2 de Junio de 2005
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Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián
Ilegalizar la Iglesia, clamor de la izquierda
El objetivo de la izquierda siempre ha sido reducir al ser humano a un mismo patrón de conducta. Odia la diferencia y proclama la absoluta igualdad. De hecho, la forma simplista en la que la izquierda intenta conseguir esa igualdad es a través de la identidad. No hace falta irse más allá de cualquier régimen totalitario, nazi o comunista, para comprobar que se intenta eliminar cualquier género de diversidad. Idéntica vivienda, idéntico vestido, idéntico comportamiento y, sobre todo, idéntico pensamiento.
Y es que el ideal de la izquierda es el pensamiento único. La igualdad debe traducirse, necesariamente, en la eliminación de todo vestigio de discrepancias. Esto ha sido, también, un punto frecuente en todos los totalitarismo. Los díscolos eran perseguidos y eliminados, se les tachaba de contrarrevolucionarios y de derechistas. Las leyes de la historia habían sido descubiertas y sólo quedaba aplicarlas.
En los últimos días hemos asistido a inciativas para censurar a Jiménez Losantos. El socialismo igualitarista no permite semejante diversidad de opiniones. Losantos crispa e insulta, debe ser de inmediato acallado. Por supuesto, la izquierda no se ha planteado que al señalar que Losantos crispa e insulta están, a su vez, crispando e insultando a todos los oyentes de Losantos. Si la crispación y la subjetiva impresión del insulto sirvieran para acallar al contrario, nos encontraríamos ante el silencio.
¿O es que la izquierda no crispa cuando promueve iniciativas para atracar al contribuyente? ¿O es que la izquierda no crispa cuando defiende la imposición de aranceles para matar de hambre al Tercer Mundo? ¿O es que la izquierda no en sus más diversos foros? ¿O es que la izquierda no insulta cuando tacha de neoliberales (o fachas) a los liberales? ¿O es que la izquierda no insulta cuando nos llama insolidarios, antisociales y estúpidos incapaces de manejar nuestras vidas?
Yo, ciertamente, sí me siento insultado. ¿Debo promover la eliminación física de la izquierda a través del Estado? Ninguna posibilidad se me antoja más aberrante. El enfado o la indignación no justifican el empleo de la fuerza contra el contrario. Esta es una lección que la izquierda de todos los pelajes y condiciones todavía no ha aprendido, ni es posible que aprenda jamás, a menos que renuncie a su condición. Y es que la izquierda lleva implícita la justificación moral del empleo de la fuerza para enderezar la sociedad. Para alcanzar el punto social óptimo no sólo es necesario, sino imprescindible, utilizar la fuerza. La sociedad, forma por egoístas individuos que no buscan el bien común, no puede dar nunca lugar a un orden adecuado.
Sin embargo, la censura de Losantos viene aparejada a otros objetivos de mayor envergadura. En este sentido, ¿qué mejor proyecto que ilegalizar la Iglesia?
Antes de empezar a analizar la futilidad de los argumentos empleados tengamos presente un aspecto. La izquierda construye sus argumentos expresamente para alcanzar las conclusiones deseadas. Desde siempre han tenido claro que la Iglesia católica suponía una fuente distinta de fidelidad, una fidelidad hacia Dios o hacia el Papa que alejaba a los ciudadanos de la fidelidad al Estado. El odio hacia la Iglesia no es nuevo; siempre ha existido. Que ahora se aproveche a los homosexuales como ariete contra la Iglesia sólo demuestra un poco respeto por los primeros y un odio visceral hacia la segunda.
Pero vayamos por partes. En un primer post, Akin sostiene que Desde mi punto de vista, una visión parcial de la ética basada en revelaciones divinas jamás debe ser la norma de una sociedad plural, normas hay muchas, religiones también, y si aceptásemos todos los dogmas y normas de todas las religiones probablemente no podríamos hacer nada. No, la ética social ha de ser una norma de consenso, lo más universal posible, porque es la única que tiene alguna oportunidad de ser acatada y respetada por todos.
Este primer punto acerca de la fundamentación de la ética es interesante. Es imposible adqurir ningún conocimiento acerca del bien y del mal, por tanto la única vía es el relativismo moral. Sin embargo, todo ello no impide que Akin considere como ética social buena la que surja fruto del consenso, pues es la "única que tiene alguna oportunidad de ser acatada y respetada por todos".
Primero, si no existe ninguna idea aproximada de bien y mal, no puede existir una idea de ética social buena. Cualquier ética social será buena o mala, y el hecho de que será la que tenga alguna oportunidad de ser acatada por todos no la convalida. ¿Quién dijo que el prerrequisito para una ética adecuada sea su aceptación voluntaria universal?
Segundo, Akin confunde, como luego veremos, la oportunidad de que sea acatada por todos con la obligación de que así sea. No estamos ante una cuestión utilitaria de la ética social óptima, es decir, Akin no defiende esta ética, como pretende hacernos creer, porque tenga más posibilidades de ser aceptada, sino que usa el criterio mayoritario para legitimar su imposición. Cualquier que se desvíe de esta ética estará actuando de manera incorrecta y deberá ser perseguido. ¿Pero no decíamos que la ética debía ser aceptada por todos?
Y tercero, caemos en una manifiesta contradicción cuando utilizamos la razón para deducir los mecanismos de una ética social óptima y, sin embargo, negamos que el uso de esa razón nos permita alcanzar intuiciones genéricas sobre la ética social. Intuiciones al margen completamente del consenso mayoritario. La ética nazi no quedaba convalidada por ser mayoritaria.
Y así, con estas manifiestas contradicciones, Akin da un paso más: Y ya tenemos una, incompleta, discutible en algunos puntos, pero la única que tenemos ahora mismo, se llama Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada hace más de 50 años y acatada por la inmensa mayoría de los países, y ésa es la única norma que debe valer a la hora de regir las leyes sociales, y de establecer cual es la ética que debemos aceptar como sociedad
Por tanto, Akin impone la Declaración Universal de Derechos Humanos como la norma ética aceptable. Vayamos, nuevamente, por pasos:
Primero, si dijimos que la mejor ética era aquella que tenía aguna oportunidad de ser acatada, ¿por qué establecemos ahora el imperativo de que así lo sea? En otras palabras, ¿por qué en un principio hacemos depender la bondad de un código ético en su aceptación universal y luego recurrimos a la fuerza para que sea efectivamente aceptada? Con la fuerza estatal, cualquier código ético resulta óptimo, pues cualquier será acatado si utilizas la suficiente fuerza y represión para ello.
