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3 de Enero de 2005

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Javier Ortiz acierta... parcialmente


Rebelion.org es un pozo de recursos sin fondo. Me encuentro ahora con un artículo de Javier Ortiz sobre la reciente catástrofe asiática. El autor defiende algo muy sensato: Cada vez que sucede un desastre de ese género, muchos insistimos en la misma idea: allí donde hay edificaciones de buena calidad, dotadas de las medidas antisísmicas adecuadas, las catástrofes se minimizan; cuando las casas o sus remedos son una porquería y han sido levantadas en terrenos inestables, las víctimas se cuentan por miles.

Sintéticamente y en palabras del autor: las 4/5 partes de las víctimas no las mata el terremoto. Las mata la pobreza. Exactamente. Esto es, de hecho, lo que el artículo de hoy del Mises Institute decía: La correlación entre pobreza y desastres naturales parece mantenerse, no sólo con una muestra representativa de la población, sino también a lo largo del tiempo. Tal como las naciones van enriqueciéndose, las muertes derivadas de las calamidades naturales tienden a reducirse.

Luego, Javier Ortiz sigue dando en el clavo: ¿Hay alguna autoridad que ignore eso? Desde luego que no. Pero nuestros próceres prefieren mirar para otro lado, para no tener que maldecir a los gobiernos y a quienes detentan el poder económico en esos países, que no mueven un dedo para cambiar la realidad.

Si lo comparamos con el artículo del Mises Institute no podemos más que seguir encontrando parecidos: El monopolio estatal sobre la información meteorológica ha supuesto la eliminación de los incentivos para diseminar la información de una manera útil. Las restricciones a los medios de comunicación y los monopolios estatales han generado tal pérdida de credibilidad que la gente simplemente ignora esa información tan sólo por venir de los medios públicos. Las restricciones al acceso a la tecnología han significado que incluso aquellos que de manera independiente hubieran podido encontrar la información no lo han conseguido.

Sin embargo, a partir de este punto comienzan las diferencias. La sensatez de las prescripciones de Ortiz se desvanecen cuando critica que los gobiernos de la mayoría de los países se llaman andana. Ni siquiera cumplen los compromisos adquiridos, como el del 0,7%. ¿Es que acaso las redistribuciones internacionales de capital entre políticos van a colaborar a enriquecer el Tercer Mundo? Obviamente no.

El artículo del Mises, en lo que parece una respuesta a Ortiz, señala que expandir el papel del Estado, incluso con programas de prevención bien intencionados, disminuye el crecimiento económico que haría reducir los porcentajes de muertes. Todo ello aunque el intervencionismo nos haya insuflado continuamente con que la intervención pública es imprescindible para prevenir este tipo de catastrofes: La mayoría de la gente considera ilógico disminuir el Estado para prevenir un desastre. Después de los terremotos o tornados, existe una gran presión para un endurecimiento de los códigos de construcción, y después de un tsunamí al gobierno se le exhorta para que produzca mejores sistemas de alarma.

No obstante, como ha señalado Lew Rockwell, nada me sorprende más y me parece más absurdo que la afirmación de que sólo el gobierno se preocupa sobre si tu casa puede resistir un terremoto o un tornado. La gente que vive allí, los bancos, las aseguradores, los constructores-nignuno de ellos está interesado en tener edificios seguros y, por tanto, los burócratas tienen que intervenir. Esa es la teoría, y es ridícula.

Pues bien, Javier Ortiz, siguiendo esta línea denunciada por el Mises Institute -y después de haber asegurado que las muertes son principalmente producto de la pobreza- nos ofrece otra maravillosa receta económica, ¡aplicar Kyoto!: Pasa lo mismo con la protección de la capa de ozono: saben muy bien que el beneficio desaforado de hoy representa una hipoteca terrible para el mañana. Pero ahí está George W. Bush, que no sólo no propicia la reducción de las actividades contaminantes de la industria de su país, sino que la ayuda a incrementarlas.

Apliquemos Kyoto, impidamos el progreso tecnológico, el uso de más y mejores materiales, la innovación, el crecimiento y la creación de riqueza. Impidamos todo esto y así, con nuestras casas más inseguras, nuestros edificios más inestables, nuestros menores medios para asistir a las víctimas, nuestra más deficiente previsión del desastre o nuestros peores automóviles para trasladar rápidamente a los damníficados, con todo ello, estaremos más seguros ante futuros desastres naturales. ¿A qué sí?

Podría atribuirle a Javier Ortiz las últimas palabras de su artículo: La cuestión no es que quienes ocupan el poder, aquí o en donde sea, no sepan qué hay que hacer para resolver los problemas. Lo saben. Pero prefieren gastarse el dinero en otras cosas. En otros negocios. Prefiero pensar que la gran mayoría de los políticos, incluido Ortiz, no sabe que su acción sólo empobrece a la sociedad. Quiero pensar que se trata de un error intelectual y que, en caso de averiguar estas verdades, dejarían de intervenir discrecionalmente. Quiero pensarlo, es cierto.

