10 de Septiembre de 2004

Francesc Ferre, portavoz de ERC en el ayuntamiento de Gerona, ha declarado que ve lógico la retirada de las banderas españolas durante la celebración de la Diada ya que es la bandera "del enemigo". Es la primera vez en mi vida que soy consciente de que me he convertido en enemigo de alguien. Yo suponía que no caigo bien a todos, es posible que alguien me tenga algo de tirria, incluso, aunque nadie me lo ha dicho, alguien me puede odiar pero de ahí a ser enemigo de alguien, hay mucho trecho.

Verán, yo no soy nada patriótico, ser español no es uno de mis principales rasgos, no presumo de nacionalidad, ni siquiera soy partidario de que Gibraltar vuelva a ser parte del territorio nacional, tampoco que no lo sea, es que no me importa. Pero que el patriotismo sea un elemento lejano en mis prioridades no quiere decir que no sepa que la bandera española es la que me representa en Europa y en el mundo. No la europea, ese torbellino estrellado en fondo azul. Ni la de la ONU, ese batiburrillo extraño en fondo igual de azul. Ni la de los Estados Unidos, aunque algún lector le pueda parecer extraño. El caso es que la mía es la española y si alguien dice que la bandera es la del enemigo, entonces es que yo, aunque no le he hecho nada y la nacionalidad me importa poco, soy su adversario. Y es posible que contra los adversarios, contra los enemigos, las sociedades, las manadas, los rebaños se pueden levantar violentamente.

Este tipo de declaraciones pueden parecer exageradas, incluso excesivas pero en el fondo, inofensivas. Al fin y al cabo, sólo son palabras y ¿qué pueden hacer las palabras?. Pues servir de catalizador para que degeneren en frases, las frases en discursos, los discursos en voluntades, las voluntades en acciones y las acciones, bueno las acciones de del nacionalismo vasco ya se sabe en que han degenerado, en ETA. Al fin y al cabo, Sabino Arana empezó hablando y escribiendo.

Es más, este discurso que ERC lleva meses impartiendo, tanto en catalán como en español, tiene un tufillo enorme al nazismo de principios de los años 30 cuando los judíos eran sólo alguien con los que no querían estar y de vez en cuando daban una lección. Y si tuviéramos un Gobierno como es debido al menos se manifestaría, a falta de llegar a algún tipo de acción, en contra de estas declaraciones ya que ellos son los garantes, al menos en lo ejecutivo, de lo que la bandera representa. Pero con tanto talante y tanto diálogo sólo han podido decir que hacen suyas todas las banderas del Estado. Por lo visto han tomado la estrategia de poner la otra mejilla, pero no la suya, sino las nuestras.