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9 de Diciembre de 2006

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

La ciencia económica contra el racismo


Pijus Economicus vuelve a la carga contra la economía con una nueva bicha. Si hasta el momento enemigo número uno era la grotesca publicidad que nos convertía en autómatas, ahora pasa a ser la racionalización económica.

¿Y qué es esto de la racionalización económica? Aquel método que consiste en encerrar ideas en un sistema lógico y coherente. Normalmente, aunque no es necesario, tal sistema se desarrolla analíticamente, con la ayuda de la ciencia matemática, englobándolo en un manto de cientificismo realmente engañoso. Un sistema cerrado de este tipo parte de axiomas y supuestos. A partir de ellos se obtienen conclusiones que están simplemente por descubrir, pues, realmente, han sido creadas desde el mismo momento en el que se establecieron los supuestos de partida.

Aquí ya tenemos un perfecto ejemplo de cómo Pijus emplea magistralmente lo que él llama "racionalización económica". Es decir, primero afirma que la racionalización económica utiliza juicios analíticos (es decir, aquellos cuyas conclusiones ya están contenidas en sus premisas) y luego se nos dice que es ruin porque sus conclusiones ya estaban incluidas en sus premisas. ¿Y la tuya no?

Por supuesto, a la crítica de la racionalización económica puede someterse tanto la economía austriaca como la universitaria. Aunque tenga poco interés en defender a la segunda (y en ocasiones le daré la razón a Pijus), en buena medida sí encuentro muchos de los argumentos injustos y mal empleados.

Para empezar, no es cierto ni que las conclusiones neoclásicas ni las austriacas se encuentren insertas en sus premisas. En el caso neoclásico porque emplea un poderoso instrumental econométrico que, aun siendo inadecuado para el estudio de la praxeología, sí proporciona nueva información (probablemente sesgada y errónea).

Por ejemplo, si pretendo comprobar la relación entre la cantidad de coches negros y el precio de los helados, propongo el modelo, recojo los datos pertinentes y realizo la regresión. Atendiendo a los coeficientes de correlación, AICs y demás , un neoclásico concluirá si existe relación. Tanto si la hay comi si no, se habrá creado nueva información que no estaba contenida en sus premisas.

En el caso austriaco, no se establece ningún conjunto de axiomas, tan sólo uno permite derivar el entero cuerpo teórico de la praxeología: el hombre actúa. En este sentido, parece claro que las conclusiones económicas no están contenidas en el mero axioma, sino que tienen que ser extraídas a través de un complejo proceso lógico deductivo. Por tanto, en el caso de los neoclásicos estamos ante juicios sintéticos a posteriori y en el de los austriacos en juicios sinténticos a priori.

Vayamos ahora a las intenciones de la racionalización económica según Pijus: Estos modelos tienen una doble función. Esperan, de un lado, describir la realidad social, esperando poder predecir, de ese modo, comportamientos futuros.

Aquí hay una falsa causalidad. El hecho de que permitan describir la realidad social no significa que puedan predecir la realidad social del futuro. Ya lo expliqué aquí: La economía no predice el estado futuro de las cosas, sino las implicaciones lógicas de la acción. Sabemos que un incremento de la demanda de un bien incrementa su precio, pero ¿realmente se incrementará en la realidad? ¿Es esto una ley? Desde luego, si la cantidad de ese bien se dobla, es probable que no se incremente el precio, incluso que disminuya. Sin embargo, lo cierto es que un aumento.

Otra cosa es que muchos econometras sí caigan en esa trampa, pero desde luego no los austriacos. pero además, la descripción de la realidad social que pretende realizar la economía es tan humilde y restringida que la predicción sobre la elección humana es simplemente imposible. Podremos realizar ciertas predicciones cualitativas, pero a menudo ni podremos observar cómo esas predicciones terminan plasmándose en hechos mensurables.

La otra finalidad de la racionalización es: desfigurar la realidad y hacerla girar en el sentido que su modelo describe, acabando por sustituirla. Y de este modo: aquellos incompletos supuestos, a fuerza de presentarse como verdaderos, acaben convirtiéndose en reales y ciertos. Cuando toda la humanidad cree en una mentira, ésta pierde su condición de falsedad y se transforma en verdad. Así, las conclusiones que se obtuvieron en el análisis teórico se asumen como válidas antes de ejecutar cualquier acción, y es posible que el consumidor acabe comportándose de idéntica forma a la predicha, pero no por las razones esperadas.

Pijus aquí sólo cae en la trampa que él mismo se ha dispuesto. La ciencia económica no puede modificar la elección humana, ni tan siquiera influirla, porque no es su campo de estudio. De hecho, la economía debe dedicarse a estudiar aquellas implicaciones de la acción humana que no sean susceptibles de manipulación por la voluntad humana. Por ejemplo, según Pijus si un modelo económico describe que los coches grandes son preferidos por la sociedad, terminarán siéndolo.

El problema es que ese modelo económico no tiene nada de económico y sí mucho de sociológico, disciplina que por definición no puede ser a priori. En todo caso, Pijus debería denunciar la racionalización sociológica, pero no la económica.