Pero aún así, no deja de sorprenderme la incoherencia manifiesta de algunos artículos que, como el de Ortiz, entienden la verdadera naturaleza del problema, pero yerran absolutamente cuando se trata de recetar soluciones. Y es que, en palabras otro articulista del Mises: Está claro que la mejor protección contra los desastres naturales no es la expansión del sector público a escala internacional, sino la creación de riqueza. El establecimiento de un próspero sector privado en Sri Lanka, India e Indonesia es crucial para que la calidad de vida mejore y puedan resistir los terremotos y sus secuelas tal y como lo ha hecho la costa californiana.

Criticar al gobierno de causar el desastre y pedir más gobierno, como hace Ortiz, no resulta demasiado consecuente. Ante la lluvia, un techo, ante el viento, cuatro paredes. Los que desconocen este hecho fundamental y pretenden combatir las tempestades con danzas antilluvia (y antiriqueza), nos descubren ante los rugidos naturales.

Más mercado y menos intervencionismo, que es como decir, más riqueza y menos miserias. Sólo así estaremos, todos, en condiciones de afrontar las inexorables catástrofes del futuro.

Comentarios

 
No sé si habías caído en la cuenta de que el desplazamiento de las placas que ha causado el terrible tsunami se culpa de Bush...¿está claro?
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 10:10 (1)
este javier ortiz, no cabe esperar de el que la mas desconcertante de las incongruencias...siendo proximo a IU es defensor de la linea de esker batua-madrazo-tio tom; y el modo en que aplica principios liberales para todo lo que no le gusta es desarmante(por ejemplo, la financiacion de la iglesia). en ralidad, me parece intelectualemente mediocre. en sus articulos de elmundo sus argumentaciones rozan lo infantil, lo que no impide que a veces se le cuele ingenuamente alguna verdad como un templo.
por que no diran que los altos edificios de los complejos hoteleros privados, mejor construidos que otros edificos de la zonas afectadas, y situados en primera liena de playa, salvaron muchas vidas, al funcionar tanto como zonas seguras como barrera?
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 12:31 (2)
Si señor. Un artículo bien escrito y que reconoce los aciertos ajenos. En este sentido tendríamos que dirigirnos.
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 12:34 (3)
Rallo, eres un hacha pero esperas demasiado de Ortiz, además, no me lo compares con Rockwell por favor...
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 13:14 (4)
Y te ha faltado decir, que logicamente, Kyoto produciría mas pobreza (sinónimo de desarrollo sostenible).
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 13:36 (5)
Creo recordar que en algún medio de comunicación se recriminaba a Estados Unidos el que poseyera información sobre las probabilidades del tsunami una hora después de que ocurriera el terremoto.
También falta por analizar en los medios de comunicación la culpabilidad de la Iglesia Católica cuya posición contraria a los anticonceptivos es la causante de la superpoblación en aquella región.

Un saludo.
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 15:31 (6)
Si desde luego, Juan Ramón, y además sorprendente. Leo en redvoltaire.net un artículo de Mariano Cereijo Gelo (de rebelion.org) en el cual dice lo siguiente:
textual; a nueve meses y medio de la victoria de Zapatero, ya he oído algún comentario de gente decepcionada, que no piensa volver a otorgar ninguna confianza a los socialistas. Desde hoy me uno a ellos. Seguro que no voy a ser el único. A este paso, apuesto que el PSOE no aguanta la mayoría para el 2008
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 15:37 (7)
www.redvoltaire.net/article3281.html

Para mear y no echar gota
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 15:40 (8)
Seguro que luego está a favor de la investigación ¿privada? de las celulas madre con óvulos fecundados.
Enviado por el día 3 de Enero de 2005 a las 16:52 (9)
> 'Criticar al gobierno de causar el desastre y pedir más gobierno, como hace Ortiz, no resulta demasiado consecuente.'

Nada consecuente. ¿Pedir más veneno para curar los efectos del veneno? Poco razonable.

Ahora bien: aplicar a la enfermedad política o social, en dosis mínimas, las mismas sustancias (gobierno, estado) que a organismos sanos producirían síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir, es principio homeopático de curación excelente y acreditado.
Enviado por el día 4 de Enero de 2005 a las 10:40 (10)
> 'También falta por analizar en los medios de comunicación la culpabilidad de la Iglesia Católica cuya posición contraria a los anticonceptivos es la causante de la superpoblación en aquella región.'

Los medios de comunicación no analizan porque nada hay que analizar. Si el problema de la superpoblación en aquella región tuviese causa tan simple, independientemente de que es falsa, sería una suerte porque simple también sería la solución del problema.
Enviado por el día 4 de Enero de 2005 a las 10:42 (11)

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