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9 de Febrero de 2005

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

¿Y por qué sólo las redes?


Cuando un liberal defiende de manera insistente la nazionalización de un servicio deberían encenderse todas las luces de alarma. La reiterada petición de que el Estado nazionalice las redes de Internet, que algunos liberales se placen en capitanear, sólo puede ser calificada de mayúscula barbaridad. Y no veo por qué la propuesta debiera merecer un calificativo distinto dependiendo de si procede de Izquierda Unida o de algunos sectores liberales.

Antes de empezar con la crítica, conviene hacer una consideración previa. Cuando una persona propone nacionalizar un servicio está, al mismo tiempo, considerando ese servicio más importante que otros. En cierto modo, considera legítimo el uso de la coacción estatal para imponer a los demás su jerarquía de preferencias. Se trata de una fatalísima arrogancia en muy pocas ocasiones percibida. El sujeto extrapola sus gustos a los de la sociedad entera: Internet constituye una prioridad para todos.

Sin embargo, esta pretensión no casa muy bien con la realidad. Si para todos es una prioridad Internet, ¿por qué es necesaria su nazionalización? Y aquí encontramos los pretextos más manidos de la cienciología económica; si todo el mundo no tiene Internet puede ser por tres motivos, a) no pueden pagarlo, b) pudiendo pagarlo, las personas no se ponen de acuerdo (caso de los bienes públicos) y c) lo quieren, pero no saben que lo quieren (metapreferencias)

La posibilidad a) demuestra la profunda incomprensión de la acción humana. Señalar que alguien no disfruta de un bien porque no puede pagarlo es una nadería monumental. Por ejemplo, todos podríamos adquirir un yate al cabo de 50 años si decidiéramos comer tan sólo las calorías mínimas, dormir al raso y trabajar 18 horas diarias. El caso es que casi nadie está dispuesto a renunciar a 50 años de satisfacciones diversas para comprarse un yate. La cuestión, por tanto, no es si alguien tiene suficiente dinero para comprar un bien, sino a qué tiene que renunciar para comprarlo. Evidentemente, si la renta de todos se multiplicara por 10000 resulta casi seguro que todos tendríamos Internet; la razón es que por muy poco que lo valoremos, su coste de oportunidad sería despreciable. Por tanto, cuando se plantea una nazionalización lo que pretendemos es ofrecer un bien o servicio a unas personas que no lo valoran, hoy por hoy, suficientemente (es decir, lo valoran por debajo de sus otros cursos de acción)

La posibilidad b) la trataremos más adelante, sin embargo, recordemos que los bienes públicos se caracterizan por la no rivalidad en el consumo y por la imposibilidad de exclusión. Pues bien, a priori, se me antoja extraño que en Internet no haya posibilidad de exclusión.

El último pretexto justificativo de las nazionalizaciones es el más peligroso y se corresponde con una crítica de Isaiah Berlín, a la que en varias ocasiones me he referido, de "reprimirme por mi bien". Dado que otros son más sabios, más cultos o más refinados que yo, es legítimo que civilicen al salvaje; que lo repriman hasta el punto de que se vuelva como ellos. En el caso de Internet, justificaría la imposición de un servicio a costa de otros porque, en realidad, es lo que la gente quiere.

Pues bien, las tres excusas se basan en el equívoco común de la pretensión del conocimiento; el intervencionista cree saber más de lo que sabe. Y ese conomiento supremo lo capitacia para dirigir las vidas errabundas del vulgo.

Pero vayamos a analizar el artículo de Enrique Gómez. Su primer argumento refleja el punto a): hay muchas zonas, principalmente rurales y barrios de renta baja en grandes ciudades, donde no llega ni adsl ni cable ni nada de nada, puesto que a muchas empresas no les resulta rentable prestar sus servicios allí. En estos lugares la poca gente que utiliza Internet se ve obligada a acceder mediante un modem y les resulta sumamente difícil conseguir un servicio de alta velocidad. De todas formas, aunque existieran ofertas de acceso de calidad poca gente las podría contratar, por ser áreas de poca implantación de nuevas tecnologías y de bajo poder adquisitivo.

