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Ponzi y la seguridad social

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Las legislaciones mercantil y penal prohiben las ventas piramidales. La figura está tipificada como estafa. Hasta alguna conocida empresa que las practica, se encuentra incluida dentro de la lista de sectas destructivas elaborada por diversas organizaciones. En Albania, la banca piramidal llevó en los 90 al país al borde de la guerra civil y a cientos de miles de familias a perder todos sus ahorros.
 
Para quien no las conozca, haré un breve resumen de su funcionamiento. En el esquema ideado por Ponzi en su versión moderna, las personas situadas en la base, que ya han entregado su dinero y que, no pueden ascender en la pirámide hasta que encuentren compradores que ocupen su lugar y amplíen la base, financian a los que se encuentran en el vértice.
 
En España se puso de moda hace trece años una versión que se denominaba “la cadena de oro”. Según prometía, se podían ganar cinco millones de pesetas sin arriesgar un duro. Todo lo que había que hacer era comprar la última posición de la lista, ingresando 5.000 pesetas en la cuenta corriente de la persona que apareciese en primer lugar de la lista –que en ese momento abandonaba la lista cediendo su lugar al segundo- y pagar otras 5.000 al vendedor (en este caso la persona situada en el último lugar, que con dicha venta ascendía un puesto). El dinero se recuperaba vendiendo dos copias de la lista, es decir el último lugar, a dos nuevos compradores que debían hacer lo mismo (ingresar 5.000 pesetas en la cuenta del nuevo líder y pagar 5.000 pesetas al vendedor). Como se entraba en décima posición, llegar a liderar todas y cada una de las cadenas bifurcadas suponía poder ingresar dos elevado a diez por 5.000, es decir 5.120.000 pesetas.
 
La estafa es evidente: siempre hay una masa de vendedores que no encuentran comprador, que han pagado 10.000 pesetas por algo que no tiene ningún valor y que con su gasto soportan la ganancia de aquellos que lanzaron el sistema.
 
Pues bien, lo que justamente es considerado una estafa para todo el mundo, se vende como una gran “conquista social” cuando se realiza por el estado. Me estoy refiriendo por supuesto a la Seguridad Social y su “sistema de reparto”. El sistema de “solidaridad intergeneracional” no es más que un burdo timo siempre necesitado de nuevos y más abundantes pardillos sobre los que descansar. Cuando el número de españoles ya no es suficiente, se hace necesario importar “cotizantes” aun a riesgo de convertir España en los nuevos Balcanes.
 
Que se entienda bien: los que cotizan ahora no están ahorrando e invirtiendo en ninguna producción; no están adquiriendo capital ni comprando nada de valor. Son extorsionados con la vaga promesa de que cuando envejezcan encontrarán nuevas víctimas.
 
¡Ah! Se me olvidaba. Lo mismo cabe decir letra por letra del papel moneda respaldado con deuda pública. Ya nos extenderemos más en otra ocasión.