Segundo, ¿es qué la Declaración Universal de Derechos Humanos marca el inicio de la ética? Si ello es así, si antes de 1945 no existían derechos al no haber un código positivo universal, los nazis y los comunistas habrían actuado éticamente o, al menos, no se habrían opuesto a ningún derecho preexistente. Sus actuaciones serían, por tanto legítimas. Lo cierto es que el derecho positivo no puede ser fuente de los derechos, sino, en todo caso, ilustración, plasmación y reflejo. Negar lo contrario es delegar en la colectividad la definición de los derechos individuales. Pero, teniendo presente que una colectividad es sólo una suma de individuos, ¿cómo pueden unos elementos carentes de derechos dotarse a sí mismos de ellos? En realidad, esto sólo nos trasladaría dogmas y supercherías de entidad superior a las religiosas. Deberíamos considerar que el colectivo, cuando se reúne, adquiere una especial trascendencia y entidad. Un halo místico por el cual crean moralidad y derechos. La colectividad se convierte en Dios y esto sí es una fe completamente arbitraria y nociva, pues se convertiría en vinculante tanto para creyentes cuanto para no creyentes (en tanto que la fe religiosa es un sentimiento y una experiencia individual que acude voluntariamente al colectivo para canalizar de manera más efectiva la relación trascendente, pero nunca una vinculación universal para creyentes y NO creyentes)
Tercero, el hecho de que Akin recurra a la mayoría para formalizar un código ético no le libra de tics autoritarios. Tengamos presente que Akin empieza su argumentación con un "Desde mi punto de vista" y termina estableciendo obligaciones por doquier. Si partimos desde un punto de vista individual ¿con qué legitimidad se dispone a utilizar la fuerza? Y es que tengamos presente que el recurso relativista a la mayoría para que dictamine la ética es sólo uno de los múltiples enfoques. Otros pueden apelar a la razón, a la evolución o incluso a la revelación. ¿O es que acaso las supuestas verdades reveladas tienen un valor inferior a las racionalizaciones de Akin? Si sostenemos que no existe verdad ética alcanzable a través de la razón, no podremos llegar a esta conclusión. La opinión de Akin, desde su propio punto de vista, es tan válida o inválida como cualquier otra y, por tanto, ¿cómo puede coherentemente sugerir coacciones?
Y así, desde conclusiones particulares llegamos a prescripciones generales: Y del mismo modo que todo dogma religioso que vaya contra la ciencia debe ser discutido y rechazado, toda norma religiosa que ataque la D.U.D.H. debe ser discutida y rechazada. Nótese que, además, la ética da un salto cualitativo; parece lógico que toda norma que vaya en contra de el código ético, sea el que sea, deba ser rechazada. Pero es que el código ético de Akin, indirectamente, también incluye la prescripción de que todo "dogma" que vaya en contra de la "ciencia" debe ser rechazado (y teniendo en cuenta que el nivel de rechazo debe ser análogo al de las normas que vayan contra la ética, debemos entender que rechazado significa prohibido)
La ciencia se idolatra como fuente del conocimiento absoluta; cualquier opinión (metafísica o no, pues toda opinión finalmente científica procede de intuiciones metafísicas) contraria a la ciencia deberá ser aniquilada. Se acabó el disentir y el buscar explicaciones alternativas. Reinstauramos la Inquisición pero, en lugar del dogma religoso como centro de la verdad, colocamos el conocimiento científico de un grupo de sabios como patrón de verdad. Descartes debería haber sido encerrado por oponerse al escepticiso, Menger debería haber sido despellejado por oponerse a la economía clásica y Einstein debería haber sido quemado por oponerse a la física newtoniana.
Sólo hay un modo de conocer, poseer e interpretar la verdad. Más allá tenemos dogmas que deben ser rechazados. Tenemos, por fin, el ideal igualitarista de la izquierda. Todo se resume a un patrón ético y científico, ningún conocimiento puede, ni debe, alcanzarse más allá.
Así, Akin empieza a sacar sus pertinentes implicaciones: La iglesia católica, como tantas otras, jamás debería hacer campaña contra los derechos de los homosexuales, o contra las campañas de salud pública que abogan por el uso del preservativo como método de prevención de infecciones que en muchos casos son crónicas y/o mortales. El riesgo de tratar de imponer sus normas a una sociedad es que esa sociedad rechace la legitimidad de esa asociación, como de hecho debería suceder ahora mismo, ya.
La previa confusión entre la moral de Akin y las normas que deben regir la sociedad le arrastra ahora a creer que campaña significa imposición de normas. Cierto es que la Iglesia en muchas ocasiones, en demasiadas, presiona para orientar las normas del Estado hacia sus posturas. Esto es un error y, como tal, criticable. Ahora bien, la crítica no significa censura. Yo estoy criticando a Akin y no propugno censurarle. De la misma manera, me parece que determinadas presiones de la jerarquía eclesial hacia el Estado deben ser condenadas intelectualmente.
Eso sí, sólo las campañas que la Iglesia implementa para orientar el imperium estatal hacia un punto concreto. La Iglesia tiene su perfecto derecho a realizar campañas contra el uso del preservativo o contra la eutanasia. De la misma manera que Akin fundamenta su ética en "Desde mi punto de vista", la Iglesia lo hace en la revelación y la tradición.
Por eso, uno sólo puede sorprenderse y preocuparse de semejantes aseveraciones: Esa intromisión en el derecho de los demás la convierte en una organización denunciable y combatible y en último punto ilegalizable
.
Y aquí ya nos metemos en un problema muy serio. Akin se cuida en matizar que, como ya hemos señalado, no hay problema en que la Iglesia defienda su fe sin imponerla. Él sólo critica que la Iglesia intente influir en las normas sociales. Acto seguido, también niega el carácter religioso, como hemos afirmado, de la Declaración Universal de Derechos Humanos. ¿Razón? Los derechos humanos pueden y deben ser discutidos, y si finalmente hay consenso para cambiarlos pues se cambian que no pasa nada. Pero mientras no se haga todo eso deben tener rango de ley y ser acatados, guste o no, porque es lo único que tenemos. Me parece muy bien que se pretenda discutir si los homosexuales deben tener los beneficios fiscales y sociales de un matrimonio, creemos un debate mundial para discutirlo, pero mientras no haya ese consenso toda campaña concreta que quiera limitar sus derechos debe ser prohibida, toda ley discriminatoria denunciable, y toda organización que vaya contra ellos ilegalizada.
