Aunque casi nadie se atreve a negar el papel de Ronald Reagan en el triunfo norteamericano en la guerra fría, no sucede lo mismo con sus triunfos, igualmente impresionantes, en el terreno económico.
Estados Unidos está en guerra. Es una guerra extraña, furtiva, cultural. En ella se enfrentan, de una parte, los liberales multiculturalistas que afirman que no existe un pueblo ni una cultura nortamericana, que esta sociedad es esencialmente racista, discriminadora, machista, sexista, imperialista, represiva y que, por lo tanto, merece desaparecer.