La perversión del término "rentabilidad" es equivalente al que hace la izquierda. Transmite la imagen de unos pobres campesinos sollozantes porque las pérfidas empresas capitalistas no encuentran rentable ofrecerles el servicio. Ahora bien, analicemos el término "rentabilidad". La rentabilidad consiste en ingresar más de lo que se gasta para ingresarlo, es decir, de obtener unos ingresos por Internet mayores de los costes de proveer el servicio. Como tal, la rentabilidad depende más del consumidor que de la empresa, mejor dicho, depende totalmente del consumidor y no de la empresa.

Me explico. La rentabilidad depende de los ingresos y de los costes. Los ingresos dependen en última instancia del máximo precio que esté dispuesto a pagar un consumidor por un servicio (que a su vez depende de las oportunidades de elección a las que tendrá que renunciar, como vimos antes). ¿Y los costes? Los costes son el precio de los bienes con los que ofrecemos esos servicios (es decir, de los factores de producción) Unos precios elevados indican que esos factores de producción se requieren para producir otros bienes; otros bienes que, en tanto sean rentables, deberán ser capaces de cubrir los costes de esos factores de producción. Y si esos otros bienes sí son capaces de cubrir los costes (es decir, son rentables), mientras que Internet no lo es, ello significa que esos otros bienes son más prioritarios que Internet. ¿Pero quién decide si esos otros bienes son más prioritarios? Sin duda, los consumidores. Ellos son los que establecen los precios y, por tanto, los costes.

Si no resulta rentable proveer Internet en los pueblos rurales significa que los habitantes de esos pueblos no están dispuestos a pagar lo necesario para compensar los otros bienes y servicios a los que otra gente tendrá que renunciar. Es decir, que existen otros usos prioritarios para esos factores productivos.

Por si fuera poco, Enrique Gómez reconoce que no existe un total desabastecimiento de Internet en esos lugares, sino que tienen que contentarse con "líneas lentas". En estos casos, aún es más patente que la diferencia de bienestar entre una línea rápida y una línea lenta no justifica movilización de factores productivos que obligue a otros consumidores a renunciar a otros bienes.

Ahora bien, el siguiente párrafo del artículo de un giro al razonamiento inicial: Las redes de telecomunicaciones sin cables permiten dotar de accesos de calidad a cualquier lugar con un coste bajo y sin necesidad de realizar costosas obras de cableado o de cambio de líneas. En los últimos tiempos han aparecido algunos ayuntamientos, empresas y particulares que ofrecen acceso inalámbrico con un precio bajo o incluso gratuito. Esto está produciendo que cada vez más ciudadanos de estas zonas tecnológicamente desfavorecidas puedan acceder a la red y a todas las posibilidades formativas, de información, de negocio y de ocio que esta ofrece.

Entonces, si el mercado y la empresarialidad han resuelto como proveer de redes de alta velocidad de bajo coste a los pueblos rurales, ¿cuál es el problema? Enrique Gómez lo explica en el párrafo siguiente: la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones dictaminó recientemente que para dar acceso a Internet hay que estar registrado como operadora. El gobierno exige que se cierren los puntos de acceso ilegales que hay en España.

Y aquí nos topamos con un problema típicamente político. Los lobbies empresariales asociados con el Estado restringen el mercado, incrementan los precios y reduciendo la cantidad producida. Enrique Gómez, como liberal, critica, obviamente, esta obstrucción política. De acuerdo, entonces, ¿cuál es la razón por la que debamos nacionalizar las redes? o, mejor dicho, ¿cuál es la razón por la que parte de las redes deban ser públicas?