Para entender la diferencia, veamos qué sucedería tratando de aplicar la racionalización económica a la praxeología. Un incremento de la cantidad de un bien reducirá su precio por debajo del que habría alcanzado sin ese incremento de la cantidad. Según Pijus esta podría ser una conclusión teórica falsa que parte de premisas erróneas o incompletas pero que se convierte en cierta porque la sociedad ha asumido que debe ser así.

Esto tiene un grave problema ya de inicio. Aun suponiendo que toda la sociedad conozca tal conclusión económica (lo cual es más que dudoso) y que conozcan todos (¿asumimos información simétrica, perfecta y completa para validar tu teoría, Pijus?) que la oferta ha aumentado, carecerían de la información necesaria para coordinar la acción de todos y lograr que el precio de un producto reprodujera el patrón esperado. ¿Cuál debería ser el comportamiento de cada agente para que, finalmente, el precio experimentara una reducción que en caso contrario no se produciría? Sería necesario un detallado y meticuloso plan para que todas las piezas encajaran, lo cual resulta simplemente imposible.

Pero además, hemos dicho que la ciencia económica se encarga de estudiar las implicaciones necesarias de la acción, esto es, aquellas consecuencias que no son susceptibles de manipulación por la voluntad humana, precisamente porque son la estructura por la que discurre dicha voluntad. Supongamos que todos los individuos se coaligan para incrementar su demanda cuando la oferta de un bien aumenta, en este caso, las variaciones de precio quedarían contrarrestadas o incluso podrían tener lugar oscilaciones al alza.

¿Significa que los precios pueden no bajar cuando la oferta aumenta? La ley económica sólo establece que serán menores a los que habrían sido; esto es, sin el incremento de oferta y con el incremento de demanda, los precios serían aun mayores. Aun queriéndolo, los seres humanos no podrían evitar esa implicación de su acción y, por tanto, las leyes económicas no subsisten por mera manipulación social, sino porque se insertan en la estructura de la acción (de modo similar, aunque más poderoso, al respeto que la acción debe mostrar por las leyes físicas).

Vemos pues como Pijus cae en una suerte de historicismo y nihilismo epistemológico, donde la economía simplemente desaparece como ciencia y donde la sociedad puede construirse a través de la correcta educación social. Si no hay leyes podemos redirigir al ser humano, a la sociedad y a la economía hacia allí donde consideremos pertinente.

Ahora bien, ¿a qué viene el título del post? Pijus aplica en otro artículo su crítica a la racionalización económica y concluye que conduce al racismo: Podemos, por ejemplo, llegar a justificar el racismo. Lo podemos lograr de forma que gracias a la ciencia formal usada en el desarrollo del modelo, se dote a nuestras conclusiones de un abrigo de cientificismo difícil de cuestionar y rechazar en la sociedad moderna. Imaginemos, por ejemplo, que nos proponemos analizar la incompatibilidad cultural, estudiando para ello, y de forma empírica, los casos de conflictos entre seres humanos de distintas culturas. Así, obtendremos datos estadísticos que describen la relación existente entre los delitos y el origen de los delincuentes. Los resultados demostrarían que los argelinos, por ejemplo, tienen una relación con el delito treinta veces mayor que los españoles.

Lo primero que hay que repetir con este ejemplo es que, en todo caso, no estaríamos ante una racionalización económica, sino sociológica. Segundo, economistas no del todo austriacos han denunciado la manipulación de las estadísticas muy al estilo de Pijus (La clave ha estado en la elaboración de los supuestos: en el momento en el que hemos decidido relacionar origen de los delincuentes y delitos, y no, por ejemplo, el color del pelo, la renta económica, cualquier factor cualitativo, etc. y los delitos), por ejemplo Thomas Sowell, cuya recopilación de manipulaciones estadísticas puede encontrarse en este gran artículo de Dani.

Pero además, es curioso que Pijus atribuya a la racionalización económica -en realidad a la ciencia económica, ya que como historicista cualquier conocimiento apodíctico le parece racionalización- la pulsión racista.

De hecho, la historia de la economía nos ilustra con un caso curioso y poco conocido. Casi todo el mundo habrá oído que se califique a la economía como "ciencia funesta". La expresión la acuñó el historiador Thomas Carlyle; ahora bien, la mayoría de la gente cree erróneamente que la expresión se debe al desencanto que le ocasionaron las conclusiones de los economistas clásicos, especialmente Malthus, sobre el agotamiento de recursos y el estado estacionario.

