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24 de Noviembre de 2008

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

La caída de otro mito

Los expertos en la crisis actual van teorizando a golpe de evento; cada suceso nuevo les lleva a corregir sus antiguas y fallidas teorías, sin darse cuenta de que ni entonces ni ahora están comprendiendo nada. Tras la quiebra de Lehman Brothers, la venta forzada de Merrill Lynch y la conversión en bancos comerciales de Goldman Sachs y Morgan Stanley, el mantra izquierdista más recurrente era que la banca de inversión había fracasado y que todo venía a avalar el modelo tradicional de la banca comercial.

¿Cuál era el interés en desprestigiar a la primera y en alabar a la segunda? Pues básicamente que la banca de inversión no está sujeta a las regulaciones de la Fed y la comercial sí. Por tanto, la caída de la primera parecía sugerir el triungo definitivo de la necesidad de regulación. Por ejemplo, Krugman sin nominar los dos tipos de banca sí deja clara su opinión sobre ambos modelos:
Wall Street chafed at regulations that limited risk, but also limited potential profits. And little by little it wriggled free — partly by persuading politicians to relax the rules, but mainly by creating a “shadow banking system” that relied on complex financial arrangements to bypass regulations designed to ensure that banking was safe.

For example, in the old system, savers had federally insured deposits in tightly regulated savings banks, and banks used that money to make home loans. Over time, however, this was partly replaced by a system in which savers put their money in funds that bought asset-backed commercial paper from special investment vehicles that bought collateralized debt obligations created from securitized mortgages — with nary a regulator in sight.
En realidad ambos modelos son fallidos porque se asientan en el mismo problema: transformación de plazos o endeudarse a corto plazo e invertir a largo. La banca de inversión quebró antes simplemente porque su apalancamiento es mayor y porque se relacionaba con brokers que se ponían más nerviosos que los depositantes a la hora de retirar los dos fondos a corto plazo. Nada más. Ahora Citigroup necesita recurrir también al rescate público.

La regulación no le sirvió de nada, como de nada servirá toda la regulación que puedan aprobar. El problema no es de falta de regulación, sino de ausencia de buena regulación. Y en esta historia, ningún político ni economista mainstream está apuntando al fondo del problema.

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