Aunque en el artículo no se explique de manera explícita, parecen destacarse varias razones: a) Son buenas para el desarrollo económico (unas redes amplias, baratas y libres generan un avance considerablemente más rápido de la sociedad), b) el bajo coste de crear un servicio público universal (Las redes de telecomunicaciones sin cables permiten dotar de accesos de calidad a cualquier lugar con un coste bajo y sin necesidad de realizar costosas obras de cableado o de cambio de líneas), c) la imposibilidad del mercado para proveer un bien universal por el fenómeno de los free riders.

La primera crítica carece de sentido. Los empresarios no producen aquellas cosas que consideren globalmente adecuadas para el desarrollo económico; más bien ofertan productos que la gente desea y mejoran los métodos productivos de esos productos. Esto (productos que la gente quiera y mejores métodos) es el desarrollo económico. No debemos confundir desarrollo con crecimiento económico, con mejoras de la productividad o con abundancia de mercancías. No debemos creer que la economía es finalista y se dirige a incrementar la producción per se; la economía se dirige a satisfacer a las personas, independientemente de cómo se plasme esa satisfacción.

Por tanto, los pretendidos empujones estatales para mejorar nuestro bienestar, ofreciendo bienes y servicios que la sociedad no necesita pero que se consideran abstractamente adecuados al desarrollo (multiplicación de las redes carreteras, incluso por lugares intransitados, satélites espaciales, trenes de altísima velocidad...), constituyen un retroceso en nuestro bienestar y, por tanto, una merma en eld esarrollo económico. Estimular el uso de redes porque contribuyan supuestamente al desarrollo significa olvidarse de que el desarrollo se consigue satisfaciendo a los consumidores y no hipertrofiando la producción, sea ésta cual sea.

De la misma manera, el segundo argumento carece de base. Que un servicio sea universalizable mediante bajo coste no significa, per se, que deba producirse. La muerte y la destrucción mediante el lanzamiento de bombas atómicas también son universalizables a un relativo bajo coste, y a nadie se le ocurriría pedir su provisión por el Estado. De la misma manera, también resulta absurdo pedir la construcción pública de un faro en medio de la montaña, aunque resulte universalizable, o solicitar la construcción masiva de carreteras, a pesar de que puedan usarlas todo el mundo.

Parece más bien que Enrique Gómez esté sugiriendo que todo el mundo quiere Internet y que los empresarios son incapaces de ofrecer esta infraestructura. Es decir, parece que, implícitamente, Enrique Gómez defienda la nazionalización, o provisión pública de parte de las redes, por el siempre recurrente sofisma de los bienes públicos.

No es necesario entrar en una refutación de fondo del concepto, más que nada porque, aunque normalmente no se diga, los bienes públicos requieren de una tercera condición: el elevado coste del proyecto. Es decir, para que existan incentivos al free-riderismo (a no contribuir a un proyecto porque, una vez emprendido, todo el mundo se beneficiará de él, esto es, escaquearse de pagar) el coste del proyecto debe ser elevado. Si su coste es reducido los free riders tendrán menos razones para no pagar (existe una mayor predisposición a pagar precios reducidos) y, sobre todo, a los que de verdad deseen el bien o servicio, no les importará que algunas personas se escaqueen, dado que el coste del proyecto es bajo.

Si se según Enrique Gómez las redes sin cables suponen un bajo coste, ¿qué impedirá a las empresas su provisión? Aún en el supuesto de que esas redes sin cables fueran capaces de abastecer con el servicio de Internet a todo un pueblo sin gastos adicionales, las empresas de Internet pasarían de ser suministradoras a constructoras. Es decir, se les pagaría por construir las infraestructuras de Internet: como quien construye un edificio, una presa, o una central eléctrica. Económicamente no tiene mayor importancia; actualmente Internet constituye un servicio provisto por una empresa, en el futuro Internet podría considerarse el servicio que se deriva de un bien de capital. Por tanto, las empresas se dedicarían a ofertar esos bienes de capital: más baratos y de mayor calidad.

