15 de Julio de 2005
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Bitácora de Alberto Illán Oviedo
La Batalla Naval de Vallekas
El periodo estival es tradicionalmente pródigo en tonterías de carácter social, solidario y sobre todo, lúdico. Cualquier excusa es buena para perder la vergüenza, la ropa y si se me apura, hasta la honra, sea lo que sea el concepto. Vallecas está de suerte, como viene ocurriendo desde hace veinticuatro años, los habitantes de tan maravilloso barrio de Madrid tienen la oportunidad de participar en la "Batalla Naval" vallecana, tradición que consiste en poner perdido de agua a todo aquel que te rodee durante un recorrido por las calles del barrio. La verdad es que en España a cualquier cosa se le llama tradición, sobre todo si la peña se lo pasa pipa. Que se va la luz una Nochevieja, pues se celebra el año nuevo un agosto sí y el siguiente también, ahí está la televisión para sacarlo todos los veranos. Que sobran tomates, pues tomatina que te crió, con japoneses como espectadores y americanos como participantes. Lo de Vallecas es menos conocido pero no menos impactante. El problemilla que surge este año, y quizá los próximos, es que hay una sequía del copón, Narbona dixit ¿o era Pixie?, y no es cuestión de empezar a dar mal ejemplo. Así que esas mismas autoridades que nos exigen que ahorremos agua, que nos duchemos menos, que dejemos que se mueran la mitad de las plantas, que tiremos de la cadena la mitad de las veces, han tomado medidas en el asunto y han decidido acortar a la mitad el recorrido del pasacalles, cerrar las bocas de riego y dejar sólo que los participantes usen el contenido de seis camiones cisterna traídos para la ocasión. Parece ser que tal decisión tiene su origen en Lanjarón cuando los habitantes, según denunciaron los alegres activitas de Greenpeace, arrojaron a las calles del pueblo del thaichí seis millones de litros de agua, que se dice poco.
Uno no puede estar más perplejo. Si la situación de nuestros recursos hídricos es tan horrorosa, lo mejor es impedir que la gente moje, y sustituir el acto acuático por la típica verbena en la que termina el personal trompa, al menos esa sería más lógico por parte del ayuntamiento de Gallardón. Sin embargo, las paradojas no terminan ahí, la actitud de Greenpeace en Lanjarón es lógica según su peculiar forma de entender la vida pero en el caso vallecano, la presidencia de honor del acto ha recaído en Inés Sabanés, portavoz de Izquierda Unida en el ayuntamiento y, conforme a su también particular visión de la política, es totalmente contraria a cualquier derroche por insolidario y capitalista. Que este año se use el 90% menos de agua que los anteriores no es ninguna excusa ya que la gente se puede entretener de cualquier otra manera. Y lo más curioso de todo es que la propia Izquierda Unida ha pedido, con esa forma tan peculiar de pedir las cosas que tiene la izquierda que parece una imposición, que Canal de Isabel II y Comunidad garanticen el derroche..., digo la fiesta. ¿Qué dirán sus colegas de Greenpeace?.
Pero como no todo van a ser polémicas y no es cuestión de destrozar una tradición milenaria de veinticuatro años propongo lo siguiente, que cada uno de los participantes se apunte al acto y pague una cantidad en función del agua que quiera tirar a sus compañeros de juegos, que con esa cantidad le den los litros que haya comprado y así todos contentos y mojados. Uno compra el agua y hace con ella lo que quiera, que se la quiere tirar a la buenorra de la puerta de al lado para verla en plan camiseta mojada, pues que lo haga; que quiere regar un green de un campo de golf, pues que lo haga; que quiere cultivar maíz en pleno secarral manchego, pues que lo haga. Esta es una solución liberal que contenta a todos sin que nadie pague más de lo tenga que pagar, y así de paso, veremos cuántos de los vallecanos tienen verdaderas ganas de juerga.
Uno no puede estar más perplejo. Si la situación de nuestros recursos hídricos es tan horrorosa, lo mejor es impedir que la gente moje, y sustituir el acto acuático por la típica verbena en la que termina el personal trompa, al menos esa sería más lógico por parte del ayuntamiento de Gallardón. Sin embargo, las paradojas no terminan ahí, la actitud de Greenpeace en Lanjarón es lógica según su peculiar forma de entender la vida pero en el caso vallecano, la presidencia de honor del acto ha recaído en Inés Sabanés, portavoz de Izquierda Unida en el ayuntamiento y, conforme a su también particular visión de la política, es totalmente contraria a cualquier derroche por insolidario y capitalista. Que este año se use el 90% menos de agua que los anteriores no es ninguna excusa ya que la gente se puede entretener de cualquier otra manera. Y lo más curioso de todo es que la propia Izquierda Unida ha pedido, con esa forma tan peculiar de pedir las cosas que tiene la izquierda que parece una imposición, que Canal de Isabel II y Comunidad garanticen el derroche..., digo la fiesta. ¿Qué dirán sus colegas de Greenpeace?.
Pero como no todo van a ser polémicas y no es cuestión de destrozar una tradición milenaria de veinticuatro años propongo lo siguiente, que cada uno de los participantes se apunte al acto y pague una cantidad en función del agua que quiera tirar a sus compañeros de juegos, que con esa cantidad le den los litros que haya comprado y así todos contentos y mojados. Uno compra el agua y hace con ella lo que quiera, que se la quiere tirar a la buenorra de la puerta de al lado para verla en plan camiseta mojada, pues que lo haga; que quiere regar un green de un campo de golf, pues que lo haga; que quiere cultivar maíz en pleno secarral manchego, pues que lo haga. Esta es una solución liberal que contenta a todos sin que nadie pague más de lo tenga que pagar, y así de paso, veremos cuántos de los vallecanos tienen verdaderas ganas de juerga.
Comentarios
Ideal, pero entonces Sabanés vendrá con lo de la igualdad y propondrá una subida de impuestos a los ricos para poder subvencionar el agua que los pobres vayan a usar, y volveremos a ver otro caso de mordida social (perdón, giro social, quise decir)
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