4 de Enero de 2004

Una de las máximas teóricas del movimiento multiculturalista es que todas las culturas son iguales y que todas tienen los mismos derechos. Esa máxima teórica es mancillada con la práctica pues la argumentación clásica del multiculturalista es que la cultura occidental es inferior en tanto ha explotado, dañado, denigrado o destruido el resto de culturas. En torno a este movimiento han surgido a lo largo del globo terráqueo una serie de movimientos supuestamente defensores de los derechos y bienes indígenas, en clara recesión frente a la occidentalización perniciosa y destructora. El ya viejo movimiento Zapatista, que no ha hecho más que aumentar la pobreza de Chiapas durante 10 años o el más novedoso, al menos internacionalmente, movimiento indígena de Evo Morales y compañía en Bolivia, son dos ejemplos de las consecuencias aberrantes de esta filosofía.

Los periódicos, televisiones y radios, en general unidos al "débil", suelen denunciar con excesos tipográficos o televisivos cualquier supuesta agresión de lo occidental hacia lo no-occidental. La defensa de lo islámico, lo oriental, lo africano o lo indio sin atender a causas o razones protagoniza estos comprometidos reportajes. Sin embargo, cuando es lo no-occidental lo que ataca a lo no-occidental se calla o se empequeñecen las noticias. Los reporteros y redactores sufren amnesia.

Poco o ningún caso se le ha hecho a la pobre mujer mejicana de otomi (una de las 57 etnias existentes en Méjico) que ha sufrido una brutal paliza. Su crimen, el adulterio; su castigo, además de los golpes fue untarle los genitales con una pasta hecha a base de chile que le ha causado graves daños ginecológicos irreversibles; sus acusadores, las otras mujeres otomíes; sus verdugos, la gran mayoría de la población otomi. La indígena presentó una denuncia ante la Justicia mejicana pero como no era atendida presentó el caso ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Querétaro y su presidente, Bernardo Romero, es el que ha denunciado los hechos públicamente.

En un país como España en el que tiene tanta importancia mediatica la llamada violencia de género y en el que tanto se lucha por la discriminación de las minorías inmigrantes y por su cultura que en muchos casos entra en conflicto con las costumbres españolas, cuando no la Ley, poco o nada se ha hecho por denunciar este caso.

El Multiculturalismo, como todos los movimientos absolutos, es ciego e hipócrita.