Gunnar Myrdal aseguró en una reunión que la socialdemocracia (la niña de sus ojos) nunca debilitaría las virtudes del pueblo sueco. Años más tarde declaró públicamente, con dolor, que lamentablemente la moral del país se había debilitado, quizá de forma irreparable.
Seis años después del relámpago que significó Centesimus Annus, ¿qué queda por hacer? Veo tres temas interrelacionados por afrontar: primero, las raíces fenomenológicas del pensamiento de Juan Pablo II; segundo, la nueva comprensión humanista de la economía, desarrollada especialmente por la Escuela Austríaca de economía y, tercero, la correlación entre los enfoques católicos y norteamericanos clásicos sobre la ley natural, la felicidad, la virtud y la libertad ordenada.