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5 de Agosto de 2007

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

De Narbona, la estupidez, el mercado y el bienestar

La ministra de Medio Ambiente ha tenido la amabilidad de conceder una entrevista a la gubernamental Agencia EFE para dejar claro el espíritu dictatorial que todo socialista lleva dentro. El Mundo, en su edición digital, ha publicado una noticia en la que recoge algunas de las perlas que ha soltado por esa boca que Dios le ha dado y que no tienen desperdicio, algunas por lo ya dicho, otras por la ignorancia más absoluta que algunos tienen de cuestiones básicas, ignorancia que se hace más patente y preocupante cuando son personas con poder:

1) Respecto al medio ambiente en sí, la ministra asegura que “habrá algunos que les parezca una estupidez, pero ya no se atreven a decirlo. Es más, es lo política y socialmente correcto”. Más allá de que la gente pueda pensar que las políticas medioambientales sean o no una estupidez, que sean efectivas, correctas o un gasto superfluo e inútil de dinero público, es decir del contribuyente que lo gana con su esfuerzo para que luego la Administración se lo quite, que una persona no se atreva a expresarlo en alto es simplemente porque vivimos en un estado con tendencia al totalitarismo y sobre todo al adoctrinamiento desde tempranas edades (véase el caso de Educación para la Ciudadanía). Desde luego estamos ante lo políticamente correcto que en la mente de un socialista es sinónimo de los socialmente correcto. Y punto pelota. El talante tolerante de la ministra es cuanto menos muy laxo.

2) No contenta con la frasecita de marras que nos obsequian en forma de titular, la ministra nos ilustra diciendo que: “Todavía habrá muchas personas que digan que es una exageración esto del medio ambiente, pero ojo, que el mercado lo está empezando a pedir”. Que yo sepa, y sólo hay que atenerse a la definición, el mercado no tiene conciencia, simplemente se trata de un conjunto de interacciones entre individuos que buscan satisfacer determinadas necesidades y otros que aprovechan la oportunidad para satisfacerlas, por lo general a cambio de una contraprestación. En esto del medio ambiente no hay mercado que valga porque casi desde el principio el Estado y los grupos ecologistas a través de las herramientas del primero, han intervenido realizando una serie de políticas que poco o nada tienen que ver con las decisiones de los individuos: precios intervenidos, tecnologías favorecidas, políticas educacionales, energías y recursos limitados, agricultura ecológica, espacios protegidos son simplemente acciones administrativas que han machacado la mente de la gente durante décadas.

3) Después de contarnos lo relativamente satisfecha que se encuentra por la reducción de las emisiones de CO2, la adopción de políticas que hace unos años se consideraban “utópicas y radicales”, la necesidad de concentrarnos en alcanzar los compromisos del Protocolo de Kyoto, saca el ingeniero social que lleva dentro para recordar que debemos gastar menos energía si queremos acometer los desafíos del cambio climático y recuerda su niñez, cuando los yogures venían en botes de cristal que había que devolver y el agua se enfriaba ¡¡en botijo!!. Pronto me veo prohibiendo a las empresas del sector alimenticio los envases desechables y subvencionando los botijos al personal, a cambio de no usar la nevera. Todo ello es una muestra para la ministra de que “hasta qué punto nos hemos ido alejando de una actitud prudente en la consideración del medio natural”, y que se tiende a “identificar demasiado el progreso material con el auténtico bienestar”. Lo que no nos aclara la ministra es cuál es el auténtico bienestar. Yo pensaba que era cada cual el que debería saber objetivo en la vida, su personal bienestar, pero viene aquí Narbona para decir que no, que existe un bienestar objetivo al que debemos aspirar. Espero que venga en alguna de las lecciones de los libros de texto de Educación para la Ciudadanía, estaré expectante.


Comentarios

 
Que el progreso material no coincida con el auténtico bienestar puede significar perfectamente que un retroceso material no es indicador de que se vaya por mal camino, sino todo lo contrario. Como autoindulgencia y marketing político merece un aprobado alto.
Enviado por el día 5 de Agosto de 2007 a las 19:58 (1)
La mejor demostración de que todo es de boquilla, es la decisión de mantener una temperatura mínima en los edificios de la Administración, con el argumento del aire acondicionado.
Si estuvieran convencidos, y siguiendo con lo del botijo, directamente habrían prohibido el uso del aire acondicionado, e incluso la implantación en los nuevos edificios. ¡Ah, pero es que lo primero sí da votos, y lo segundo, que también demuestra lo idiotas que son, los quita!
Y en invierno, las estufas de leña (claro, que luego tendrían problemas con el CO2), y si no, pues nada. ¿Por qué es un progreso la ausencia de sabañones?
Enviado por el día 5 de Agosto de 2007 a las 20:30 (2)

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