Esos bienes de capital también podrían ser arrendados a las empresas, de manera que se generarían unas rentas de alquiler. El único problema de esta alternativa sería si existe una posibilidad real de discriminación entre usuarios. Admitiendo que mi ignorancia sobre este tema es reconocida, sí me atrevo a señalar, como ya ha dicho, que se me antoja extraño que las empresas sean incapaces de discriminar entre usuarios de Internet (no digo que hoy sea posible la discriminación, sino que me extraña que las empresas no puedan descubrir e inventar métodos de discriminación) Y en tanto sea posible la discriminación, el argumento de los bienes públicos, incluso desde su lógica interna, no se sostiene.

Claro que, quizá, tales infraestructuras no supongan un bajo coste, pero en ese caso, deberíamos preguntarnos con qué legitimidad un gobierno puede emprender proyectos que él considera prioritarios, aún cuando sus ciudadanos no lo creen, como ya hemos analizado. Y en esta línea, cabría preguntarse por qué sólo puede meter la mano en las redes. ¿Por qué, si defendemos la imposición gubernamental en Internet, no hacemos lo propio con cualquier otro bien o servicio? Bastaría con que el gobierno lo calificara de prioritario para que se dedicara a su producción y distribución. Así pues, ¿nazionalizamos la economía entera? Si el gobierno conoce nuestras necesidades y las provee mejor que los empresarios, ¿por qué no lograr una igualdad de oportunidades efectiva y real en todos los aspectos de la vida?

Y, por último, sí querría añadir una crítica adicional a la nazionalización de las redes -crítica que, tradicionalmente, se calificaría de no ecónomica. El liberalismo siempre se ha caracterizado por limitar la influencia y el poder del gobierno; ha mostrado una cierta desconfianza y aversión hacia el Estado, aún cuando los clásicos lo hayan considerado indispensable. El intervencionismo económico se basa en la pretensión de poder utilizar ese poder para el bien. Pero olvidamos que nuestro bien no tiene por qué coincidir con el bien ajeno. Cuando expandimos el poder del Estado, aún cuando lo hagamos con buena intención -eso sí, con visionaria buena intención-, se sientan las condiciones para una serie de violaciones futuras a la libertad individual. La nacionalización del correo postal permitió controlar las comunicaciones entre personas, eliminando y persiguiendo a quienes conspiraban contra el orden político establecido. Aunque el argumento para nazionalizar el correo postal hubiera sido de eficiencia (por ejemplo, aludiendo a economías de escala internas) el resultado fue, en todo caso, el de permitir el abuso político.

Nazionalizar la red en una época donde, día a día, encontramos ejemplos de deseos censores, significa otogarle a los Estados un poder y unas capacidades a las que nunca deberían tener acceso. Significa abrir los diques al Estado orwelliano que tanto aborrecemos, con razón, los liberales. Aunque sólo fuera por eso, ya deberíamos oponernos frontalmente a cualquier nazionalización. Pero es que, aparte, no es sólo por eso.

Comentarios

 
juan ramón, un añadido...

al contrario de lo que defiende el tal enrique, hoy en día no es necesario registrarse como operador para dar servicios de telecomunicaciones.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 14:37 (1)
Correcto, agudo, impecable y, tú sí, radicalmente liberal.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 14:39 (2)
Enrique Gomez dice que "En definitiva, unas redes amplias, baratas y libres generan un avance considerablemente más rápido de la sociedad."

