, muy aparte del cómo ganarse la vida?

Así, colocado en esta tesitura, el Estado -cada vez menos social y cada día más económico-, teniendo como principios rectores la racionalidad, el cálculo, la eficacia, el menor coste, el ahorro, la inversión, el superávit económico y la cuenta de resultados, debe actuar como un gran contable, como un gestor financiero, pero esta actividad va en detrimento de lo político y lo social. Hablaríamos entonces de falta de inversión democrática, de descapitalización de la igualdad, de déficit de la solidaridad o de amortización de los sentimientos, si las propias expresiones de la jerga económica no constituyeran aberrantes limitaciones del lenguaje.

*El Estado jamás ha sido social. Es político. A sus saqueos parciales o totales, aunque se gaste en gente menos pudiente, no se les debe llamar "sociales". Eso es una burla descarada a la verdadera generosidad humana.

Con todo ello, la sociedad retrocede, la articulación social se retrae ante la acelerada expansión del mercado, que adquiere, cada vez más, la configuración de un ámbito en donde se saldan todas las tensiones derivadas de una concepción de lo social basada en la competición universal. El mercado es, así, la reedición posmoderna del mundo concebido por Hobbes; un nuevo estado de naturaleza, en donde los enfrentamientos se libran a varios niveles y con muy distintos medios.

*Por el contrario. El estatismo genera politización y conflicto. El mercado y la sociedad libre en el resto de sus partes, armonizan los intereses razonables de las pesonas.

Esta es la pretensión del nuevo orden: llegar a crear un ámbito mundial desregulado, en el que teóricamente compitan todos los individuos -compren y vendan; se compren y se vendan- sin la molesta tutela de un Estado que atempere sus excesos: un mundo para las mercancías.

*Nunca han dejado de competir. ¿Ud se casó con la mujer más fea y frívola que encontró? ¿Cierto que no? Lo que pretendemos los liberales es que ocurra en buena lid, sin mañas. Eso es todo. Y no, no queremos un mundo para las mercancias. Queremos que las que ya existen sean mejores y más baratas, eso no puede ser malo, en especial para los pobres con los que usted supuestamente se conduele. La diferencia no es entre crematística y solidaridad. Es entre solidaridad y otras formas de autointerés, y la violencia de los socialistas de todos los partidos.

En teoría, en este ámbito desregulado, todos los oferentes y todos los demandantes podrían, en igualdad de condiciones, relacionarse con todos: sería un ámbito en donde se pondrían en relación todas las partes, pero, en realidad, es un ámbito en donde sólo unos pocos -una parte (la más fuerte)-aspira a usar en su provecho los esfuerzos del todo (de todos los demás).
En este esquema las partes prevalecen sobre el todo y no parece importar demasiado el coste que tiene sobre el todo (en la vida humana y en la naturaleza) la lucha intestina entre las partes.

*¿De dónde saca eso? Nuevamente le desafio a que se demuestre en intenciones o en resultados. Y desde luego, no es así si hay libertad. En la actual socialdemocracia sus criticas son parcialmente ciertas...pero recaen sobre usted.

Pero si de esta pretensión se pretende hacer el patrón de la acción de gobernar,hay que señalar que supone la negación de la política.

Otra noción de la política
En su sentido primigenio -clásico- la política es justo lo contrario de la economía (oikós nomoi: el gobierno de la casa), que pertenece al ámbito de lo privado, en tanto que la política pertenece al ámbito de lo público; atañe al gobierno de los asuntos comunes. La política, pues, es la actividad destinada a ocuparse de los intereses generales de los ciudadanos.
La actividad política conduce a contener las aspiraciones particulares; a poner límites a los deseos de cada individuo, porque surge para articular el interés general.

*Ahora resulta que el saqueo y la demagogia son formas de continencia. Sólo eso me faltaba leer.

En su sentido originario, la política se refiere al arte de gobernar la polis, la ciudad (el Estado), el ámbito artificial específicamente humano donde se entrecruzan cotidianamente miles de trayectorias vitales y de proyectos particulares que no han de ser necesariamente coincidentes ni en sus medios ni en sus fines. De ahí viene la necesidad de armonizar, de organizar tales intereses para evitar que choquen y se destruyan recíprocamente en su aspiración a realizarse. La polis es, además de un ámbito artificial, un territorio conflictivo que vive en un equilibrio precario constantemente amenazado.
Aristóteles veía, ya en el siglo IV antes de Cristo y en una sociedad bien distinta a la nuestra, las tensiones que podían acabar con la ciudad y proponía una ética eminentemente práctica que contuviera y condujera las apetencias individuales y que tuviera, además, su continuación en la política.

*Sr. Roca, si de lo que se trata no es de contener o conducir las apetencias individuales, si no de que se ajusten a una ética universalizable y sobre todo, justa, es decir, el liberalismo.

Si cada ciudadano asumía que sus aspiraciones debían contemplar como obligado límite las aspiraciones de los otros, era posible garantizar la permanencia de ese ámbito artificial que era la polis.

*Falso, la sociedad no depende de limitarse a las aspiraciones de otros, si no a los derechos de otros.

Para Aristóteles, la ética no debe servir sólo para regir el comportamiento privado (ser bueno y ganar el cielo, según la lectura cristiana), sino que ésta tiene su prolongación en la política, de manera que los mismos principios deben servir al ciudadano tanto en su conducta privada como en la pública. La ética aristotélica es una guía para ajustar los comportamientos individuales a la supervivencia de la ciudad, no para saber lo que es el bien, sino para ser buenos y especialmente buenos ciudadanos, pues para el filósofo griego no hay felicidad al margen de la sociedad, de la ciudad, que era en sus días el modelo de lo social y la más importante de las comunidades -"debe considerarse a la ciudad como anterior a la familia y aun a cada uno de nosotros, pues el todo necesario es primero que cada una de sus partes"(5).

*Está bien, Aristóteles es una figura monumental para Occidente. Pero si se le cita como si fuera liberal o como si fuera infalible, se comete un triste error. Triste pues no es ni vocero de nuestras ideas, ni vocero de la infalibilidad. No concuerdo con Aristoteles en la relación del todo y las partes. ¿Qué le parece?

Así, pues, a la vuelta de unos siglos hemos visto trastocados los principios que el filósofo de Estagira nos dejó: la economía -las normas para administrar la casa, lo privado- gobierna el mundo. 0 quizá sea que tras esa aparente paradoja se oculte otra verdad más dolorosa: que el mundo es de unos pocos privilegiados que lo gobiernan como si fuera su casa.

*Y otros privilegiados, generalmente refugiados en su burbuja académica o burocrática, quieren reemplazarles. Eso es todo.

NOTAS
1. Ramonet,I. "El pensamiento único y los nuevos amos del mundo", en Chomsky. N. y Ramonet,I. Cómo nos venden la moto (Barcelona, Icaria, 1995).
2. VonMises,L., Omnipotencia gubernamental, Méjico,Hermes, pg 27.
3. Smith,A., La riqueza de las naciones (cap. II), Méjico, FCE, p.17.
4. Véase por ejemplo, Polanyi, K., La gran transformación (Madrid,La Piqueta, 1989) o Thompson, E. P., La formación de la clase obrera en Inglaterra (Barcelona, Crítica, 1989).
5. Aristóteles, Política, Barcelona, Orbis, 1985, tomo 1, p. 33.

Comentarios

 
Como no teniamos bastante con leer a Rallo... :D
Enviado por el día 19 de Junio de 2006 a las 23:51 (1)

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