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23 de Marzo de 2005

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

¿Cómo era aquello del cálculo económico?


Hace unos 85 años, Ludwig Von Mises escribió su reconocido artículo "Die Wirtschaftsrechnung im Sozialistischen Gemeinwesen", esto es, El cálculo económico en la Comunidad Socialista, donde argumentaba que el socialismo sólo podía desembocar en el más profundo de los fracasos habida cuenta de su incapacidad para efectuar el cálculo económico.

El socialismo abolía la propiedad privada, sin ésta no era posible el intercambio y, por tanto, no surgían esas relaciones históricas de intercambio que comúnmente llamamos precios.

Sin precios de mercado la producción no puede dirigirse a satisfacer las necesidades de los consumidores. Con propiedad privada y precios cada persona sólo emprenderá aquellos proyectos que crea que van a satisfacer más a un individuo que a otro. Este cálculo económico sólo es viable cuando el intercambio es libre y existen precios de mercado con los que poder comparar la rentabilidad esperada de una actividad empresarial con el coste actual de emprenderla.

El socialismo fue un rotundo fracaso porque vulneró las instituciones de la propiedad privada y del sistema de precios. La planificación creaba cientos de miles de bienes que carecían por completo de utilidad para las personas mientras éstas morían de hambre.

El argumento misesiano fue tan rotundo que los economistas socialistas tuvieron que adaptar por completo sus doctrinas para aparentar que la planificación podía corregir semejantes dificultades. Es posible que nunca entendieran la clave de la argumentación, más bien su fe estatalista les cegó ante la flagrante imposibilidad de su sistema.

Hoy, después de que Heilbroner concluyera que Mises estaba en lo cierto, todavía hay muchos que siguen sin entender el desafío de Mises. Un claro ejemplo lo tenemos en este artículo de Alberto Valiente. Si bien en un principio expone con más o menos exactitud el por qué de la imposibilidad del cálculo económico: Uno de los argumentos ciertos propuestos por ideólogos de derecha como Ludwig von Mises o Friderich Hayek es que la economía no se puede planear ni dominar rígidamente, porque es imposible conocer en todo momento de toma de decisiones toda la información dispersa en la sociedad que es necesaria para ejercer tal control.

De todas formas, hay que matizar esta postura no es ni mucho menos unánime dentro de la Escuela Austriaca. Una rama de la misma, encabezada por Hoppe y Hülsmann, aseguran que el problema del socialismo no es de recopilación de información, sino de ausencia de propiedad privada, en cuyo caso no pueden formarse precios de mercado y, por tanto, se hay base para efectuar el cálculo. Tomemos, con todo, la definición de Valiente como válida. Si no hubiera añadido nada más, uno llegaría a sorprenderse de que Valiente entendiera el problema fundamental de la planificación y, aún así, defendiera, como hace en su artículo, la planificación.

Sin embargo, cuando Valiente intenta pasar a un lenguaje más "llano" el problema fundamental del socialismo, nos podemos dar cuenta de que su comprensión no era, ni mucho menos, acertada: Esto quiere decir que, como el clima, el comportamiento de la economía es relativamente caótico e impredecible. No obstante, este argumento no debe llevarse al extremo, como pretendió Hayek. Los resultados económicos pueden ser más o menos caóticos, pero no son completamente aleatorios. La actividad humana deliberada puede racionalizar tales resultados y ejercer cierta influencia sobre ellos.

La analogía es del todo incorrecta. Un ejemplo de cientismo que sigue confundiendo el riesgo con la incertidumbre. Mientras que el primero se refiere al desconocimiento acerca de los fenómenos naturales, el segundo comprende la variabilidad de la acción humana. Mientras que vamos reduciendo el riesgo, la incertidumbre parcial permanece inalterada.

Efectivamente, como dice Valiente los resultados no son aleatorios, ello implicaría la inexistencia de leyes de la acción humana. Pero aunque podamos conocer determinadas restricciones de la elección, nos resulta de todo punto imposible determinar el resultado concreto de la misma. El problema no es que la acción libre no sea aleatoria, sino que la racionalización que propone Valiente ejerce una "influencia" negativa y contraria sobre los mismos.

El plan gubernamental que defiende Valiente (el presidente Saca ha marcado el camino a seguir en el camino al sueño del desarrollo: Intervención pública deliberada y directa para ayudar a damnificados económicos y porporcionarles mejores ingresos, salud, planificación familiar, educación y mayor bienestar) es incorrecto desde su fundación. Primero porque los únicos que pueden merecer el nombre de daminificados económicos son las víctimas del intervencionismo gubernamental (en caso contrario, toda persona es potencialmente útil para otra). Y segundo porque, en contra de lo que opina Valiente, un mayor gasto público no contribuye al bienestar.

La riqueza humana sólo puede incrementarse mediante la acumulación de capital. Las ayudas a los pobres sustraen parte del ahorro que se hubiera destinado a acumular más capital y, por tanto, a incrementar el nivel de vida de las masas (incluidas las que recibirán la ayuda pública) Resulta previsible que la mayor parte de esas transferencias a los "damnificados" sean mayormente consumidos en lugar de ahorradas. La consecuencia social, por tanto, es un consumo neto de capital que reduce la riqueza de todos.