Sí, un avance hacia que el fin justifique los medios, o sea el socialismo. Tu meta no es mi meta, Enrique, si lo respetaras empezarias recién a entender lo que significa 'liberal'.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 15:32 (3)
Como siempre has dado en el clavo Juan Ramón. Excelente tu apunte en la importancia vital del cliente-consumidor en las relaciones económicas. Solo un apunte: Quienes han ido a vivir-o viven- en aquellas zonas rurales o montañosas muy alejadas, tampoco tienen centros comerciales cerca, ni librerías y no por ello se los va a instalar el Estado.A lo mejor, tienen la tranquilidad y la atmósfera limpia y han buscado ésto. Han preferido-y han apostado y elegido-por un tipo de vida determinado. Esa es su libre elección. Los que vivimos en grandes nucleos, no tenemos ni la atmósfera limpia, ni oimos el trinar de los pájaros. Tambien hemos optado por ello libremente.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 16:00 (4)
otrillas, inteligente apunte.

y puedo corroborar por experiencia propia que si no es rentable el servicio de acceso a internet en el entorno rural es porque el consumidor no lo quiere.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 16:30 (5)
Juan Ramón, lo de "¿por qué es necesaria su nazionalización?" ¿es una errata o tiras con bala?
Nacionalización/NaZionalización
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 16:41 (6)
Más bien lo segundo ;)
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 16:43 (7)
Socializar internet (o Nazionalizarlo) solo tiene un objetivo, amarrarlo bien fuerte y acotar al milimetro su campo de accion.

Lo que pretenden ni mas ni menos es frenar el que gente como tu y como yo podamos beneficiarnos de tecnologias como voIP, P2P, VPNs, etc. O que podamos llegar a ofrecerlas como servicios de empresa.

Y por supuesto regular estrictamente quien publica que, no vaya a ser que no cumpla con el estandard de los politicos.

Mirad el vergonzoso estado de los registros de nombres en España, es un completo desproposito.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 16:49 (8)
Si se nacionalizan las redes, es decir, si se convierten en propiedad del Gobierno de turno, entonces, no habrá la libertad de expresión ni de pensamiento necesaria para que funcione la economía ni la ciencia hoy en día. La calidad de la red será inferior y terminará por dejar de servir para lo que sirve. Al contrario ! Hay que dar más libertad a la red ! ( por lo demás, la red no es nada más que un medio y no un fin en sí misma).
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 16:51 (9)
La libertad de expresión es un medio para el pensamiento libre que no puede ser nacionalizado ni censurado. Apoyemos a Hans-Hermann Hoppe, que está siendo injustamente acusado:http://www.hanshoppe.com/
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 17:07 (10)
Pueden mostrar su apoyo en:

http://www.hanshoppe.com/
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 17:09 (11)
Si decidimos implementar alguna forma de democracia electronica, las redes se convertiran en un derecho civil.

Ademas la extension de la administracion electronica podria hacer que cablear todo el pais fuese un proyecto capaz de abaratar los costes de la administracion: un proyecto rentable para el Estado.

Ademas es una politica barata con enormes EXTERNALIDADES. Por el precio de un par de autopistas tendriamos participacion politica y dimamismo economico.

Pero claro para calificar un programa publico como ese hace falta ir algo mas ala de la cuenta de la vieja economica y abandonar la predicacion para hacer ciencia.

Un cursito de Economia...
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 17:48 (12)
Y ademas para evitar el secuestro politico basta dar a la agencia correspondiente (que no tiene por que cablear todo el pais, solo partes de el que no sean cableadas por empresas privadas) un estaus de imdependencia como el del Banco Central.

El mejor modelo de administracion publica;las agencias independientes;transparentes y apoliticas.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 17:52 (13)
Si kantor, y también es un derecho civil votar con información y a ningún liberal se le ocurre asegurar que cada persona deba recibir un caudal mínimo de información o crear una agencia independiente que controle la veracidad de la misma.

Y las externalidades positivas se producirían con independencia de quien provea el servicio. La diferencia es que planificar una producción con el ánimo de compensar los costes subjetivos desconocidos mediante los supuestos efectos positivos de las externalidad, produce además una serie de efectos negativos ni previstos ni conocidos a priori.