Y aquí entramos, nuevamente, en una profunda contradicción. La Declaración Universal de Derechos Humanos sí tiene un carácter religioso porque parte de la concepción de que la mayoría crea la ética y que sin mayoría no hay ética. Por tanto, la mayoría se convierte en un corpus trascendente distinto a los individuos sin derechos previos. Esto es fe, pura fe. Si los individuos tienes derechos previos, éstos no pueden ser limitados por las mayorías, y si no los tienen, ¿con qué título se reúne los individuos sin derechos para dotarse de ellos? Estaríamos ante un mero acuerdo de voluntades que, en ningún caso, someterían al díscolo. Si lo hiciera, estaríamos otorgando a la mayoría un valor distinto al de sus partes componentes. Y esto es fe.
Pero, además, las contradicciones suman y siguen. Akin primero llega a proponer la ilegalización de toda asociación que intente influir en las normas sociales en un sentido distinto al que tienen. Y luego se niega el carácter religioso de la declaración aduciendo que puede ser modificada a través de la discusión y el consenso, es decir, se puede intentar influir en las normas. ¿Pero no habíamos dicho que toda voluntad de influir en las normas legales debe ser rechazada y condenada? ¿O es que acaso la única asociación que NO puede influir y modificar la Declaración Universal es la Iglesia católica? O mejor dicho, ¿no será que la izquierda ya tiene una idea preconcebida de estos derechos y sólo concede la discusión y su posibilidad de cambio como una ilusión ficticia que adormezca a los disidentes? Nuevamente, pregunto, ¿cómo va la Iglesia católica a influir en la Declaración Universal si se la pretende ilegalizar en caso de que lo haga?
Pongamos un ejemplo. Supongamos, para no salir del reduccionismo de Akin, que la Iglesia quiere prohibir la producción de preservativos. Akin sostiene que La iglesia católica, como tantas otras, jamás debería hacer campaña contra los derechos de los homosexuales, o contra las campañas de salud pública que abogan por el uso del preservativo como método de prevención de infecciones, pero que los Derechos Humanos no son fe porque los derechos humanos pueden y deben ser discutidos, y si finalmente hay consenso para cambiarlos pues se cambian que no pasa nada. ¿Cómo podría promover la Iglesia Católica la inclusión en los Derechos Humanos de la prohibición del preservativo si se le impide hacer campaña?
La implicación de todo esto es obvia: Cuando se salgan de lo privado a lo público, cuando comiencen los intentos de expansión/imposición de sus ideas… ahí habrá pelea y yo estaré siempre en el otro bando. Es decir, cuando se intente utilizar la persuasión para cambiar las normas, la Iglesia deberá ser reprimida. ¿Pero no decíamos que los Derechos Humanos podían cambiar por consenso? ¿Por consenso de quién?, cabría preguntar.
Y el ejemplo más claro de represión lo tenemos ante esta nueva campaña: Ilegalización de la Iglesia Católica.
Ya el primer párrafo es significativo de la fatal arrogancia de la izquierda: Si hace un par de días exponía aquí mi opinión sobre los límites éticos de la religión, y hace un momento he puesto un comunicado de la Conferencia Episcopal donde de un modo absolutamente claro se supera uno de los límites que yo establecía, mi coherencia me indica que debo solicitar la ilegalización de la Iglesia Católica. Su opinión le lleva a solicitar el uso de la fuerza contra la Iglesia. Es decir, Akin justifica el uso de la violencia apelando a él mismo. Lo legítimo es aquello que su opinión establece que así lo es. Si esto no es fe, que baje Dios y lo vea.
Tras recordar algunos derechos positivos incluidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, concluye: Así pues. Reitero la petición: La Iglesia Católica debe ser ilegalizada por realizar campañas contra los derechos humanos.
Nuevamente, se pone de manifiesto que la Declaración Universal de Derechos Humanos son un credo religioso inmutable o, al menos, inmutable si la mutación la promueve la Iglesia. Y es que, siendo coherentes, semejante declaración quedará petrificada, como las Tablas de la Ley, para la eternidad. Cualquier campaña en contra de los derechos humanos supondrá de inmediato la ilegalización. Y, por tanto, en coherencia, espero que Akin también solicite la ilegalización de los partidos políticos (como el PSOE o IU que quieren promover una Ley que limita la libertad de expresión) que atenten contra los derechos humanos. Pero, aún así, no olvidemos el punto de partida: la opinión de Akin de que ello debe ser así.
Recordemos, simplemente, antes de finalizar, uno de los enfoques liberales mayoritarios. Los seres humanos se dirigen todos hacia el fin evidente de conseguir sus fines. Todos, de algún modo, intentan hacerlo. Incluso el suicida, cuando pretende matarse, utiliza medios para alcanzar su fin. También los políticos, cuando intentan instrumentar la sociedad, persiguen sus fines de poder. Sin embargo, esta búsqueda universal de fines tiene una lógica limitación: ningún individuo puede impedir a otro perseguir sus fines. En ese sentido, los seres humanos hemos sido dotados del mecanismo de la razón para ser capaces de intuir y aprehender cuáles son las limitaciones concretas que brotan de esa limitación fundamental: la vida, la libertad y la propiedad. Sin derecho a la vida nadie puede perseguir sus fines, ni siquiera el suicidio. Sin libertad no podemos elegir qué fines deseamos. Y sin propiedad no tenemos al alcance los medios que precisamos para nuestros fines. Así mismo, esa vida, libertad y propiedad deben ser defendidos sin limitar el derecho de ningún otro. Yo no puedo ser libre de extorsionar a otra persona ni puedo utilizar la propiedad (medios) ajena, pues ambos han sido libres y han tenido propiedades originariamente sin perjudicar los fines ajenos.
Y todo ello incluye, obviamente, para tranquilidad de Akin, que los homosexuales puedan casarse o que las personas libremente puedan decidir emplear preservativos. Ahora bien, el matrimonio, del tipo que sea, debe producirse fuera del Estado, sin la sanción oficial, y sin los beneficios legales y económicos, de éste. Siendo todo ello así, se debe criticar a la Iglesia cuando pretenda imponer su fe, pero nunca cuando condene moralmente algunas acciones.
Sin embargo, y volviendo al principio, fijémonos que la Tabla de la Ley de los Derechos Humanos pretende que todo el mundo tenga los mismos valores y las mismas opiniones. La discrepancia de ellas supone su eliminación. Retornamos a la identidad izquierdista. La diversidad molesta. El liberalismo, en cambio, sólo establece el límite de la no imposición ya que, los fines que pretendan obtenerse mediante la imposición, son igualmente alcanzables con el acuerdo voluntario (salvo, obviamente, cuando el fin sea la vulneración de los derechos per se). Sin embargo, semejante código ético no somete a quien lo desprecie, sólo a quien lo incumpla. No pretende dominar al alma, sino sólo las acciones que lo vulneren. Es más, cabe su aparente vulneración a través del acuerdo inter partes.
