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10 de Febrero de 2006

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La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

Inductores y provocadores

Todo el asunto de las viñetas de Mahoma ha suscitado el debate sobre los límites a la libertad de expresión, apelaciones a la responsabilidad individual, y la conjugación de las provocaciones o inducciones a acciones violentas.

Con ese motivo, mi comentario del Juan de Mariana de esta semana trata precisamente de eso. De los límites de la responsabilidad de inductores y provocadores y el tipo de respuesta que se puede dar ante sus acciones.

Aprovecho para dar una idea que no he incluido en el texto. La ofensa no está ni puede estar en exclusiva en quien lanza un mensaje, sino que necesita del ofendido. Si pusieramos el límite de la libertad de expresión en la ofensa, daríamos a cualquiera (que legítimamente podría sentirse ofendido por lo que considere) el poder de acabar con la libertad de expresión de cualquier otro.

Este es el artículo, Inductores y provocadores:

Las reacciones de una parte del islamismo a las caricaturas de Mahoma publicadas el 30 de septiembre por un diario danés sugieren una cuestión de cierta importancia, y que se refiere a la responsabilidad de quien comete un acto violento y de quien le incita, recomienda o provoca a hacerlo. ¿Qué parte de responsabilidad tienen los caricaturistas en las piedras estampadas contra las oficinas danesas en Siria, por ejemplo? O, por poner otro ejemplo, el líder espiritual que le promete a un joven sin mayor esperanza en este mundo y sin más enseñanza que la del inmenso odio que es capaz de albergar y que ha aprendido desde niño que alcanzará la gloria eterna y aliviará la situación económica de su familia si cumple con su misión divina de matar al mayor número de infieles que sea capaz. ¿Qué responsabilidad tiene en el acto final hecho en nombre de Alá? Los posibles ejemplos son infinitos. (Más).

Comentarios

 
Aprovecho para darle las gracias a Antonio por su comentario en mi artículo.
Enviado por el día 10 de Febrero de 2006 a las 00:52 (1)
Enviado por el día 10 de Febrero de 2006 a las 09:03 (2)
El apremio o la inducción automática no existe en la lectura de un texto o la contemplación de una imagen periodística hecha en soledad, o en todo caso, sin la presencia física de su autor, circunstancia que en otro tipo de hechos sí sería una cosa a tener en cuenta a la hora de juzgar determinada actitud que resultara provocadora por la concurrencia en ellos de notas agravantes en ese sentido. Pero incluso en presencia de esas atenuantes no se suprime la libertad del individuo en la determinación última de su conducta.
Enviado por el día 10 de Febrero de 2006 a las 20:17 (3)

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