E insisto, si tan barato es, no veo inconveniente para que cada persona, al contratar un sistema, genere externalidades positivas de provisión sobre sus conciudadanos.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 18:20 (14)
¿Pero la gente se cree que las redes informáticas son poner fibra y carretera?
Eso sí, reconozco que yo en este país solo he visto fibra en la administración pública, no veaís como la ponen...
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 18:34 (15)
Por cierto, ¿si toda la infraestructura esta nazionalizada como se harán las lineas de respaldo? ¿estarán ligadas al mismo core?
Pensando en el sobredimensionamiento de las infraestructuras públicas me echo a temblar imaginando el asunto, por no hablar de los costos que tiene pagar los servicios por duplicado (primero al funcionario y luego al consultor), un disparate.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 20:11 (16)
¿Quién necesita un cursito de Economía por aquí, Kantor?
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 20:13 (17)
Es política general de ciberpunk evitar los comentarios en sus bitácoras?
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 20:36 (18)
sí j__f, es doctrina del sumo ciberpunk
Enviado por el día 9 de Febrero de 2005 a las 23:03 (19)
Hay excepciones a tal doctrina, pero entiendo que para admitir comentarios los revisan antes de permitir la publicación. Como aquí. Cosa que no se corresponde con el trafico que realmente tienen. Pero como cada cual es la dueña de su taguara, la maneja como le parezca.
Enviado por el día 10 de Febrero de 2005 a las 02:48 (20)
Ya que mencionas el Andén, no sólo revisan el contenido (dos veces traté de subir un comentario de lo más inocente y dos veces no ha subido) sino que los 8 ó 9 comentarios previos han sido borrados. Weird...
Enviado por el día 10 de Febrero de 2005 a las 11:49 (21)
"Y las externalidades positivas se producirían con independencia de quien provea el servicio. La diferencia es que planificar una producción con el ánimo de compensar los costes subjetivos desconocidos mediante los supuestos efectos positivos de las externalidad, produce además una serie de efectos negativos ni previstos ni conocidos a priori. "

Lo se. Por eso no se puede decir a priori que sea un programa publico suboptimo. Es necesario calibrar las externalidades. A mi me parece intuitivo que en este caso merece la pena.

Pero no lo aseguro.Haria falta escribir un paper tecnico que estimase la externalidad.

Hay un punto en el que si me he equivocado: no tienen por que ser redes publicas: bastaria un programa de subvenciones.

Pero lo que digo (y por eso hace falta el curso de Economia) es que no es posible decir a priori que una politica de extension del cable sea un error. Es necesario analizarlo tecnicamente.

Por eso critico la tendencia a sustituir el analisis por la predicacion.



Enviado por el día 10 de Febrero de 2005 a las 13:07 (22)
No conocemos los efectos negativos concretos a priori, pero sí conocemos que los habrá. En este caso, se desviarán bien con producción pública, bien con subvención, recursos de sus usos prioritarios.

Por otro lado, cuando pretendes calificar de óptimo o subóptimo un programa público estás agregando y sustrayendo valores subjetivos no mensurables. Es imposible conocer cuáles van a ser los efectos externos positivos sobre cada uno de los agentes económicos. Primero, porque careces de la información de cuáles van a ser esos agentes; segundo, porque careces de información sobre cómo esa externalidad va a repercutir sobre la vida de cada uno de los individuos; tercero, porque careces de la información que no se ha llegado a crear por la intervención y que hubiera servido como medio para los fines de los individuos; y cuarto, porque, en todo caso, la información que necesitas es de tipo tácito y no articulable, con lo cual, mediante ningún estudio o análisis podrá ser obtenida.

Eso sí, sabemos que los efectos de alteración de planes se producirán necesariamente, y que tal alteración generará cambios en la producción y distribución de bienes e información. Puedes pensar que esos problemillas se verán compensados con las enormes ventajas del cableado nacional; pero en todo caso se tratará de una apreciación tuya. Habrás convertido a las personas en medios para unos fines que los analistas les han impuesto.