El liberalismo desemboca en diversidad, en acuerdos voluntarios, en libertad. Personas distintas, fines distintos, proyectos vitales distintos. La izquierda sólo busca la identidad más absoluta; la verdad ha sido revelada y sólo cabe someterse a ella a través del uso deliberado de la fuerza. Quien no lo haga debe ser, en consencuencia, eliminado... o ilegalizado.
Actualización: Akin ha contestado en su bitácora y, así mismo, le he dado respuesta en los comentarios de su blog. Por cierto, quizá sea cosa mía, pero empiezo a notar un cierto parecido.
Y es que el ideal de la izquierda es el pensamiento único. La igualdad debe traducirse, necesariamente, en la eliminación de todo vestigio de discrepancias. Esto ha sido, también, un punto frecuente en todos los totalitarismo. Los díscolos eran perseguidos y eliminados, se les tachaba de contrarrevolucionarios y de derechistas. Las leyes de la historia habían sido descubiertas y sólo quedaba aplicarlas.
En los últimos días hemos asistido a inciativas para censurar a Jiménez Losantos. El socialismo igualitarista no permite semejante diversidad de opiniones. Losantos crispa e insulta, debe ser de inmediato acallado. Por supuesto, la izquierda no se ha planteado que al señalar que Losantos crispa e insulta están, a su vez, crispando e insultando a todos los oyentes de Losantos. Si la crispación y la subjetiva impresión del insulto sirvieran para acallar al contrario, nos encontraríamos ante el silencio.
¿O es que la izquierda no crispa cuando promueve iniciativas para atracar al contribuyente? ¿O es que la izquierda no crispa cuando defiende la imposición de aranceles para matar de hambre al Tercer Mundo? ¿O es que la izquierda no en sus más diversos foros? ¿O es que la izquierda no insulta cuando tacha de neoliberales (o fachas) a los liberales? ¿O es que la izquierda no insulta cuando nos llama insolidarios, antisociales y estúpidos incapaces de manejar nuestras vidas?
Yo, ciertamente, sí me siento insultado. ¿Debo promover la eliminación física de la izquierda a través del Estado? Ninguna posibilidad se me antoja más aberrante. El enfado o la indignación no justifican el empleo de la fuerza contra el contrario. Esta es una lección que la izquierda de todos los pelajes y condiciones todavía no ha aprendido, ni es posible que aprenda jamás, a menos que renuncie a su condición. Y es que la izquierda lleva implícita la justificación moral del empleo de la fuerza para enderezar la sociedad. Para alcanzar el punto social óptimo no sólo es necesario, sino imprescindible, utilizar la fuerza. La sociedad, forma por egoístas individuos que no buscan el bien común, no puede dar nunca lugar a un orden adecuado.
Sin embargo, la censura de Losantos viene aparejada a otros objetivos de mayor envergadura. En este sentido, ¿qué mejor proyecto que ilegalizar la Iglesia?
Antes de empezar a analizar la futilidad de los argumentos empleados tengamos presente un aspecto. La izquierda construye sus argumentos expresamente para alcanzar las conclusiones deseadas. Desde siempre han tenido claro que la Iglesia católica suponía una fuente distinta de fidelidad, una fidelidad hacia Dios o hacia el Papa que alejaba a los ciudadanos de la fidelidad al Estado. El odio hacia la Iglesia no es nuevo; siempre ha existido. Que ahora se aproveche a los homosexuales como ariete contra la Iglesia sólo demuestra un poco respeto por los primeros y un odio visceral hacia la segunda.
Pero vayamos por partes. En un primer post, Akin sostiene que Desde mi punto de vista, una visión parcial de la ética basada en revelaciones divinas jamás debe ser la norma de una sociedad plural, normas hay muchas, religiones también, y si aceptásemos todos los dogmas y normas de todas las religiones probablemente no podríamos hacer nada. No, la ética social ha de ser una norma de consenso, lo más universal posible, porque es la única que tiene alguna oportunidad de ser acatada y respetada por todos.
Este primer punto acerca de la fundamentación de la ética es interesante. Es imposible adqurir ningún conocimiento acerca del bien y del mal, por tanto la única vía es el relativismo moral. Sin embargo, todo ello no impide que Akin considere como ética social buena la que surja fruto del consenso, pues es la "única que tiene alguna oportunidad de ser acatada y respetada por todos".
Primero, si no existe ninguna idea aproximada de bien y mal, no puede existir una idea de ética social buena. Cualquier ética social será buena o mala, y el hecho de que será la que tenga alguna oportunidad de ser acatada por todos no la convalida. ¿Quién dijo que el prerrequisito para una ética adecuada sea su aceptación voluntaria universal?
Segundo, Akin confunde, como luego veremos, la oportunidad de que sea acatada por todos con la obligación de que así sea. No estamos ante una cuestión utilitaria de la ética social óptima, es decir, Akin no defiende esta ética, como pretende hacernos creer, porque tenga más posibilidades de ser aceptada, sino que usa el criterio mayoritario para legitimar su imposición. Cualquier que se desvíe de esta ética estará actuando de manera incorrecta y deberá ser perseguido. ¿Pero no decíamos que la ética debía ser aceptada por todos?
Y tercero, caemos en una manifiesta contradicción cuando utilizamos la razón para deducir los mecanismos de una ética social óptima y, sin embargo, negamos que el uso de esa razón nos permita alcanzar intuiciones genéricas sobre la ética social. Intuiciones al margen completamente del consenso mayoritario. La ética nazi no quedaba convalidada por ser mayoritaria.
Y así, con estas manifiestas contradicciones, Akin da un paso más: Y ya tenemos una, incompleta, discutible en algunos puntos, pero la única que tenemos ahora mismo, se llama Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada hace más de 50 años y acatada por la inmensa mayoría de los países, y ésa es la única norma que debe valer a la hora de regir las leyes sociales, y de establecer cual es la ética que debemos aceptar como sociedad
Por tanto, Akin impone la Declaración Universal de Derechos Humanos como la norma ética aceptable. Vayamos, nuevamente, por pasos:
Primero, si dijimos que la mejor ética era aquella que tenía aguna oportunidad de ser acatada, ¿por qué establecemos ahora el imperativo de que así lo sea? En otras palabras, ¿por qué en un principio hacemos depender la bondad de un código ético en su aceptación universal y luego recurrimos a la fuerza para que sea efectivamente aceptada? Con la fuerza estatal, cualquier código ético resulta óptimo, pues cualquier será acatado si utilizas la suficiente fuerza y represión para ello.
