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5 de Febrero de 2008

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

Serbia y Kosovo: la tormenta amaina, pero no cesa

 

El periodo preelectoral que vivimos, la crisis económica y algún otro tema importante como la desaparición del “Tomate” en las tardes televisivas, ha relegado a un puesto secundario un asunto que es más importante de lo que parece a simple vista, incluso para España: las elecciones a la presidencia que se celebraron en Serbia el pasado domingo.

La cita enfrentaba a dos candidatos que se definían, no tanto por su ideología izquierdista o derechista, liberal o intervencionista, que es la que habitualmente usamos, sino por su cercanía a la Rusia de Putin o a la burocracia de Bruselas.  Tomislav Nikolic, representante del sector más favorable al acercamiento a Rusia y partidario del paneslavismo perdió ante Boris Tadic por un apretado: 50,5% frente a 47,9. Nikolic reconoció su derrota y se apresuró en felicitar al ganador, dando así una sensación de lo que algunos describirían como de cierta madurez democrática. Se da la circunstancia que en la primera vuelta, el prorruso fue el ganador, pero no alcanzó el límite del 50%. Estos resultados han sentado bien en los gobiernos occidentales al considerar que el nuevo presidente se alejará de la política expansionista rusa y se acercará a una Unión Europea a la que no le gustaría tener en medio de su territorio un Estado potencialmente hostil. De hecho, Bosnia ya presenta problemas graves en este sentido, en especial entre la población musulmana que en los últimos años ha recibido la “ayuda” de muchos estados e instituciones musulmanas.

En el fondo del asunto se encuentra la, hasta la fecha, provincia serbia del Kosovo que ya ha votado su escisión de Serbia. Que la UE, Estados Unidos y Occidente en general, reconozcan su independencia o no, es el quid de la cuestión. En el bando contrario, Rusia aboga porque sigan unidos e incluso Putin definió una hipotética separación como ilegal e inmoral. La situación invita a la prudencia, porque los reconocimientos apresurados ya han provocado consecuencias muy trágicas como ocurrió con Croacia en su momento. Los Balcanes es una región complicada como lo has sido siempre las regiones fronterizas. Ortodoxos, católicos y musulmanes han combatido entre sí o se han aliado a lo largo de los siglos sin que la paz haya sido una característica habitual en la zona.

Pero además, la independencia del Kosovo ha sido entendida por algunos como la aceptación implícita de otras regiones con ansias de independencia, o al menos con Gobiernos tendentes a separarse de un poder central. En la vecina Bosnia, la republica serbobosnia podría pedir su adhesión a Serbia y de rebote, originar otro conflicto en la zona. Pero en Occidente, países como Bélgica o España podrían tener serios problemas con sus nacionalismos, simplemente por una cuestión de agravio comparativo. Precisamente, los políticos serbios han avisado a España que las ansias kosovares podrían tener un efecto no deseado y que España debería oponerse en la UE a que se acepte la independencia.

Existe otro aspecto importante a tener en cuenta. Ninguno de los dos candidatos quiere que Kosovo tenga un estatus independiente de Belgrado. Tadic se ha definido como proeuropeo y abogado por una resolución tranquila y consensuada de los conflictos, pero no pretende trocear más un país que cada vez es más pequeño. Su actitud puede cambiar si no consigue de Europa lo que quiere o propiciar otras elecciones y, sea quien sea el ganador, caer directamente en el regazo del oso ruso, hecho que geopolíticamente, no es muy bueno para Europa. Todo sigue en el aire, puede que la tormenta balcánica se haya calmado, pero en ningún caso ha cesado. Serbia sigue siendo fuente de preocupaciones y Bosnia, que en los últimos año apenas aparece en los medios de comunicación, es otro polvorín que puede estallar en cualquier momento.


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