17 de Noviembre de 2004

Hace unas semanas me permití la licencia de llamar la atención sobre la primera vuelta de las elecciones presidenciales ucranianas. De todos los candidatos, destacaba Víctor Yanukovich primer ministro del actual presidente Leonid Kuchma y favorito de Moscú y el líder del movimiento Nuestra Ucrania, Víctor Yushchenko, del que se decía cercano a Occidente y con una corriente de pensamiento más cercana al liberalismo. La campaña fue dura, llena de actos oscuros, donde el poder puso muchas zancadillas a los candidatos que ponían en peligro la victoria de Yanukovich.

La primera vuelta se celebró y con varios días de retraso se hicieron públicos los resultados oficiales que venían a confirmar sorprendentemente los oficiosos. Al final iba a haber segunda vuelta pero el ganador no había sido el candidato oficial Víctor Yanukovich que obtuvo el 39,32% de los votos emitidos, sino Víctor Yushchenko que le había superado, si bien muy ajustadamente, con el 39,87%. Si hacemos caso a las informaciones aparecidas en diversos medios, esta victoria no es nada desdeñable. La maquinaria estatal en un país sin historia democrática y con la dictadura comunista en el recuerdo, había favorecido desde el principio al poder pero Yushchenko había conseguido convencer a buena parte de este electorado.

Los acontecimientos parecen confirmar que Yushchenko tiene muchas posibilidades de ganar porque sus enemigos han empezado a maniobrar para despojar de poder la figura constitucional del presidente en Ucrania. El presidente saliente Leonid Kuchma quiere modificar la Constitución antes de la segunda vuelta que se celebrará el 21 de noviembre para legarle una figura con los poderes recortados. Para ello, Kuchma tiene que conseguir 300 de los 450 votos del parlamento Ucraniano y que el Parlamento se avenga a tratar el tema y votarlo antes del día de las elecciones. Afortunadamente, es difícil que tanto una como otra se puedan producir pero...

Esta reforma constitucional no es novedosa pero su planteamiento en este momento demuestra que, al menos las autoridades salientes, todavía se plantean el uso del poder como un club privado del que nadie, sino los miembros de tan elitista grupo, pueden disfrutar.

El apoyo occidental a los procesos democráticos en países como Ucrania que vienen de décadas sino siglos de tiranía, debe ser completo pero ello no debe hacerse de cualquier manera. No se puede apoyar a aquellos personajes que no dudan en usar la ley en su beneficio e incluso cambiarla antes de que su situación empeore. La democracia liberal en un sistema, es el mejor sistema que se ha inventado para el progreso de las sociedades y uno de sus pilares es que nadie debe usar las instituciones para su propio beneficio aunque sea muy tentador. Quizá el ejemplo más indicativo que hemos tenido y tenemos en España, es la apropiación del Estado y sus Instituciones por parte de los Partidos políticos. Vivimos su momento álgido en los gobiernos de Felipe González que nos llevaron a una situación de fuerte agitación social ante la corrupción evidente y en 1.996 se pudo cambiar el gobierno aunque a duras penas. Ucrania no tiene esta posibilidad y un retroceso en el proceso democrático puede dirigir el país hacia una "dictadura democrática" como la de su vecinos norteños. La Rusia de Putin tiene una sombra alargada.