24 de Agosto de 2005
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Antes olía a cáñamo y pólvora y ahora apesta a rata
Comenta que si hace unas décadas abogaban por la completa eliminación del Ministerio de Educación, entendiendo que mejor era dejarlo en manos de la sociedad civil, ahora es este mismo partido el que está aumentando de manera exorbitante el gasto público en educación.
Los republicanos, en realidad, se limitan a reflejar una corriente nacional. Viene de lejos este abandono de los ideales de libertad que en su momento convirtieron a la joven nación en el faro del mundo libre. Algunos citan al presidente Johnson y su afán por planificar una “Gran Sociedad”. Otros se remontan a los años 50, cuando se fraguó el complejo industrial militar por el que las grandes corporaciones se compincharon con los politicastros. No son pocos los que le echan la culpa a FDR y su “New Deal”. Sin embargo, hay quien apunta a Woodrow Wilson y su versión socialdemócrata del trotskismo para “hacer del mundo un lugar seguro para la democracia”. Hay quien dice que la caída empezó un poco antes, a principios de siglo, cuando se estableció el sistema de la Reserva Federal, empezando así la dilapidación del dólar que llevó primero a la Gran Depresión y que a día de hoy ha destruido un 99% del valor que tenía esa divisa en ese fatídico momento. Desde luego son muchos los que apuntan a Lincoln que, con sus políticas mercantilistas, abrió el camino hacia el big government, el gobierno grande. No faltan, desde luego, las críticas a Hamilton y compañía por los primeros atisbos de centralización y censura. Están incluso los que apuntan a George Washington por haber sofocado por las armas la Rebelión del Whiskey con la que unos granjeros de Kentucky protestaban contra un impuesto sobre esa bebida que consideraban abusivo y que les recordaba a ese otro sobre las infusiones que habían aplicado los británicos. Finalmente, está ganando adeptos la idea de que el punto de inflexión lo marcó la firma de la Constitución, que ya en su momento advirtieron los antifederalistas iba a desatar las ansias expansivas del gobierno federal para convertirse en una inmensa burocracia pantagruélica. De hecho, fue el propio Patrick Henry, el que popularizó aquello de “¡dadme libertad o dadme muerte!”, quien exclamó, cuando se enteró de que iba a aprobarse: “¡Me huelo una rata!”
Y lo curioso del caso es que Paine, Henry, Jefferson, Washington y compañía no libraron la guerra por conceptos revolucionarios. No eran peligrosos anarcofolloneros, como podría parecer a los ojos de nuestra sociedad adicta a la burocracia metomentodo, sino conservadores que luchaban por mantener las instituciones británicas que la corona estaba subvirtiendo.
Y desde entonces hasta ahora, efectivamente, las cosas han cambiado mucho. Explica Escohotado que cuando, hace casi cien años, los políticos de Washington decidieron realizar “el mayor experimento moral de la historia” prohibiendo a diestro y siniestro el consumo de sustancias intoxicantes entre las que se contaba el alcohol y diversas drogas, se dieron cuenta de que el consumo en general iba a resentirse mucho. Y eso les preocupaba sobremanera porque significaba una caída importante en la recaudación de impuestos indirectos, los que gravan el consumo. Fue entonces cuando, después de varios intentos, se estableció en los Estados Unidos un impuesto sobre la renta.
Es cierto que ese disparate fue corregido en alguna medida. Pero no es menos cierto que la llamada “Guerra contra las Drogas” está provocando enormes problemas de violencia, corrupción policial y derroche de recursos. Se calcula que no menos de un millón de americanos cumplen condena actualmente por este tipo de “crímenes sin víctima” en los que el acusado se ha atacado a si mismo, por ejemplo, consumiendo cannabis.
Resulta espectacular imaginar qué habría sucedido hace dos siglos y medio si los británicos hubiesen intentado aplicar estas prohibiciones a las trece colonias.
Uno se imagina a los casacas rojas yendo a quemar las plantaciones de cáñamo, como ahora se supone que se intenta hacer en Centroamérica. Y uno, entonces, tiene que imaginarse cómo se habría defendido ese terrateniente virginiano que tenía la mayor plantación de cáñamo de todo el continente. Sí, ¿cómo habría defendido su propiedad privada George Washington? A tiro limpio, supongo.
Los casacas rojas habrían tenido que esforzarse en esa gran colonia porque también allí estaba la segunda principal plantación de cáñamo. ¿Cómo se habría defendido su propietario, Thomas Jefferson? Él que tanto escribió a favor del consumo de esa planta y que tanto se empeñó en popularizar su cultivo en el Nuevo Mundo. Y puesto que recomendaba a todos el arma de fuego como ideal compañera de paseos, supongo que no habría dudado en usar una para defenderse. Quizás gritando cinematográficamente “¡me encanta el olor a cáñamo y pólvora por la mañana... desde luego, más que el de rata!”
Y uno se troncha al recordar que fue el mismísimo Jefferson quien escribió los borradores de la Declaración de Independencia sobre papel de cáñamo. Hoy, incluso antes de leer su escandaloso y sedicioso contenido, los burócratas de la Colina del Capitolio, dignos herederos de los casacas rojas, echarían a Jefferson al trullo de un puntapié. O rodearían su plantación y le acribillarían como en Ruby Ridge o Waco. Y después los esbirros públicos arrancarían su arma de sus frío dedos muertos; ese arma que él osó poseer sin permiso del Dios Estado.
Comentarios
¿A ti, Tony, quién te alertó a esta realidad?
Los acobardados conservadores lo ven macarra y peligroso.
Los meapilas paternalistas progres lo consideran una enfermedad social peor aún que el pérfido tabaco. Imaginar multinacionales vendiendo drogas debe provocarles sarpullidos.
Tranquilocomp, sería difícil de decir, muchos han ayudado.
Seguramente el golpe definitivo fue L. Neil Smith con su Probability Broach.
Servidor es mas Hamiltoniano que Hamilton.
Si, incluso en su mercantilismo de "infant industry", que en aquel momento historico me parece que fue positivo, puesto que no habia flujos internacionales de capital:
http://kantor-blog.blogspot.com/2005/03/capitalism...
Y por supuesto en su estatalismo monetario. El mas grande político de su epoca. Muy por encima de Washington y a años luz de ese peligroso demagogo que fue Jefferson.
http://elhpc.blogspot.com
La propia Constitución Europea huele un ¿poco? a la creación de otro gran estado que nos cuide por si acaso el lobo viene. ¿Hemos aprendido la lección desde que se firmó la constitución de aquellos 13 primeros Estados de la Unión? ¿No queda otro remedio que olvidar el ideal de una sociedad, amplia y sobre todo libre para llevar a cabo proyectos?
Un saludo a todos
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