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El "derecho" al matrimonio homosexual

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Traducido por Adolfo Rivero Caro

En todos los estados de nuestro país donde el tema del matrimonio homosexual se llevó a referendo, los electores votaron en contra, como era de esperar.

De todos los falsos argumentos a favor del matrimonio homosexual, el más falso de todos es que es un problema de igualdad de derechos. El matrimonio no es un derecho que el gobierno le concede a los individuos. Es una restricción de los derechos que ya tienen.

Las personas que simplemente viven juntas pueden hacer todos los acuerdos que les parezcan entre ellos, sean heterosexuales u homosexuales. Pueden dividir sus pertenencias 50-50 o 90-10 o de cualquier otra forma que quieren, Pueden hacer su unión temporal o permanente o sujeta a cancelación en cualquier momento.

El matrimonio es una restricción. Si mi esposa compra un automóvil con su propio dinero, según las leyes de California, automáticamente yo soy dueño de la mitad del mismo, esté o no esté mi nombre en el título. Sea la ley buena, mala o indiferente, es una limitación de nuestra libertad para disponer de las cosas como nos parezca. Esta es sólo una de las muchas decisiones que las leyes matrimoniales sacan de nuestras manos.

Oliver Wendell Holmes dijo que el fundamento último de la ley no es la lógica sino la experiencia. Las leyes matrimoniales han evolucionado a través de siglos de experiencia con las parejas de sexos opuestos, y de los hijos que resultan de esas uniones. La sociedad afirma sus intereses en las decisiones restringiendo las opciones de las parejas.

La sociedad no tiene los mismos intereses en el resultado de una unión entre personas del mismo sexo. Transferir todas esas leyes a las parejas del mismo sexo tendría tanto sentido como transferir las reglas del béisbol al fútbol.

¿Por qué entonces los activistas homosexuales quieren ver restringidas sus opciones con las leyes matrimoniales, cuando pueden perfectamente hacer sus propios contratos con sus propias provisiones y realizar todo los tipos de ceremonias que les parezcan para celebrarlos?

El asunto no son los derechos individuales. Lo que los activistas están buscando es una aprobación social oficial de su estilo de vida. Pero esto es justamente la antitesis de la igualdad de derechos. Si usted tiene un derecho a la aprobación de otra persona, entonces esas otras personas no tienen derecho a sus propias opiniones y valores. No se puede decir que lo que hagan “adultos de mutuo acuerdo” es un asunto estrictamente privado que no le interesa a nadie y, al mismo tiempo, decir que todo el mundo está obligado a darle su aprobación.

La retórica de la “igualdad de derechos” se ha convertido en la vía para conseguir privilegios especiales para todo tipo de grupos, así que probablemente fuera inevitable que los activistas homosexuales también emprendieran ese camino. Ya han conseguido conseguir mucho más dinero para combatir el sida que para otras enfermedades que matan muchas más personas. Es hora de frenar que esos juegos de palabras sobre derechos iguales sigan conduciendo a privilegios especiales para cualquier grupo, y el matrimonio homosexual ofrece una oportunidad tan buena como cualquier otra.

Incidentalmente, ni siquiera está claro cuantos homosexuales realmente quieren casarse, aunque sus activistas lo estén empujando. Lo que los activistas realmente quieren es el sello de aprobación de la homosexualidad como forma de propagar su estilo de vida. Estilo de vida que se ha convertido en letal en la época del sida. Ya han triunfado en una medida notable en las escuelas públicas, donde se le ha puesto el título de “educación sobre el sida” u otros títulos a programas de promoción de la homosexualidad. En algunos casos, activistas homosexuales llegan a visitar las escuelas, no sólo para promover la homosexualidad como una idea sino inclusive para repartirles a los muchachos las direcciones de centros homosexuales locales.

No hay límites para que lo que la gente está dispuesta a hacer cuando se les permite.

Nuestras escuelas están fracasando lamentablemente en educar a nuestros hijos al nivel de otras naciones. Que el tiempo que no tienen para enseñar a leer, escribir y sacar cuentas lo tengan para promover la homosexualidad es realmente escandaloso. Y seguirá sucediendo mientras los padres no rechacen el chantaje del pensamiento “políticamente correcto” y no opongan una decidida resistencia.

Todo grupo de intereses especiales tiene un incentivo para sacarle algo a la sociedad en su conjunto. Algunos se contentan con desviar parte del dinero de los contribuyentes para si mismos. Otros, sin embargo, quieren desmantelar parte de la estructura de valores que hace viable una sociedad.

Quizás no quieran echar abajo toda la estructura sino sólo la parte que obstaculiza su estilo. Pero cuando innumerables grupos empiezan a desmantelar las partes de la estructura que no les gustan pudiéramos estar rumbo a todo tipo de colapsos sociales. Los hemos visto en la historia y lo hemos visto en otras partes del mundo en nuestra propia época.