Moralmente rechazable desde mi perspectiva; económicamente innecesario.
Enviado por el día 10 de Febrero de 2005 a las 13:25 (23)
Ire al infierno de cabeza o puedo arrepentirme y salvarme?

Esta claro que hay dos politicas

a) no hacer nada
b) intervenir

desde elegir la 2 implica ciertas redistribuciones desconocidas de la renta y ciertos efectos no deseados. Pero el problema
es que la distribucin original de recursos no tiene por que ser optima (no si de verdad hay externalidades) y por tanto intervenir puede serlo.

Quiero decir, solo desde la perspectiva de la optimalidad de la distribucion de mercado se puede criticar a priori toda intervencion.

Pero la "solucion de mercado" no TIENE por que ser optima. Nunca sabemos si hemos mejorado , pero tampoco la distribucion "natural" tiene propiedades moralmente privilegiadas (ni siquiera tiene propiedades de eficiencia mas alla de la optimalidad de Pareto, que es una propiedad muy debil).

(Claro, yo soy relativamente liberal, pero no principalmente por simpatia hacia al mercado, sino por aversion a las grandes burocracias; por eso intervenciones pequeñas y (como esta) obviamente con muchas externalidades, me parecen optimas (es decir el retorno marginal de la accion publica esta sobre su coste marginal en forma de impuestos).

Enviado por el día 10 de Febrero de 2005 a las 18:18 (24)
Primero, la equiparación que en este caso efectúas de la no intervención como un tipo de intervención me parece peligrosa. Es decir, nuestras relaciones no son fruto de la consciente voluntad del político de no haber intervenido.

Segundo, como ya he dicho, la bondad o maldad de las externalidades son apreciaciones subjetivas de los afectados. La acción económica no consiste en maximizar el grado de optimalidad de la distribución de factores, por múltiples razones.

Como observador externo contemplas recursos a los que atribuyes unos usos que consideras óptimos para los fines de la sociedad. El caso es que esos recursos están a disposición de las personas y, al usarlos, ellos ni ven ni les importa cuál es externamente el uso que maximizaría lo que un observador considera los "fines sociales"

El hecho de que nuestra producción, por ejemplo, no se sitúe sobre una supuesta frontera de posibilidades de producción no significa absolutamente nada. Tanto por la forma de construir esa frontera (que prima la materialidad sobre la subjetividad, con una falta absoluta de información) cuanto porque los factores productivos no están a disposición del constructor de la frontera.

Las decisiones no se toman de manera agregada, sino que se dirigen a conseguir fines particulares, atendiendo, para ello, a los fines ajenos.

Por ello mismo, la habitual crítica al mercado por la insuficiente provisión de una cantidad óptima habida cuenta de las externalidades carece de base. ¿Óptima para qué? ¿Óptima para quién? La optimización se integra en planes y fines dados; pero en una sociedad los fines nunca están dados y mucho menos son conocidos por los analistas.

Que resulte conveniente aumentar la cantidad de un producto porque su precio no refleje del todo los beneficios sociales es una apreciación subjetiva del analista que pretende practicar un más que dudoso ejercicio de introspección en la mente de quienes sufren o disfrutan de la externalidad.
Enviado por el día 10 de Febrero de 2005 a las 18:37 (25)
Pero no pasa de ejercicio sin base adicional alguna. Mucho menos, el analista tiene en cuenta que el incremento o reducción de determinadas cantidades alumbradas por la decisión voluntaria de dos personas, por ser subóptimas, reducen o incrementan otras cantidades más allá de la pura relación, imponiendo costes (es decir, restricciones a la acción ajena) que ni conoce ni puede conocer.

Esto se ve claramente en tú última frase:

es decir el retorno marginal de la accion publica esta sobre su coste marginal en forma de impuestos

El beneficio marginal de una acción pública no exite al margen de cómo lo perciban cada uno de los sujetos sobre los que repercute esa acción política. No sólo es imposible de medir o cuantificar, sino que resulta del todo variable.

