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25 de Agosto de 2012

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Orden Natural
Bitácora de Juan Fernando Carpio

El régimen de Correa trata de combatir el endeudamiento privado con intervencionismo

Veamos los datos de la ABPE (Asociación de Bancos Privados del Ecuador), "el crecimiento de cartera de consumo en los segmentos medio (USD 3 000 a 5 000) y medio alto (USD 5 000 a 10 000), fue de un 42%. Mientras la entrega de tarjetas creció de una forma exponencial, en más del 80%, en un año." Al gobierno ecuatoriano le preocupa sobremanera este aumento de los créditos de consumo y ha dispuesto medidas para frenar esta tendencia. Pero, ¿es realmente un problema eso? ¿es esa la forma de lidiar con el presunto problema?

El mercado de fondos prestables tiene como producto y a la vez indicador decisivo el precio más importante de una economía: la tasa de interés. Es justamente un interés caro al crédito de consumo lo que frenará -relativo al crédito productivo- cualquier exceso si lo hubiere. Es decir, la mega-mente (nunca me gustó la fantasmagórica idea de "mano invisible") que conforma el mercado toma decisiones bastante inteligentes (es decir adaptativas, armonizadoras) proveyendo de datos e incentivos a los distintos actores. Una tasa de interés debe ser tan alta como para desalentar malos usos de un ahorro precioso (escaso en países de poca solidez político-legal) y tan baja como para alentar la creación de valor económico donde se requiere vis a vis la rentabilidad de una industria o promedio. En otras palabras, la tasa de interés no debe regularse. Cuando se fija por ley, oferta y demanda se divorcian y tenemos consecuencias no-intencionadas o al menos no-previstas por quienes diseñan esas medidas.

Los ecuatorianos no están sobreendeudados y si lo estuvieren, ellos sabrán empezar a recortar deuda y gastos personales/familiares según su propio eje de consumo presente vs. consumo futuro. En realidad la sobrerregulación del mercado financiero evita precisamente que la gente perciba, anticipe y enmiende sus propios errores.

Además es profundamente irónico -y keynesiano, claro- que un gobierno que ha hecho del gasto corriente exacerbado, el endeudamiento en condiciones deplorables con China y la pérdida de libertad económica, espere de alguna manera que eso no se revierta en consumismo. Ni por ejemplo ni por incentivos esto podría ser así.

En un caso aún más brutal, se conoce que en Venezuela más del 70% de ingresos petroleros extraordinarios de su gobierno bolivariano ha ido a parar a importaciones.

Lo que no han entendido ambos gobiernos es que dinero no es riqueza. Sin instituciones sólidas que aseguren el largoplacismo en un territorio, necesariamente el dinero que ingrese saldrá con la misma velocidad. Los gobiernos paternalistas e intervencionistas no fomentan el produccionismo (el ahorro e inversión en proyectos razonables) sino el consumismo. Si los lectores de este portal quieren entender o explicar de forma amena ciertos pormenores del mercado de fondos prestables (es decir de ahorro), recomiendo este recurso pedagógico que suelo usar lateralmente en mis clases universitarias.


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