3 de Noviembre de 2004

Tras el reconocimiento por parte de Kerry de la victoria de Bush, no puedo dejar de mirar hacia dentro para luego llorar al hacerlo hacia afuera. La apuesta casi suicida del Gobierno por una victoria del senador Kerry es sin duda el penúltimo episodio consecuencia de la falta de una brújula en la política exterior española que fue puesta a servicio del PSOE el mismo día en que ZP se vio como presidente español, el 12 de marzo por la noche y a partir de este momento hemos asistido al derribo gratuito, pero socialmente 'aceptable', de toda la política construida por el PP en ocho años.

La apuesta de ZP era tan simple como ingenua, tan absurda como limitada, propia de un presidente desconocedor de la política geoestratégica mundial, guiado por oscuros intereses partidistas, por el precio a pagar a socios incómodos pero necesarios, por idealistas antes que por pragmáticos y sobre todo por una desprecio hacia la realidad.

No deja de ser significativo que en el poco tiempo transcurrido desde que Bush se vio como presidente, el ministro Bono y el propio ZP hayan hablado tantas veces de amistad y de su condición de aliados. Tengo la sensación que en ocho años de gobierno del PP no se han usado dichos epítetos tan seguidos y con tanto significado, no como una mera forma de cortesía. ZP, y con él su Gobierno, esperaban en Estados Unidos algo parecido a lo de España pero el pueblo americano ha acudido en porcentajes desconocidos, al menos últimamente, a votar y lo han hecho apoyando a su presidente y a su política de mano dura ante el terrorismo. Tanto en voto popular como en los definitivos votos electorales, Bush se ha destacado como no lo había hecho hace cuatro años cuando la situación era diametralmente opuesta. La mayoría republicana en Congreso y Senado tampoco es una buena noticia para ZP que ve que su supuesto aliado (otra ingenuidad, pues la política exterior americana no iba a cambiar mucho al ser de Estado y no de partido) no le puede echar un capote en nada.

Pero los intentos de pedir perdón, los intentos de buscar diálogo y buen talante vienen tarde y las consecuencias de antiguas y no tan antiguas discordias, originadas todas en la absurda política socialista, no se olvidarán fácilmente incluso si cambia el gobierno. Roma no paga a traidores y España ha pasado de cola de león a ser una vulgar cucaracha en la esfera diplomática mundial. Las consecuencias de todo esto ya se verán, algunas económicas cuando las empresas españolas no tengan los apoyos necesarios para introducirse en nuevos mercados, otras diplomáticas cuando España no cuente para nada en importantes decisiones internacionales que afecten a todos y cada uno de los españoles.

Pero tenemos lo que nos merecemos, al menos algunos lo tienen. La campaña descarada de la mayoría de los medios de comunicación por los demócratas, las noticias sesgadas que venían del otro lado del Atlántico siempre hacia el mismo lado, la caricaturización de la sociedad americana propia del antiamericanismo más fuerte y de la ignorancia más extrema, ha favorecido esta política basada en la búsqueda del voto y no en la salvaguarda de los intereses españoles. Tenemos lo que buscamos y las consecuencias se verán en el futuro. No nos quejemos.