6 de Abril de 2008
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Ha muerto Charlton Heston
Creo que cuando las personas mueren nacen los mitos, pero Charlton Heston lo fue cuando aún vivía. Habrá muerto como su amigo Reagan, con el olvido como compañero y si el cielo existe supongo que se estarán descojonando de todos estos solidarios actorcillos que pueblan hoy Hollywood y aledaños y que nunca sabrán lo duro que es rodar cinco películas el mismo año y cobrar una mierda de sueldo. Su pertenencia a la Asociación Nacional del Rifle me resulta indiferente, incluso molesta, porque es sólo una anécdota dentro de una vida dedicada a hacer feliz a gente como yo, que disfrutan igual con sus películas al verlas por decimoctava vez.
Yo a Charlton Heston lo conocí ante la Estatua de la Libertad maldiciendo a la humanidad, lo seguí como el último hombre vivo mucho antes que Will Smith paseara su perro por Nueva York, temí por su vida entre las cuadrigas en el circo romano, lo vi huyendo de la marabunta, jurando en Santa Gadea de Burgos, andando por el Mar Rojo, repartiendo mandobles como buen señor de la guerra, vestido de mayor Dundee y matando boxers en las murallas de Pekín.
Charlton Heston rodó, que yo sepa, dos películas en España, la más conocida por lo patriótico del tema fue la del Cid, la otra fue “55 días en Pekín”. De ambas puedo decir que mi suegro trabajó en ellas dentro de las labores de producción. Ya no me puede contar nada, nos dejó hace unos años, pero si que recuerdo algunas anécdotas que me relató del rodaje de la última. En primer lugar, me aseguró que Heston era un tanto tacaño. Desconozco si esto cuadra con otros testimonios, pero me da lo mismo, Heston será para mi el tacaño que dio una paliza a unos monos de colores en una tierra futurista.
La segunda tiene que ver con la película, pero no con el actor. El que haya visto esta superproducción de la Broston recordará que en un momento dado sale un laboratorio lleno de estantes con tarros en los que se atina a ver algo parecido a bichos y ungüentos. Para llenar estos frascos mi suegro se dirigió a El Pardo, municipio de Madrid, y entró en un bar con la promesa de una jugosa recompensa para los que le ayudaran. Decenas de niños y no tan niños, se dedicaron el resto del día a capturar ranas, renacuajos, lagartijas y todo bicho viviente que cupiera en un vaso. Desconozco si el daño medioambiental fue excesivo y la fauna necesitó 20 años para recuperarse, pero al cabo de las horas, mi suegro tuvo que empezar a regatear con el precio porque era tal la avalancha de mocosos con bichos en sus manos, bolsas y bolsillos, que el presupuesto no daba para todos. El mercado libre hizo de las suyas.
Descanse en paz Charlton Heston, un actor, un cómico, un contador de esas mentiras que tanto gustan a la gente y que les permiten desconectarse de las verdades con que tienen que lidiar todos los días.
Comentarios
En definitiva, me jo.de, con perdón, que el progre redactor de turno tenga que dejar claro que está en la redacción porque es un imbécil izquierdoso que es incapaz de dejar su ideología ni para ir a cagar, no la coherencia ni el compromiso de Charlton Heston.
Y sí, ciertamente molesta bastante que en todas las referencias a la noticia de su muerte aparezca su imagen blandiendo el rifle en la ya famosa ocasión en que pronunció una no menos famosa frase en defensa de la tenencia de armas.
Tras ver la película, cuando localicé por internet una edición de los diarios del General Gordon en el sitio de Jartum, me lancé a comprarlo. El problema es que es la edición original (aquí esas cosas no se publican, aunque ahora empiezan poco a poco, con los autóctonos, me refiero) y, claro, más de 400 páginas de inglés culto de 1885 se me hace un poco cuesta arriba.
Por lo demás, visto la importancia que se le ha dado al tema, seguro que cuando fallezca otro miembro de la Asociación Nacional del Rifel, también darán la noticia ¿no?
Y ya puestos con el cine, aconsejo el visionado de "Las cuatro plumas", pero no esta última versión que se hizo hace unos pocos años y que es para dar de gorrazos a director y actores por todo el Nilo, sino la que rodó Zoltan Korda en 1939 y que aún se puede comprar en kioskos. También tiene su mensaje.
Saludos
De la película (lo del 39 es casualidad, ¿o no?), tienes razón: incluyendo la mise en scène del 'bodegón' de la carga, mediante nueces, la delgada línea roja (por cierto, ¿de quién es la frase?) y, por supuesto, la discreta y modesta piña.
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