Segundo, ¿es qué la Declaración Universal de Derechos Humanos marca el inicio de la ética? Si ello es así, si antes de 1945 no existían derechos al no haber un código positivo universal, los nazis y los comunistas habrían actuado éticamente o, al menos, no se habrían opuesto a ningún derecho preexistente. Sus actuaciones serían, por tanto legítimas. Lo cierto es que el derecho positivo no puede ser fuente de los derechos, sino, en todo caso, ilustración, plasmación y reflejo. Negar lo contrario es delegar en la colectividad la definición de los derechos individuales. Pero, teniendo presente que una colectividad es sólo una suma de individuos, ¿cómo pueden unos elementos carentes de derechos dotarse a sí mismos de ellos? En realidad, esto sólo nos trasladaría dogmas y supercherías de entidad superior a las religiosas. Deberíamos considerar que el colectivo, cuando se reúne, adquiere una especial trascendencia y entidad. Un halo místico por el cual crean moralidad y derechos. La colectividad se convierte en Dios y esto sí es una fe completamente arbitraria y nociva, pues se convertiría en vinculante tanto para creyentes cuanto para no creyentes (en tanto que la fe religiosa es un sentimiento y una experiencia individual que acude voluntariamente al colectivo para canalizar de manera más efectiva la relación trascendente, pero nunca una vinculación universal para creyentes y NO creyentes)
Tercero, el hecho de que Akin recurra a la mayoría para formalizar un código ético no le libra de tics autoritarios. Tengamos presente que Akin empieza su argumentación con un "Desde mi punto de vista" y termina estableciendo obligaciones por doquier. Si partimos desde un punto de vista individual ¿con qué legitimidad se dispone a utilizar la fuerza? Y es que tengamos presente que el recurso relativista a la mayoría para que dictamine la ética es sólo uno de los múltiples enfoques. Otros pueden apelar a la razón, a la evolución o incluso a la revelación. ¿O es que acaso las supuestas verdades reveladas tienen un valor inferior a las racionalizaciones de Akin? Si sostenemos que no existe verdad ética alcanzable a través de la razón, no podremos llegar a esta conclusión. La opinión de Akin, desde su propio punto de vista, es tan válida o inválida como cualquier otra y, por tanto, ¿cómo puede coherentemente sugerir coacciones?
Y así, desde conclusiones particulares llegamos a prescripciones generales: Y del mismo modo que todo dogma religioso que vaya contra la ciencia debe ser discutido y rechazado, toda norma religiosa que ataque la D.U.D.H. debe ser discutida y rechazada. Nótese que, además, la ética da un salto cualitativo; parece lógico que toda norma que vaya en contra de el código ético, sea el que sea, deba ser rechazada. Pero es que el código ético de Akin, indirectamente, también incluye la prescripción de que todo "dogma" que vaya en contra de la "ciencia" debe ser rechazado (y teniendo en cuenta que el nivel de rechazo debe ser análogo al de las normas que vayan contra la ética, debemos entender que rechazado significa prohibido)
La ciencia se idolatra como fuente del conocimiento absoluta; cualquier opinión (metafísica o no, pues toda opinión finalmente científica procede de intuiciones metafísicas) contraria a la ciencia deberá ser aniquilada. Se acabó el disentir y el buscar explicaciones alternativas. Reinstauramos la Inquisición pero, en lugar del dogma religoso como centro de la verdad, colocamos el conocimiento científico de un grupo de sabios como patrón de verdad. Descartes debería haber sido encerrado por oponerse al escepticiso, Menger debería haber sido despellejado por oponerse a la economía clásica y Einstein debería haber sido quemado por oponerse a la física newtoniana.
Sólo hay un modo de conocer, poseer e interpretar la verdad. Más allá tenemos dogmas que deben ser rechazados. Tenemos, por fin, el ideal igualitarista de la izquierda. Todo se resume a un patrón ético y científico, ningún conocimiento puede, ni debe, alcanzarse más allá.
Así, Akin empieza a sacar sus pertinentes implicaciones: La iglesia católica, como tantas otras, jamás debería hacer campaña contra los derechos de los homosexuales, o contra las campañas de salud pública que abogan por el uso del preservativo como método de prevención de infecciones que en muchos casos son crónicas y/o mortales. El riesgo de tratar de imponer sus normas a una sociedad es que esa sociedad rechace la legitimidad de esa asociación, como de hecho debería suceder ahora mismo, ya.
La previa confusión entre la moral de Akin y las normas que deben regir la sociedad le arrastra ahora a creer que campaña significa imposición de normas. Cierto es que la Iglesia en muchas ocasiones, en demasiadas, presiona para orientar las normas del Estado hacia sus posturas. Esto es un error y, como tal, criticable. Ahora bien, la crítica no significa censura. Yo estoy criticando a Akin y no propugno censurarle. De la misma manera, me parece que determinadas presiones de la jerarquía eclesial hacia el Estado deben ser condenadas intelectualmente.
Eso sí, sólo las campañas que la Iglesia implementa para orientar el imperium estatal hacia un punto concreto. La Iglesia tiene su perfecto derecho a realizar campañas contra el uso del preservativo o contra la eutanasia. De la misma manera que Akin fundamenta su ética en "Desde mi punto de vista", la Iglesia lo hace en la revelación y la tradición.
Por eso, uno sólo puede sorprenderse y preocuparse de semejantes aseveraciones: Esa intromisión en el derecho de los demás la convierte en una organización denunciable y combatible y en último punto ilegalizable
.
Y aquí ya nos metemos en un problema muy serio. Akin se cuida en matizar que, como ya hemos señalado, no hay problema en que la Iglesia defienda su fe sin imponerla. Él sólo critica que la Iglesia intente influir en las normas sociales. Acto seguido, también niega el carácter religioso, como hemos afirmado, de la Declaración Universal de Derechos Humanos. ¿Razón? Los derechos humanos pueden y deben ser discutidos, y si finalmente hay consenso para cambiarlos pues se cambian que no pasa nada. Pero mientras no se haga todo eso deben tener rango de ley y ser acatados, guste o no, porque es lo único que tenemos. Me parece muy bien que se pretenda discutir si los homosexuales deben tener los beneficios fiscales y sociales de un matrimonio, creemos un debate mundial para discutirlo, pero mientras no haya ese consenso toda campaña concreta que quiera limitar sus derechos debe ser prohibida, toda ley discriminatoria denunciable, y toda organización que vaya contra ellos ilegalizada.