Tampoco el coste marginal viene representado por el coste de los impuestos, dado que el coste de los impuestos será, en todo caso, el coste que la reducción de caudal público tendrá para el burócrata.

En tanto el coste supone una modificación de los cursos posibles de acción de las personas, efectuar comparaciones agregadas entre los beneficios de una acción que afecta obligatoriamente a más de un sujeto y los costes, sobre esos mismos sujetos, de tal acción resulta no sólo imposible, sino innecesario.

El político ni conoce ni puede valorar los cursos de acción que sus decisiones están eliminado. Por tanto, no puede sopesar ni beneficios ni costes.

Lo único que podemos decir es que en el libre mercado cada persona actúa para maximizar su bienesta y ello lo consigue minimizando el coste de sus acciones prioritarias.

La dirección coactiva de los individuos será siempre arbitraria en tanto el director no tenga la misma información que el dirigido. Y, sin duda, éste no es el caso.
Enviado por el día 10 de Febrero de 2005 a las 18:44 (26)
Yo al hablar de optimalidad no me salgo del subjetivismo, porque debido a que no todos los equilibrios de Nash son Pareto optimos, existen situaciones en las que los agentes buscando su bienestar subjetivo se encuentran en una situacion donde estan subjetivamente peor que bajo coaccion. Es decir, existen situaciones en las cuales la "coaccion" es un resultado de "consenso".

En particular el Estado de naturaleza donde no hay propiedad privada es una situacion en la que todos los agentes buscan su bienestar por la fuerza. Obviamente cuando hay un Estado que defiende la propiedad estan "todos mejor" (se ahorran los costes fijos del conflicto permanente) a pesar de que la propiedad se defiende con la "coaccion estatal".

La propia propiedad privada ES un caso donde la "mano invisible" no funciona, sino que la coaccion estatal es mejor.

El Estado de naturaleza es un equilibrio de Nash (cada agente busca su bienestar libremente...por la fuerza) pero no un optimo de Pareto (todos salen ganando cuando una coaccion publica crea la propiedad privada).

Alguien podria decir que con que derecho "El Estado" se inmiscuye en la voluntad soberana de los agentes para robarse unos a otros...
Enviado por el día 11 de Febrero de 2005 a las 18:13 (27)
Es que la mano invisible es una invención smithiana muy visual pero poco realista.

Lo que funcionan son las instituciones sociales que surgen de manera espontánea y no intencionada; instituciones que facilitan el rumbo de la acción. Precisamente lo que no hay en teoría de juegos son instituciones que permitan alcanzar un supuesto equilibrio paretiano (si bien el concepto de equilibrio podría ser otro tema de discusión)

La coacción nunca es resultado del consenso, porque entonces no se trata de coacción. Si yo elijo ser coaccionado, no lo estoy siendo. Y sobre que el Estado evita el conflicto permanente y sus costes, diré que es posible, sólo hay que observar el remanso de paz que ha constituido el s.XX.

De todas formas, no veo exactamente qué tiene que ver la provisión pública de defensa con la provisión pública de redes. Podríamos hablar de la producción pública de tornillos o de barras de pan.

No puedes conocer los costes ni los beneficios de una determinada acción política y que, para solventarlo, supones que no nos hallamos en un equilibrio óptimo. Y lo supones porque en los experimentos que intentan reproducir las situaciones reales no tienes en cuenta las instituciones sociales que corrigen los problemas de información y coordinación entre las personas (o las contemplas pero de una manera poco deseable)
Enviado por el día 12 de Febrero de 2005 a las 15:00 (28)
La propia propiedad privada ES un caso donde la "mano invisible" no funciona, sino que la coaccion estatal es mejor.

JAJAJAJAJAJA...Sí claro, estuvo primero el presidente y luego el lote de terreno del campesino. JAJAJAJAJAJA
Enviado por el día 13 de Febrero de 2005 a las 23:08 (29)

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