8 de Marzo de 2004

Si alguna empresa de tamaño medio debiera unos cuantos millones de euros en facturas impagadas de 2003, su situación financiera estaría en serio peligro, podría pedir un crédito y si sus ingresos son lo suficientes pagar el capital y los intereses, saliendo del embrollo y si no puede, cerrar por quiebra tras un largo proceso judicial y administrativo. Pero claro, no todos los españoles somos iguales ante la ley, el tripartito de Lérida que coincide en composición con el tripartito de Maragall y Carod, ha reconocido sin que le tiemble la voz que tiene una deuda 4,8 millones de euros (La Mañana Diario de Ponent, 24 de febrero). Debe ser que se consideran un servicio público y es su deber dejar de pagar un dinero que no es suyo y del que disponen con alegría. ¡Qué más da si quiebra una empresa capitalista y explotadora!

Independientemente de los partidos que formen esta o cualquier corporación o administración, el hecho de no pagar una deuda es una falta de respeto hacia los ciudadanos. Tanto derecho tienen los vecinos a tener luz, gas o limpias sus calles como a recibir un dinero por los servicios prestados las empresas que han contratado. Es más, me atrevo a decir que tienen más derecho con un contrato de por medio. Parece que los administradores públicos están al margen de la ley, ninguno con nombres y apellidos se hace cargo de los desmanes presupuestarios que organiza cuando llega a presidir al poder de turno.

El caso es que el 80% de ese dinero lo debe en concepto de luz, gas y limpieza de edificios; hasta ahí alguien bien intencionado podría pensar que es que no se ha calculado bien o es que el dinero se he destinado a otros asuntos más urgentes, allá cada uno con su conciencia pero es que hay algunas deudas que a mí me sulfuran: a la Empresa Municipal de Serveis Comunitaris se le adeuda por organizar los montajes del Aplec del Caragol, la Festa de La Verema de Raimat o la Diada del Onze de Septembre.

Si no hay dinero para luz, gas o limpieza no hay dinero para fiestas, un poquito de sentido común, por favor. Que si lo que se quiere es fiesta, seguro que hay algún privado que monta un fiestorro del que saca una buenas pasta y se divierte todo el mundo. Pues no somos nadie en España para apuntarnos a una juerga en cualquier sitio. Esta Cataluña de Maragall-Carod cada vez se parece más a la Andalucía de Chaves.