Y aquí entramos, nuevamente, en una profunda contradicción. La Declaración Universal de Derechos Humanos sí tiene un carácter religioso porque parte de la concepción de que la mayoría crea la ética y que sin mayoría no hay ética. Por tanto, la mayoría se convierte en un corpus trascendente distinto a los individuos sin derechos previos. Esto es fe, pura fe. Si los individuos tienes derechos previos, éstos no pueden ser limitados por las mayorías, y si no los tienen, ¿con qué título se reúne los individuos sin derechos para dotarse de ellos? Estaríamos ante un mero acuerdo de voluntades que, en ningún caso, someterían al díscolo. Si lo hiciera, estaríamos otorgando a la mayoría un valor distinto al de sus partes componentes. Y esto es fe.
Pero, además, las contradicciones suman y siguen. Akin primero llega a proponer la ilegalización de toda asociación que intente influir en las normas sociales en un sentido distinto al que tienen. Y luego se niega el carácter religioso de la declaración aduciendo que puede ser modificada a través de la discusión y el consenso, es decir, se puede intentar influir en las normas. ¿Pero no habíamos dicho que toda voluntad de influir en las normas legales debe ser rechazada y condenada? ¿O es que acaso la única asociación que NO puede influir y modificar la Declaración Universal es la Iglesia católica? O mejor dicho, ¿no será que la izquierda ya tiene una idea preconcebida de estos derechos y sólo concede la discusión y su posibilidad de cambio como una ilusión ficticia que adormezca a los disidentes? Nuevamente, pregunto, ¿cómo va la Iglesia católica a influir en la Declaración Universal si se la pretende ilegalizar en caso de que lo haga?
Pongamos un ejemplo. Supongamos, para no salir del reduccionismo de Akin, que la Iglesia quiere prohibir la producción de preservativos. Akin sostiene que La iglesia católica, como tantas otras, jamás debería hacer campaña contra los derechos de los homosexuales, o contra las campañas de salud pública que abogan por el uso del preservativo como método de prevención de infecciones, pero que los Derechos Humanos no son fe porque los derechos humanos pueden y deben ser discutidos, y si finalmente hay consenso para cambiarlos pues se cambian que no pasa nada. ¿Cómo podría promover la Iglesia Católica la inclusión en los Derechos Humanos de la prohibición del preservativo si se le impide hacer campaña?
La implicación de todo esto es obvia: Cuando se salgan de lo privado a lo público, cuando comiencen los intentos de expansión/imposición de sus ideas… ahí habrá pelea y yo estaré siempre en el otro bando. Es decir, cuando se intente utilizar la persuasión para cambiar las normas, la Iglesia deberá ser reprimida. ¿Pero no decíamos que los Derechos Humanos podían cambiar por consenso? ¿Por consenso de quién?, cabría preguntar.
Y el ejemplo más claro de represión lo tenemos ante esta nueva campaña: Ilegalización de la Iglesia Católica.
Ya el primer párrafo es significativo de la fatal arrogancia de la izquierda: Si hace un par de días exponía aquí mi opinión sobre los límites éticos de la religión, y hace un momento he puesto un comunicado de la Conferencia Episcopal donde de un modo absolutamente claro se supera uno de los límites que yo establecía, mi coherencia me indica que debo solicitar la ilegalización de la Iglesia Católica. Su opinión le lleva a solicitar el uso de la fuerza contra la Iglesia. Es decir, Akin justifica el uso de la violencia apelando a él mismo. Lo legítimo es aquello que su opinión establece que así lo es. Si esto no es fe, que baje Dios y lo vea.
Tras recordar algunos derechos positivos incluidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, concluye: Así pues. Reitero la petición: La Iglesia Católica debe ser ilegalizada por realizar campañas contra los derechos humanos.
Nuevamente, se pone de manifiesto que la Declaración Universal de Derechos Humanos son un credo religioso inmutable o, al menos, inmutable si la mutación la promueve la Iglesia. Y es que, siendo coherentes, semejante declaración quedará petrificada, como las Tablas de la Ley, para la eternidad. Cualquier campaña en contra de los derechos humanos supondrá de inmediato la ilegalización. Y, por tanto, en coherencia, espero que Akin también solicite la ilegalización de los partidos políticos (como el PSOE o IU que quieren promover una Ley que limita la libertad de expresión) que atenten contra los derechos humanos. Pero, aún así, no olvidemos el punto de partida: la opinión de Akin de que ello debe ser así.
Recordemos, simplemente, antes de finalizar, uno de los enfoques liberales mayoritarios. Los seres humanos se dirigen todos hacia el fin evidente de conseguir sus fines. Todos, de algún modo, intentan hacerlo. Incluso el suicida, cuando pretende matarse, utiliza medios para alcanzar su fin. También los políticos, cuando intentan instrumentar la sociedad, persiguen sus fines de poder. Sin embargo, esta búsqueda universal de fines tiene una lógica limitación: ningún individuo puede impedir a otro perseguir sus fines. En ese sentido, los seres humanos hemos sido dotados del mecanismo de la razón para ser capaces de intuir y aprehender cuáles son las limitaciones concretas que brotan de esa limitación fundamental: la vida, la libertad y la propiedad. Sin derecho a la vida nadie puede perseguir sus fines, ni siquiera el suicidio. Sin libertad no podemos elegir qué fines deseamos. Y sin propiedad no tenemos al alcance los medios que precisamos para nuestros fines. Así mismo, esa vida, libertad y propiedad deben ser defendidos sin limitar el derecho de ningún otro. Yo no puedo ser libre de extorsionar a otra persona ni puedo utilizar la propiedad (medios) ajena, pues ambos han sido libres y han tenido propiedades originariamente sin perjudicar los fines ajenos.
Y todo ello incluye, obviamente, para tranquilidad de Akin, que los homosexuales puedan casarse o que las personas libremente puedan decidir emplear preservativos. Ahora bien, el matrimonio, del tipo que sea, debe producirse fuera del Estado, sin la sanción oficial, y sin los beneficios legales y económicos, de éste. Siendo todo ello así, se debe criticar a la Iglesia cuando pretenda imponer su fe, pero nunca cuando condene moralmente algunas acciones.
Sin embargo, y volviendo al principio, fijémonos que la Tabla de la Ley de los Derechos Humanos pretende que todo el mundo tenga los mismos valores y las mismas opiniones. La discrepancia de ellas supone su eliminación. Retornamos a la identidad izquierdista. La diversidad molesta. El liberalismo, en cambio, sólo establece el límite de la no imposición ya que, los fines que pretendan obtenerse mediante la imposición, son igualmente alcanzables con el acuerdo voluntario (salvo, obviamente, cuando el fin sea la vulneración de los derechos per se). Sin embargo, semejante código ético no somete a quien lo desprecie, sólo a quien lo incumpla. No pretende dominar al alma, sino sólo las acciones que lo vulneren. Es más, cabe su aparente vulneración a través del acuerdo inter partes.