En caso de que ese programa se mantenga sine die, las familias pobres seguirán siendo pobres (o se enriquecerán no como consecuencia de las ayudas y en una menor cuantía a lo que hubieran podido enriquecerse), pues la acumulación de capital se detendrá o avanzará con mayor lentitud.

El problema del cálculo económico socialista es mucho más omnicompensivo que la abolición de la propiedad privada. Su problemática se extiende también, como en este caso, a las consecuencias no intencionadas y no previstas de la acción gubernamental, del intervencionismo. Las transferencias no enriquecen, sólo redistribuyen y, generalmente, de mala manera. El no saber reconocer este problema perpetúa el número de pobres y sirve de caldo de cultivo para el intervencionismo estatal, lo que a su vez aumenta de nuevo el número de pobres y vuelve a estimular la necesidad de intervencionismo. 85 años después, muchos siguen sin entender a Mises.

Comentarios

 


La polémica sobre las razones de la imposibilidad del cálculo económico sigue siendo central entre los economistas. Una de las mejores exposiciones al respecto, Juan Ramón, como sabes, es la de D. Jesús Huerta de Soto:

http://www.jesushuertadesoto.com/madre2.htm
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 00:59 (1)
En concreto en su libro:
Socialismo, cálculo económico y función empresarial.
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 01:06 (2)
Buenas Juan Ramón.

Esta entrada se resume en una invitación a que te pases por mi nuevo blog, a ver que te parece...

http://pensarporideas.blogspot.com

Un saludo
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 04:50 (3)
Gracias de nuevo milton. No creas que no me he pasado, pero estos días he andado bastante ocupado como para comentar (el sábado terminaron las Fallas)

En cuanto tenga un momento pongo algún comentario.
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 09:44 (4)
"Es posible que nunca entendieran la clave de la argumentación, más bien su fe estatalista les cegó ante la flagrante imposibilidad de su sistema."

En su día no, pero ahora, no me cabe la menor duda de que sí. Lo que no han abandonado es la fe estatista: ahora tienden a un nihilismo atroz hasta los más moderados, blindado de una manera extraña con la superioridad moral de siempre. No hablo de dirigentes e intelectuales sino de militantes e incluso (o sobre todo) simpatizantes.

El panorama de la izquierda es más pavoroso de lo que podemos colegir de la vivacidad de sus insultos.
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 10:16 (5)
Quiero decir ¿no hay una especie de "es un fracaso lo que proponemos, pero tenemos el deber de ponerlo en marcha" en el artículo que propones? Es una galimatías donde la imposición moral se introduce para compensar la fundamental admisión de su fracaso.
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 10:21 (6)
Sí, la izquierda resultó nomás ser una religión al final. Yo digo que no sigan siendo fregados en este nuevo siglo, basta ya de insistir con el Estado (queremos vivir y un futuro para nuestros hijos lejos de los partidos políticos). Qué se cambien de religión, a la luterana, la católica, a otra cosa. Por amor al prójimo.
Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 12:19 (7)
Muy buen artículo, Juan Ramón, me gustó en particular tu diferenciación de riesgos e incertidumbres, y la gran verdad, que la clave del progreso está en la acumulación del capital.

Por lo menos el Sr. Valiente está leyendo a Ludwig von Mises. Ahora falta que le caiga una manzana en la cabeza...pero se nota que desgraciadamente es un enemigo acérrimo de la libertad. Eso de que quiera «Intervención pública deliberada y directa para...planificación familiar» es muy raro.

¿Planificación familiar para los apaches? ¿Para los analfabetos del mundo? ¿Para los retrasados mentales? ¿O para los españoles?

¿Tiene por lo menos familia, Valiente?

Enviado por el día 23 de Marzo de 2005 a las 21:54 (8)
La prueba acida, tranquilocomp, para diferenciar riesgo e incertidumbre, es que el riesgo es asegurable. No sé si coincido (ni la postura exacta de Knight, quien hace la precisión para la Economía) con Juan Ramón en que el riesgo es algo natural. El riesgo es algo que puede medirse estadísticamente de tal forma que se vuelva asegurable. La incertidumbre jamás. Ej: riesgo de que haya una inundación o de que a mí me dé cáncer de colon, incertidumbre de que se venda el iPod.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 06:31 (9)
Pero la medición del riesgo de que haya una inundación o de que tengas cáncer de colón responde básicamente al conocimiento de las leyes naturales que tengamos en un momento determinado.

Cierto que la acción humana interviene y, por tanto, riesgo e incertidumbre se entremezclan, pero la introducción de la acción humana como determinante del fenómeno asegurado es el fenómeno conocido como "moral hazard", del que ya se han ocupado las agencias de seguros.

En nomenclatura misesiana, el riesgo vendría a ser la probabilidad de caso y la incertidumbre la de clase.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 09:46 (10)

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