En realidad, Carlyle calificó a la economía como ciencia funesta porque consideraba que nos abocaba a la degradación moral al equiparar a todos los seres humanos en su análisis; es decir, Carlyle se quejaba de que los economistas hablaran de "trabajo" o "productividad" y no distinguieran entre el trabajo y la productividad de los blancos y los negros. La primera vez que Carlyle menciona el término ciencia funesta es aquí: Ciertamente, mis amigos filántropos del Exeter Hall [el Exeter Hall era un centro evangelista de Londres que se convirtió en el referente de la lucha antiesclavista] es maravillosa; y la ciencia social -no una Gaya Ciencia, sino triste -que encuentra su secreto en el universo de la "oferta y la demanda" y reduce la tarea de gobernar a los seres humanos con dejarles libres, es también maravillosa. No una Gaya ciencia tal y como hemos oído, sino, diría yo, una lúgubre, desconsolada y además bastante abyecta ciencia; algo que podríamos denominar "ciencia funesta". Estos dos, el Exeter Hall y la ciencia funesta, unidos por la causa sagrada de la emancipación negra, o cosas similares, al enamorarse y casarse, darán lugar a vástagos y prodigios; criaturas deformadas, abortos innombrables y monstruosidades varias como todavía no ha visto el mundo.

Así, William Rathbone Greg, siguiendo a Carlyle, criticaba a Mill porque "nunca considera que un irlandés es un irlandés y no un ser humano medio -un hombre con idioma e idiosincrasia, nada abstracto". Para saber más sobre la cuestión puede leerse el detallado análisis de David Levy y Sandra Peart.

En cualquier caso, lo importante es darse cuenta de algo que Pijus todavía no ha entendido. En tanto la ciencia económica analiza la estructura de la acción para cualquier ente con capacidad volitva para actuar, consideraciones como el racismo le son totalmente ajenas. De hecho, en realidad, son mucho más frecuentes entre quienes sostienen que los africanos no pueden desarrollarse sin ayuda externa y que los esquemas del capitalismo occidental no les sirven.

En definitiva, a) no es cierto que el auténtico objeto de la ciencia económica requiere partir de mentiras o medias verdades, b) no es cierto que el interés de la economía esté enfocado a beneficiar al statu quo, es decir, a los privilegiados a quienes conviene permanecer en esa excelente situación donde la fuerza no es necesaria para dominar, cuando se ha seguido un proceso lógico-deductivo adecuado, c) no es cierto que la verdad económica depende las premisas adoptadas, d) no es cierto que la economía sirva de base al racismo, simplemente porque la estructura de la acción y sus implicaciones lógicas son necesariamente iguales en todas las acciones teleológicas.


Comentarios

 
Pijus: « La primera cualidad de la racionalización económica, la de describir la realidad para predecir comportamientos, no es válida en tanto no es global y sólo tiene sentido en contadas ocasiones o en pocas personas.»

Para Pijus, las personas (salvo unas pocas) carecen de la cualidad de la racionalización económica. Y necesitan, para librarse del influjo maléfico del mercado basado en la publicidad, de algún guía sabio que los conduzca a la felicidad.
Enviado por el día 9 de Diciembre de 2006 a las 15:26 (1)

La vida a veces es percibida como una ofensa a la verdad...

Enviado por el día 9 de Diciembre de 2006 a las 15:35 (2)
"El individuo ha asimilado, sin percatarse, el sistema en sí mismo, y ha asumido las preferencias externas como propias. El proceso racionalizador de la sociedad ha triunfado en su doble funcionalidad, a pesar de ser erróneo en sus fundamentos."

Si no he entendido mal, este señor cree que el "Sistema Económico" puede convertirse en un motivo de actuación de los individuos. Conviene dejar las cosas claras para mostrar la falacia de esos argumentos.

PRIMERO: Igual que el huevo es anterior a la gallina porque es evolutivamente anterior, la economía -minúscula- es anterior a la Economía.
La economía también es un cavernícola decidiendo si cazar o recolectar según tenga o no provisiones, un hombre del neolítico pensando cuánta tierra quemar para cultivar, etc... economía es pensar cómo hacer las cosas ante una escasez. Y pensar es algo propio de seres humanos.

La Economía, como Ciencia Económica y Racionalización, es posterior a economía de la antes señalada y es incluso posterior a la moneda, la banca, el comercio, la industria, las planificaciones estatales -Egipto- o las Uniones Económicas -el Imperio Persa-.

Como casi todas las ciencias, las inicia un señor llamado Aristóteles. ¿Estudiar Filosofía es malo para la sociedad?

1- La Economía no es un culto tribal que la gente ASUMA ni una deontología que deba guiar las decisiones de la gente ante la escasez. Es una Ciencia Social que pretende estudiar esas decisiones del Individuo y de los grupos en que éste se asocia, que existen y son inherentes en un grupo humano.

2- Pijus plantea un problema muy clásico: "La economía puede acertar en sus observaciones pero falla al conocer las esencias" La Filosofía ya ha superado hace tiempo esa separación entre la Percepción y el Ser.

3- La Economía, como toda ciencia, es incompleta. Hubo un filósofo, llamado Popper, que estableció que la ciencia avanzá a golpe de fallos: una teoría es válida hasta que se pruebe falsa.

Este Pijus es un Idealista.
Enviado por el día 10 de Diciembre de 2006 a las 02:57 (3)
Respuesta aquí, y el viernes la publico en Red Economía Crítica.
Enviado por el día 12 de Diciembre de 2006 a las 02:15 (4)

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