El liberalismo desemboca en diversidad, en acuerdos voluntarios, en libertad. Personas distintas, fines distintos, proyectos vitales distintos. La izquierda sólo busca la identidad más absoluta; la verdad ha sido revelada y sólo cabe someterse a ella a través del uso deliberado de la fuerza. Quien no lo haga debe ser, en consencuencia, eliminado... o ilegalizado.
Actualización: Akin ha contestado en su bitácora y, así mismo, le he dado respuesta en los comentarios de su blog. Por cierto, quizá sea cosa mía, pero empiezo a notar un cierto parecido.
Comentarios
Un muy buen trabajo que deja en pañales a Akin y muestra su totalitarismo.
Pero, ¿de verdad crees que merece la pena? Los argumentos se los pasan ellos por ahí. ¡Vamos hombre!
Pero, ¿de verdad crees que merece la pena? Los argumentos se los pasan ellos por ahí. ¡Vamos hombre!
no me he leído este tocho porque me hago viejo antes de acabar (y yo leo rápido), pero me ha llamado esto la atención.
"Este primer punto acerca de la fundamentación de la ética es interesante. Es imposible adqurir ningún conocimiento acerca del bien y del mal, por tanto la única vía es el relativismo moral. Sin embargo, todo ello no impide que Akin considere como ética social buena la que surja fruto del consenso, pues es la "única que tiene alguna oportunidad de ser acatada y respetada por todos"."
Eso me parece inapelable. Y es que filosóficamente ninguna moral objetiva es justificable. No hay más que morales personales. Y yo, personalmente, puedo decir que me parece buena una ética consensuada a nivel social, como dice este. Y justificar mi posición en criterios utilitaristas.
No hay otra forma. Del resto no hablo que el tio es un rojo peligroso, pero la inexistencia de una ética universal es un hecho.
"Este primer punto acerca de la fundamentación de la ética es interesante. Es imposible adqurir ningún conocimiento acerca del bien y del mal, por tanto la única vía es el relativismo moral. Sin embargo, todo ello no impide que Akin considere como ética social buena la que surja fruto del consenso, pues es la "única que tiene alguna oportunidad de ser acatada y respetada por todos"."
Eso me parece inapelable. Y es que filosóficamente ninguna moral objetiva es justificable. No hay más que morales personales. Y yo, personalmente, puedo decir que me parece buena una ética consensuada a nivel social, como dice este. Y justificar mi posición en criterios utilitaristas.
No hay otra forma. Del resto no hablo que el tio es un rojo peligroso, pero la inexistencia de una ética universal es un hecho.
En parte estoy muy de acuerdo con Rallo y en parte me ha dado que pensar.
Los derechos humanos no eran "ideas innatas" en el magín de unos franceses, tienen unas raíces historicas con las cuales no todo el mundo se identifica.
Por lo pronto habría que recordarle al señor Akin que los países islámicos no los reconocen. Su peculiar repertorio de derechos universales se basa en la "Ley".
Si vamos a la nota a pìe de página, la "Ley" es la "Sharia", ésa legalidad tradicional declarada inexistente con asombrosa desfachatez y cuando interesa por los publicistas del Islam en nuestro país y sin embargo en vigor sobre cientos de millones de personas. Claro que hay académicas, como Gema Martín Muñoz, a las que no preocupa demasiado porque consideran a la Sharia un jalón en la historia de la liberación de la mujer. Tal cual.
La palabra relativismo tiene mala prensa. Hablemos de la realidad. ¿Qué significa la justicia? ¿El bien y el mal significan algo o lo deciden el Gobierno y las estadísticas?
No se pueden defender derechos fundamentales sin cultivar valores fundamentales. Donde no se cultiva la ética, la cultura, la religión, a largo plazo no hay fundamento para la sociedad y para el propio Estado de Derecho.
Un Occidente que no se plantea estas cuestiones no tiene respuesta ante el Islam. Porque cuando el Islam, en puro ejercicio democrático de mayorías, decida cambiar las instituciones sociales y jurídicas de Occidente, lo hará. Y en la pura lógica formal en la que vivimos, no tendremos razones para impedirlo.
Los derechos humanos no eran "ideas innatas" en el magín de unos franceses, tienen unas raíces historicas con las cuales no todo el mundo se identifica.
Por lo pronto habría que recordarle al señor Akin que los países islámicos no los reconocen. Su peculiar repertorio de derechos universales se basa en la "Ley".
Si vamos a la nota a pìe de página, la "Ley" es la "Sharia", ésa legalidad tradicional declarada inexistente con asombrosa desfachatez y cuando interesa por los publicistas del Islam en nuestro país y sin embargo en vigor sobre cientos de millones de personas. Claro que hay académicas, como Gema Martín Muñoz, a las que no preocupa demasiado porque consideran a la Sharia un jalón en la historia de la liberación de la mujer. Tal cual.
La palabra relativismo tiene mala prensa. Hablemos de la realidad. ¿Qué significa la justicia? ¿El bien y el mal significan algo o lo deciden el Gobierno y las estadísticas?
No se pueden defender derechos fundamentales sin cultivar valores fundamentales. Donde no se cultiva la ética, la cultura, la religión, a largo plazo no hay fundamento para la sociedad y para el propio Estado de Derecho.
Un Occidente que no se plantea estas cuestiones no tiene respuesta ante el Islam. Porque cuando el Islam, en puro ejercicio democrático de mayorías, decida cambiar las instituciones sociales y jurídicas de Occidente, lo hará. Y en la pura lógica formal en la que vivimos, no tendremos razones para impedirlo.
Los autores como Akin ciertamente se pasan los argumentos "por ahi" : cualquier discurso suyo exhibe una ignorancia filosófica bestial. Es a sus lectores a los que exhibir su dignidad.
Lo de que no exista una ética universal es falso: la etica es el razonamiento sobre la moral, luego toda etica -todo razonamiento- es comprensible por la universalidad humana. Véanse desde los padres de la Iglesia - que no eran profetas, el cristianismo solo tiene un profeta- hasta la Crítica de Kant.
El tema de los derechos humanos entra dentro de la discusion de filosofía del derecho entre iusnaturalismo o iuspositivismo: segun el iusnaturalismo, los derechos humanos son esenciales a la persona y no modificables. Según el positivismo, solo serían producto de un acuerdo internacional -consuetudinario.
En cualquier caso los DH son LEYES para legislar a estados e individuos, nunca una MORAL que busque la mejor convivencia de sociedad e individuos. La ley es un mínimo, la moral es un máximo.
