3 de Julio de 2005

Hay que ser un poco carroza pero aún recuerdo cuando una orquesta sinfónica soviética salía de gira por el decadente Occidente, con su Rock & Roll y su capitalismo salvaje y volvía en forma de orquesta de cámara, cuando no cuarteto de cuerda con un señor que tocaba los tambores. Éstos eran los únicos que no habían huido y pedido asilo político. Eso sí, su vuelta implicaba un reforzamiento ideológico del régimen ya que los que se quedaban o eran muy torpes o muy idiotas o estaban muy convencidos ideológicamente, que viene a ser una mezcla de los dos anteriores. Esta propensión a la huida se ha convertido en una costumbre en las delegaciones de muchos países cuando acuden a eventos internacionales de carácter cultural y político. Cubanos, coreanos del norte y ahora, algunos países africanos, subsaharianos y saharianos, siguen la tradición.

Entre los que tuvieron la suerte de poner pies en polvorosa del paraíso comunista, algunos supieron hacerse un lugar en el vodevil cultural y artístico de los más acomodados países occidentales. Uno de ellos que me viene a la memoria es Mikhail Baryshnikov. Huyó de la Unión Soviética a Estados Unidos donde ha desarrollado una importante carrera artística como bailarín y actor. En su película "Noches de Sol" (White Nights, 1985) recreó una de sus perores pesadillas. Por la avería de un avión, su personaje, precisamente un exiliado, aterrizaba en la Unión Soviética. Allí, entre prisionero e invitado, conoce a su compañero de piso, un bailarín americano, protagonizado por el desaparecido Gregory Hines, que huyó a la Unión Soviética después de haber sido espía para Moscú y que los comunistas habían premiado haciéndole vivir en un cuchitril, muy parecido a los pisos OPV de la ministra Trujillo. El duelo interpretativo y sobre todo, las lecciones de danza que los dos nos regalan, hacen de una película de guión predecible, un regalo para la vista. Gregory Hines ha sido seguramente uno de los mejores bailarines que ha dado el cine y si no ha estado a la altura de los que protagonizaron los años dorados del musical en Hollywwod, sólo ha sido por nacer en una época equivocada.

Pero me centraré, que esto iba de huidos. Contaba ayer El Mundo, en su edición de papel, que cinco atletas de la selección marroquí de kárate que estos días compite en los Juegos del Mediterráneo 2005 en Almería, aprovecharon el final de su poca exitosa competición para hacer el petate y desaparecer en esta tierra de promisión y otros objetivos menos virtuosos, en que se ha convertido Europa. Uno de ellos fue interceptado en Barcelona cuando iba a tomar un avión para ir a Italia. De los otros cuatro, poco más se sabe. Lo más sangrante es que esta situación se podría estar repitiendo con otras delegaciones. Aunque de momento no haya trascendido, la selección argelina de fútbol, o lo que quede de ella, está bajo sospecha de la policía.

Los ciudadanos huyen, pero no creo que los responsables que hacen frente al problema tengan muy claras cuáles son las causas. Un superficial análisis, no necesito profundizar demasiado, me dice que la progresía, sus activistas, los grupos de todas las ideologías y filosofías que los apoyan, sólo se fijan en las consecuencias de ciertos procesos que conducen a las personas a huir de sus casas. Los refugiados se han convertido en otra de las lacras que azotan al planeta e igual que con la pobreza, con las guerras o el hambre, la progresía de salón se fija en lo mal que lo pasan los que lo padecen y no en analizar sus causas y, dentro de sus límites, intentar cambiarlas.

Las campañas de sensibilización siguen enseñando sólo una parte de la ecuación, resolviendo la otra con tópicos que calan en la gente acomodada y que voluntaria (aceptable) o involuntariamente (inaceptable), drenan sus recursos para alimentar la avaricia de los ricos del Tercer Mundo, sus Tiranos y en muchos casos los corruptos burócratas de organizaciones con más prestigio del que se merecen. Y mientras se celebra conciertos internacionales contra la pobreza, mientras se manifiestan los concienciados ciudadanos, mientras Kojo se lo lleva crudo en el programa Petróleo por Comisiones y su padre da discursos morales ante ricos de salón, los marroquíes huyen por la noche, de madrugada con alevosía. Estos no se harán famosos, incluso puede que terminen en su país de nuevo. Pero no será porque no existan recursos en su país. Una vez más lo diré, solucionar la pobreza no es una cuestión de dinero.