8 de Agosto de 2007

La Organización Meteorológica Mundial organismo supuestamente objetivo que depende de la ONU y dedica todo su presupuesto a demostrar –o sí, o también- El cambio climático, ha detectado una serie de fenómenos meteorológicos extremos que vienen a confirmar el cambio climático (como si necesitara más demostración para este agujero negro de la riqueza mundial que son las Naciones Unidas). Parece ser que las inundaciones por los monzones del sur de Asia, las lluvias intensas del norte de Europa, China, Sudán, Mozambique y Uruguay, las olas de calor en Rusia y del sudeste de Europa o las nevadas inusuales de Sudáfrica y Argentina (recordemos que en ambos países es ahora invierno) son pruebas más que suficientes para la OMM para demostrar el cambio climático en forma de “calentamiento extremo”. No contento con estos noticiosos fenómenos asegura que el periodo que discurre entre enero y abril del presente año fue el periodo más cálido desde que se comenzaron los registros en 1880, 1º C por encima del promedio para esos meses.

Por enésima vez, la ONU y sus compinches usan los fenómenos meteorológicos extremos para meter el miedo en el cuerpo del personal. Resulta que los monzones, las inundaciones, las olas de calor y las nevadas copiosas son cosas de las últimas décadas, antes nunca se producían, ni mucho menos coincidían. Curiosamente, cuando estos mismos fenómenos meteorológicos se mantienen en valores medios, se alejan del extremismo, incluso invierten la tendencia, no se usan para demostrar que el cambio climático no es tan inminente como se dice o que es una falacia. Y para ejemplo, un botón: lo que llevamos de verano en Madrid está siendo más que agradable, las temperaturas se mantienen por debajo de 30 ó 35º C durante la mayoría de los días y las olas de calor, temperaturas que se acercan a los 40º C, son escasas. De hecho, estas últimas noches se ha necesitado algo para abrigarse. Porque nos fijamos sólo en Atenas o en Bucarest y no en Madrid o Segovia. Por otra parte, ¿cómo es posible que, dada la diferencia entre la tecnología y la capacidad de investigación de finales del siglo XIX y la de principios del XX (cantidad y calidad de datos me refiero), sean comparables datos tan distantes en el tiempo? Es verdad que ahora podemos conseguir con cierta facilidad los datos meteorológicos en la selva de Borneo o en medio del Ártico pero en el siglo XIX era una tarea peligrosa en el primer lugar y prácticamente imposible en el segundo.