El RELATIVISMO cultural siempre se confunde con el NIHILISMO cultural: el relativismo afirma que cada cultura solo puede ser adecuadamente juzgada razonando por sus circunstancias: quienes la integran, en que medio, etc... , razonamiento TEÓRICO. No afirma que rechacemos todo ideal o directriz moral - razonamiento PRACTICO-.
Lo de que no exista una ética universal es falso: la etica es el razonamiento sobre la moral, luego toda etica -todo razonamiento- es comprensible por la universalidad humana. Véanse desde los padres de la Iglesia - que no eran profetas, el cristianismo solo tiene un profeta- hasta la Crítica de Kant.
El tema de los derechos humanos entra dentro de la discusion de filosofía del derecho entre iusnaturalismo o iuspositivismo: segun el iusnaturalismo, los derechos humanos son esenciales a la persona y no modificables. Según el positivismo, solo serían producto de un acuerdo internacional -consuetudinario.
En cualquier caso los DH son LEYES para legislar a estados e individuos, nunca una MORAL que busque la mejor convivencia de sociedad e individuos. La ley es un mínimo, la moral es un máximo.
El RELATIVISMO cultural siempre se confunde con el NIHILISMO cultural: el relativismo afirma que cada cultura solo puede ser adecuadamente juzgada razonando por sus circunstancias: quienes la integran, en que medio, etc... , razonamiento TEÓRICO. No afirma que rechacemos todo ideal o directriz moral - razonamiento PRACTICO-.
La Iglesia católica ha sido siemre esencial para limitar el poder estatal. La Iglesia católica, en ese sentido, se puede decir que es liberal. Jiménez Losantos tiene libertad de expresión en la COPE.
Bah, ya nos lo dice, son desbarradas. ¡No entiendas esto como que pierdes el tiempo, poddió!
Creo que le has liquidado el razonamiento desde el primer momento, cuando se dan esa especide de looping mental de pasar del relativismo más nihilista a la seguridad más absoluta de sus planteamientos. Digo esto porque me interesa lo que creo que es el motivo-justificación psicológico de esa maniobra: la ética católica está basada en el dictado de Dios, eso es falso e intolerable. De ahí que se permita el lujo de poner como una virtud el hecho de que la ética de los DDHH no pueda ser definitiva ¡cuando el problema es exactamente el mismo, el de falta de fundamentación real! Que unos sean *aparentemente* conscientes y los otros *aparentemente* no, es para él una diferencia fundamental.
Los conozco bien, en realidad es un largo traje para el sectarismo de siempre, el que marca una linea gruesa en base a un detalle, además sin disimular que esa línea estaba marcada ya y sólo se estaba buscando una "diferencia" con la que hacer aspavientos. Está en las tripas y no debe extrañarnos que les salga la vena totalitaria. Son tan, tan soviéticos. Es que no salen de ahí, mala leche con buena conciencia.
Creo que le has liquidado el razonamiento desde el primer momento, cuando se dan esa especide de looping mental de pasar del relativismo más nihilista a la seguridad más absoluta de sus planteamientos. Digo esto porque me interesa lo que creo que es el motivo-justificación psicológico de esa maniobra: la ética católica está basada en el dictado de Dios, eso es falso e intolerable. De ahí que se permita el lujo de poner como una virtud el hecho de que la ética de los DDHH no pueda ser definitiva ¡cuando el problema es exactamente el mismo, el de falta de fundamentación real! Que unos sean *aparentemente* conscientes y los otros *aparentemente* no, es para él una diferencia fundamental.
Los conozco bien, en realidad es un largo traje para el sectarismo de siempre, el que marca una linea gruesa en base a un detalle, además sin disimular que esa línea estaba marcada ya y sólo se estaba buscando una "diferencia" con la que hacer aspavientos. Está en las tripas y no debe extrañarnos que les salga la vena totalitaria. Son tan, tan soviéticos. Es que no salen de ahí, mala leche con buena conciencia.
La Iglesia católica ha sido siemre esencial para limitar el poder estatal. Como, por ejemplo, el diezmo, la Inquisición...
Derem, creo que será un problema de fechas del servidor (si bien puedo estar equivocado) Fíjate en las fechas de todos los comentarios, son de hoy.
La iglesia siempre ha sido liberal y antiestatal cuando no ha tenido el poder, léase países comunistas, etc..., sin embargo, cuando iban bajo palio obispos y políticos juntos, ha sido lo más dura que ha podido..., en eso tampoco hay que estar ciego...
Otra cosa, es que siendo nosotros coherentes, no limitemos la libertad de conciencia de nadie ni prohibamos ninguna asociación o iglesia que no haga nada ilegal...
Saludos
Otra cosa, es que siendo nosotros coherentes, no limitemos la libertad de conciencia de nadie ni prohibamos ninguna asociación o iglesia que no haga nada ilegal...
Saludos
happy-butcher, asertus, A la Iglesia Católica pertenecía Juan de MAriana, y no era Inquisidor. Y ante todo, cuando hay dos poderes y se contrapesan , entonces, hay más garantías para los ciudadanos( Montesquieu). La Iglesia protestante, protestó como nadie contra el poder estatal de Inglaterra ¿ no recuerdas la historia de EEUU, su independencia?
Otra cosa es si se puede ser liberal sin ser anticlerical , Qui lo sà ?
Otra cosa es si se puede ser liberal sin ser anticlerical , Qui lo sà ?
Fais, desarrolla por favor el argumento que has planteado, el de si se puede ser liberal sin ser anti-clerical.
Trato de buscar el equilibrio entre mí ateísmo y liberalismo, para la tranquilidad de rallo no me refiero al equilibrio keynesiano.
Trato de buscar el equilibrio entre mí ateísmo y liberalismo, para la tranquilidad de rallo no me refiero al equilibrio keynesiano.
seneca, me gustaría tener las ideas claras en ese tema, pero no es así. Se puede ser liberal y católico perfectamente, liberal y judío ( Kirzner) sin problemas, ...pero tengo dudas sobre cómo no entrar en contradicción si se es " ateo" y , al mismo tiempo, "liberal".
El trackback no funciona. He escrito un artículo sobre este tema refiriéndome a las contradicciones encontradas en la argumentación. Puede encontrarlo en esta dirección:
http://unidimensional.blogspot.com/2005/06/las-con...
http://unidimensional.blogspot.com/2005/06/las-con...
Vaya, lo siento mucho, me acabo de dar cuenta ahora mismo, al buscar mi comentario reflejado, de que el trackback si funciona, y lo he llenado con los múltiples intentos de hacerlo funcionar. Les pido mis más humildes disculpas. El error se debe a que he confundido los trackbacks con los comentarios, al tener aspecto similar. Una vez más, ruego me disculpen. Bonita manera de inaugurar mis intervenciones aquí.
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