31 de Octubre de 2004

Ensombrecidas por las americanas, hoy se celebra en Ucrania la primera vuelta de las cuartas elecciones presidenciales en esta antigua república soviética y creo que el universo mediático no le da suficiente importancia. En juego, que Ucrania tenga la posibilidad de entrar en un proceso que le llevaría a una verdadera economía de mercado y el acercamiento a Occidente o que siga bajo la sombra de su hermano del norte, la Rusia de Putin.

Dos candidatos destacan de entre todos, el primer ministro del actual gobierno y el favorito de Moscú, Víctor Yanukovich y el líder del movimiento Nuestra Ucrania, Víctor Yushchenko, que dicen de talante liberal y que puede protagonizar una revolución parecida a la ocurrida en Georgia. De hecho, ya hablan de la Revolución de los Castaños, árbol nacional de Ucrania, en un paralelismo a la Revolución de Terciopelo que vivió Georgia hace unos meses. A la espera de los resultados, el candidato oficial prorruso tiene las de ganar al contar con el apoyo del ejército, la policía además de la burocracia heredada de la Unión Soviética. Sin embargo, Yushchenko parece que tiene su máximo apoyo en la zona occidental del país, cercana a Polonia y Rumanía.

Occidente se juega un aliado en una zona especialmente estratégica, una zona que es rica en recursos, sobre todo energéticos pero que también es rica en conflictos religiosos y terroristas. Los inesperados acontecimientos de Georgia han dado a Occidente en general y a Estados Unidos en particular un importante aliado pero la 'conversión' de Ucrania podría dar un contrapoder importante que impulsara la democratización de la zona y un progresivo apaciguamiento, al menos en las zonas que vieran en el paraguas occidental una garantía de tranquilidad.

Sin embargo, crearía una situación difícil con Rusia que se considera potencia regional y valedora de los intereses de los pueblos que formaron la antigua Unión Soviética. La doble nacionalidad ruso - ucraniana del primer ministro, las llamadas a la re - unión de personalidades rusas, así como el vecino estado de Bielorrusia, títere de Moscú, invitan a pensar que con limpieza o por la fuerza, los prorrusos tienen las de ganar.

Sería una pena incluso para la UE que a través de la frontera polaca tiene una zona de influencia en territorio ucraniano que se convertiría en un buen mercado para los productos comunitarios. El apoyo de la UE dependerá una vez más de los acuerdos de la Vieja Europa, es decir Francia y Alemania, con Rusia y el grado de antiamericanismo que ambos quieren imponer en este tablero europeo. A priori, lo mejor para los ucranianos parece Yushchenko, pero los poderes fácticos tiene mucho que decir. Si no hay sorpresas, esperaremos a la segunda vuelta.