16 de Noviembre de 2004

Algunas veces creo que determinadas personas deberían estar mejor calladas. Sobre todo si poseen un cargo público y más aún si ese cargo es el de ministro. En este caso, ministra. Carmen Calvo, a la sazón Ministra de Cultura, se dejó caer por el III Congreso de la Lengua que los Reyes inaugurarán mañana en la ciudad argentina de Rosario. Aprovechando la presencia de los periodistas, ha justificado parte de su gestión, sobre todo los indiscriminados ceses en diferentes instituciones como la Biblioteca Nacional, el Teatro Real o el Museo Reina Sofía. Todo ello demuestra que la politización de la cultura es uno de los principales objetivos del socialismo de uno u otro signo. La concepción de la cultura como una especie de "sanidad pública" es la justificación usada en este caso para esta ancestral y peligrosa política:

"La responsabilidad de un ministro de Cultura con los museos es la misma que la de un ministro de Sanidad con los hospitales"

Efectivamente, crear una burocracia espantosa que se gaste el dinero público en funcionarios, enchufados culturales de ideología cercana y trípticos y folletos que nadie lee.

Sin embargo, quizá menos importante pero más insólita ha sido un consejo a todos los españoles:

"El español convive con más idiomas como el chino, que es el que tendremos que aprender"

Lo que no aclara "Calmen Calvo" es si el mandarín o el cantonés. Eso sí, habrá que ponerse mañana a estudiarlo que lo mismo se va a exigir en las siguientes oposiciones junto al catalán (no el valenciano), el vasco, el gallego y el árabe. En ese orden. Me sorprende que la "ministla" no se acuerde del idioma de Shakespeare o el de Moliere o el de Goethe o el de Dante o el de Homero o el de Tolstoi o el de Waltari si busca algo menos habitual. Pero 1.500 millones de chinos le llaman la atención y dado nuestro histórico contacto con esa milenaria cultura, tan milenaria como la nuestra, pues "pa'llá que se va".

Ante estas circunstancias no es extraño que se queje del: "notabilísimo empobrecimiento en nuestro país de la lengua española en cuanto a matices, colorido y vocabulario". Y más que habrá. Con tanto idioma y con nuestras limitadas memorias, no es extraño que se pierdan matices, vocabulario y colores. Uno no sabe qué idioma usar en qué momento y termina por mezclarlos sin mucho criterio. Y si no, el tiempo.

Lo que no sé es que opinará su compañera ministra de Educación María Jesús San Segundo, de la que depende ese nivel académico tan carente de matices, vocabulario y colores. Una última cosa y aunque sea rizar el rizo, notabilísimo es un adjetivo que no casa con empobrecimiento, quizá es que "Calmen Calvo" no domine el lenguaje o no perciba bien los matices del léxico.

ACTUALIZACIÓN: Veo que Arcadi y Carmelo han tocado también el tema.